Temporada de zopilotes
- Opinión
(22 días de confinamiento)
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Aunque había signos de advertencia, el mundo no estaba preparado para lo que es esta doble contingencia, una seguida de la otra, que se alimentan una de otra, que muestra el agotamiento del esquema neoliberal, de esta etapa del capitalismo. John Foster Bellamy, editor de Monthly Review (4/2/2020), se refiere al capitalismo catastrófico, al conjugarse dos crisis: la económica y ambiental, dentro de la cual encuadra el brote de la pandemia.
Al respecto, no habrá dinero que alcance. Noam Chomsky, en Truthout, (4/1/2020) nos recuerda que todavía, a principios de febrero, el proyecto de presupuesto anual de Estados Unidos para 2021 (que se ejerce a partir de octubre) incluía más recortes en materia de salud, al tiempo que se aumentaba los que se destinan al complejo militar y a la construcción del muro. Por eso, un artículo de The Progressive (4/1/2020) se titula: “Dinero para más camas de hospital, no para el muro de Trump, quien, el 31 de marzo, admitió que los próximos 15 días “serán muy, muy dolorosas” para Estados Unidos.
Por lo pronto, se avecinan días “muy dolorosos” para Venezuela, copada por el despliegue del Comando Sur, con el propósito de contener el tráfico de drogas, que cobra la vida de 80 mil estadunidenses cada año. Sólo que Donald Trump ignora o no quiere reconocer que más del 80 por ciento de la droga que llega a EU lo hace a través de su frontera con México, que para ese tipo de producto es altamente poroso.
En este sentido, el sistema muestra su sinrazón, pues equipo médico, así sea el básico, es desviado a fines policiacos: agentes de la Migra con tapabocas, que deberían usar médicos, que allá, en Estados Unidos, son en un 29 por ciento son inmigrantes, según la Asociación Americana de Medicina.
Sólo en el segundo trimestre del año, 195 millones de trabajadores de tiempo completo (formales) perderán su empleo, y en total mil 250 millones, 38 por ciento de la población económicamente activa global se encuentra en riesgo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que recomienda una política fiscal activa y otorgar ayuda financiera y fiscal a las empresas.
En fin, la emergencia sanitaria muestra la crisis de los sistemas de salud, en mayor medida privatizados: el rostro visible y enfermo del sistema.
Para muchos, atravesamos la crisis más profunda de los últimos cien años, incluyendo la primera y segunda guerras mundiales, la Gran Depresión y la de 2009, de la que emergió la hegemonía del capital financiero, especulativo en esencia. Sin embargo, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, da un diagnóstico peor: “es la mayor amenaza a la humanidad desde la Edad Media”. Y pintó un panorama apocalíptico, al vislumbrar a países hundiéndose como Titanics” (The Times of Israel, 3/21/2020).
Las crisis son cada vez más recurrentes y profundas. No será el fin del sistema, pero sí habrá que desechar el recetario neoliberal. The Financial Times, vocero del gran capital, en un editorial del 4 de abril, reconoce que “la redistribución estará de nuevo en la agenda”. Precisamente, lo que se intenta en México.
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Nunca un presidente mexicano había sido tan cuestionado como lo es Andrés Manuel López Obrador. Tomemos el ejemplo de Juárez, quien, a mediados del siglo XIX, con la división entre liberales y conservadores, llevó a la intervención y al imperio. O Madero, quien es atacado con saña, al proponer un cambio político, democrático, más que un cambio económico y social, pero que basta para que sea visto como un traidor a su clase.
En medio de una doble emergencia, económica y sanitaria, debido al desplome del precio del petróleo y a los estragos de la pandemia, el presidente enfrenta una crisis de confianza de parte del empresariado en torno a las medidas que está llevando a cabo su administración a fin de salir avante.
Su objetivo declarado es terminar con el modelo que predominó durante seis sexenios (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto, de diciembre de 1982 a noviembre de 2018), que se llama neoliberalismo y que él compara con una especie de neoporfirismo. Acusa a sus adversarios de conservadores y reaccionarios, que se resisten al cambio, que él desea que sea tan profundo como lo fueron la Independencia, la Reforma y la Revolución. En suma, que se termine el sistema de privilegios basado en la corrupción, que compara a un virus.
En vísperas de presentar su programa económico (5 de abril), se había referido ampliamente a quienes lo critican: “Si se imponen los reaccionarios, si se retrocede, si regresamos al horror de las políticas neoliberales, pues ya no vamos a tener posibilidades de que las cosas mejoren, sobre todo en beneficio del pueblo. Lo que está en juego no es sólo vencer ante el coronavirus, no sólo es reactivar la economía, sino la transformación de México”, producto de “la colonización mental de 36 años de predominio neoliberal”
La 4T que se pretende, se resume en la consigna: “primero, los pobres”, y hace de la política social o, mejor dicho, la política de distribución del ingreso, el eje del cambio. Y es que el modelo neoliberal resultó, como dice José Luis Calva, del Instituto de Investigaciones de la UNAM, “una eficiente fábrica de pobres”. Una política social que, a través del consumo, oxigena la economía.
Con el Plan Emergente de Reactivación Económica, que se anunció el 5 de abril, se espera crear dos millones de empleos, en los próximos nueve meses. ¿De qué tipo? ¿Por qué no tratar de salvar los millones más de empleos actuales? Debido a la precariedad salarial, empleos igual a ganancias. Esta es la carta sobre la mesa, en una especie de chantaje de parte del capital, pues detrás se halla un viejo sistema de súper explotación, con ropajes modernos. La verdadera normalidad.
Para una parte de la cúpula empresarial, dicho plan resultó decepcionante y con medidas incompletas e insuficientes para el tamaño de la crisis (apenas, dos por ciento del Producto Interno Bruto), por lo que convocarán “a la solidaridad y fraternidad para proteger empleos y a las empresas más pequeñas”. Snif.
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“Es temporada de zopilotes”, admite el propio López Obrador, retomando el título de un libro de Paco Ignacio Taibo II sobre la Decena Trágica (febrero de 1913), que significó la caída y asesinato del presidente Madero, así como la dictadura huertista; todo, bajo el beneplácito de Estados Unidos. Hoy, nos encontraríamos frente a una sistemática ofensiva contra del presidente López Obrador y su proyecto de transformación, de parte de los neoporfiristas.
Los tiempos se traslapan. “Desde 1900 Chiapas se convirtió en el principal estado productor de café del país. Un café que en México se volvió más apreciado porque los mexicanos no lo tomaban. Detrás del milagro cafetalero estaban esas treinta y dos fincas alemanas, en las que vivían no más de trescientos súbditos germanos y sus familias y las veinticinco haciendas propiedad de sus socios mexicanos, pero sobre todo cientos de peones acasillados, que subsistían en condiciones miserables y treinta o cuarenta mil trabajadores de temporal con salarios de hambre. La revolución no llegó a esta zona, cuyo orden agrario permaneció intacto” (Paco Ignacio Taibo II. Retornamos como sombras. Joaquín Mortiz. México. 2012).
Temporada de zopilotes… “aves de rapiña neoliberales”, cantaría Eugenia León.
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