Bajo una situación caótica, EEUU enfrenta elecciones presidenciales
- Opinión
Azotado por los cambios climáticos, los incendios forestales, los huracanes del Atlántico, la violencia policial que continua matando afroamericanos, las protestas masivas en las grandes ciudades, las profundas divisiones entre los dos partidos, una pandemia que ha matado a más personas que en cualquier otro país del planeta, una cruel crisis económica y un gobierno de ultra derecha con un Presidente racista que incita a la violencia y el pánico, los Estados Unidos entran a una contienda electoral presidencial única en su historia.
Trump y los republicanos han provocado una profunda grieta en la confianza nacional y han dividido al país de tal forma que lo están empujando a una gran revuelta similar a una guerra civil. Además, la falta de liderazgo para enfrentar la pandemia ha generado una mortal crisis en la cual mueren un promedio diario de casi mil personas y otros millones sucumben a una gran crisis económica. Para detener esta locura o continuarla hasta el 2024, el martes 3 de noviembre una minoría de estadounidenses irán a la urnas; y una gran mayoría enviará sus votos a través del correo.
Un país desigual es un país injusto
La situación es caótica, mientras los ricos se enriquecen, la clase media desaparece. La crisis económica, que era una importante tendencia antes de la pandemia, se deja caer con especial brutalidad en contra de la clase trabajadora, la cual tendrá que pagar por muchos años venideros los resultados del fracaso social del capitalismo y democracia estadounidense.
El colapso económico y la pandemia está dejando a decenas de millones de trabajadores sin empleos, sin ingresos. Y cuando usted no tiene empleo en este país, usted tampoco tiene servicios de salud y no puede pagar el arriendo ni la matrícula de sus hijos.
Los pobres y la clase media están siendo atacados por dos grandes epidemias: el Covid-19 y la epidemia de los desalojos. Se calcula que millones de familias podrían ser desalojas por no pagar sus arriendos o hipotecas. Los arriendos son tan caros que más de 18 millones de familias gastan más del 50% de sus ingresos en vivienda, cuando lo establecido humanamente es el 30%. Los sin-casa o los sin-techo continúan aumentando en los parques, estacionamientos, playas y sitios eriazos de las grandes metrópolis.
En este marco, el lunes 7 de septiembre se “celebró” el día del trabajo. La hipocresía, que junto a la Estatua de La Libertad, se han convertido en símbolos demarcatorios, es brutal. Las familias están pasando hambre. La filas para recibir alimentos gratis son larguísimas. Se estima que existen más de 90 millones de personas sin seguro de salud o con insuficiente atención médica y los salarios de los obreros se encuentran estancados desde hace más de 50 años (tomando en cuenta la inflación).
Un país desigual es un país injusto. Los de arriba son el 1% y estos se llevan el 45% de todos los ingresos; por tal razón tienen más riqueza que la del 92% restante. Con una destacada rapidez, en los últimos 30 años los ricos se han enriquecido y los pobres (y la clase media) se han empobrecido. Puede que el funeral de la clase media ya tenga una fecha.
Con un Presidente que sin recato ha dejado en libertad al racismo, insultado a la clase media, destapado el clasismo y la “superioridad blanca” y elevado la mentira a una “verdad” de pocas horas de duración, algunos republicanos se ha envalentonado obstaculizando una ley que ya fue aprobada por la Cámara Baja el 15 de mayo y que extendería los beneficios de desempleo, la asistencia contra los desalojos, ayuda con la salud y la nutrición, ingresos extras a las familias necesitadas, otro cheque de ayuda a todos los ciudadanos y entregaría fondos para una transparencia electoral y para el Servicio Postal.
El adelantado Trump predice las elecciones presidenciales de noviembre.
Con el ingreso de personeros trumpistas a los máximos cargos en el correo, Trump ha iniciado una campaña para politizar esta agencia federal que históricamente se ha mantenido al margen de la política. Los intentos de debilitar al máximo al correo nacional a través de grandes cortes presupuestarios y la remoción de cientos de máquinas clasificadoras y distribuidoras están demostrando que Trump está debilitando a propósito el servicio postal para que este no alcance a procesar los votos en el plazo establecido de millones de personas que han decidido votar por correo debido a la pandemia.
