Sobre el curso de la pandemia y la crisis económica emergente (II)

09/07/2020
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El lector ha de notar que he de iniciar este largo escrito remontándonos al inicio de la pandemia para tratar de llegar con los argumentos centrales hasta nuestros días. Pretendemos no caer en el análisis directo de la cotidianeidad, sino partir de los antecedentes que enmarcan nuestra debilidad sanitaria para contextualizar el presente y mirar al mañana no pretendemos presentar una mirada crítica de nuestro actuar sanitario y de sus abnegados trabajadores, si no mirar al enfermo real que es el país.

 

1-Italia recordando y el mundo temblando

 

¿Quién de los amantes de la literatura y del buen cine no recuerda la obra del medioevo tardío de Boccaccio, titulada El Decamerón? La misma relata la experiencia de unos jóvenes que huyendo de la Peste Negra se refugian en un viejo edificio del cual no salen y se entretienen relatándose cuentos por turnos de diez días (de ahí el “dicha”); esa obra dio lugar en 1971 a una película con el mismo tema dirigida por Pasolini; o podemos recordar la Armada Brancaleone de Monicelli con la actuación de Vitorio Gassman. Todas se instalan sobre la crisis generada por la peste negra y las cuarentenas obligatorias o autoimpuestas para impedir su diseminación.

 

Aquella muerte negra se refiere a la pandemia de peste bubónica más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Eurasia en el siglo XIV y que alcanzó su máximo entre 1347 y 1353. Un tercio de la población europea sucumbió ante la peste.

 

Las cruzadas cristianas hacia el Levante musulmán produjeron un intercambio insospechado: En Medio Oriente los cruzados obtuvieron ganancias por saqueos, además conocemos su contribución temática a la industria fílmica que abordó el tema. En aquel momento Europa pugnaba por salir del atraso medieval y las riquezas obtenidas dieron impulso a la acumulación que permitiría el Renacimiento. En aquel intercambio desigual los cruzados volvieron ricos y dejaron postrado al Levante, pero los navíos cruzados llevaban con su carga las ratas atraídas desde aquel entorno y sobre ellas saltaban las pulgas arrancadas de aquel medio. Plata y peste volvieron juntas en 1291 en la octava y última cruzada contra el Levante y después de 60 años ya se había producido la acumulación para la explosión de la Peste Negra. También existe la teoría de que fue otra guerra la causa de la trasmisión de la enfermedad cuando la hordas mongolas que traían el agente infeccioso desde Asia Central incursionaren en los bordes septentrionales del Mar Negro y, al atacar a las ciudades sitiadas, les lanzaban los cadáveres de los fallecidos por la peste por medio de las catapultas que enviaban su carga por encima de las murallas. Una u otra versión no es menos cierta que la afirmación de que el saqueo y las guerras son vehículos eficientes del contagio.

 

Hacemos salvedad de que nos referimos a las cruzadas contra el Levante, ya que además de estas se dieron otras más oprobiosas: La que se dio contra los habitantes del rico sur de Francia, más catalanes que francos, acusados de la herejía cátara; y la que se dio contra los habitantes indígenas de América acusados de politeísmo; pero de esos temas no nos ocuparemos ahora, aunque recordaremos que el sarampión traído por los conquistadores diezmó al continente, pero desde aquí les devolvimos la sífilis.

 

Las consecuencias de la peste negra incluyeron una serie de trastornos religiosos, sociales y económicos que tuvieron profundos efectos en el curso de la historia europea. Aquella fue una de las pandemias más devastadoras en la historia que alcanzó su punto máximo en Europa entre los años 1347 y 1350, con 1/3 de la población muerta. Redujo la población conocida de un total estimado de 450 millones a 350 millones. Se necesitaron 80 años, y en algunas áreas hasta 150 años, para que la población europea se recuperase. En la economía produjo la suba de salarios ya que escaseaban los agricultores y artesanos. No hablaremos de la posterior gripe española insertada en la hecatombe final de la primera guerra mundial resultando que los muertos de las balas ocultaron a los de la gripe.

