Pandemia, capitalismo, politización y economicismo

Al definir a la vacuna como solo un negocio, el público pagará dos veces: en el momento de subvencionarla y en el momento de comprarla.

14/05/2021
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El horizonte del tiempo atrae, pero también amenaza. Sólo donde hay una amenaza futura surge la aspiración al poder. Algo de todo esto sucede de forma soslayada, con la pandemia de la Covid 19 y la creación de la vacuna. Es un hecho que la realidad histórica en la que actúa la preocupación, pone en evidencia nuestras propias contradicciones.

 

Hace algún tiempo los senderos de la guerra se transitaba con armas, después con petróleo; más tarde con préstamos financieros generadores de deudas impagables y posteriormente surgieron los vetos a las nuevas tecnologías y patentes con la protección intelectual. Hoy en día las causas del belicismo se libra con vacunas. Las grandes potencias, o lo son también científicas o pasan a segundo plano. La pandemia y la medicación para superarla están cambiando el mapa mundial, generando un seísmo geopolítico que cambia influencias y dependencias a marchas forzadas.

 

Ahora Rusia y China pesan cada día más porque tienen vacunas que vender, e incluso ofrecer solidariamente. Países africanos y americanos del sur cansados de las promesas de los organismos internacionales miran con esperanza a Moscú y Pekín. En las ex colonias británicas ya no les importa la Commonwealth porque Londres en su «nacionalismo vacunal»se disocio de sus (ex) colonias y no suelta una vacuna.

 

Argentina aclama a Rusia por haber convertido el país austral, con éxito, en el principal campo de ensayo de la Sputnik; que por otra parte es la vacuna por la que empieza a suspirar una Unión Europea que recibe menos unidades de las contratadas con varios laboratorios, e incluso llegando actualmente a la ruptura de contrato por incumplimiento del mismo con Astra Seneca, quedando mas que cuestionada la eficacia de su presidenta, Ursula von der Leyen, porque la seguridad jurídica de lo firmado presenta numerosos baches.

 

El Reino Unido estaba en dudas existenciales después de la salida de Europa, con la mayoría de la población convencida de que era un error pero, tras acaparar todas las vacunas producidas en su territorio, crece la idea de que el divorcio no era tan malo. Entretanto, Francia, aquella del siglo de las luces, el país de Louis Pasteur, padre de la microbiología moderna, se siente humillada como la gran potencia económica, nuclear y científica que creía ser. Pierde la batalla frente a EE.UU., Alemania, el Reino Unido, Rusia y China. Sanofis no pudo sacar una vacuna contra el Covid y el prestigioso Instituto Pasteur abandonó sus investigaciones porque no era efectiva su propuesta.

 

La guerra de las vacunas en la OMC

 

Aumenta la presión sobre los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que suspendan las reglas de la propiedad intelectual con el fin de ayudar a que las vacunas lleguen los mas rápido posible a todos los rincones del mundo, especialmente a los países mas pobres. Si bien es cierto que esto ha tomado estado desde que el presidente de los EE.UU. Joe Biden ha solicitado activar sus mecanismos, la proposición estuvo originada por la India y Sudáfrica, que presentaron una propuesta para una exención temporal de determinadas obligaciones de los Acuerdos sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC), que facilitarían una respuesta adecuada a la Covid-19.

 

La propuesta sugiere una exención para todos los miembros sobre la aplicación de determinadas disposiciones del Acuerdo sobre los ADPIC en relación con la “prevención, contención o trato” de la Covid 19. Los proponentes argumentaron que esto evitaría barreras al acceso oportuno a productos médicos asequibles, incluidas vacunas y medicamentos, o la ampliación de la investigación, el desarrollo, la fabricación y el suministro de productos médicos esenciales. En realidad, como resultado de este enfoque mercantil, el numero de patentes sobre descubrimientos científicos y tecnológicos ha aumentado exponencialmente en los últimos treinta años, dando lugar a una aumento de la mercantilización del conocimiento y a restricciones de tecnología.

 

Debemos tener en cuenta que el panorama sigue siendo muy desigual ya que las dosis son todavía escasas. De los 8.100 millones de dosis vendidas, el 60% ha sido comprado por los países ricos, que representan alrededor del 15% de la población mundial.

