Las dos grietas

“Hacemos política para instaurar una forma de participación que nos permita tomar el poder desplazando las corroídas instituciones liberales”.

02/02/2021
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Mucho se ha hablado de la grieta como una forma de explicar el clima de enfrentamiento que divide a los argentinos presentándola como un elemento negativo que impide los acuerdos básicos que podrían poner en marcha al país. En realidad la grieta es la expresión evidente de una puja que se desarrolla en la historia de los argentinos desde su origen como Nación. Dos proyectos enfrentados que impiden la armonía social del país y la recuperación de la confianza ciudadana.

 

Los protagonistas son conocidos, por un lado los intereses oligárquicos que pretenden mantener sus privilegios de clase dominante uniéndose para ello con las corporaciones e intereses que dominan al mundo desarrollado; una casta colonial que entrega los factores de poder económicos a cambio de recibir el poder político necesario para poder sustentarse ante un pueblo que los rechaza. Enfrentado a ellos, los que creemos que es posible una Argentina distinta, congruente con las realidades del hombre actual, con una altísima confianza en sus potencialidades naturales y la calidad de sus masa trabajadora, unida indeleblemente a un proyecto de desarrollo independiente.

 

Sin embargo la lucha para decirlo en términos futboleros, no se desarrolla en la cancha correcta. Estamos enfrentados con los enemigos de siempre pero en la grieta equivocada. Estamos jugando un partido con un reglamento que favorece a nuestros enemigos y con un estilo de juego que garantiza nuestra derrota.

 

Debemos buscar la cancha adecuada e imponer un reglamento que favorezca nuestro juego y nos permita el triunfo. Se trata entonces de encontrar la grieta buena, es decir llevar ese conflicto permanente, a un campo de lucha donde podamos poner a las fuerzas del campo nacional en un proceso de acumulación de poder. Cómo dice el precepto bíblico, dejar de construir sobre la arena y comenzar a construir sobre piedra. Despacio pero seguro.

 

 1. Recuperar la armonía comunitaria como eje de la lucha anticolonialista

 

La batalla contra el coronavirus ha despejado las tinieblas de un mundo irreal, construido sobre una ilusión. Un ciudadano alimentado por una manipulación informativa y cultural que le convence de que esa realidad escenográfica es lo lógico, lo necesario, lo legal. Una fantasía sostenida por una enorme industria del entretenimiento y manejo de subjetividades que como una Matrix real alimenta un hombre aislado en estado de hibernación social. Donde no hay lugar para la esperanza de un mundo mejor si no es siguiendo el camino de la meritocracia demostrando ser el más vivo y no el más bueno. Donde no hay lugar para la creatividad. Donde todo es un camino ya transitado, donde solo existe el espíritu de resignación ante la injusticia social cada vez más evidente.

 

Esa débil escenografía fue despedazada por este virus provocado por la desidia de un desarrollo económico descontrolado que avanza sobre la armonía con la naturaleza como un elefante en un bazar.


Las hecatombes ponen a prueba a las instituciones y la respuesta a la crisis sanitaria mundial demostró que solo tendrán futuro las comunidades que despierten de esta nebulosa y puedan volver a armonizar a los pueblos con sus gobiernos y Estados para dar una respuesta eficiente. Es decir quienes encuentren el camino para una nueva forma de representación ciudadana que permita desarrollar la solidaridad humana y brinde a los gobiernos confianza y autoridad real.

 

Esto es lo que demuestran palmariamente los resultados ante la crisis de las comunidades asiáticas en general, respecto de los países occidentales.

 

Se trata de ocultar de cualquier forma la respuesta de estos países a la Pandemia que demostró una armonía entre su comunidad y el Estado que les permitió usar todos sus recursos: los institucionales, como sus sistemas de salud, ejércitos, etc. sumado a los elementos tecnológicos y de comunicación social para revertir la crisis. Sin entrar a debatir los causales de la armonía de estas comunidades (ideológicos, históricos, culturales, filosóficos, religiosos, etc.) lo concreto es que el futuro de los pueblos dependerá de lograr y profundizar esa armonía social y generar Estados con poder real y capacidad de obediencia civil, porque el mundo no se va a simplificar.  Las problemáticas sociales y económicas irán en una creciente conflictividad y aceleramiento, acompañando al fenomenal crecimiento demográfico, la diversificación económica, sumado a la explosión geométrica de las comunicaciones y el caudal informativo que generan un mundo cada vez más confuso y complejo.

