Belgrano en el pensamiento agustiniano
- Opinión
Introducción
Así como al Libertador Gral. José Francisco de San Martín, se lo denominó entre otras frases o axiomas como “El Santo de la Espada”, “El Padre de la Patria”, etc.; el Dr. y Gral. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano recibió otros títulos populares como “El Caudillo de Tucumán”, “El Abuelo de la Patria”, etc., cuestión que hoy lo denominamos “El Santo de la Fe”.
Más que obvio es expresar que Belgrano leyó a San Agustín, no sabemos si los 22 tomos que componen sus obras completas, pero podemos afirmar que su comportamiento en la Fe Católica Apostólica Romana, así lo demostraron en los hechos, muchos ya relatados en diversas expediciones y batallas.
Sabemos que los movimientos misioneros liderados por su Gobernador Rocamora y paraguayos guiados por Velazco desde la Revolución de Mayo y formación de la Primera Junta, produjeron discrepancias irreconciliables en ambos grupos sociales, el primero a favor de la junta patriótica y el segundo a favor de España; es en este punto que la junta decidió enviar al principal ideólogo y representante de la Junta, en una misión de reconciliación y adhesión a la Revolución de Mayo, entre ambos pueblos.
La situación general que se vivió en la región en oportunidad que Belgrano arribó a Candelaria como el lugar elegido para el cruce del río hacia territorio paraguayo, fue la siguiente: los fieles a España desde Montevideo se desplazaron desde el sur para aplastar las fuerzas belgranianas, en tanto los lusitanos brasileños hicieron lo propio desde el Este hacia las Misiones y por último Paraguay rechazó al emisario de Belgrano que explicaba las ventajas que ofrecía la Revolución por la libertad e independencia.
Desarrollo
Lo señalado en la Introducción prometió un futuro pesimista al Ejército Patriota, sin embargo “El Santo de la Fe”, obró de acuerdo a su formación católica, por lo que ante tal situación decidió actuar.
Inició la Campaña al Paraguay por amor a la libertad e independencia, por amor al pueblo que habitó esta bendita tierra, no hubo obstáculos insalvables en su empeño por lograr los objetivos, este tesón que manifestó en diversas expediciones como el penoso transitar por el Litoral hasta Candelaria. Consecuentemente, dado que Belgrano actuó por amor a la Patria naciente, no podemos más que recordar lo que San Agustín se pronunciara cuando expresó “¿Cuál es la medida del amor?, el amor sin medida.”
Las virtudes belgranianas parecen provenir de las enseñanzas agustinas, como su tan conocida frase “Ama y haz lo que quieras”, a lo que agregamos, “porque todo lo que se hace con amor no puede ser malo”; este mandato agustino lo impulsó el 18 y 19 de diciembre de 1810 al cruce del río en botes de cuero y balsas, recordando que fue un experto en náutica, a lo que seguidamente se desarrolló el Combate de Campichuelo, triunfo que expulsó a los paraguayos de la Estancia San Bartolomé Coronil.
La victoria señalada no la tomó como un triunfo de soberbia, por el contrario, lo hizo más humilde y cauteloso, porque en palabras del Obispo de Hipona “La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano.”; es por ello que Belgrano pidió ayuda al gobernador Rocamora de Misiones, quien se la negó al principio pero la Primera Junta, desde Buenos Aires, le ordenó que se acataran las resoluciones del líder patriota.
Sin esperar el refuerzo solicitado, continuó la marcha con la finalidad de convencer a los paraguayos de adherir a la gesta de mayo; pero le presentaron los enfrentamientos en “La Batalla de Paraguay” el 20 de enero de 1811 y “Tacuarí” el 9 de febrero del mismo año, batallas que comprometieron seriamente al Ejército Patriota.
En vez de efectuar una retirada violenta, los patriotas mantuvieron la calma gracias al ejemplo belgraniano, el que se quedó y expresó al jefe paraguayo Manuel Cabañas, que el ejército no vino a territorio paraguayo a hacer la guerra sino mantener la paz explicando los objetivos de la revolución patriota; Paraguay decidió rendir honores a las tropas de Belgrano al cruzar de regreso el Río Paraná; porque comprendieron que “El propósito de todas las guerras … es la paz . .” San Agustín.
