Emergencias de un dictador de hojalata

16/06/2020
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(91 días de confinamiento)

 

1

 

Diálogo estacional:

 

¿Qué culpa tiene ella, que tú estés encerrado?

 

La primavera está allí, como siempre.

 

2

 

Situaciones de carácter económico y social, como el racismo –expresión de la esclavitud, mecanismo de la acumulación originaria—, con 500 años de ser política de Estado, se muestran con crudeza, y se convierten en una pandemia más, y de las emergencias que hay que atender, pues afectan a la salud pública.

 

El regreso a la (nueva) normalidad, aquí y en China, no se diga en Estados Unidos, cuando el asunto de la pandemia no se halla del todo resuelto, nos ha mostrado que muchas cosas tendrán que cambiar, pero, también, que algunas cosas no sólo no cambiaron, sino que se agudizaron, dentro de un patrón de normalidad. De manera relevante, la inseguridad y violencia, como signos de identidad de nuestra humanidad, que al parecer son lo más real en este mundo cada día más virtual.

 

Con motivo del Día Internacional contra el Trabajo Infantil (12 de mayo), la Organización Internacional del Trabajo, OIT, dependiente de las Naciones Unidas, dio a conocer un informe sobre la situación laboral en la que encuentran niños, niñas y adolescentes entre cinco y 17 años. El informe se centra en América Latina y el Caribe, donde 10.5 millones de menores de edad trabajan, principalmente, en una clara violación a sus derechos humanos; la mayoría en la informalidad. En estos días, la región de AL/C es donde la pandemia se presentará con mayor fuerza, y que seguramente agravará la situación.

 

En México, más de la mitad de la Población Económicamente Activa, el 56.2 por ciento, se halla en el sector informal de la economía. De 29 millones niños y adolescentes, 2.1 millones realizan trabajos no permitidos, de los cuales 1.2 millones llevan a cabo trabajo clasificado como peligroso o con exposición a riesgo.

 

Implica, la NN, nuevos usos y costumbres, de convivencia y urbanidad que chocan con nuestras tradiciones como pueblo, en esencia hecho para la pachanga, en que el acercamiento y el disfrute del cuerpo son lo normal, y la distancia, aun cuando sea con el objetivo de resguardar la salud, no es lo nuestro, hechos para el apapacho y besuqueo. De ahí que el mismo presidente, criado en el trópico tabasqueño, omita el uso del tapabocas. Él, que debiera cuidarse y cuidar de los demás,  asegura que aquí no habrá rebrote y nos exhorta a recuperar nuestra libertad.

 

3

 

Frente a la necesidad o simplemente por el encierro, cuando todavía el semáforo se encuentra en rojo, mucha gente sale de su madriguera a reconocer su ciudad, con los peligros inherentes del rebrote, como ha sucedido en otros países. En nuestro caso, el pico de la epidemia se ha convertido en meseta y no se mira una caída sostenida.

 

Las necesidades y tensiones de la economía obligarán, más temprano que tarde, a transitar del rojo al naranja al amarillo al verde. Porque todo es esencial, comenzando por respirar y comer.

 

Desde que se anunció la suspensión de actividades en la economía, se inició el debate en torno a qué es primero: la bolsa o la vida, pues se afectó la economía que tiene como espacio natural las calles, que con todo lo informal y precaria, sirve para que millones (mal)coman. Por otro lado, empresas y oficinas establecidas comenzaron a despedir gente o, en el mejor de los casos, la mandaron a trabajar a distancia desde su casa. Así, han transcurrido los días y las semanas.

 

En un segundo momento, el debate se centra en lo esencial: desde los servicios de salud hasta la entrega de alimentos a domicilio, pasando por la recolección de basura, a los que se agregarán la industria automotriz (maquiladora) y hasta la cervecera, junto con las mineras. En tanto, la actividad productiva –ajena a la especulativa, que siempre gana— sufre de altibajos, acentuándose las expectativas hacia abajo. Instalados en la recesión, qué tan profunda será es la apuesta

 

La recuperación se vislumbra aquí letrada. Los más optimistas (dentro del gobierno) la ven como una V; los pesimistas, que tendrá la forma de una L, es decir, en punto muerto. Así como se habla de una década perdida para las economías latinoamericanas, igualmente los malosos anti 4T ya hablan de un sexenio perdido en términos de desarrollo y bienestar (concepto fetiche de la actual administración). En un contexto recesivo y donde se hace de austeridad un canon, la política redistributiva se mira insuficiente para reactivar, de manera sostenida, el mercado interno.

