(E)lecciones en tiempos de amores líquidos

No vivimos tiempos de radicalidades interpretativas, sino de acumulaciones, combinaciones, flujos y reflujos que se están reacomodando.

02/03/2021
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Los cambios de estos tiempos son en su conjunto alteraciones de la normalidad establecida, fundamentalmente por influencia de las interdependencias entre los condicionamientos desestabilizadores de la pandemia, las expresiones de una crisis multidimensional que estamos aprendiendo a leer, pero no a enfrentar, todavía, y por los esperables, aunque no previsibles reacomodos que están ocurriendo en el campo político.

 

Las alteraciones en el campo político suelen aparecer como innovaciones, porque muchas de sus expresiones son sorpresivas y rompen el libreto de la rutina en la que el mundo se acostumbró a vivir enfrascado en la búsqueda de respuestas para las tareas pendientes del siglo pasado, muchas de las cuales a su vez son arrastres de las deudas sociales de otros siglos, con lo que, parafraseando a Zabaleta Mercado, estructuran un abigarramiento histórico. Para no caer en el entusiasmo que se suele leer en las letras de quienes afirman que nuevos paradigmas han transformado la política, digamos con cautela que las orientaciones políticas están aprendiendo a mirar la realidad acumulada, vivida y sus proyecciones, con ojos de este siglo.

 

Reacomodos en sociedades líquidas

 

Estamos viviendo un proceso de reacomodos obligatorios que tienen sus arrastres de institucionalidades legitimadas, sus entierros de rutinas consagradas, sus novedades, y sus transformaciones. Y todo esto licuándose al mismo tiempo, con procesos combinados dentro de otro que marcha al ritmo de las alteraciones pandémicas de nuestros tiempos, donde se entremezclan las incertidumbres con las esperanzas.

 

Es en este carácter que se deben entender los reacomodos de fuerzas políticas y sus mecanismos de lucha por el poder con interpretaciones, planteamientos y actuaciones harto parecidas a la dinámica de la sociedad líquida que nos sugiere Zigmunt Bauman, afirmando que el cambio de patrones sociales se desenvuelve en una sociedad inestable, cambiante y temporal, es decir líquida, que transcurre con socializaciones basadas en el individualismo, en relaciones de consonancia e inconsistencia con las estructuras e institucionalidades rígidas, centralistas, machistas, etnocentristas, depredadoras y autoritarias en proceso de revisión.

 

No vivimos tiempos de radicalidades interpretativas, sino de acumulaciones, combinaciones, flujos y reflujos que se están reacomodando. Nos equivocaríamos si admitiéramos que la política ha sufrido un remezón que la ha renovado. Hay entrecruzamientos que tienen que asumirse para seguir empujando procesos que ya no van a depender tanto de las determinaciones de los contextos para pensar nuevas normalidades, sino de las dinámicas que deben desarrollar los actores políticos y sociales en estos procesos en movimiento con desestructuraciones y reinstitucionalizaciones al estilo del Siglo XXI.

 

Un ejemplo de estas convivencias de distintos tiempos lo encontramos en las recientes elecciones ecuatorianas, que muestran al menos cuatro tendencias combinadas. Una de sus principales manifestaciones es la emergencia rejuvenecida de candidaturas (Xavier Hervas, Izquierda Democrática y Yaku Pérez, Pachakutik) que a ritmo de tik tok se sintonizan con un electorado que en un 44% no ha cumplido aún los 25 años, y que asumen su politicidad en causas que enriquecen las visiones de sociedad, como por ejemplo la protección de los animales, los derechos de las poblaciones con opciones sexuales diferentes, la radicalidad en la despatriarcalización, la economía naranja, la sociedad del conocimiento, la transparencia, la participación ciudadana o las regiones sin fronteras.

 

Conviviendo con esta expresión, novedosa, se debe destacar la presencia proyectiva de los movimientos indígenas que universalizan el Sumak Kausay con una visión dignificadora de país, consecuente con la defensa de la naturaleza y de la economía popular particularmente notoria en los conflictos de noviembre de 2019, cuando los pueblos indígenas resisten el alza de los carburantes defendiendo la vida de sus comunidades, la de los habitantes de los barrios pobres de las ciudades y, la del país entero.

 

Otra tendencia identificada en la primera vuelta de las elecciones ecuatorianas muestra que, combinándose con los dos factores anteriores, hace presencia importante el correísmo (léase Socialismo del Siglo XXI), que con la candidatura de Andrés Aráuz de Unión por la Esperanza proponiendo transformar la matriz productiva, demuestra estar vigente a pesar de los múltiples intentos por sacarlo de escenario, logrando el primer lugar con el 32% de la votación, doce puntos por encima del segundo.

 

La cuarta tendencia se representa en la evidente pérdida de poder de la derecha con la alianza Creo y Partido Social Cristiano otrora imbatible en la costa ecuatoriana, que con el liderazgo del banquero Guillermo Lasso y su retórica regresiva, logra el segundo lugar con una diferencia de 30 décimas sobre el tercero (Yaku Pérez) y con sólo 3 puntos sobre la Izquierda Democrática de Hervas.

