La rosa sobre el cadáver
- Opinión
¡Impresionante esta imagen de una rosa sola sobre el cadáver amado que una familia pobre despedía! Una sencillez y una sabiduría impactante: la de los pobres que nos interpelan. ¡Un mensaje de rebeldía y esperanza!
En este tiempo de pandemia la muerte asedia las casas de los pobres y se lleva muchos de los suyos. Además el desempleo creciente crea más desesperanza todavía. Los jóvenes angustian, los adultos deprimen y los mayores desesperan. Mientras tanto las farmacias y las clínicas privadas se enriquecen a pasos agigantados mientras las medicinas escasean en los hospitales públicos, la economía se hunde sin parar, nuestros gobernantes se pasean campantes, hasta Roma en el caso de la vicepresidenta, los 12 muertos de las manifestaciones de hace más de un año esperan justicia, los partidos políticos se reparten las riquezas nacionales, los ricachones se adueñan de los bienes del país, los gringos hacen ejercicios militares frente a nuestras costas, y ¿el presidente? “¡Muy bien! Gracias.” ¿Cuándo se cambiará la pasividad por el reclamo organizado?
Al nivel de América Latina, vuelven por todas partes las manifestaciones del año pasado que logran nuevos logros para los sectores populares. Bolsonaro en Brasil tambalea, pero no cae todavía y supera las locuras de un Trump por fin defenestrado. En Chile los mapuches protestan porque no se le da un cupo de representantes en la redacción de una nueva Constitución. En Perú, paraíso de la corrupción gubernamental, las gentes siguen manifestando para que el nuevo mandatario tome un camino de justicia legal y de equidad económica. Colombia protesta y llora sus muertos en particular de los ex dirigentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y los líderes sociales con un promedio de uno cada día. Los mexicanos no logran detener los innumerables femicidios. Los guatemaltecos llenan las calles de la capital para reclamar al gobierno políticas sociales. Los cubanos se quejan de las restricciones contra la isla de toda índole, impuestas por el gobierno norteamericano. Los huracanes, cada vez más violentos, azotan sin piedad a América Central con su larga lista de muertos y destrucciones…
Al nivel internacional la pandemia hunde las economías nacionales. Estados Unidos tiene el record de contagios y los muertos se acercan a los 300,000, o sea, 10% de su población, sin poder detener el desastre, clamando por una vacuna milagrosa. Europa se reconfina y regala miles de millones a sus bancos para que no colapsen. Por el coronavirus África está al asecho y Asia tiembla al mismo tiempo que firma acuerdos de cooperación comercial con China a la cabeza, pero sin Estados Unidos. Rusia grita de satisfacción por campañas de vacunación y ofrece su remedio contra la pandemia a precios bajos. Cuba también trabaja en la fabricación de una vacuna antiviral… Y la naturaleza sigue agonizando en las selvas del mundo, los mares del planeta y los glaciares de los polos que se derritan interminablemente…
Se puede decir que la situación nacional y mundial es alarmante y suicida por un sistema que se despreocupa de las personas y destruye el medio ambiente, porque los grandes banqueros y dueños de multinacionales buscan siempre más y más ganancias a costa de millones de hambrientos, de migrantes y de muertos, porque también siguen creciendo entre nosotros las pandemias de la indiferencia, la insolidaridad y la desorganización.
‘La rosa sobre el cadáver’ grita nuestro dolor, nuestra indignación, nuestra rebeldía y nuestra culpa: ¿Hasta cuándo? ¡Cuántos millones más hambrientos, de migrantes y muertos se van a necesitar para que nos decidamos a cambiar de rumbo al nivel personal, colectivo, nacional, continental y mundial!
‘La rosa sobre el cadáver’ grita también nuestra esperanza y nuestras ilusiones de otro mundo posible que se puede construir a partir de los pequeños gestos cotidianos que fortalezcan las utopías en marcha, débiles pero preñadas de un futuro mejor.
‘La rosa sobre el cadáver’ grita el llamado del papa Francisco en su última carta frente a un mundo herido y perdido. Grita por la “hermandad universal” que tanto hace falta por los rincones de nuestro país y de nuestro planeta. El papa nos propone una hoja de ruta a nuestro alcance con tres compromisos. ¿Quién no puede construir una “fraternidad sin barrera” agrandando el circulo de relaciones positivas? ¿Quién no puede lograr una “amistad social” que no se limite a los grupos de nuestra clase, nuestra raza, nuestra religión, nuestro ambiente cerrado? ¿Quién no puede vivir un “amor político” que, más allá de nuestros pequeños abrazos y nuestras preocupaciones materiales y espirituales, abarque el cambio estructural de una economía al servicio de las personas y una política como promoción del bien común?
Que ‘la rosa sobre el cadáver’ nos siga acusando, provocando y animando a trabajar los unos por los otros y amar sin mirar a quién.
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