América Latina: Elecciones en tiempos de pandemia y giro de timón

Para nadie es secreto que detrás del formato desestabilizador, y de los virreyes Moreno-Almagro, se encuentra Washington, OEA, FMI y grupos de poder.

02/02/2021
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Andrés Arauz y Carlos Rabascall, candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia del Ecuador, que encabezan las encuestas para las elecciones del 7 de febrero.
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El proceso electoral en Latinoamérica se cocina en terreno movedizo. En medio de la plaga universal la vorágine electoral no se detiene ante nada. ¿Cómo hablar o no hablar de procesos electorales cuando lo que está en juego es la vida de millones de personas? ¿Cómo pretender callarnos, con tímidas mascarillas, si la indignación hierve en nuestras entrañas y protesta en cada uno de nuestros huesos? Los grupos conspiradores elucubran en lo virtual el pueblo sigue pisando tierra, sin dejar lo virtual.

 

Esta suerte de mundos paralelos en donde por un lado se juega el destino político, social y económico de las naciones y por otro se siguen jugando destinos de vidas nos planteamos dos comentarios: Jornadas electorales entre la vida, agonía y muerte y orientación de reflectores hacia el giro de timón.

 

Hablar de procesos electorales en medio de calamidades no es novedad en Latinoamérica y el Caribe. La arremetida neoliberal iniciada en Chile aquel macabro `73 ha plagado el continente de miseria (Bolívar) por más índices + de crecimiento, ficticios PBI y ostentosas calificaciones AAA que nos vendan diariamente.

 

¿La pandemia es la expresión más aguda de la calamidad? Cierto. Pero, sin restar importancia al manto fúnebre que nos envuelve, si en el mundo se hubiese invertido las toneladas de dinero en publicidad, que hasta ahora se invierte en “noticias sobre pandemia”, y se hubiese colocado en evidencia crímenes de lesa humanidad por desnutrición, malnutrición, dengue, malaria, feminicidio, analfabetismo, desocupación, subempleo, desplazamiento humano, medidas coercitivas unilaterales (bloqueos) y demás calamidades, nos daríamos cuenta que el modelo caduco y desastroso impuesto aquel `73 se encuentra, y esperamos que definitivamente, de cara a su derrota.

 

La virulencia de la pandemia ha descubierto las entrañas de la naturaleza salvaje y depredadora. Maquinaria mercantilista que se atrevió a colocar el lucro por encima de todo signo de vida. Para el FMI los números hablan y señala que el 2020 Latinoamérica ha visto contraer su economía en 8.1% y desfilar por el corredor de la pobreza, y la muerte prematura, a 40 millones de personas. Eso sin mencionar los millones de nuevos pobres en USA y Europa; tema aparte.

 

En ese contexto desolador, ahora preparémonos para un nuevo capítulo en la historia. Nuevos tiempos para el triunfo de la vida se están abriendo. Necesario oxigeno para quienes resisten. Después de los triunfos en México, Argentina, Bolivia este 2021 es crucial. Ecuador (7 febrero), El Salvador (28 de febrero), Perú (11 abril) y Chile (11 abril y 21 noviembre), Argentina (8 agosto y 24 octubre), Guatemala (10 octubre), Nicaragua (7 noviembre), Honduras (28 noviembre) y el 2022 Costa Rica (6 febrero) , Colombia (Mayo) y Brasil pueden reconducir la historia.

 

Para empezar, los reflectores están puestos en Ecuador y Perú. Escenarios donde se juegan las presidenciales y congresales. En Ecuador, todo indica que el binomio de la Alianza Unión por la Esperanza (UNES), Aráuz-Rabascall, en medio de la nefasta maquinaria conspiradora del apátrida Lenin Moreno, será quien salga victorioso muy posiblemente en primera vuelta y eso tratarán de impedirlo con los dientes.

 

Ante tan evidente triunfo, la derecha una vez más arremete con todo tipo de argucias como las realizadas contra Rafael Correa y UNES ante el Tribunal Contencioso Electoral (TCE). Para nadie es secreto que detrás del formato desestabilizador, y de los virreyes Moreno-Almagro, se encuentra Washington, OEA, FMI y grupos de poder. El rollo conspirador es, y seguirá siendo el mismo: Fraude electoral. ¡Ausencia de originalidad!

