Ecuador: Sí, ¡basta de palabras!
- Opinión
La canción ‘Resistiré’ tuvo su momento de fama, pero tiene sentido si no se pasa a la acción… Estamos inundados de palabras, de noticias, de mensajes, de canciones, de discursos… para que nos quedemos de brazos cruzados con la ilusión de ‘resistir’. La excusa de estar encerrados es una falsa justificación: nos hemos dejado encerrar, eso es la realidad y eso desde mucho tiempo. Nos manipularon durante años o nos escondieron la verdad de tal manera que decimos: no hay otra solución, es lo mejor de lo mejor, ellos nos van a salvar… Y sigue la cuarenta: ¡Ya llegamos a 2 cuarentenas! Y continúan las prohibiciones: nos dejamos tratar como niños que se llevan por la mano, porque ellos sí trabajan por sus intereses.
El gobierno de los empresarios, él no se queda de brazos cruzados: ¡qué maravillosa oportunidad para fortalecer su dictadura del despojo y del saqueo! Reducción de horarios de trabajo, reducción de salarios, despidos intempestivos en las empresas, recortes en salud y educación además de reducción generalizada de presupuesto, salidas de centenares de millones a los paraísos fiscales, otros centenares de millones regalados a Fondo Monetario Internacional, privatizaciones de los bienes públicos, corrupción generalizada en las más altas esferas del gobierno, liberalización de los precios de la gasolina… La lista es interminable: lograron su ‘paquetazo’. Se trata de un feriado bancario mucho más grande que él de hace 20 años y lo han logrado con nuestro silencioso consentimiento. Y cantamos: ¡Resistiremos! “¡Los que tienen un empleo, van a trabajan más, cobrarán menos y se morirán antes de tiempo!” ¡Qué valientes somos para aguantar las peores barbaridades desde 3 años!
Nos han dicho ‘¡Consuman… eso les traerá felicidad! ¡Endéudense… y paguen dentro de 6 meses! ¡Vístanse y maquíllense de primera… y serán considerados estrellas y modelos de TV! ¡Tomen cerveza o miren novelas… y serán machos o feministas de avanzada! Nos siguen diciendo: ¡No se preocupen porque sabemos lo que necesitan y cómo resolver sus necesidades más apremiantes! Cantos de sirenas que creemos y obedecemos: ¡2 personas sobre 3 compran en los supermercados lo que acaban de ver en la propaganda televisiva! ¡Qué gentes tan obedientes somos! ¡Nos tienen bien controlados!
Preguntémonos: ¿Qué actividades de solidaridad hemos tenido durante esta doble cuarentena fuera de nuestra casa? ¿En qué protestas hemos participado? Tal vez nos hemos escandalizado de unas actitudes que hemos calificados de “radicales, exageradas, utópicas…”: las de los que salen a la calle para ganarse el pan del día, las de los que insultan porque les duele las muertes de sus familiares y vecinos, las de los que no soportan más estar encerrados, manipulados, saqueados…
Dejemos también de hablar de cursos, de formación, de capacitación, de análisis de la situación, de la crisis globalizada, de que Dios va a resolver nuestros problemas… Cuando el hambre toca a la puerta, sobran las palabras y las promesas. ¡A luchar, eso es lo que se necesita! Luchar para recuperar nuestra dignidad, nuestros derechos pisoteados, la organización destruida, los reclamos colectivos…
Nos parecemos a las mujeres que lloraban mirando a Jesús cargando con la cruz. Él que tuvo la valentía de decirles: “¡No lloren por mí, sino por ustedes y sus hijos!” La situación que vivimos no es culpa de otros sino de nosotros mismos que nos hemos dormido, hemos creído a los farsantes de siempre, nos hemos vuelto egoístas e individualistas, hemos olvidado lo esencial que es la fraternidad y el compromiso para construirnos como personas dignas, conscientes, solidarias y valientes. ¿Hasta cuándo vamos a resistir lamentando y llorando? Quienes van a pagar con creces los platos rotos van a ser nuestros ‘hijos’.
Los cristianos, en esos días, recordamos la ‘Ascensión’ de Jesús, o sea, su despedida física. Jesús se fue, pero no dijo a sus discípulos: “¡Vayan a rezando! ni ¡Hagan misas! ni ¡Enciérrense en sus casas! ni ¡Estudien para capacitarse…!” Más bien unos ángeles los regañaron: “¡Por qué están mirando al cielo!” o sea, ¿por qué esperan milagros? Pues el mismo Jesús les encomendó: “Vayan y hagan de los pueblos mis discípulos”… es decir: ¡Salgan, vayan reuniendo a la gente para construir la fraternidad y la justicia sin límite de fronteras ni de razas en nombre del Dios de la Vida!... porque eso es el Reino. El Reino está allí donde se lucha por la vida y la fraternidad.
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