Claves del plebiscito en Chile
- Opinión
Rotundo triunfo del pueblo contra la desigualdad social
La respuesta contundente que el pueblo chileno acaba de dar en el plebiscito, demuestra la profundidad de crisis de gobernabilidad y, en consecuencia, como está haciendo aguas el modelo neoliberal en ese hermano País. La lectura de estos resultados evidencia la conducta vergonzosa de Piñera para de manipular la consulta, tratando de tomar un "segundo aire" y contener la indignación contenida en el imaginario colectivo, que desde la explosión social de octubre 2019, se ha centrado en la solicitud de su renuncia, como única vía para resolver los problemas del Estado en la gestión pública y para enfrentar la profundización de la desigualdad social cada vez más alarmante.
Por eso, es público, notorio y comunicacional como los asesores de Piñera no han escatimado en su interés de desprestigiar el movimiento social insurgente, pretendiendo limitar su impacto y evitar su proyección hacia la integración y el anti neoliberalismo que hoy campea con renovada esperanza en la Patria Grande. El principal lineamiento de estos "tanques pensantes", que han diseñado la estrategia de Piñera, es asociar los objetivos de su política, a la estrategia de los Estados Unidos, para arremeter contra los lineamientos del Foro de Sao Paulo.
Como se sabe en este foro converge la contrahegemonía latinoamericana para frenar el intervencionismo de EEUU e impedir que los gobiernos neoliberales entreguen nuestras naciones al Fondo Monetario Internacional, para endeudar nuestras economías, y hacer valer la Doctrina Monroe de los EEUU, donde nuestros países simplemente sólo serán considerados como su patio trasero.
En realidad, el gobierno de Piñera no está en capacidad de frenar la rebelión civil, que no sólo tiene su principal causa en sus medidas económicas antipopulares, sino que desde el punto de vista teórico, expresa una confusión entre crecimiento y desarrollo. Por eso, su gobierno trata de manipular la realidad, haciendo alarde del crecimiento económico de Chile, pero no desarrolla una política de atención social integral para para impedir que se siga elevando el grado de insatisfacción en términos de desarrollo humano de la población. Esto realmente no puede ser de otra manera por el carácter de clase, tanto de él, como de su gobierno excluyente y antipopular.
Por otra parte, este actual gobierno chileno expresa, con cierta astucia demagógica, un reconocimiento a la inconformidad de la clase media de ese país, a la cual le atribuye el protagonismo en la protesta. Esto constituye una manipulación de su “análisis” para restarle importancia al papel de los trabajadores asalariados e informales, para invisibilizar además la participación de los chilenos más pobres y los indígenas Mapuches en el conflicto social.
Se profundiza la ola antineoliberal en América Latina
Resulta más grave aún, que los indicadores de la política económica neoliberal de Piñera, para reflejar la calidad de vida, sólo hace alusión al dato cuantitativo del salario, pero no dice nada del poder adquisitivo en Chile, donde absolutamente todos los servicios públicos (Educación, Salud, Medicamentos, Sistema de Pensiones, Transporte, Vivienda, entre otros), no sólo están privatizados, sino que son extremadamente caros para poder ser cubiertos por el salario básico, que aun cuando lo tratan de expresar en dólares, no alcanza para una vida medianamente digna en términos de subsistencia. El gobierno de Piñera trata de proyectarse internacionalmente con los "altos estándares" de la educación universitaria chilena, pero oculta que ese país registra la tasa de exclusión educativa más alta de América Latina, lo que los ha obligado a cubrir el déficit de profesionales con los inmigrantes, como es el caso del elevado número de médicos venezolanos que se cuentan por miles, por sólo referirnos a esa profesión.
La mayor ridiculez en la que ha incurrido Piñera es mentir sobre el supuesto apoyo externo que han recibido las protestas contra su gestión, por parte de gobiernos extranjeros, como el venezolano. Esta maniobra comunicacional la utilizó en un principio como un distractor, para engañar a la opinión pública atribuyendo causas falsas a la explosión social en Chile, que a las claras ya la sociedad chilena conoce en su verdadero origen y desarrollo, porque ha vivido la profundidad histórico-social de ese movimiento de carácter ciudadano. Por eso Piñera se ha dedicado a demonizar a Venezuela, colocándola como el mal ejemplo del modelo de desarrollo, pero por ninguna parte se refiere al efecto perverso del bloqueo financiero y a la agresión política de EEUU y sus aliados del grupo de Lima, contra la Patria digna de Bolívar. Con esta estrategia se pretende ocultar lo que verdaderamente está planteado en Chile, y en el resto de la geopolítica de América Latina, que es el asunto más importante en nuestro tiempo histórico. Se trata de la confrontación de dos modelos de desarrollo sociopolítico: el Bolivarianismo de la integración y la independencia, por un lado, y por otro lado, el del Monroismo que pretende colocar a nuestros países como patio trasero de los Estados Unidos, tal cual lo desea la élite política servil, de la que forma este Presidente chileno.
A partir de estos gloriosos resultados del plebiscito, se fortalece el impacto de las victorias que han venido siendo ascendentes y sostenidas en las victorias de México, Argentina, Bolivia, las dignas luchas que se libran en Ecuador, Colombia, Costa Rica y la resistencia heroica de Cuba, Venezuela y Nicaragua contra el neoliberalismo. Al gobierno de Piñera, y a los otros que todavía lo acompañan en el grupo de Lima, ya no les será fácil seguir manipulando la realidad financiera en Chile. Es de esperar que Piñera siga ocultando, que a pesar que su política económica ha sido ampliamente apoyado por EEUU, no escapará de la crisis de sostenibilidad del crecimiento, por la distribución desigual del ingreso, la precarización del trabajo y la creciente concentración del capital en los grandes grupos monopólicos de la economía nacional, aliados a las grandes transnacionales que controlan, tanto el mercado interno, como las exportaciones. Es que además, desde la época de la dictadura pinochetista, el asunto de la pobreza se había ocultado con mecanismos represivos, que hoy han sido desafiados por el pueblo que perdió el miedo y está dispuesto a enfrentar hasta con su propia vida la injusticia de un sistema autoritario que ha promovido una extrema desigualdad social, con la absoluta precariedad de los asalariados y los groseros privilegios de las élites empresariales.
Profundizar la victoria popular
Lo que se espera es que a partir de este triunfo se comience a discutir en profundidad la crisis chilena y buscar las causas del dislocamiento de esa sociedad. Sin caer en la provocación de discursos distractores, se trata ahora de promover los liderazgos emergentes que se han plantado dignamente contra el neoliberalismo y la intervención del “supremacismo norteamericano”. De ahora en adelante, se tiene que profundizar la unidad más amplia donde quepan los distintos sectores sociales y políticos, trabajadores, indígenas, campesinos, intelectuales, jóvenes, mujeres y la diversidad pluricultural, alrededor de un programa para hacer de Chile una Patria digna y soberana. Con un modelo del desarrollo humano sostenible, que vaya más allá de los altos niveles de producción logrados en beneficio de la acumulación de capital, como ha sido hasta ahora. El tema central de la nueva carta magna continuará siendo la reivindicación histórica de Chile como una democracia participativa que garantice la igualdad social en el marco del estado de derecho y justicia social, para lograr una economía con rostro humano.
- Juan José Romero Salazar es Doctor en Ciencias Económicas (Universidad de La Habana). Sociólogo (Universidad Central de Venezuela).
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