 

1.1 La vigencia del pensamiento de Perón

 

Se hace realidad lo que Juan Perón señalaba hace más de 70 años cuando anunciaba “Los organismos que no evolucionan y no se modernizan -como los cuerpos humanos y en general animales- envejecen y mueren. Para que a las instituciones no les alcance esta ley biológica, deben evolucionar oportunamente o, de lo contrario, desaparecer para dejar el lugar a nuevas fuerzas adaptadas al momento y a la realidad que se vive” (18-1-1945).


La comunidad asiáticas en general parecen haber logrado mantenerse en una evolución progresiva que les ha permitido hoy una respuesta a la crisis sumamente efectiva. ¿Qué pasará con occidente si no comienza a amoldar sus instituciones políticas a las nuevas realidades? También lo explica Juan Perón: “La evolución social de las comunidades nunca puede ser detenida, y cuando esto ocurre, con el correr del tiempo sobrevienen hechos violentos que súbitamente ponen en marcha esa evolución. Estos hechos violentos son las revoluciones.”  “La evolución, y no la agonía en esperas inútiles, es el problema del momento. Hoy hay que accionar y el que no acciona queda fatalmente detrás y es arrollado por los acontecimientos posteriores. Es la ley de la vida, la evolución.”

 

 Los hechos acontecidos en Chile y Perú nos demuestran el momento revolucionario que vivimos, donde las comunidades hartas de la falta de respuesta de las instituciones de la democracia liberal comienzan la rebelión. Claro que la incertidumbre es lo primero que esbozan porque los pueblos saben primero lo que no quieren más que lo que quieren, especialmente cuando no poseen las dirigencias políticas que ordenen las rebeldías planteando las alternativas superadoras.

 

1.2 La involución institucional

 

También las democracias de los países más desarrollados entran en una involución institucional. Sus ciudadanos han sido infantilizados por el sistema en medio de una descomunal industria del consumismo y las estructuras políticas han acompañado esa circunstancia buscando el voto que les brinde el camino al poder. De esa forma todo el sistema político ha entrado en una espiral involutiva que ha provocado el surgimiento de una dirigencia superficial, inmoral y de poca jerarquía intelectual. La irrupción de los Berlusconi, Macri, Bolsonaro o Trump lo demuestra.


El quiebre entre el Estado y el ciudadano común es consecuencia de formas participativas anquilosadas que se estructuraron para una realidad de hace dos siglos donde los pueblos absolutamente desinformados y analfabetos debían dejar en manos de las dirigencias las decisiones fundamentales. Esa relación distante era además sostenida por el culto a la razón que privilegiaba en el poder a una clase culta, con la información y una educación que les permitía interpretar los problemas y las soluciones. Los pueblos eran espectadores ausentes en esos procesos creativos para diseñar las políticas de sus comunidades.

 

Los partidos políticos se hicieron cargo de los Estados y la ciudadanía en el mejor de los casos por medio del voto podía elegir las opciones mejores. Pero el mundo cambio y con la aparición de los medios de comunicación masiva comenzó la era de las masas. Los pueblos empezaron a recibir información de manera multiplicada y los desarrollos económicos le abrieron el acceso a la cultura básica. Los pueblos como bien decía Perón hoy están esclarecidos y eso les brinda una potencialidad autodeterminante que las instituciones políticas deben respetar si pretenden recuperar la confianza ciudadana que es la base del poder. Por eso habla Perón de que el peronismo es simplemente una respuesta congruente a las nuevas potencialidades culturales de los pueblos.

 

Comienza entonces la era de las democracias populares donde se debe romper el verticalismo unidireccional que desde las instituciones del demoliberalismo impide el ascenso de las masas al poder. Las comunidades no se sienten representadas por los Estados y estos lógicamente sin autoridad ni el poder que solo le puede brindar la confianza ciudadana en las instituciones, se transforman en gobiernos aislados y debilitados que no pueden dar respuestas a los graves problemas del mundo actual siendo presa fácil del enorme poder de las corporaciones económicas y financieras que dominan el mundo.


