La agroecología como vacuna
- Opinión
Situémonos a primeros de año. El territorio estaba alzado, tozudamente como dice la canción. En la ciudad había emergido con fuerza el movimiento de jóvenes que quieren parar la crisis climática, Fridays For Future, junto con la reagrupación de activistas de la ecología más veterana bajo el paraguas de ExtinctionRebellion. En el mundo rural, alzados sobre los tractores buena parte del campesinado del país reclamaban precios justos para mantener su actividad. Dos luchas legítimas que, pienso, de ninguna forma pueden ir por separado. De hecho, las respuestas que las dos buscan es la misma, la agroecología, un concepto donde, como el mismo nombre indica, se fusiona la agricultura y la ecología, con una buena dosis de conciencia social y política. La pandemia del coronavirus me reafirma.
Actualmente tenemos modelos agrarios centrados exclusivamente en producir cuanto más mejor. Estos modelos han acabado generando sobreproducciones alimentarias que, en un marco neoliberal y globalizado, son precisamente la causa principal de los precios bajos que denuncia el campesinado y las responsables de la caída de buena parte del sector. Una intensificación productiva centrada en monocultivos como la soja, la palma africana o las granjas intensivas de cerdos que, como certifican todos los estudios, también tienen una buena parte de responsabilidad en la crisis climática y está claramente relacionada con la propagación y contacto con nuevos virus como por ejemplo la gripe A, el Ebola o ahora el Covid-19. La destrucción de hábitats y fragmentación de ecosistemas para promover la agricultura industrial, ha alterado la interacción entre especies, y provocado el contacto entre humanos y animales salvajes necesario para la aparición de nuevas patologías.
Ante esto, la agroecología propone la diversificación de cultivos, las sinergias biológicas y el retorno de la materia orgánica a la tierra. De este modo se obtienen producciones más adaptadas a los mercados locales, ganamos en resiliencia ante los riesgos climáticos y se captura carbono disminuyendo el efecto invernadero. «La agroecología» como dice el movimiento internacional La Vía Campesina, «enfría el planeta» y yo añado es un modelo ‘antipandemias’.
Con la crisis sanitaria tomamos conciencia que hay actividades que son esenciales, como las sanitarias y como la alimentación. El despliegue que está haciendo el pequeño campesinado que ya trabaja bajo este paradigma agroecológico para llevarnos comida fresca a todos los hogares está siendo una lección de flexibilidad y solidaridad. En muchos casos que conozco no solo no especulan – como puede pasar con productos de multinacionales – sino que bajan precios para facilitar el acceso a todo el mundo. Trabajos que no pueden parar. Pero sí que hay que repensar las granas de cerdos donde más del 60% es carne para la exportación o algunas explotaciones intensivas de frutas que, mal pagando a los migrantes, enviaremos quién sabe dónde.
Sueño un territorio desconfinado, pero nuevamente alzado con manifestaciones del campesinado y el ecologismo de la mano reclamando una reconversión del sistema agrario para garantizar un futuro posible, un futuro rural.
- Gustavo Duch Guillot es autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
http://gustavoduch.wordpress.com/
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