¿A dónde van los esfuerzos de la radio comunitaria?
La democracia se asocia a la capacidad de potenciar el desenvolvimiento y la expresión de diferentes grupos sociales y políticos. En ese sentido, las radios comunitarias muestran un diálogo necesario en y para la diversidad.
- Opinión
Los esfuerzos de las radios comunitarias y populares están encaminados a darse en base a una teoría alimentada por eI estudio de las propias experiencias (fracasos, limitaciones y logros), con un análisis de la realidad nacional. Entre una estrategia de acción coherente a la realidad social y eI objetivo propio de cada radio. Con tácticas, métodos y técnicas de comunicación acordes a cada contexto.
“Nuestros esfuerzos de comunicación van más encaminados a una desintoxicación de la ideología dominante y a un proceso de educación liberadora, propia y consciente de las bases, que se verán constantemente mermados y contrarrestados por los valores que la T. V., cine, radio, prensa, anuncios, carteles, etc, día a día transmiten e influyen en los mismos agentes con quienes trabajamos. Este hecho vuelve reaccionarios, dispersos, pasivos e incoherentes a los mismos receptores de los mensajes liberadores que queremos transmitir. Esto hace nuestro trabajo más difícil. Sería iluso creer que las clases populares por el simple hecho de ser populares van a recibir generosa, unánime y aprobatoriamente todos los mensajes que les transmitimos, por más liberadores y favorecedores que sean a sus propios intereses” expone Felipe Espinoza en “Pistas para la comunicación popular”.
Explica Espinoza que “la comunicación popular tiene que mostrar que la información que proporciona no es un fenómeno aislado ni local, sino que también se da en otros lugares parecidos y que tiene causas estructurales. No basta la información sin análisis crítico. Habrá que mostrarla y articular la contradicción del fenómeno analizado y hacia donde se va ir desenvolviendo. Debe haber, así como denuncia y testimonio, articulación. Cobran así especial importancia eI generamiento de pasos legales en defensa de los intereses populares” explica Espinoza.
Toda la información que se proporcione no debe repetir lo que la gente ya sabe. Habrá que decir algo más: críticas, causas, salidas. Hay que “procurar la constante participación del pueblo en aportaciones, críticas y respuestas. Analizar y sintetizar constantemente. Retomar la memoria histórica, reproducir de las vivencias y los éxitos del pasado. Integrar el teatro, la narración y diversas formas de las artes que permitan ampliar el contenido y transmitirlo de distintas formas” añade el autor. Pero por sobre todo, el conflicto no deberá ser moralizado; hay que socializarlo. Toda moralización despolitiza.
La comunicación, que siempre es educación, en palabras del profesor Jorge Huergo, dinamiza y anima la formación de los actores de base y los dirigentes en cada campo específico. Generalmente una de sus dimensiones es la de construir y fortalecer el sentido de pertenencia y de identidad en torno a las relaciones y valores compartidos o deseados a través de la activación de la memoria colectiva y de otras propuestas que visibilizan los valores y vínculos comunitarios que le han dado continuidad, identidad y fuerza a los procesos.
Intelectuales de todo el mundo coinciden en que no deben ser el Estado ni el mercado los que deben regir el futuro de las sociedades humanas y de sus objetivos esenciales. Desde perspectivas diferentes reivindican la defensa de un espacio o esfera pública de la sociedad más allá de los intereses privados y estatales, en torno a la cual las colectividades sociales construyen lo común en lo diferente. En un mundo en el que cada vez son más ricas las diferencias culturales, se hace necesaria la creación de condiciones para su reconocimiento y legitimación, a la vez que haya reglas claras de juego básico que todos deben respetar: los derechos humanos y el derecho a la comunicación.
Los contextos actuales hacen necesario generar propuestas políticas alternativas que se salgan de su lógica hegemónica, reivindicando la democracia como juego de proyectos político ideológicos que conllevan distintas visiones de futuro. La pandemia ha acentuado la necesidad de medios y acercamientos profundos, especializados, de verificación de datos y que permitan coberturas dignas. Los tiempos exigen otras narrativas y posibilidades de comunicarnos.
La democracia debe posibilitar que las diversas potencialidades de los grupos sociales lleguen a plasmarse en proyectos viables. La vida de la democracia se asocia a la capacidad para potenciar el desenvolvimiento y expresión de diferentes grupos sociales y políticos a través de proyectos, si no divergentes, al menos no coincidentes. En ese sentido, las radios comunitarias muestran y trabajan para un diálogo necesario en y para la diversidad.
Diana Ramos Gutiérrez es investigadora, comunicadora social y gestora cultural. @dramosgutierrez
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