Sin presentar evidencias alguna, Trump ha dicho que está en contra del voto por correo porque se presta para fraudes. Ha dicho que las elecciones serán un fraude, que los niños robaran los votos desde los buzones de correo y ha pedido algo imposible; un aplazamiento de las elecciones. Sin embargo el mismo está debilitando al correo intencionalmente en una movida que muchos la han destacado como el gran “golpe de estado de Trump” para ser reelegido el próximo noviembre 3. Y como si esto fuera poco, esta infundada campaña contra la votación por correo continúa y Trump sigue diciéndole a la gente que vote dos veces, aunque eso sea un crimen.
Estas acciones tratan de influir en las elecciones presidenciales durante la pandemia en la que un gran número de personas sufragarán por el correo regular. Los demócratas están pidiendo fondos de emergencia para que el correo pueda atender la avalancha de votos que se aproxima y se encuentran presionando para que los funcionarios del servicio postal testifiquen sobre las nuevas directrices del correo, Trump a amenazado a través de su cuenta tweet y con mayúscula que permitirle a la gente que vote por correo resultara en una “ELECCIÓN CORRUPTA ... que tendrá por resultado el “FINAL DE NUESTRO GRAN PARTIDO REPUBLICANO".
Desde hace más de 170 años, el país ha sido gobernando por una clase política/económica agrupada en dos partidos; los republicanos y los demócratas. Hasta no hace mucho tiempo, las diferencias entre estos dos bandos no era mucha; ambos partidos concordaban en el régimen político del país, en las características y dirección de su sistema económico capitalista - hoy conocido como el sistema de libre mercado, en su rol de policía y matón en la escena mundial, en sus instituciones de gobierno y de seguridad y espionaje y en la manoseada Constitución política.
A través de los años estos partidos reforzaron un sistema político que ha hecho imposible la aparición de un tercero o cuarto o quinto partido político a nivel nacional. La movida asentó las bases para un sistema de solo dos partidos, algunos le llaman “la dictadura de los dos partidos”, en donde el Presidente de turno tiene un rol preponderante en todos los asuntos del país. Estos partidos se alternan el poder amparados por un astuto, perspicaz pero solapado, sistema electoral denominado Colegio Electoral.
Pero hoy en día las cosas han cambiado. El capitalismo estadounidense ha perdido la hegemonía mundial y otros países se han levantado como líderes en el plano económico global. La avaricia del sistema de mercado ensancha la grieta entre ricos y pobres, y como el capitalismo no tiene moral ni responde a banderas ni sentimientos patriotas (el signo peso los ciega), muchas actividades económicas se han globalizado y marchado afuera de las fronteras estadounidenses.
El sistema ha abandonado a la clase media, y la clase baja continúa creciendo, se comprueba que el avance tecnológico no ayuda al pueblo, solo enriquece a menos de un puñado y aumenta el resentimiento y el descontento. El sistema es insostenible y hay que buscar culpables. La lucha de clases asume nuevas características; es una lucha de culturas, contra un sistema que ha interiorizado el racismo, contra la complacencia y el silencio del blanco, y contra una generalizada cultura de la violencia.
La guerra cultural es prominente entre la gente que habitan las costas este y oeste y entre la gente del sur e interior del país; gente aferrada al pasado, que asume las creencias extremistas de extrañas conjeturas religiosas y permanecen absolutamente ajenos a los avances tecnológicos y sociales, a la tolerancia, convivencia y diferencias raciales y a la aceptación y bienvenida a nuestras diferencias sexuales de este nuevo siglo.
Todo es pasto para la xenofobia que despierta de un largo sueño, el nacionalismo fascista reaparece (sin la capucha blanca) esta vez vestido con camisetas polos y pantalones caqui impecables; blancos supremacistas convencidos que el problema lo causan los inmigrantes. El Presidente solo le echa gasolina al fuego, nos acusa a los latinos, nos llama violadores y asesinos y dice que entre los grupos armados racistas “también hay buenas personas”. Los dramáticos momentos por los que atraviesa la política estadounidense también indican el final del consenso político entre estos dos partidos.
El Partido Republicano: inacción y apoyo a políticas extremistas e inhumanas
La estrategia ganadora del Partido Republicano está basada en utilizar a sus donantes multimillonarios para inundar los Estados indecisos con anuncios racistas que provoquen miedo y unan a sus votantes.
Trump es presidente hoy debido a esos 46.765 votos en Pensilvania, 22.177 en Wisconsin y 10.704 votos en Michigan.