Recomponer la relación de las instituciones políticas con las nuevas potencialidades culturales de los pueblos para lograr recomponer la armonía social, es la prioridad fundamental hoy de las luchas anticolonialistas.

 

2. La Comunidad Organizada el lugar de reencuentro de todos los argentinos

 

Cuando hablamos de la Comunidad Organizada estamos promoviendo una representación ciudadana que excede largamente las responsabilidades del ciudadano de las democracias liberales donde solamente puede votar y consumir. Juan Perón consciente de la evolución acelerada del mundo, preveía la necesidad de que el pueblo debía hacerse cargo no solamente de elegir a los gobernantes sino compartir con ellos la creación de las grandes decisiones, haciéndose responsables de las mismas. Solo de esa forma podrían las instituciones políticas lograr una nueva armonía permitiendo una maduración de la cultura social de la comunidad. Es decir que sólo la autodeterminación comunitaria pondría a las instituciones en un proceso de evolución positiva.

 

Perón planteaba que las nuevas formas de representación debían dar un paso extraordinario que era unir en la acción creativa de la acción de gobierno a las comunidades en su conjunto. Debido al aceleramiento de los tiempos políticos daba por terminada la posibilidad de esa especie de acuerdo entre el elector y su representante, donde se generaba un compromiso detrás de una propuesta programática para ejercer desde el gobierno en el caso de salir victorioso. La velocidad de los acontecimientos impone hoy la necesidad de generar un mecanismo donde el pueblo y sus dirigentes e instituciones políticas vayan creando aceleradamente esas soluciones.

 


La respuesta de muchas comunidades asiáticas a la pandemia por ejemplo, demuestra que cuando existe un grado de armonía social importante, la comunidad puede dar una respuesta eficaz a los conflictos. Por ejemplo los ciudadanos chinos y de Corea del Sur ven perfectamente bien que el Estado maneje sus datos personales a través de enormes redes de conexión social. Para la gran mayoría de los ciudadanos chinos por ejemplo, ellos son el Estado. Esta unidad entre Estado gobierno y pueblo es la clave para poder enfrentar los poderes colonialistas, que tratan de ahondar esa separación y distancia para evitar la maduración colectiva de los países en vías de desarrollo que significaría su perdición. Por eso cualquier intento de profundizar la participación popular en la acción de gobierno es brutalmente atacada con el consabido discurso de intentos populistas y anacrónicos. La Comunidad Organizada sólo será realidad cuando se recupere esa armonía social entre gobierno estado y comunidad.

 

2.1 ¿Cómo unir al pueblo con sus dirigencias poniendo en marcha una nueva democracia?

 

Los ejemplos de los países asiáticos parecen sostenerse con la fortaleza de su basamento espiritual (confucionismo, budismo, etc.) y el prestigio de sus instituciones políticas sostenidas por una experiencia histórica victoriosa, sumado a un desempeño económico arrollador. Claro que queda pendiente como van a resolver los aspectos de la profundización democrática. Una necesidad que vendrá sin duda en el futuro.

 

En la Comunidad Organizada planteada por Juan Perón, gobierno, Estado y pueblo se encuentran unidos por una unidad conceptual que les permite afrontar un proceso de creatividad común. Es decir que los problemas de la Nación no son problemas que deban resolver solamente los políticos profesionales y sus partidos, sino que la solución debe ser encontrada por el conjunto de la comunidad en un proceso creativo permanente.

 

Este proceso Perón lo denominó de filosofía de la conducción. Una nueva filosofía de la acción política donde no se puede concebir al ciudadano por separado de sus dirigencias. Una acción política donde las dirigencias conducen al conjunto y que no pueden separarse de él. Las soluciones y hechos concretos de gobierno son pasos en un camino que nunca termina. No provienen de un plan ideológicamente elaborado sino que son la consecuencia de la acción creativa de una comunidad unida por principios y valores comunes, y siempre en marcha.