Gremios cañeros piden soluciones. Es sencillo, entreguen las tierras
- Opinión
El 26 de abril, un grupo armado atacó la casa de la hacienda Guayabal -contigua al resguardo de Huellas y también en proceso de liberación- con disparos y una granada, matando a una persona y dejando a otras dos heridas.
La comunidad y la guardia indígena se dirigen al lugar de los hechos y encuentran dos hombres armados y con prendas militares, la guardia indígena en acción de control territorial los persigue y los armados disparan hiriendo un guardia y huyen en dirección Guachené, según reporta la guardia indígena.
Hasta allí parece un atentado de un grupo armado, así se hubiera quedado el asunto, de no ser por lo que vino a continuación.
Los medios de comunicación nacionales y regionales salieron con prontitud a culpar a la comunidad nasa y a la liberación de la Madre Tierra de los atentados y el asesinato.
La conclusión más evidente, por todo lo que hemos contado estos días, es que se trata del modus operandi de Asocaña, Incauca y el gobierno de Colombia, el eje del mal contra la liberación de la Madre Tierra.
Así pasó en La Emperatriz:
El grupo armado dispara a la policía y la policía y el ejército disparan a liberadores.
En Corinto:
El grupo armado hostiga al ejército, empieza el combate, la liberación queda en medio del fuego cruzado.
En Guayabal:
El grupo armado hacen un atentado con muerto de por medio, Asocaña culpa a la liberación de la Madre Tierra, los medios de comunicación privados sirven de megáfono.
En La Emperatriz, el 1 de mayo, la liberación inicia la limpieza de los potreros envenenados por trabajadores de Incauca y el ejército dispara ráfagas de fusil a gente a mano limpia, que aun así captura a 31 militares y policías, decomisa las tres armas accionadas contra la comunidad cuya voluntad, reunida en asamblea, era la de destruir las armas.
Este modus operandi se ensaya desde el gobierno de Uribe en 2007. Además, incluye crear un conflicto interétnico, bloquear la ampliación resguardos indígenas y presionar a los ‘propietarios’ de las haciendas para que no oferten sus fincas o pidan altísimos precios.
El manual con toda esta maraña de perversiones del poder termina siempre con una propuesta de negociación: unos metros de tierra y proyectos a cambio de aflojar la lucha. Algunos líderes indígenas consideran que no hay otro camino que negociar con el estado colombiano. De nuestra parte, repetimos una vez más que la liberación de la Madre Tierra no está en negociación.
Asocaña, Procaña y la SAG Cauca, que se une al eje del mal, sacaron un comunicado en el que piden a la fiscalía y al estado nacional, regional y municipal que “intervengan y solucionen de manera definitiva el problema de la región.” Piden más mano dura.
El gobierno colombiano, obsecuente siempre, atiende las exigencias del poder y toma medidas. Militariza Canaima, la Agencia nacional de tierras saca una directiva que repite lo ya dicho: ni un metro de tierra bajo presión; ofrece recompensas y anuncia nuevas medidas porque, dice la ministra del interior, en el Cauca han hecho mal las cosas porque no han logrado poner orden. Una ofensiva de grandes y perversas proporciones.
Al gobierno, a la fiscalía y a los organismos internacionales de derechos humanos les piden “investigar y hacer respetar el estado de derecho por el que claman todos los pobladores de la región.”
Listo, juguemos en esa cancha.
La Constitución Política de Colombia dice en el artículo 7:
“El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana.” Señores de Asocaña, Procaña, SAG Cauca y Duque: respeten el estado de derecho y nos ahorramos largos años de pelea.
Pero esas hermosas frases del estado de derecho no se cumplen cuando quienes los reclaman son los pueblos indígenas; en cambio el poder las implementa violando y torciendo a su conveniencia. El modus operandi del poder ha sido el despojo, la usurpación, la violencia estructural y sistemática.
Veamos el prontuario del eje del mal, Asocaña, Incauca y el estado colombiano, en los últimos 5 años para no irnos muy lejos, en el contexto de la liberación de la Madre Tierra:
- 320 intentos militares y policiales de desalojo
- 10 liberadores asesinados entre 2005 y 2019
- Más de 600 heridos
- 16 vacas masacradas
- 129 patos robados
- 115 pollos y gallinas robadas
- 300 hectáreas de cultivos de pancoger destruidos, fumigados (yuca, maíz, fríjol, zapallo)
- Plátano, yuca, zapallo robados por la policía
- 5 kilómetros de cercos destruidos
- 70 rollos de alambre picados y robados
- 50 rollos de plástico negro quemados
- 150 rollos de manguera destruidos y robados
- 60 fondos y ollas destruidas
- Más de 100 atentados entre ejército y seguridad privada
- 4 panfletos de las águilas negras con orden de abandonar la región
- Judicialización de liberadores
- Recompensa por asesinar liberadores
- Promover un conflicto interétnico
- Desprestigio de nuestra lucha con acusaciones infundadas ante la opinión pública
Ahora que Asocaña, Procaña y la SAG Cauca piden a organismos internacionales de derechos humanos que vengan a investigar, les decimos: de acuerdo.
Que vengan a investigar el prontuario arriba mencionado, y además que vengan a investigar las condiciones de trabajo de los corteros de caña de todos los ingenios azucareros agrupados en Asocaña y Procaña.
No solo eso. Que las organizaciones ambientalistas y ecologistas internacionales vengan a verificar el desastre ambiental, humanitario y climático causado por la ampliación de la frontera agrícola en el norte del Cauca que destruyó el bosque seco tropical, por la quema de caña como forma de cosecha y por la manipulación y afectación del ciclo del agua en función de las cuentas bancarias de la agroindustria cañera.
Y para no olvidar. A los organismos de derechos humanos y cortes internacionales, que vengan a verificar y a hacer justicia por el asesinato de indígenas y líderes sociales por parte del Estado y los grupos paramilitares, el incumplimiento del Acuerdo de Paz y el paso del conflicto al plusconflicto en el norte del Cauca y en otras regiones de Colombia.
La SAG Cauca, Asocaña y Procaña piden una solución definitiva al problema de la región. De acuerdo. Tomen nota estado nacional, departamental y regional: la solución definitiva es la entrega de las tierras que estamos liberando y la devolución de las tierras despojadas y usurpadas durante siglos a sus legítimos dueños.
Proceso de liberación de la Madre Tierra
Norte del Cauca, Colombia.