Día internacional de la Madre Tierra
- Opinión
“Medio siglo ha pasado desde su primera celebración en el año 1970, desde este blog; “alimentaciondelpresente.com”, todo mi reconocimiento a la Tierra. La humanidad en su conjunto debe abrirse a la fraternidad, al humanismo, al altruismo, a la apertura hacía los demás en la alegría para permitir que este día sea la gran fiesta de la humanidad en el planeta”
Por el cambio a través de la comida
Un nuevo año y la vida nos da una nueva oportunidad para cambiar, para salir de los acomodos y tomar la responsabilidad de priorizar, de poner encima de la mesa cuál es el verdadero papel de desarrollo y vertebración que aglutina una sociedad: el alimento. El ser humano debe tomar conciencia del tiempo perdido, del tiempo malgastado y de los errores cometidos, confiar en uno mismo y en los demás, pero teniendo en cuenta al conjunto de seres humanos y a la Naturaleza de la que formamos parte.
Ensalada de tomate corazón de Huesca con alcaparrones de Ballobar.
Recuperar la armonía y el equilibrio en un territorio a través de la comida es la mejor enseñanza para gestionar la cultura, el sabor, la tradición, la economía, el lenguaje, la investigación, la innovación, la sostenibilidad y la justicia, de manera identitaria, diversa y a la vez complementaria.
La cultura alimentaria en toda su dimensión es la clave para recuperar el orden y dar ejemplo a las nuevas generaciones. Asistimos a un momento revelador, nos enfrentamos a grandes desafíos y, mientras tanto, sigue separándose de la relación que les une a los otros reinos de la naturaleza: al mineral, al vegetal y al animal.
El ser humano no está solo en el planeta Tierra. El orgullo, el poder y el materialismo le están haciendo tambalear en esta sociedad moderna, donde el conocimiento y amor a la comida es cada día más escaso. La realidad que vivimos evidencia el desapego a la cultura y diversidad local frente a un despliegue de intereses por manejar el control de la comida para beneficio de unos pocos que dictan modelos productivos y culinarios totalmente destructivos con la diversidad y singularidad que la vida ha dado en cada rincón del planeta.
En lo que llevamos de siglo se está consolidando el declive de la gastronomía tradicional, el desprecio hacia la cultura o dieta mediterránea y la inacción frente a la gravísima erosión genética de semillas hortícolas y de legumbres que dieron de comer a cientos de generaciones hasta hace medio siglo.
Demasiadas situaciones han confluido para llegar a la situación actual. Interesante reflexión la que necesitan realizar asociaciones ligadas al mundo de la producción y comercialización de alimentos, academias de gastronomía y escuelas de hostelería para reconducir la responsabilidad que les pertenece. En el Estado español hemos sufrido el duro golpe de la crisis y de la corrupción siempre hiriendo de la forma más cruel a los más débiles, pero hay una crisis que afecta a todos por igual sin importar la clase social, política, y/o religiosa, “la crisis del sabor”.
Boliche rojo de Aratores con nabos de Yosa de Sobremonte.
El cambio está en las aulas y debe comenzar con los alumnos de Primaria y Secundaria. El Patrimonio Alimentario debería empezar a ser una materia más de la formación escolar. Las consecuencias de dejar el modelo alimentario en manos de los mercados ya las conocemos. Empezar a reconocer la relación que hay en la mesa entre el plato y el territorio ¡es una cuestión de Estado por el bien de la especie humana y del planeta! Nadie va a comprar lo que no conoce, por eso es necesario valorar la labor de los hortelanos locales, salvaguardar la diversidad genética local para mantener las variedades singulares y el sabor inédito que ofrecen. Hace falta ensalzar la cultura popular ligada al alimento y, por último, es importante reflexionar sobre el papel que tienen nuestras elecciones en la compra.
Resulta paradójico y a la vez inversamente proporcional ver la manera en que los seres humanos nos alejamos de la Naturaleza, del territorio, de la diversidad gastronómica local, mientras por otro lado sorprende la cantidad de cursos, talleres y formación culinaria que se imparten en todo el Estado español. Nunca antes se había despreciado tanto al sabor, a la diversidad y a los productores locales como en la actualidad. ¡Con la influencia que tiene la profesión secular de hortelano sobre el territorio y la salud de un país!
El cambio empieza en uno mismo, es una nueva dinámica para pasar a la acción y abordar las cosas que de verdad son importantes. En consecuencia, la alimentación consciente, la alimentación día a día es la mejor enseñanza para uno mismo y para el colectivo de hombres y mujeres. Es la posibilidad de ser un ejemplo y acceder a personas que están en una apertura de cambio, una mirada nueva a la hora de hacer las cosas.
Ser parte de ese cambio que de forma general a la inmensa mayoría de ciudadanos les gustaría que se produjera no debe ser una carga, ni debe ser tomado como una orden. Es entender que hacemos estas aperturas y acciones para fomentar una cultura social y alimentaria basada en el orden, en el respeto, en el compromiso, en la libertad, en la fraternidad, en el amor, en el gusto por la vida.
Tener un espíritu crítico y una visión clara de las cosas nos da la sabiduría para hacer frente a los nuevos retos y no contagiarnos de los modelos que atentan contra el sabor, la armonía y el equilibrio de la vida en la Tierra. La comida es el ingrediente que permite conectar con la felicidad de manera cotidiana.
Magdalenas de espelta de Pomar de Cinca con azafrán de Monreal del Campo.
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