 

Usamos estos antecedentes para advertir que una pandemia implica reconocer y aceptar que se va a ralentizar la actividad económica de una zona, región o todo el planeta y parece poner sobre el tapete dos opciones: O la economía o la vida. Sabemos que la respuesta lógica es la vida, sin ella no hay economía. El avance de la ciencia ha permitido esconder estas opciones antagónicas, pero cuando la ciencia demora la respuesta, la cuarentena hacia la totalidad de la economía es la respuesta natural. En la contingencia actual, China tuvo que paralizar las actividades económicas en las áreas afectadas y en Panamá finamente se aceptó menguar las comunicaciones entre el foco metropolitano y el resto del país. Asumamos que el ataque a una epidemia requiere de un poder coercitivo del Estado y que el gobierno asuma la obligación de usarlo y la persuasión sincera y correcta a la comunidad.

 

En medicina sabemos que el ataque a una enfermedad consiste en medicación más el reposo del órgano afectado, o de todo el individuo si es requerido. En una epidemia, que es una enfermedad colectiva, además de la protección específica del individuo, el reposo es la paralización de actividades. Es una verdad de a puño. La crisis impone el cambio de conductas

 

Toda crisis presupone una salida en uno u otro sentido. El futuro es dicotómico según las tesis de Prygogine transpoladas desde el ámbito físico químico al social, es decir no necesariamente viene más progreso después de una crisis: El Imperio Romano al desaparecer dio paso a una sociedad feudal de 1000 años de duración que escondió todos los progresos técnicos y filosóficos del mundo grecorromano. En nuestro caso de sociedad dividida en clases, los contendientes se afilan para llevar la solución para cada lado. Es obvio, será un duelo de puñal como en el Martin Fierro.

 

2-La sociedad frente al cambio

 

Nos referimos en esta parte al ajuste organizacional como vicariante y precursor del ajuste tecnológico.

 

Repasemos lo que ya sabemos y es que, al erguirse sobre sus pies, el humano con manos libres inició el proceso de adaptarse al ambiente, sin cambiarse él mismo como los demás animales. La adaptación biológica, válida para todos los seres, también lo era para el humano, solo que ahora no necesitaba pelaje para adaptarse al frío, simplemente aprovechaba pieles de animales cazados para vestirse. La adaptación pasó a ser social mediante el trabajo y ella mantiene dos variantes: Una mediante la organización social del trabajo y la segunda mediante la innovación tecnológica. Si en una aldea de pescadores que obtenían su alimento en las orillas, se producía un cambio ambiental y los peces se retiraban mar afuera, bastaba un poco de organización o cambio sociales para construir un bote mayor con capacidad para varios remeros que navegaran más lejos buscando el cardumen. Es la potencia de la solidaridad que anima a este tipo de adaptación. En otro modo de enfrentar el cambio llegaba el momento en que alguien, poniéndole una vela al bote no precisaba de más remeros y ordenaba: ¡bájense que voy solo! Esta es la adaptación mediante la tecnología. Es el peligro de la inequidad que siempre asecha desde la tecnología.

 

El esquema no es riguroso, siempre ambos métodos se incluyen en alguna medida, ya que contienen rasgos del contrario. En el ejemplo de la organización se requerían tecnologías como las anillas para los remos y el timón para gobernar, más la organización otorgada por el poder y el acatamiento. En el caso de las velas se requiere de la organización social que concede a una persona el poder, porque la tecnología otorga libertad frente al cambio. En toda sociedad siempre se instala un balance entre organización social y tecnología; en consecuencia, apliquemos estos criterios para abordar la crisis sanitaria mundial.

 

Se ha dicho, que el impedimento para la protección inicial de Panamá estaba determinado por su función de comunicación en el mercado mundial: esta le confiere el papel de centro de trasbordo y pase. La imposición de control sobre esta rentable función, no fue asumida con prontitud por el gobierno y no se cerró el país al ingreso, cuando se pudo haber decidido los trasbordos sin posibilidades de ingreso. Se intuye que el poder gubernamental mostró pavor ante el poder económico real; esta presunción se confirma ante la normativa inicial adoptada para la función bancaria, la cual dejaba a la buena voluntad individual de cada banco la decisión de cómo aliviar la crisis de sus usuarios y cuentahabientes: tenemos un Estado débil cual nave pirata de pequeñas proporciones comandada por pilotos de garfio en mano, parche al ojo y pata de palo. En la opinión pública, al perder una oportunidad de evidenciar su importancia en una situación no comercial, el hub se ha deslegitimado. No solo es el hub de transporte aéreo el que está comprometido en la función del transitismo sino el tránsito naviero y el de los capitales. Por eso, cuando se alude a los condicionamientos que se deben imponer a la función bancaria es menester decir que ella es un mecanismo más del trasiego de capitales impuesto al istmo. Bien, hemos creído conveniente tocar el tema de las causales profundas de la forma agravada en que se presenta la crisis en el país y con ello no pretendemos esquivar el reconocimiento de que la amenaza pandémica se iba a instalar necesariamente en el país, solo nos hemos referido a los factores agravantes que actuarán en esta u otra venidera crisis.