 

Por el momento mas de 60 países respaldan la propuesta junto con importantes defensores de la salud pública y la ONG Médicos sin Fronteras, quienes han manifestado su preocupación para que las vacunas de la Covid 19 sean tratadas como bienes públicos globales que no están controlados por ninguna compañía o país.

 

Sin embargo, la manifiesta tarea en defensa del valor universal del conocimiento científico no se ve facilitada por una cierta oposición, encabezada por algunas entidades liberales estadounidenses como la ultraconservadora Heritage Foundation.

 

Mientras tanto, la industria ha rechazado constantemente cualquier flexibilización de las protecciones de la propiedad intelectual. En un reciente comunicado la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones de Productos Farmacéuticos (IFPMA) dejó manifiesto su desacuerdo argumentando que es debido a la protección intelectual que las empresas han “desarrollado rápidamente vacunas seguras y eficaces” advirtiendo que suspender las reglas de patentes podría poner en peligro la futura innovación medica.

 

Los conocimientos científicos son objetos comercializables en virtud de los acuerdos sobre los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio (ADPIC), adoptados en 1994 por la OMC. La finalidad declarada de la protección de la propiedad intelectual es estimular la innovación. En virtud del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC), todos los Estados Miembros de la OMC deben promulgar leyes nacionales que garanticen un nivel mínimo de protección de la propiedad intelectual en un determinado plazo.

 

Quienes critican el acuerdo temen que esas medidas sean incompatibles con el objetivo de garantizar el acceso del mundo en desarrollo a los medicamentos. En realidad los titulares de la protección intelectual tienen una capacidad de producción limitada y muchas empresas en todo el mundo, incluidos los países en desarrollo, son capaces de producir medicamentos, vacunas y dispositivos médicos.

 

Para hacer frente a esas amenazas, todos los países deberían observar lo estipulado en la Declaración de Doha relativa al Acuerdo sobre los ADPIC, así como los mecanismos de protección garantizados por el mismo, vigilar los elementos ADPIC-plus de los acuerdos de libre comercio, desarrollar marcos para la concesión de licencias y la transferencia de tecnología, y promover el desarrollo de vacunas innovadoras en los países en desarrollo.

 

El papel de las organizaciones internacionales en lo que atañe a la definición de las prácticas más adecuadas, la difusión de información y el seguimiento del impacto de los ADPIC será crucial para garantizar un acceso óptimo a nuevas vacunas prioritarias para el mundo mal desarrollado.

 

El hecho es preocupante, y muchos observadores temen que la vacuna no sea mas que un negocio financiero para las grandes farmacéuticas, y que sólo esté disponible para los ricos. Al final, el público pagará dos veces: en el momento de subvencionar la vacuna y en el momento de comprarla.

 

Politización y economicismo

 

Frente al ruido, la confusión y las expectativas que genera la información continua sobre las novedades en este terreno, algunos expertos reclaman “la intervención de los poderes públicos para evaluar la calidad de los estudios y comunicar la evidencia demostrada de los tratamientos, tecnologías o intervenciones”.

 

La realidad es que la escala y el impacto de la pandemia no tienen precedentes y requieren el rápido establecimiento de una producción y un suministro diversos, suficientes y coordinados a nivel mundial para cualquier tratamiento o vacuna que salga de las compañías farmacéuticas.

 

Pero confiar en la conducción capitalista sólo dará lugar a más tragedias y comprometerá el control de la pandemia. En cualquier momento el tratamiento o vacuna puede convertirse por arte de magia en un recurso escaso y los países ricos podrían almacenar cualquier recurso disponible y dejar a los países con capacidad limitada con las manos vacías.

 

En el globalismo actual convergen la politización y el economicismo, que en definitiva son dos reducciones en la percepción del todo. En el prisma visual de la política neoliberal la pandemia recrudece hasta convertirse en mero objeto de cálculo de poder o de la impotencia. Mientras se salva dinero perdemos vidas.

 

El temor es que detrás de esta dialéctica impulsada por Biden, se escondan intereses menos loables como la continuidad de la guerras comerciales con China, que con su estrategia vacunal le complica su ascendencia geopolítica en el patio trasero del sur.

 

Eduardo Camín es un periodista uruguayo acreditado en la ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

https://www.alainet.org/es/articulo/212240?language=es
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