El partido de Abraham Lincoln, que solía ser 'conservador moderado', ha abandonado todos sus principios fundacionales y se encuentra a la deriva. Sus principales líderes deambulan entre el centro y la extrema derecha. Algunos se arrancan de vacaciones o se esconden para no tener que responder las preguntas de los reporteros después de cada idiotez del Presidente. En el Senado, Mitch McConnell detiene toda legislación sin importar lo que sea; si viene de los demócratas es mala.
Los republicanos le temen más al Presidente que a los votos. A la fuerza, Trump los está empujando hacia la extrema derecha asolapada. El presidente del senado, McConnell, es el aliado más importante de Trump y se ha convertido en un obstruccionista de primera categoría. En materia legislativa tiene prácticamente detenido al país. Los máximos dirigentes del partido son casi incapaces de defender las estupideces de su Presidente, pero igual lo hacen, a riesgo de perder en sus candidaturas. Trump ejerce una maquiavélica atracción entre los republicanos y estos parecen temerle.
Los entreveros de los republicanos, las barreras impuestas al voto popular por el sistema electoral, los errores del Partido Demócrata que se niega en dar a luz a una nueva dirección política, todo esto y más son razones del porque tenemos a un Presidente racista, xenófobo, misógino, mitómano, inculto y vulgar.
El Partido Republicano, conocido también como el Gran Partido Viejo (GOP en Inglés), ha permitido la oligarquía, la corrupción y el severo nepotismo de las familias Trump y Kushner, el surgimiento de líderes manipuladores, la politización de agencias federales, la influencia de medios de comunicación extremistas, la politización del Departamento de Justicia, y las tantas mentiras del Fiscal General.
Este partido, ahora se distingue por la inacción y por el apoyo a políticas y acciones que se han catalogado como extremistas, crueles e inhumanas: la separación de la familia, el encarcelamientos de niños, la pobreza y el hambre, el maltrato a los inmigrantes en general, una actitud anti-científica, una indiferencia frente a los problemas ecológicos climáticos y frente a las intervenciones de países extranjeros en las elecciones nacionales, la elección de jueces no calificados y la mejoras de las políticas sobre el sufragio.
El Partido Demócrata. Un error tras otro: No a la renovación
Según los demócratas existen 14 Estados que serán claves en las elecciones. Allí se calcula que existen alrededor de 7 millones de posible votos para Biden. Estos incluyen a aquellos que votaron por Obama en 2012 pero no votaron en 2016, aquellos que lo hicieron por un candidato de un tercer partido, aquellos que votaron en las elecciones de la mitad del plazo electoral del 2018 pero no votaron en 2016, nuevos votantes que cumplieron 18 años después de las elecciones de 2016 y ciudadanos naturalizados que son elegibles para votar desde 2016. En esas categorías los demócratas priorizan a los jóvenes y a los votantes de color. Según ellos, esos son los que potencialmente le darán el triunfo a Biden.
Pero como organización política, este partido también se encuentra en serias dificultades. La maquinaria demócrata en la centro derecha se encuentra obstaculizando a los nuevos líderes que exigen reformas profundas en el accionar de la colectividad. La presencia del socialista demócrata del Estado de Vermont Bernie Sanders, ha sido central en mover el partido hacia la izquierda, optar por la clase media y los pobres y responder a los cambios progresistas y culturales que avanzan, sobre todo en las costas del país.
La opción en contra del racismo, la violencia policial, el desempleo, la falta de viviendas, los préstamos estudiantiles, y las reformas políticas de toda índole han sido producto del movimiento progresista encabezado por nuevas líderes congresistas como las miembros del grupo llamado El Escruadrón / The Squad: Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, Ilhan Omar de Minnesota, Ayanna Pressley de Massachusetts, y Rashida Tlaib de Michigan.
La vieja maquinaria demócrata encabezada por Los Clintons, Los Pelosis, Los Bidens, Los Obamas, Los Schumers han tenido que soltar (un poco) el control del partido. La influencia de la fuerza de los nuevos políticos es a veces avasalladora. Sin embargo no ha logrado detener los grandes errores del partido como ha sido el caso de su opción por Hillary Clinton para la presidencia en el 2016, una señora con una historia de perdedora, que nunca fue popular ni siquiera entre las mujeres y que no pudo ocultar sus amistosas actividades de recaudación de fondos en los centros de poder, de Wall Street y del 1%. Hillary fue un grave error.