 

Una tarea pendiente es efectuar el trazado de los primeros casos en los países de Sudamérica y Centroamérica servidos desde el nodo o lo que llaman el “hub” o nodo, esta es una necesidad del ulterior balance epidemiológico. Más allá de la exigencia o absolución de responsabilidades del Estado panameño, debemos exponer más adelante el factor de retraso. Un caso de responsabilidad colectiva fue la estampida de nacionales ecuatorianos, que son numéricamente la más importante colonia de migrantes en suelo español, cuyo contagio primordial se dio en suelo ibérico, pero al salir en estampida pasaron por nuestro país para ir a diseminar el virus en su desprotegida patria: el hub no funcionó en su función alternativa de contención. No pudiendo nosotros ser libres para la prevención a lo externo, nos llegan ahora las labores de mitigación que se efectúan en el terreno sanitario y las que deban efectuarse en el terreno socioeconómico. Los esfuerzos de mitigación sanitaria están a la vista con el sacrificado esfuerzo de los actuantes de la salud ante la pérdida de oportunidad preventiva y las dificultades para implementar el control

 

En la crisis por el Coronavirus se ha hablado de: protección y mitigación, que requieren de organización, a las cuales deberán suceder el control y la erradicación que dependen de la tecnología que se obtenga después.

 

Concentrémonos en la necesidad de mitigación económico-social que es la parte no visible del iceberg de la catástrofe. El obstáculo para la mitigación económica social son los bancos: estos son guiados por un oportunismo financiero depredador y no son controlados por el poder del Estado que emanaría de su poder regulador total. La crisis posible de nuestra nación tiene como causa la preeminencia del poder financiero. Claro está, la racionalización del poder bancario ha sido una medida tomada en cuenta en otras latitudes y tiempos y no es nuestro propósito dejar que nuestra mirada se salga del análisis de nuestro país. No obstante, las firmes medidas tomadas por Francia revelan lo que se puede hacer cuando se asume el deber del Estado con la majestad requerida en un país con sentido de su historia. Nuestro Estado, ante la crisis del mercado mundial que será de lenta recuperación, deberá re-direccionar la economía hacia nuestras capacidades agro productivas dormidas. Recordemos en todo caso que vivimos tiempos de conmoción civilizatoria y la misma siempre se produce por la conjunción de tres factores: peste, guerra (violencia y conquista) y desastres naturales (exceso o falta de agua). La lógica gubernamental pretende la continuidad del estatus quo actual, el cual requiere que en tiempo de crisis se exhorte a las gentes a confiar ciegamente en el poder. Esto es lo que Naomi Klein llama capitalismo de desastre.

 

Tenemos la impresión de que en la crisis grave que pueda producirse por la dilución de la capacidad resolutiva del Estado las organizaciones sociales y partidos solo jugarán el papel de analizadores, pero la acción puede ser que se traslade a masas enardecidas en cada localidad adoptando localmente las medidas que el poder central no puede o no quiera tomar. La cosa puede ser muy seria, aunque observamos las tardías pero necesarias apelaciones del Estado a la movilización del poder local. En la parte inicial de este escrito reseñaba que catástrofes climáticas o plagas han inducido la producción de cambios de la Eras Históricas, ahora advertimos que estas cosas podrían estar sucediendo; estamos oyendo las trompetas de Jericó derribando las murallas del neoliberalismo para dar lugar a la configuración de una nueva sociedad mundial.

 

La dicotomía evidente entre el nivel de sofisticación y velocidad que nos da la integración en el plano global se tropieza, como tantas veces en la historia, con las barreras que erigen las sociedades en el plano local, donde se manejan los riesgos con mayor seguridad; por la razón aludida algunas comunidades políticas, como las europeas, han decidido echar por la borda la integración pactada y han retornado a la seguridad de lo local. Esa posible que naciones aun sin Estado terminen aflorando en medio de la crisis; o tal vez podamos ver que otras comunidades como las latinoamericanas asuman que cierto nivel supranacional de coordinación y afinidad les proporcione mayor seguridad, eso está por verse.