 

Como en los tiempos de antes, se mira hacia fuera, hacia Estados Unidos, vía el TMEC. Pero, con caprichoso Trump, que continúa su política antimigrante de tintes racistas, nunca se sabe…

 

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La tasa de mortalidad entre la población negra por el Covid-19 es de más de doble que entre la población blanca, que se achaca a una predisposición genética (en África, la tasa es menor a la de las sociedades occidentales y cristianas); explicación que omite las condiciones económicas y sociales. En un artículo sobre los usos políticos de la ciencia, se cita un editorial de American Scientific, que nos remonta a las fronteras médicas en las sociedades esclavistas del Atlántico y la práctica de la medicina colonial, cuyos objetivos se reducen a “mejorar la eficiencia laboral de las plantaciones, salvaguardar los intereses coloniales y cívicos, y mejorar el control sobre los cuerpos negros” (Mint Press, 6/11/2020). Esta es la base científica en la que se sustenta la ideología de la supremacía blanca, que hoy el presidente Trump exalta.

 

“La violencia racial no puede separarse de la violencia del capitalismo neoliberal”. Así lo dice Henry A. Giroux, quien muestra los estragos de la pandemia como un conjunto de cuatro crisis: “racial, de clase, ecológica y de salud pública”, y en la que, citando a Jacque Ranciere, la democracia neoliberal soluciona las cosas de manera tal, que “comprende rasgos que hasta hace poco se atribuían al totalitarismo” (Truthout, 6/9/2020). 

 

Desde su gestación, EU se desarrolló a base de guerras: primero, de expansión, hacia el interior, y neocolonial, hacia el exterior: México, su vecino del sur, fue su primera víctima, con más de mitad de su territorio. Aunque el espíritu de conquista y dominación le es innato, los métodos de control son hoy muy diferentes, más sofisticados tecnológicamente, pero no menos violentos, en términos políticos económicos, sociales y culturales. El pensamiento y lenguaje, alineados.

 

Entre las manifestaciones contra el racismo, se cuestionan las raíces históricas de la esclavitud y contra gente que la financió y apoyó, como el rey Leopoldo II, de Bélgica, “el carnicero del Congo”, y el primer ministro inglés Winston Churchill. Al mismo tiempo, que se derriban estatuas de políticos y generales de los Confederados, los estados sureños esclavistas, además de colonizadores y esclavistas, Definitivamente, “es una mala semana para ser una estatua racista… (The Atlantic, 6/11/2020).

 

Aunque, formalmente, obtuvieron su libertad –de esclavos pasaron a ser asalariados—, para las mujeres apenas sería el primer paso de un largo recorrido. “Me molesta ver a mi hombre blanco ser tan malo como el hombre blanco”, escribe Sojourner Truth, al finalizar la Guerra Civil (1960-1965), enfrascada ya en la lucha por el derecho al voto. Un siglo después, Doris Wright afirma: “No estoy absolutamente convencida de que la liberación negra, en la forma en la que se la denomina, significará real y verdaderamente mi liberación. No estoy tan segura de que cuando llegue el momento de ‘deponer mi arma’ no habrá alguien que empuje una escoba hasta mis manos, como ha sucedido con tantas de mis hermanas cubanas” (Raya Dunayevskaya. Liberación Femenina y Dialéctica de la Revolución. Fontamara. México. 2003).

 

Los dirigentes políticos suelen tener referentes y modelos tomados de la Historia, a fin de las comparaciones. Terminan por creerse iguales o mejores… El 12 de mayo, en entrevista con Fox News con Harris Faulkner, Trump cuestionó la labor de Abraham Lincoln. ¡Nada menos! Agregó que él había hecho más por las comunidades afroamericanas que ninguno otro, y puso de ejemplo la Ley de Justicia Penal (en el momento de la rebelión en las calles). “Bueno, somos libres, Señor Presidente”, afirmó Faulkner. Y Trump repite, de forma burlona: “Pero somos libres”. Harris Faulkner es negra

 

5

 

“La violencia policiaca trajo a América las guerras a casa”. Las regresó cual búmeran. Siente, Estados Unidos, en carne propia, en su territorio, lo que en su momento sintieron los apaches, siux, mexicanos y un largo etcétera. Lo malo, o lo peor, es que incluye a gran cantidad de gente pobre y migrante (The Nation, 9/6/2020). Entre 2016 y 2018, el 46 por ciento de las víctimas por tiroteos con la policía en California son de origen latino, sólo por debajo de la población afroamericana (The Guardian, 6/12/2020).

 

Las expectativas del presidente Trump para reelegirse el próximo 3 de noviembre parecen no muy buenas, luego de cómo afrontó la pandemia, que ha cobrado más de cien mil muertes en Estados Unidos y con el asesinato, el 25 de mayo, de George Floyd, convertido en símbolo del racismo que todavía impera en EU.