Biden quizás sea el próximo gran error demócrata. No es un líder es más un burócrata, no arrastra a gente, no “calienta” a nadie; es un anciano que se le olvidan las cosas pero que ofrece un tipo de seguridad a las fuerzas conservadores del partido. Biden fue elegido por un dedo de esta maquinaria. El dedazo Biden es un político insignificante que si gana sabremos a ciencia cierta que habrá ganado la fiera oposición a Trump, al gobierno de 1% y de los supremacistas blancos. Que habrá ganado el movimiento Las vidas negras importan, los socialistas de Sanders, las mujeres progresistas de El Escuadrón, etc.
Importante para atraer el voto afro-americano, Obama es una avezado político cuya arma principal es el oportunismo. No habla mucho y a veces pasan meses sin que se le vea. Al igual que la guerra de los drones que el inició, Obama espera el momento preciso y que las condiciones se vuelquen a su favor para hablar en público, elige con mucho cuidado los eventos en donde participa, cuida mucho su imagen política y siempre espera las mejores condiciones para discursear.
Algunos demócratas se subieron al carro del descontento tratando de coaptar el movimiento de protesta en las calles, pero nunca lo pudieron lograr y tuvieron que sentarse en una silla a observar al igual que muchos de nosotros. De hecho los demócratas fueron los grandes ausentes. Los demócratas nunca tuvieron los líderes para encabezar la resistencia ni lo quisieron tener, para no herir sensibilidades en el sector derechista partidario.
Los demócratas tienen serios problemas de llegada hacia la clase obrera blanca y su amistad y complacencia con los centros de poder del capitalismo, generaron serias sospechas en muchos votantes que se dieron vuelta la chaqueta y votaron por Trump.
Los dos partidos se encuentran agrietados y no muestran interés en enriquecer la democracia permitiendo un tercer o cuarto partido nacional. Hoy la verdadera dirección política, popular y por los derechos sociales, se encuentra en la calle, entre aquellos que se han cansado de esperar, aquellos que han dicho basta y se han echado a andar. Como es ya costumbre para el 3 de noviembre, tendremos que votar con las narices tapadas para no oler el acostumbrado olor a mierda que sale de “lo mismo de siempre”.
Condenado para siempre como un criminal, un Presidente fallido y un racista despreciable
El día nueve de septiembre quedará en la memoria de los californianos. Fue el día en que no hubo día sino una gran mancha anaranjada rojiza-amarillenta del humo intoxicante de los incendios forestales y que con gran osadía nos ocultó el sol, dejándonos un siniestro crepúsculo, un largo atardecer que duró todo el día.
Y el hombre naranja de la Casa Blanca tampoco olvidará fácilmente ese día. Fue cuando el periodista Bob Woodward hizo públicas unas entrevistas las cuales dejan claro que desde enero, el Presidente sabía que el Covid-19 era 'mortal' mientras le mentía a su pueblo diciendo lo contrario y minimizando la pandemia. Nuevamente fue sorprendido infraganti en una de sus tantas mentiras. Mintió deliberadamente, restó importancia a la pandemia y mantuvo en secreto el hecho de que el virus es una seria amenaza para la vida de sus compatriotas.
Woodward reveló las entrevistas de audio realizadas el 7 de febrero y el 19 de marzo antes del lanzamiento de su nuevo libro Rage / Rabia sobre la presidencia de Trump. El Presidente había sido advertido por sus consejeros que el Covid-19 era “la mayor amenaza a la seguridad nacional”. 10 días después, en febrero, Trump le dijo a Woodward que el coronavirus era un virus transmitido por el aire y “más mortal que incluso tu extenuante gripe … Simplemente respiras el aire y así es como se transmite … Esto es algo mortal”, le dijo Trump.
El Presidente repitió en numerosas oportunidades que los estadounidenses no deberían debían preocuparse, que el virus estaba “bajo control” y que “el riesgo es muy, muy bajo”. Todo esto al tiempo que la Organización Mundial de la Salud declaraba una pandemia mundial.
Mientras que todas las agencias de salud alrededor del mundo recomendaban el uso de máscaras Trump le restaba importancia diciéndole al país “no tienen que hacerlo, es solo una recomendación”. Recién el 11 de julio el Presidente uso una máscara pero sus mitines políticos no exigieron su uso. Woodward también está siendo criticado por no revelar esta información a tiempo y poner primero sus intereses comerciales antes de la salud de sus compatriotas.
Trump le dijo a Woodward que había aprendido “algunos datos sorprendentes” sobre el virus. “No son solo las personas mayores, hay muchos jóvenes” que son vulnerables “Siempre quise restarle importancia … Todavía me gusta minimizarlo, porque no quiero crear pánico", confesó Trump el 19 de marzo. Lo de los jóvenes también causo gran consternación porque el gobierno ha insistido en que el virus no ataca a los niños y jóvenes y que por lo tanto la escuelas deberían de ser abiertas.
