Bolivia: críticas inesperadas

13/05/2020
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El 10 de mayo se conmemora en Bolivia el Día del Periodista. En una fecha similar de 1865 fue asesinado Cecilio Barragán, de esa profesión, por orden del tirano Mariano Melgarejo. Años más tarde, en 1938, el presidente nacionalista Germán Busch oficializó el recordatorio.

 

Con ese marco de fondo han sucedido ahora dos hechos significativos. Por una parte, el gobierno de facto promulgó el 7 de mayo el Decreto 4231, que ahonda las amenazas sobre las personas que “desinformen” acerca de la pandemia. Con la mayor parte de medios de comunicación bajo control, e incluso como cómplices de los golpistas, la norma evidentemente apunta contra la sociedad civil y su derecho a expresarse. La ambigüedad de la resolución es en la práctica un cheque en blanco para expandir y profundizar el amedrentamiento y la persecución, en una situación en la que son palpables la descoordinación, improvisación e incapacidad de gestión con relación al COVID 19 por parte del gobierno.

 

Habló el obispo

 

Precisamente el 10 de mayo el obispo católico Ricardo Centellas lanzó una serie de opiniones críticas sobre la gestión de gobierno, en su homilía en ocasión del Día del Periodista. Actualmente es arzobispo de Sucre y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, lo que da más relevancia y visibilidad a sus juicios.

 

Comenzó indicando que el periodismo es testigo de lo que realmente está sucediendo en el país, esto en clara referencia a la falaz propaganda gubernamental. Señaló que el actual gobierno acaba de emitir un decreto que abre la puerta a semillas transgénicas (maíz, soya, trigo, caña de azúcar, algodón) con los enormes riesgos que eso supone. En este caso se colocó en sintonía con la encíclica Laudato si, que dedica un extenso apartado al tema donde subraya los múltiples peligros de los organismos genéticamente modificados. Vale destacar que el recientemente nombrado ministro de desarrollo productivo es un notorio delegado del agropoder de Santa Cruz, y ha declarado sin ruborizarse que los transgénicos son los que reactivarán la economía.

 

El obispo continuó preguntando qué intereses se mueven detrás de los recientes casos de narcoavionetas descubiertas, que evidentemente contaban con impunidad para operar. Afirmó que el gobierno se ocupa demasiado de colocar su propia gente en instituciones públicas, en franca referencia a los numerosos casos de nepotismo con familiares de la Doble Autoproclamada Añez, así como nombramientos de funcionarios sin capacidad ni experiencia específica, que son posesionados como parte de cuotas negociadas con agrupaciones políticas o sectores empresariales.

 

Levantó varios interrogantes relacionados con la pandemia y reactivos, pruebas y camas para terapia intensiva que no aparecen por ninguna parte a pesar de los anuncios oficiales. Fue notablemente duro preguntando si al gobierno le interesa la vida, ya que, aunque lo proclama no obra en consecuencia.

 

Como es natural, la homilía del prelado fue ampliamente divulgada por redes sociales. Aunque abordó apenas una mínima parte de los innumerables desmanes del gobierno de facto, es la primera vez que un obispo hace públicas ese tipo de denuncias luego del golpe de estado. También llama la atención, ya que Centellas fue uno de los que afirmaron irresponsablemente que hubo fraude en las pasadas elecciones, aún antes de que hubiera un panorama claro sobre el asunto. Hay que recordar además que miembros de la jerarquía católica fueron anfitriones de una singular reunión de golpistas en un recinto de la Universidad Católica en La Paz, en la que también participaron diplomáticos extranjeros y se definió y decidió la presidencia de Añez ante la renuncia de Evo Morales.

 

Con esto resulta claro que al obispo Centellas no pueden endilgársele simpatías por el MAS o el presidente ahora exiliado, lo cual plantea en consecuencia otros motivos que probablemente expliquen las súbitas críticas en su alocución. En primer lugar, la reciente firma por parte de la Cancillería boliviana y en conjunto con otros cincuenta países de un documento que fomenta políticas de género y de derechos sexuales y reproductivos en tiempos de pandemia (ver https://www.government.se/statements/2020/05/joint-press-statement-protecting-sexual-and-reproductive-health-and-rights-and-promoting-gender-responsiveness-in-the-covid-19-crisis/) el cual es cuestionado por la Iglesia católica como promotor del aborto. Curiosamente ese documento contradice afirmaciones de funcionarios golpistas, en particular los que son parte de organizaciones religiosas fundamentalistas; sin embargo, hay que recordar que luego del golpe de estado Bolivia resignó su soberanía en favor de los intereses del Departamento de Estado norteamericano, que es quien decide qué se firma y qué no.           

 

En segundo lugar, el desencanto creciente de una porción de la población que respaldó con entusiasmo el golpe de estado, pero que en el brevísimo período de cinco meses ha sido testigo mudo de un auténtico muestrario de tropelías, excesos, crímenes y delitos cometidos con impunidad, desparpajo y pretensiones de respaldo divino.

 

En tercer lugar, la aparición del COVID 19, que agudizó en forma veloz el descalabro de una economía que da señales cada vez más preocupantes, en su rápido retorno a las premisas y políticas del neoliberalismo; esto es, la imposición cruda de un modelo económico que beneficia a pocos, y para el resto promueve un tipo de darwinismo social.

 

Por último, las múltiples presiones (sanitarias, laborales, financieras) a las que son sometidas las grandes mayorías, libradas a su suerte sin más recomendaciones que las de “quedarse en casa”, pero además vigiladas y reprimidas por contingentes policiales y militares. O como bien lo sintetiza el sociólogo Yuri Tórrez: “…un gobierno incapaz de administrar la crisis sanitaria y, peor aún, resolver la crisis alimentaria; procurando zanjar la hambruna con represión, oraciones, ayunos o bonos exiguos…”.

 

Si a lo anterior le sumamos la evidente voluntad del gobierno de prolongar su gestión y jugar con una probable postergación del proceso eleccionario (que debía haberse realizado en el mes de mayo) tenemos como resultado una combinación explosiva que en cualquier momento puede estallar. Incluso algunos sectores que propiciaron el golpe de estado perciben que han colaborado en la creación de un monstruo que se les escapa de control y puede desembocar en un país caotizado. Los obispos lo advierten, y uno de ellos comienza a hablar.

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/206515
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