 

3. - Siguiendo el pulso de la crisis local

 

¿Por qué Panamá tiene una tasa de ataque tan alta? No es por culpa de su personal sanitario de base que trabaja denodadamente con los casos ya afectados; por otra parte, es destacable la actitud adecuada de los organismos de seguridad del Estado transformados ahora en el rol descrito en los libros como “policía sanitaria”, a ellos y no a los funcionarios de salud le corresponde el rol histórico de acordonar los focos y vaciar las ciudades y carreteras de gente, la prevención está por ese lado más la aún escasa movilización del poder local.

 

Simplemente Panamá empezó tarde lo que debía hacer bien, es decir cerrar los ingresos de pasajeros una vez que se dio la voz de alarma. Tempranamente en febrero había indicios de que la pandemia, desde su nuevo foco en Europa mediterránea, iba a cruzar al continente americano, dada la gran cantidad de viajeros de este continente que estaban prestos a embarcarse desde el punto de contagio ítalo-ibérico. Por su momento de incubación el grado de afectación de esa masa de viajeros desafortunados debe cargarse a los países europeos, no obstante, al no ser contenida en los puntos de contagio, ella se irradió en tres sentidos: Una directamente hacia Norteamérica, otra en vuelos sobre el Atlántico Sur hacia los países de procedencia: Brasil, Uruguay y Argentina; la otra se dirigió hacia Panamá para hacer uso de la conectividad proporcionada por el “nodo distribuidor” o hub; desde ahí fluyó mínimamente hacia Centroamérica y en mayor medida hacia la costa pacífica de Suramérica. Es importante que se remarque esto porque el “nodo o hub de reparto” tiene dos funciones: Una manifiesta que es irradiar los pasajeros hacia su punto de destino y otra oculta que es la de contener el flujo de estos si se recibe la orden de parar el flujo rotatorio de pasajeros. Esta función se deriva de las concepciones de interacción propias del concepto de globalización, pero pasó desapercibida. Es cierto que los pasajeros clamaban por regresar a sus países de origen, pero no es menos cierto que el foco epidémico estaba en los lugares de tránsito en Europa. Al no funcionar la función de contención del tránsito se esparció la pandemia hacia la costa pacífica de Sudamérica y en grado menor hacia Centroamérica. Localmente se permitió la entrada del virus al país en proporciones tales que logran configurarle al país la una de las tasas de ataque epidémico más alta de Latinoamérica.

 

4-Comparémonos

 

Los casos que tiene nuestro país en relación con el resto de nuestra región latinoamericana son objetos de preocupación y una falta de análisis rayana en el ocultamiento. Para no especular y no ser subjetivos, suministro al lector el método usado en epidemiología para comparar la marcha de una epidemia en distintos países con distinta población.

 

El método consiste en calcular la TASA DE ATAQUE, está es el resultado de calcular el número de casos (en una epidemia reciente se acumulan casos nuevos porque los iniciales no se resuelven), lo anterior multiplicado por un factor de análisis, pongamos por ejemplo cada 100.000 personas y dividirlas entre la población del país.

 

La crisis evidencia los peligros del globalismo. Usamos este término para referirnos al uso político de la intensificada globalización de la actividad humana. Al suministrar esta información nos guiamos por la máxima de José Ingenieros: "La cultura cuando se disfruta como un privilegio envilece más que el oro”. La información es un derecho que vale oro.

 

Soluciones para el camino

 

En la presente situación salta a la vista que el sector de la salud privatizado no puede dar soluciones efectivas. En la práctica el abordaje de la crisis es trasladado al sector estatal a pesar de haber sido previamente drenados sus recursos hacia las manos privadas mediante tercerizaciones. En consecuencia, podemos colegir que la solución estratégica pasa por tener cada vez más Estado, lo que ha sido reconocido por algunos actores europeos. Pero, además, se trata de Estado con control popular, no hablamos de otra cosa.

 

Después de pasado el susto (si lo pasamos) deberemos retomar realmente el control progresivo de las instituciones de salud hacia el sector estatal, reformular las carreras de salud hacia su progresiva estatalización partiendo de la suspensión de los subsidios disimulados que se dan desde el Seguro Social hacia las clínicas privadas remitiéndoles pacientes argumentando este procedimiento por el conocido desmantelamiento de las instituciones públicas. Para los anteriores razonamientos, aunque partimos del señalamiento de la crisis sanitaria actual aludimos muy someramente a la crisis económica que se viene. Dejamos esto para que algún economista los aborde.