Con mucha razón, muchos críticos han considerado como 'homicidio imprudente' la actitud y las mentiras del Presidente. Siete meses más tarde, los Estados Unidos tienen 6.38 millones de infectados y el número de muertes más alto del mundo (194.000 muertes con un promedio diario de casi mil defunciones) y la tasa de mortalidad per capita cinco veces más alta que la del promedio mundial.
“Donald Trump lo sabía”, dijo Joe Biden desde su cuenta Twitter. “Nos mintió durante meses. Y mientras una enfermedad mortal arrasaba nuestra nación, no cumplió con su deber, a propósito. Fue una traición de vida o muerte al pueblo estadounidense”, escribió el candidato demócrata.
Algunos analistas dicen que con estas revelaciones Trump podría perder algunos votos de los variados sectores afectados por el virus. “Habiendo leído extractos del libro de Woodward donde Donald Trump está grabado, he llegado a la conclusión de que esto no es solo un incumplimiento del deber por parte del (Presidente). Trump mintió repetidamente al pueblo estadounidense y eso resultó en más muertes eludibles. Este es un homicidio imprudente”, escribió el candidato a la cámara baja Ted Lieu.
"Un tipo cuya campaña de reelección se basa en el miedo y el pánico está diciendo que mintió para evitar el pánico, es un vuelco interesante de la trama", dijo Charles Pierce, columnista de la revista Esquire.
Trump ha sabido llegar a una gran mayoría de la clase media rural inculta, propensa a recibir mensajes atemorizante, extrañas conjeturas y muy defraudada de la clase política. Trump ha implantado en ellos el temor de una “invasión” desde el sur (México), una supuesta rivalidad entre la gente que habita las costas y aquellos que viven al interior del país y un odio en contra de los demócratas. Pero lo peor es que Trump está lanzando a estos blancos en contra de la población negra e inmigrante, ha alimentado el odio de raza y provocado el crecimiento de las milicias armadas de blancos supremacistas. Ya comienzan a contarse los muertos y heridos a balas en las protestas.
Insólito en EEUU: Trump no reconocerá una derrota
El lunes 17 de agosto el Presidente resolvió por su cuenta sobre las elecciones de noviembre diciendo que si pierde no será por los votos sino porque hubo fraude en el conteo de votos. De esta forma, Trump pone al país en una situación muy peligrosa. Debido a las altas tensiones que se viven en el país hoy día, esas declaraciones pueden poner al país al borde de una guerra civil.
Lo que está diciendo Trump es que no reconocerá una derrota y se adelanta de forma irresponsable a emitir un juicio totalmente hipotético; algo insólito en la vida política del país. Trump también dijo inconsideradamente que sufragar a través del correo durante la pandemia de coronavirus invitaría al fraude. “Tenemos que ganar las elecciones … asegúrese de que su voto sea contado. Asegúrese porque la única forma en que vamos a perder esta elección es si la elección es fraudulenta … así que debemos tener mucho cuidado”, le dijo a un grupo de simpatizantes en la ciudad de Oshkosh, Wisconsin.
Como señaló Ian Bassin, director de la organización Proteger la Democracia, “Trump no está tratando de ganar las elecciones, está tratando de mantenerse en el poder por todos los medios necesarios. Incluso si eso significa mentirle a su base de apoyo, sembrar las semillas de la desconfianza en la integridad de nuestras elecciones y reprimir los votos demócratas”.
El candidato a senador Ed Markey fue más allá: Trump “debería renunciar, pero sabemos que no lo hará. Debe ser responsabilizado, destituido de su cargo y condenado para siempre como un criminal, un Presidente fallido y un racista despreciable” dijo.
Hasta aquí llegó el American Way. Lo que quedará de todo este embrollo es que el país nunca volverá a ser lo que fue y su futuro dependerá del tipo de democracia que la mayoría (con el Colegio Electoral en el tarro de la basura) se quiera dar. Hoy todo está en la mesa; la xenofobia, la violencia, el régimen económico excluyente, etc. La fuerzas supremacistas blancas se han dejado mostrar envalentonados por el Presidente y, como dijera Malcolm X, es muy probable que la opción sea o “el voto o la bala”.
-Fernando Andrés Torres. Desde EEUU. Revista La Estaca, Octubre 2020, Santiago, Chile.
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