La revolución digital del Bitcoin

¿La moneda que podría cambiar al mundo?

Las criptomonedas no cumplen con las características clásicas del dinero, esto es: ser unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. Las criptomonedas parecen comportarse más como activos financieros virtuales.

31/05/2021
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Foto: vivus.es
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El orden y estabilidad del sistema monetario internacional ha experimentado importantes transformaciones desde las últimas décadas del siglo XIX hasta nuestros días. La reciente aparición de las criptomonedas, entre ellas el Bitcoin, da cuenta de ello.

 

La internacionalización del patrón oro jugó un rol central en la conformación del sistema monetario internacional a partir de la década de 1870, la cual tuvo vigencia hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. El patrón oro garantizó la convertibilidad de la moneda británica con la certidumbre de que cualquier agente económico alrededor del mundo fuese capaz de realizar transacciones de oro a libra esterlina, o viceversa. La libra esterlina se constituyó como la única moneda intercambiable por oro en un contexto histórico de consolidación de la hegemonía internacional de la Gran Bretaña. Las potencias de Europa conformaron un mercado mundial en el último cuarto del siglo XIX; la interconexión entre los tres sectores económicos (primario, secundario y terciario) estableció una división internacional del trabajo, que generó una relación sistémica entre los países involucrados.

 

A principios del siglo XX surgió la necesidad de resolver los problemas económicos, políticos y sociales de la Europa de posguerra; se pretendía negociar una relación entre las economías capitalistas europeas y el nuevo régimen bolchevique de la Rusia soviética; en este contexto, se realizó la conferencia de Génova en 1922 donde se definió la convertibilidad al oro, el establecimiento de bancos centrales independientes, junto con la asistencia financiera a países en situaciones adversas y la colaboración de los bancos centrales en la administración del sistema financiero internacional.

 

Posteriormente, en 1944 (un año previo de la culminación de la Segunda Guerra Mundial), se llevó a cabo la conferencia monetaria en el poblado de Bretton Woods, New Hampshire, impulsada por la naciente hegemonía de los Estados Unidos; en su libro la “Nueva historia de las grandes crisis financieras” (2010), Marichal señala que se articuló “una nueva arquitectura política y financiera capaz de evitar los desastres de la Gran Depresión (1929-1933), los cuales habían contribuido de manera notoria a generar las condiciones que dieron pie a la conflagración militar”.

 

La estabilidad en las transacciones comerciales y financieras se impuso por medio de la creación de un sistema monetario internacional basado en un tipo de cambio de 35 dólares por onza de oro. Así, el dólar se consolidó como la divisa de reserva internacional. A lo largo de los decenios subsecuentes, sin embargo, las monedas ya no presentaban un respaldo completamente metálico debido a que la emisión monetaria de dólares superó las reservas de oro. A partir de la década de 1960, se generaron tensiones en la paridad cambiaria. Posterior a la implementación de diferentes esquemas de convertibilidad de las divisas, el 15 de Agosto de 1971 el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, anunció la inconvertibilidad del dólar en oro; es decir, se estableció el régimen de libre flotación entre todas las naciones. Como señala Héctor Guillén en su libro "Las crisis. De la Gran Depresión a la primera gran crisis mundial del siglo XXI" (2014) el dinero aparece como lo que es hoy en día: una institución humana en la que se confía en virtud de reglas y prácticas sociales, que conocemos como “dinero fiduciario”.

 

Aunque parezca un mecanismo relativamente sencillo, el dinero ha transitado por distintos procesos de cambio sistemático para llegar al escenario fiduciario contemporáneo; no obstante, habrá que preguntarnos en qué medida este sistema se encuentra en una posible decadencia debido a que el dinero podría inclinarse en un futuro próximo hacia el uso de las criptomonedas. Pero ¿A qué se refiere este nuevo concepto? Las criptomonedas representan dinero digital que se diferencia del dinero fiduciario porque la inyección monetaria es independiente de los bancos centrales y del Estado. Dodd afirma en su obra “The social life of Bitcoin. Theory, Culture & Society” (2018), que las criptomonedas como el Bitcoin representan un síntoma del creciente pluralismo monetario en las sociedades capitalistas avanzadas, una encarnación de la diversidad monetaria por derecho propio. Al igual que el dinero de uso corriente, el Bitcoin es polifacético, políticamente controvertido y sociológicamente rico en sus funciones y significados.