 

Rolling Stone se pregunta, el 15 de junio, si la batalla de la Plaza Lafayette representa el principio del fin de la presidencia autoritaria de Donald Trump. El 1 de junio, después de las protestas por el asesinato de George Floyd (25 de mayo), con el uso de gas lacrimógeno, y haberse refugiado en el búnker de la Casa Blanca, Trump salió rumbo a la Iglesia de San Juan Bautista, atravesando la Plaza Lafayette (a espaldas de la Casa Blanca), donde levantó una Biblia. “Después de esta actuación –reality show—, los trabajadores construyeron altas cercas alrededor de la Plaza Lafayette y la Casa Blanca. Trump finalmente tuvo su muro, y México aún no lo había pagado”.

 

Las protestas se han extendido por todo EU y el mundo. Un amplio abanico ha marchado por las calles en demanda de ¡Justicia! Una oportunidad para que el descontento se refleje el día de la elección. En especial, que los jóvenes, a diferencia de hace cuatro años, salgan a votar contra Trump, quien achaca la violencia a Antifa. No hay un acuerdo en lo es Antifa, denostado tanto por la izquierda como la derecha, y que es visto como movimiento anarquista o terrorista (Trump). Quedémonos con la caracterización de Los Angeles Times: Antifa “se opone a la supremacía blanca, el patriarcado y el capitalismo” (Alter Net, 6/12/2020).

 

“¿Por qué cientos de miles de personas en las calles están dispuestos a correr el riesgo de infectarse y sufrir arrestos para unirse a las protestas?”, se pregunta Peoples Dispatch, el 12 de mayo. Proporciona algunas cifras a manera de explicación: en 2019, el gobierno de Estados Unidos (Trump) gastó más de 100 mil millones de dólares en vigilancia policial y más de 8 mil millones en las cárceles. El presupuesto militar es de 721.5 mil millones de dólares, pero la inversión pública en educación, empleos, vivienda y otros servicios básicos es de sólo 190 mil millones de dólares.

 

Que no se crea, sin embargo, que dos semanas de manifestaciones desmantelarán a esta policía racista, después de siglos que costó construir un sistema de supremacía blanca que, precisamente, la policía refuerza. Tomará, todavía, más tiempo de protestas (The Nation, 6/15/2020).

 

Noam Chomsky precisa que Trump “puede abogar por tácticas fascistas, pero eso está lejos del fascismo –control de las clases de negocios conformes—. Se parece más bien a una dictadura de hojalata”. Para eso, levanta un Estado policial a fin de proteger, no la salud pública/social, sino sus ganancias (de clase), y lanza a las calles a los perros más furiosos a contener a los manifestantes (Truthout, 6/10/2020). Por su parte, el filósofo Cornel West, profesor en las universidades de Harvard y Princeton, califica a Trump de “matón y neofascista” (La Jornada, 12/6/2020).

 

Una encuesta efectuada en Georgia (POLITICO, 6/9/2020), muestra las prioridades de los electores demócratas y republicanos entre cuatro opciones: relaciones interraciales, la epidemia del coronavirus, los servicios de salud y la economía. Sólo en este último rubro, la economía, la preocupación de los republicanos es mayor al de los demócratas (46/35 %). En la cuestión racial la diferencia es abismal: para 60 % de los demócratas es prioritario resolverlo, y solo lo es para el 18 % de los republicanos.

 

“Estadunidenses negros y cafés (Black and brown Americans) por mucho tiempo han enfrentado más altas tasas de mortalidad infantil, enfermedades cardiacas y otros retos en salud que sus contrapartes blancos. Ha sido, sin embargo, la devastación desigual del Covid-19 y el trastorno nacional por la muerte de George Floyd, lo que persuadido a (algunas) autoridades de que el racismo por sí mismo es una especie de pandemia”. De esta forma empieza The Guardian uno de sus resúmenes del 12 de junio, bajo el título: El racismo es oficialmente ahora una emergencia de salud pública. El mismo día y en el mismo sentido se pronuncia Rolling Stone: “Entendiendo el racismo como una crisis de salud pública.

 

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Diálogo abierto:

 

¿Podrá la nueva normalidad desterrar el despojo, el saqueo, la violencia, la explotación, el racismo y la discriminación, lo esencial de la normalidad económica capitalista?

 

     Bueno… no da para tanto.

 

     Entonces, la lucha sigue…

 

“¡Es una lucha de clases con el racismo en su núcleo!” (Peoples Dispatch).

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/207289?language=es

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