Boric y Sichel: el golpe final a la política tradicional chilena
El triunfo de Boric y Sichel cambia radicalmente el tablero político electoral de noviembre y, por supuesto, de las alianzas que se conformarán a partir de hoy.
- Análisis
Hace una semana nos preguntábamos, en este mismo espacio, si era posible que Boric y Sichel fueran capaces de destronar a los dos “favoritos” de las primarias de ayer. Las señales estaban siendo cada vez más claras en el sentido de que Lavín y Jadue estaban siendo alcanzados. Joaquín Lavín dejaba de lado su excesivo pragmatismo de los últimos meses, intentando atraer a un electorado de derecha más conservadora. Sin duda, esfuerzo desesperado con un diagnóstico equivocado. Sus otros tres competidores se mostraban mucho menos dogmáticos, alejándose de las posturas de la derecha de antaño, especialmente en materias valóricas, como el matrimonio igualitario. Lavín quedó como un náufrago, solitario, perdido entre sus propias inconsistencias.
Y, vaya paradoja, Joaquín Lavín, además de cerrar un ciclo personal con tres derrotas presidenciales e iniciar su travesía por el desierto, le propinó una derrota dura a su partido. La UDI no solo perdió a su mejor carta, sino que perdió ideológicamente. En las últimas semanas vimos cómo su discurso añejo quedó totalmente desconectado con el país. Siempre planteé en este espacio que Lavín solo tenía opciones renunciando a la UDI.
Daniel Jadue, por su lado, no fue capaz de romper con el dogmatismo del PC, lo que le abrió una ventana a Boric en el mundo de centroizquierda e incluso en un grupo de atemorizados de derecha. El alcalde de Recoleta –que, a diferencia de Lavín, podrá seguir teniendo tribuna desde ahí– pareció excesivamente confiado en el primer debate, lo que sin duda le pasó la cuenta. De pronto se le empezó a ver incómodo, frente a un Boric tranquilo, carismático, poco agresivo, pero firme en sus planteamientos. Además de cometer un error garrafal, como atacar a su contrincante con un tema sensible –responsabilizarlo por los presos de la revuelta–, su incapacidad de flexibilizar algunas posturas le jugó en contra en los momentos clave.
Pero, más allá de los errores que cometieron en la recta final Lavín y Jadue, lo que quedó de manifiesto es que en Chile se terminó una era política. Más allá del apoyo de La Moneda y de los poderes fácticos, Sichel dejó en evidencia que la derecha “tradicional”, esa de la elite y las viejas tradiciones, quedó desfasada de la nueva realidad del país. Boric, por su lado, demostró que no estuvo equivocado para el acuerdo del 15 de noviembre del 2019 y que la centroizquierda hacía rato que necesitaba sacudirse de la inercia y dar paso a un nuevo estilo, un liderazgo más empático y conectado con la gente.
En la derecha, no solo Desbordes sufrió una derrota importante, logrando aventajar a duras penas a Briones. Renovación Nacional, el partido más grande de Chile Vamos, queda ahora al borde de la fractura interna, al no haber sido capaz de apoyar con fuerza a su candidato –un grupo mayoritario estuvo con Sichel–, pero especialmente por dejar en evidencia las diferencias ideológicas de fondo que existen en su interior.
Desbordes debe estar pensando aún que fue un error presentarse a las elecciones de presidente en RN en medio de la campaña de las primarias y el no haber renunciado cuando Chahuán salió electo y le dio la espalda. Evópoli, por su parte, pagó el costo de ser el único partido de Chile Vamos leal a La Moneda, especialmente desde el estallido social en adelante. Hace cuatro años, Felipe Kast obtuvo un 25% de los votos en la primaria, pese a competir con el favorito, Sebastián Piñera, versus el 9.72% que sacó Briones ayer.
Respecto de la participación de la ciudadanía, sin duda que los poco más de tres millones de personas que concurrieron a votar es positiva, superando incluso a la votación de segunda vuelta de gobernadores. Similar a la de 2013, en que compitieron la ex Concertación y la derecha, con la diferencia de que este era el debut del bloque integrado por el PC y el FA. Y aunque Chile Vamos estuvo cerca de alcanzar su votación de 2017, Apruebo Dignidad le superó no solo en el número de electores, sino en algo clave: el efecto psicológico para los cuatro meses que vienen de campaña. Es decir, si consideramos que la centroizquierda –ex Nueva Mayoría– no participó en las primarias de ayer, la derecha es el sector con menor votación de todos. Qué mejor ejemplo que este: Sichel sacó menos votos que Boric y Jadue.
El triunfo de Boric y Sichel cambia radicalmente el tablero político electoral de noviembre y, por supuesto, de las alianzas que se conformarán a partir de hoy. Para José Antonio Kast, la derrota de Lavín le abre un espacio para capturar al elector más conservador y rescatar a muchos UDI que no ven con buenos ojos el pragmatismo y pasado DC de Sichel. Eso significará tener una gran dispersión en la derecha. Y para Yasna Provoste, el triunfo de Boric es una mala noticia. A la senadora le convenía un escenario más polarizado con Jadue, que repitiera la lógica entre Orrego y Oliva. Ahora el mundo PS/PPD entrará a tomar un rol protagónico, considerando que el candidato PC les facilitaba acercarse a Provoste, pero lo natural sería retomar el romance fallido con Apruebo Dignidad, que fracasó por los zigzagueos de Elizalde. Compleja disyuntiva porque, aunque las cúpulas de esos partidos opten por Provoste, sus bases de seguro estarán con Boric.
Pero es un hecho que si Yasna Provoste quiere entrar a competir, debe hacerlo ya, incluso esta misma semana. No puede seguir con la ambigüedad de ser y no ser candidata, porque Boric parte con una ventaja enorme, con vuelo y el espíritu en alto, restando apenas cuatro meses para las elecciones.
Fuente: https://www.elmostrador.cl/destacado/2021/07/19/boric-y-sichel-el-golpe-...