 

Se tiene que resaltar que, en términos genéricos, las criptomonedas no cumplen con las características clásicas del dinero, esto es: ser unidad de cuenta, medio de pago y depósito de valor. Las criptomonedas parecen comportarse más como activos financieros virtuales, ya que, por ejemplo, la función de depósito de valor se vuelve ineficiente por la volatilidad de los precios. Los inversionistas en activos financieros suelen adquirir criptomonedas por las expectativas de ganancias futuras, es decir, con fines especulativos. En lugar de mantener el dinero en el banco, muchos inversionistas se han mostrado interesados en la compra de las criptomonedas como instrumentos de inversión.

 

El precio del Bitcoin está relacionado directamente con la demanda de este y las bajas tasas de interés de los bancos centrales las cuales se encuentran en niveles casi nulos o menores al 1%[1]. Todo esto, en conjunto, ha llevado a que en los últimos años las personas tomen la decisión de adquirir estas criptomonedas. Un ejemplo contundente es la inversión realizada por la empresa Tesla que, durante la primera semana de febrero de 2021, impulsó el valor del Bitcoin a niveles históricos.

 

Sin duda, una de las principales características de las criptomonedas es que surgen como proyectos descentralizados, ajenos a cualquier autoridad monetaria. Al hacer referencia al Bitcoin, Dodd señala que las criptomonedas han tenido éxito como dinero, debido a la comunidad que ha crecido a su alrededor. En otras palabras, el valor de estas monedas está sustentado en la confianza que existe entre sus usuarios. En el mundo circulan varias criptomonedas, por ejemplo: NEO (China), Ripple (EUA), Litecoin (EUA), Amero (México), etc.; cada una presenta un desarrollo y precio distinto, sin embargo, Bitcoin ha sido la criptomoneda que en los últimos años ha destacado por ser la más atractiva y, sobre todo, la primera entre los mercados financieros. Esta es una moneda digital que se presenta ante el mundo a finales de 2008, justo en el clímax de la crisis subprime como respuesta, entre otras situaciones, a la desconfianza de la población hacia el sistema bancario; de esta forma, surge el interés de construir otras opciones que cumplan con la misma función de los bancos, minimizando el riesgo de perder dinero.

 

Este proyecto de moneda digital, impulsado por “Satoshi Sakamoto” (en realidad, aún no se sabe si se trata de una o un grupo de personas) cuenta con un propósito común: cambiar el curso del dinero como lo conocemos, eliminando el monopolio de emisión de los bancos centrales y comerciales. Han pasado prácticamente quince años desde su lanzamiento, no obstante en los últimos años se han experimentado las cotizaciones alcistas más significativas. The New York Times registró que durante 2009 el precio aproximado del Bitcoin fue de $0.003 dólares; en cambio, para enero de 2021 el valor rondó los $46,177.40 dólares por unidad (https://archive.nytimes.com/www.nytimes.com/interactive/technology/bitcoin-timeline.html#/#time284_8165).

 

El impacto del Bitcoin, al igual que su precio, han ido al alza; no obstante, esta dinámica no puede ser definida. Todo indica que el desempeño de la criptomoneda ha mejorado para los usuarios con el paso del tiempo, sin embargo no hay que olvidar que su valor es sumamente volátil; por ejemplo, en enero 20 del 2021 se registró una baja en su valor del 20%, al siguiente día cayó otro 12%, recuperando 8% respecto al valor anterior el día 22, sin embargo en el mes de mayo se ha visto sorprendido por la caída prominente su valor debido a que la aceptabilidad ha disminuido (cayó poco más de 45% respecto a su máximo histórico, es decir, pasó de $64,899 usd a $34,393 usd), creando un pánico financiero haciendo que los usuarios comiencen a enajenarlas, así queda en evidencia que el Bitcoin y demás criptomonedas no cumplen con la función de ser depósito de valor; por lo tanto, confirmamos que no cumplen con las principales características del dinero; si bien este puede registrar cambios, siempre varía en menor magnitud. Pese a ello, no hay que descartar que una moneda creada para ser diferenciada en distintos aspectos de las demás, tiene como finalidad obtener el máximo beneficio para sus usuarios.