 

Para ello, la ecuatorinización del posible golpe, este próximo 7 de febrero, fue crear el “Observatorio para el control electoral” bajo la batuta, nada más ni nada menos, que del ex jefe de Inteligencia del Ejército Mario Pazmiño relacionado con los servicios de inteligencia de USA en coalición con el Instituto Nacional Democrática (NDI), el Internacional Republicano (IRI) y USAID. Todos involucrados en operaciones desestabilizadoras en la región.

 

El segundo escenario, Perú. País teñido de particularidad por haber visto pasar, en un periodo de gobierno, tres presidentes, dos parlamentos y la historia de corrupción más absurda en tan breve periodo de tiempo.

 

El país, de Todas las Sangres de José María Arguedas, con la mayor cantidad de presidentes de la república, políticos y funcionarios públicos sentenciados por delitos de corrupción, entre otros, tiene en sus narices las elecciones generales en la cual se evidencia por un lado el desespero de la derecha y grupos de poder y por otro un pueblo que trata, valerosamente, resurgir de las cenizas de una muy dura realidad.

 

La derecha cae pero no se rinde. El monstruo, de mil cabezas, tiene la particularidad de mutar innumerablemente hasta su final autodestrucción. De allí la necesaria atención, y previsión, ante la aplicación del sempiterno manual desestabilizador, aplicado en Bolivia, Venezuela, Ecuador, Cuba, etc., en todos los demás contextos políticamente “emergentes” como el segundo escenario electoral, Perú.

 

Candidaturas como la de Keiko Fujimori, el ex mandatario Ollanta Humala y Daniel Urresti, todos bajo la lupa del poder judicial, enloda de pies a cabeza un proceso electoral en donde emerge, cual loto en medio del pantano, un frente de izquierda que aspira superar con creces intentos anteriores como la Izquierda Unida y Frente Amplio. Es la segunda oportunidad en donde la candidata cusqueña Verónika Mendoza intentará ingresar a Palacio. El viraje de timón que pretende Vero, Juntos por el Perú y organizaciones sociales y políticas no está siendo ni será nada fácil, como, dicho sea de paso, lo ha sido siempre.

 

El partido Juntos por el Perú, bajo la presidencia del sicólogo y teólogo Roberto Sánchez, de la mano de otras organizaciones políticas, intentarán llevar por segunda vez al ejecutivo a las izquierdas después de la última nefasta experiencia vivida con Ollanta Humala y cia. El histórico reto no consistirá sólo en posicionar a Vero, como es llamada Mendoza por sus seguidores, sino en ocupar la mayor cantidad de curules así como demostrar coherencia entre lo propuesto y el Plan de gobierno que podría ser ejecutado ante un eventual triunfo.

 

La hastiada población peruana apuesta por Vero, congresistas, y Juntos por el Perú, con la esperanza vigilada desde las calles y redes. Es imprescindible marcar radicales diferencias con el anterior mandatario quien, secuestro de por medio, cambió la Gran Transformación por la Gran Estafa.

 

En medio de este hibrido político entre laberintos cretenses, tableros de ajedrez, cartomancia andaluza e Ícaros Kamikaze, percibimos a dos meses de la jornada electoral peruana la aceptación de Vero en la población. Pero atención que se cocina el desesperado canto de “fraude electoral” y la irrupción subsecuente. A no ser que Mendoza edulcore el discurso, colocándose de espaldas al pueblo, y en la mismísima nefasta posición de Ollanta Humala, caiga rendida ante el glamur del poder y los brazos del raptor anunciado.

 

No obstante, brisas de esperanza y giros de timón reorientan Latinoamérica. Ecuador, Perú, y demás centros de resistencia de dignidad en la región, tienen en sus manos, esperemos que así sea y no lo contrario, la posibilidad de revertir años de infamia y la enorme responsabilidad de aprender de errores del pasado, y presente, forjando histórica y pedagógicamente poder popular más allá de escaños legislativos y sillones presidenciales que así como vienen se van lamentablemente más con deshonra que lo contrario.

 

El punto de inflexión lo pone el pueblo y eso lo vimos en Perú el 14N, en Chile y Ecuador. Marea de juventudes enardecidas que no descansarán hasta que se respete, de una vez y por todas, la pisoteada dignidad. En suma, sea cual fueren los resultados serán, al final de todo, con o sin mascarillas, los pueblos quienes tengan la palabra y no necesariamente en las urnas.

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/210792?language=en
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