 

5.-La economía es lo más importante que sigue

 

En estos días estamos saturados, no solo en nuestro país sino en el mundo, de los llamados a retornar al trabajo argumentando la prioridad de lo económico sobre lo sanitario. En realidad, no encuentro problema en la elucidación de la respuesta, siempre será la economía, después que resolvamos lo sanitario que es el alma escondida de la economía. Es que la economía no se resuelve sin el trabajo y lo más importante en la caracterización del trabajo es la fuerza de trabajo, es decir la salud que hace mover al humano y que hace mover los procesos laborales

 

Hace mucho tiempo disfruté un libro de Henri Lefebvre en el cual didácticamente trataba de dar una orientación lógica para este análisis. El señalaba que en todo bien económico subsistían dos componentes esenciales: la materia y el trabajo, que al modificarla le daba valor: Cuando cargamos gasolina hay dos componentes esenciales en la transacción: el valor del trabajo del despachador y el valor del bien material que se está transfiriendo, pero en ese bien material hay varios componentes a su vez, el valor de combustible que contiene el trabajo de los obreros, el valor del transporte que contiene el trabajo de los transportadores, el valor del edificio de la gasolinera que contiene el trabajo de los constructores, el valor de los yacimientos petroleros que contiene el trabajo de los perforadores y así sucesivamente. En el planeta tierra todo objeto tiene un valor potencial que solo se manifiesta por medio del valor trabajo; es más en estos tiempos de realce del ambientalismo muchos bienes ambientales mantienen su valor en relación con la decisión del trabajo de los planificadores y ecologistas en el sentido de no procesarlos

 

El razonamiento cuasi silogístico anterior nos permite suponer en sentido contrario que si los elementos naturales de la economía no encuentran humanos que los consuman y pongan en valor todo se ha de paralizar. Si llevamos a un extremo de razonamiento catastrófico las consecuencias de la pandemia, y el mundo se queda sin personas, quién le dará valor a la riqueza material, si no hay humanos que operen las maquinarias, y si logramos operarlas con robots, quién consumirá el producto del trabajo de esos robots que solo consumirían energía y lubricantes. Si, a pesar de todo ello, los ricos mantuvieran sus fortunas en medio de la pandemia, para que servirían esos papeles que llamamos billetes si ellos no podrán comprar voluntades, ni conciencias. No tendrán valor de arranque para el proceso laboral si no existiera vida que pudiera llamarse tal.

 

Siempre el mundo ha requerido de estadistas con talla visionaria desde Marco Aurelio a quién le toco lidiar con la peste Antonina hasta nuestros días, donde debemos esforzarnos para encontrar esos estadistas debajo de las alfombras. Entonces la conclusión es obvia: lo primero es la salud que es la parte inicial de le economía; lo segundo es que la economía es la arteria vital de la salud de los pueblos; lo tercero es que la economía real no es dinero, ni cuentas bancarias sino trabajo efectivo que creará riqueza real y creará más salud. Es el pensamiento que se impone. No nos asusten las máquinas paradas, ellas reanudaran su actividad cuando reciban otra vez la energía del trabajo humano sano. Para ello, la actual estructura social de nuestros Estados deberá cambiar para poner acento y reconocer el valor real del trabajo recompensando a sus protagonistas mediante el reconocimiento de salarios justos y otorgándole capacidad real de decisión en los asuntos de la sociedad. Esto tiene actualidad en nuestro país si recordamos que después de la coyuntura sanitaria proseguirá el debate sobre los cambios constitucionales demandados por la población. La consigna para la movilización social debe ser aplanar las curvas sin aplanar la conciencia

 

El movimiento social y popular puede aportar a las soluciones estratégicas del país proponiendo fórmulas que le devuelvan el poder adquisitivo a la población y eviten el desempleo:

 

1-A finales de la década del 80 ante la agresión económica el gobierno pagó salarios con cheques fraccionados. En aquella ocasión los especuladores los cambiaban a bajo precio. En la actualidad basta que el gobierno emita una indicación de que son de aceptación obligada.

 

2- Ante la debacle previsible del dólar, el Canal de Panamá debe explorar el cobro de peajes en otras monedas que no sea en dólares, ejemplo: yuanes, yenes, euros etc. Es importante que esto sea discutido en el movimiento popular. Lo importante es pensar que la puesta en marcha de los micros y medianas empresas debe basarse en la potenciación del consumo popular.

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207771
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