 

Durante la historia, las monedas han adoptado diversos cambios. Siguiendo un proceso de desmaterialización, las formas monetarias han pasado de la moneda como mercancía a la moneda virtual en la época contemporánea, mostrándonos que las monedas no son únicamente un instrumento económico, sino que estas cumplen con una dimensión política y social implícita bastante sólida.

 

El concepto ya conocido de moneda digital está generando incertidumbre alrededor del mundo; las respuestas obtenidas colocan en la mira la posible decadencia de las instituciones financieras, dejándolas fuera, no solo de la emisión de la moneda, sino de nuestra vida diaria.

 

En conclusión, este nuevo recurso económico-financiero podría desatar consecuencias que podrían cambiar la vida de las nuevas generaciones. Los cambios experimentados en los años 2020-2021 debido a la pandemia global causada por el virus SARS-CoV-2, ha puesto en duda la vida del dinero corriente, siendo sustituido por los medios de pago activos digitales, ya que estos tienen un gran potencial para transformar la manera en que se intercambia el valor e información a través de la tecnología. El uso cotidiano de estos activos facilitaría muchos aspectos; desde las transacciones para la obtención de bienes y servicios, hasta la forma en la que se podría invertir a futuro; no obstante, no todo es positivo. El punto negativo que más sobresale en esta evolución de la moneda se encuentra en las naciones en vías de desarrollo; la falta de inclusión financiera en contextos de empobrecimiento masivo representa un gran obstáculo para que las personas puedan unirse a este tipo de sistemas, pues todo este método se encuentra adherido a internet.[2]

 

Actualmente, las problemáticas señaladas nos impiden realizar las transacciones y movimientos que podríamos hacer con el uso de las criptomonedas; sin embargo, observamos que estas cifras tienden a subir año tras año; es decir, si en un futuro aumenta el uso de los medios de pago digitales, la mayoría de la población podría irse adaptando paulatinamente a dicho esquema. Así, podríamos deducir que en el largo plazo las personas se incorporarán en su totalidad a este emergente sistema monetario.

 

Aunque hay muchos puntos claros dentro de esta nueva dinámica, también quedan girando interrogantes significativas; ¿Cómo se podría controlar la alta volatilidad de las criptomonedas?, ¿De verdad cumplirían su objetivo de ser un agente descentralizado?, ¿Realmente la confianza en las relaciones sociales será suficiente para respaldar el dinero de los usuarios?, ¿Cómo se podría eliminar el sesgo existente entre los países desarrollados y en vías de desarrollo con el propósito de incluir a todos en este potencial nuevo sistema? El único aspecto claro que podemos afirmar con certeza es que los cambios no solamente remiten al mundo económico, sino que forman parte de una transformación cultural y en las formas de construir el pensamiento en el mundo entero, pues como ya mencionamos, el sistema financiero que conocemos, no solo implica el uso del dinero, sino que refiere a un trasfondo político, social y cultural dentro del mismo.

 

- Bárbara Corina Sánchez Díaz es estudiante de la Licenciatura en Economía, Facultad de Economía, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Correo electrónico: corinasanchezdiaz900@gmail.com

- Esmeralda Aranzazu Ramírez Pérez es estudiante de la Licenciatura en Economía, Facultad de Economía, UNAM. Correo electrónico aranzazurmz14@gmail.com

 

 

Referencias

 

Dodd, N. (2018). The social life of Bitcoin. Theory, Culture & Society, 35-47.

 

Guillén, H. (2013). El sistema monetario internacional. En Las crisis. De la Gran Depresión a la primera gran crisis mundial del siglo XXI (pp. 217-255).

 

The New York Times. An Abridged History of Bitcoin. (2021).

 

 

 

[1] Para muestra, el caso del Sistema de Reserva Federal de los Estados Unidos que ha registrado desde marzo de 2008, una tasa de interés de referencia por debajo del 2.5%.(https://fred.stlouisfed.org/series/FEDFUNDS)

[2] Un estudio realizado en 2019 por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) arrojó que más del 51% de la población mundial, (4.000 millones de personas) tiene acceso a internet.

https://www.alainet.org/es/articulo/212462

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