Sólo el bien por la Patria naciente y la profunda Fe en Dios y la Santísima Virgen en sus varias advocaciones como de la Candelaria, de la Merced nombrada Patrona del Ejército Argentino, fueron los móviles más sólidos que se le pueden atribuir a nuestro “Santo de la Fe”; tal cabe el axioma agustiniano que: “Si está dentro de ti la raíz del amor, ninguna otra cosa sino el bien podrá salir de tal raíz.”; precisamente fue la conducta cotidiana de nuestro héroe de marras.
Aunque parezca increíble, la actitud adoptada por Belgrano en Paraguay, produjo su propia revolución entre los criollos paraguayos, desconociendo a la España invadida, sin aceptar la autoridad de Buenos Aires, entonces decimos que aquello que parecía un fracaso germinó de manera distinta, que en idioma agustino es lo mismo que decir “Si la cosa creída es increíble, también es increíble que lo increíble pueda ser creído.”
Finalmente, la Campaña al Paraguay de 1810/1811 brindó un efecto positivo que se materializó en el Tratado de Asunción y Buenos Aires del 12 de octubre de 1811, que lleva la firma de Manual Belgrano y otro por Buenos Aires y el nuevo Triunvirato del Paraguay; entonces “La fe es creer lo que no ves; la recompensa de esta fe es ver lo que crees.”
Tal parece que el Obispo de Hipona, Doctor de la Iglesia, profetizó la figura de Manuel José (por el padre adoptivo de Jesús) Joaquín (por el papá de la Santísima Virgen María) del Corazón de Jesús Belgrano, razones sobran de la Fe en Dios y de la Madre de Cristo que desarrolló en cada acto de su vida, en toda campaña o batalla en cada escrito o parte de guerra mencionó la ayuda divina que cotidianamente recibió en la búsqueda incansable de la felicidad de su pueblo.
En tanto que los misioneros debemos estar agradecidos a que “El Santo de la Fe”, firmando un tratado desde Buenos Aires no dejó de pensar en sus prójimos o hermanos misioneros, cuando coloca en el Art. 4° del tratado aludido, una protección para Misiones:
“A fin de precaver en cuanto sea posible toda desavenencia entre los moradores de una y otra provincia con motivo de la diferencia ocurrida sobre la pertenencia del Partido nombrado de “Pedro González” que se halla situado en esta Banda del Paraná; continuará por ahora en la misma forma en que se halla, . . . hasta tanto que con más conocimiento se establezca en el Congreso General la demarcación fija de ambas provincias hacia ese costado, debiendo en lo demás quedar por ahora los límites de esta provincia del Paraguay, en la forma que actualmente se hallan, encargándose consiguientemente su Gobierno de custodiar el Departamento de Candelaria.”
Que diría nuestro Papa (Pater inter pares) sobre la conducta de Belgrano por amor al prójimo, cuando al redactar la primer CN, expresó el 30 de diciembre de 1810, a modo de denuncia, “la miseria e infelicidad que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos y los ningunos recursos que les han dejado para subsistir”, se refirió al pueblo de las misiones al tiempo que le daba igualdad de oportunidades a los guaraníes, españoles y mestizos.
Cuando dio por terminada su misión en la expedición al Paraguay y habiendo liberado a los guaraníes de toda desigualdad, formó un ejército de guaraníes con los que marchó para contribuir con el sitio de Montevideo; en tanto que cabe la expresión agustiniana de “Dios no necesita tu dinero, pero los pobres sí. Tú dáselo a los pobres, y Dios lo recibirá.”
Previamente a cada combate o batalla, se oraba rezando el rosario o encomendando el desafío a un integrante del Ejército Celestial. Si bien era común que cada enfrentamiento se terminaba con el fusilamiento del enemigo, pero por su parte Belgrano, perdonó la vida a los derrotados, demostrando sentimientos cristianos genuinos.
Al respecto, San Agustín refiere “Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti.”, axioma que parece ser escrito para nuestro héroe.