 

Si bien es posible seguir explicando este proceso complejo en el clivaje correísmo vs. anticorreismo, es evidente que otros polos como la fuerza indígena y las causas que impulsan las juventudes, hacen parte ya del enrevesado mundo político, demostrando reacomodos de las fuerzas políticas, así como de las visiones y proyectos de sociedad.

 

Amores líquidos

 

Bauman habla de la existencia de amores líquidos en sociedades líquidas. Son amores que muestran miedo al compromiso y a los renunciamientos porque no quieren perder sus libertades. A diferencia de los amores eternos, son amores de breves episodios, pero intensos mientras duran. Son atracciones de piel, chequeos intensos, idilios furtivos que expanden el San Valentín en los amores de un verano ardiente o en las veleidades de una campaña política candente.

 

¿No les parece que algunos procesos políticos, aún con la reserva de que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, podrían interpretarse en los sentidos de estas sociedades de flujos permanentes en búsqueda de nuevas experiencias con viajes sin fronteras? ¿No creen que estas son características que explican el paso de las filiaciones políticas a nuevos enamoramientos cuando no se les corresponde y otras u otros galanes se hacen atractivos a los ojos desencantados?

 

En diferentes procesos electorales se encuentran abundantes ejemplos de estos amores migrantes, que suponen ansias, o mejor dicho ansiedades de renovación en una sociedad compleja y cambiante. ¡Cuántos corazones rotos de candidatas y candidatos han tenido que dejar sus chalecos con los colores de su militancia para lucir otros en los que aspiran proyectar sus esperanzas! Desde una perspectiva, las interpretaciones aferradas a las seguridades inalterables podrán aseverar que estos traslados implican transfugios masivos. Otras de autojustificación intentarán vulnerar las honras de los amores que se van acaso sin haberse ido. Desde la otra esquina se justificará el dolor de los amores no correspondidos y la necesidad de seguir siendo. Y, también, aunque no se lo diga, existirán arrumacos pragmáticos, de conveniencia.

 

Ocurre también que muchas decisiones de voto no pasan por el reconocimiento e identificación con un candidato, sino por oposición a otro, bajo el criterio útil que es el único que puede impedir su triunfo. No se exponen programas, salvo los titulares de los proyectos. Es la promesa electoral la que está buscando seducir con calles sin baches, barrios multicolores, áreas verdes por doquier, más centros de salud, iluminación de calles y avenidas, refugios para los animalitos, rebaja o eliminación de impuestos. Estas y otras promesas, junto con la imagen agrandada de candidatos y candidatas humanamente superhéroes, son las fórmulas de movilización aventurera de las emociones y, con ellas, de los votos.

 

En tiempos de amores líquidos, en los que si la seducción no puede conseguir empatías es el lawfare o guerra judicial quien organiza las preferencias electorales, la política pop está operando con la misma contundencia que provoca un ramo de rosas rojas, encandilando ilusionados imaginarios, acariciando la piel, conmoviendo y removiendo las emociones, pero con correspondencias que no necesariamente llegan a tocar el corazón y menos la cabeza, o sea los sentipensamientos. Por esto, no debería extrañar que estos amores líquidos en los procesos electorales estén generando también candidatos, votantes líquidos y, en consecuencia, institucionalidades líquidas.

 

Reinventarse

 

No se pueden, no se deben negar, en pleno Siglo XXI viejos paradigmas como la dependencia que sigue explicando la organización de las relaciones internacionales; las diferencias de clases que siguen polarizando las vidas entre ricos y pobres; la discriminación racial que sigue aislando sociedades; la depredación de la naturaleza que sigue justificando la voracidad del capitalismo salvaje; así como la precariedad de los sistemas de salud que no puede contener el avance de la pandemia.

 

En pleno Siglo XXI, más respuestas se rehacen para estos viejos temas y nuevas respuestas enriquecen las luchas desde las vidas cotidianas. Los paradigmas del sur sugieren armonía social y con la naturaleza. La descolonización, la equidad de género, la igualdad de derechos, la participación ciudadana, el hermanamiento de las naciones y los pueblos con voz y con poder, son tareas de siempre puestas en escena ahora como condiciones para salir de la pobreza multidimensional y encaminar un mundo de fraternidades.

 

El factor clave de reacomodo con proyección en las sociedades líquidas para transitar a mundos de esperanza, es la capacidad de reinventarse saliendo de la inestabilidad, de la levedad, de los transfugios y de las vidas hechas de apariencias. Los reacomodos políticos necesitan seguir combinando los factores que se componen de equidad, ética y justicia, para que los amores furtivos se hagan de alma, vida y corazón, duraderos, y para que la búsqueda a como dé lugar de votos madure en la construcción de fórmulas efectivas para la buena gobernanza.

 

La Paz, 27 de febrero de 2021

 

- Adalid Contreras Baspineiro, sociólogo y comunicólogo boliviano, experto en estrategias de comunicación.

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/211185
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