Todo aquello que dejó Belgrano en Misiones, sólo podemos referirlo como una ardua tarea, sin la pérdida de un minuto de su vida, con la finalidad de organizar la Patria Naciente, Misiones le debe una herencia magistral e inigualable desde los colores que dieron forma a nuestra Bandera Provincial hasta la primer Constitución Nacional que escribiera bajo la sombra del Sarandí histórico de Candelaria, tal es la labor ininterrumpida del prócer máximo de la libertad e independencia argentina.
Cabe acotar que San Agustín se referiría sobre su Fe, expresando a Dios “Tú nos has creado para ti, y nuestro corazón no está quieto hasta que descanse en Ti.”; y eso demostró suceder en ese corazón inquieto de nuestro caudillo en sabiduría, entrega y profunda fe en todo lo que implementó, por lo que le cabe: “Y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti.”
Cerramos este pensamiento recordando los milagros recibidos en las batallas de Tucumán y Salta, brindando una completa victoria criolla, milagros probados y comprobados en documentos oficiales, los que no detallamos por haber sido escrito en otros artículos ya publicados; pero insistimos que Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano fue un ser Bendecido y guiado en cada uno de sus actos por obra divina, aplicándose la definición agustiniana que dice “La virtud es el arte de vivir bien y con rectitud.”. A tal punto que nos viene a la memoria aquella carta, cargada de humildad, solicitando al Papa autorización para leer algunos libros prohibidos en aquella época, a lo que su Santidad contestó con halagos a la figura de nuestro prócer, expresando que él puede leer todo lo que quiera ya que su formación lo hizo plenamente apto para discernir el bien del mal; en palabras agustinianas equivaldría a decir “fue el orgullo lo que cambió a los ángeles en demonios; es la humildad lo que hace a los hombres ángeles.”
Conclusiones
Sirva como ejemplo de vida este sencillo escrito, que pretende demostrar que no podemos dejar de recordar de dónde venimos, a donde vamos, qué es lo que queremos con nuestra amada Patria Argentina.
Tenemos este paradigma digno de los más grandes seres del mundo, que por designios de Dios que formó parte activa de los pilares fundamentales de la Nación.
¿Qué sucedió que tanto se distorsionara la sociedad de nuestros grandes protagonistas, o acaso no recuerdan las figuras ejemplares de civiles, militares y eclesiásticos que fundaron, desarrollaron e impulsaron la grandeza argentina como los Grales. Savio, Mosconi, Riccheri, Pujato, líderes como San Martín, Ignacio Gorriti, Rosas, Irigoyen, Perón; grandes pensadores como Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Julio Gonzales, miles de ejemplos de honestidad y fundamentalmente ética?
¿Cómo llegamos a esta era de corrupción? De desgobiernos, sólo negociados, decadencia sin igual que nos está llevando a la disolución nacional, a la que vamos como ovejitas descerebradas sin pastor a caer en el abismo del que no se regresa más. Cabe por lo tanto recordar el consejo agustiniano dirigido a los corruptos, que al respecto dijo “El que tiene a Dios lo tiene todo; el que tiene todo menos a Dios no tiene nada.”
¡Argentina despierta!, estamos a tiempo de retomar los valores fundacionales de la libertad e independencia en la búsqueda de la felicidad y desarrollo del pueblo, que es el alfa y el omega de todo lo que sucedió, sucede y sucederá; ¿tan difícil es poder obrar con esta enseñanza básica del Santo de Hipona al decir que “El que nos creó sin nuestra ayuda no nos salvará sin nuestro consentimiento.”?
Terminamos expresando a todo Ciudadano de Bien, que como deber de estricta justicia, después de leer este sencillo homenaje a uno de los más grandes de nuestra historia, debe ser condenar todo acto de corrupción e implementar los valores éticos como el bien supremo de todas las cosas, entonces habremos retomado el camino inicialmente trazado desde la hispanidad.
Fuentes de consulta:
- Autores varios – Historia Misionera – Una perspectiva integradora – Ediciones Montoya (2014).
Licenciado Jorge Nelson Poma
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