La mentira infecta más que el coronavirus
- Opinión
Cada vez más nos estamos dando cuento de la manipulación y de la ingenuidad en relación a esta epidemia gripal. No es que hay que descuidarse, sino darle la importancia que se merece, ni más ni menos. Podríamos poner en la canasta de la ingenuidad los alarmistas, los individualistas, los que no se interesan en la política, los que no analizan la realidad local y global, los que llenan su refrigeradora por miedo al fin del mundo, etc.
Miren cómo los grandes laboratorios se soban las manos y saltan de alegría por sus cuentas bancarias, como los gobiernos aprovechan para tomar decisiones a escondidas (¡no hay mascarillas pero sí perdigones para matar a manifestantes!). Por allí dice un indígena que ‘el coronavirus es una enfermedad de los blancos’… Claro, si los ‘blancos’ no fueran afectados no hubiera tanta bulla informática. En los países pobres centenares de personas y hasta decenas de miles mueren cada semana por hambre, guerras y enfermedades curables: ¿dónde están los medios de información para escandalizarse, asustarnos y presionar? El sarampión, el cáncer, las enfermedades catastróficas y la misma gripe que todos padecemos en algún momento, matan a más gentes que el rotavirus. ¿Por qué no se organizan campaña para denunciar la poca combatividad de los laboratorios farmacéuticos que podrían suprimir o a lo menos reducir de mucho a estas enfermedades?
El papa Francisco nos dice que ‘la tercera guerra mundial ha comenzado, por pedazos’. La guerra química está en marcha y los laboratorios gringos, europeos, rusos y chinos trabajan 24 horas sobre 24 para perfeccionar la eficacia mortífera de los virus y así matar a mas ‘enemigos’… ¿Cómo que no van a utilizar estos virus para probar sus masacres? Parece que el coronavirus se les escapó de las manos, como el de la ‘vaca loca’, la gripe aviar y la porcina, el ébola (¡Allá en África, por la extrema pobreza masiva, es más eficaz!) y cuántos más. ¿No lo habrán hecho estallar en China porque ya los chinos han pasado a ser la primera potencia económica y digital al nivel planetario?
Tal vez fuera bueno recordar lo que, en su tiempo, dijo Jesús sobre la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo: “¡No se asustan! ¡No hagan caso! ¡Sean vigilantes: No caigan en el descuido ni en la bebida o las preocupaciones mundanas!” Y también el libro del Apocalipsis: “Mira: Estoy tocando tu puerta. Si me abres, entraré, me sentaré a tu mesa y cenaremos juntos.” Esa es la vigilancia mayor que debemos tener: Dios quiere venir a cenar con nosotros, a diario, para una convivencia feliz, sencilla y liberadora… Pero nosotros estamos ocupados en cuántas cosas muy secundarias que nos ocultan lo esencial: la fraternidad, el compartir, la solidaridad, la comunión con Dios…
¡Cuánto egoísmo y rivalidad ya está provocando este coronavirus entre nosotros! Y dejamos pasar la felicidad por la amistad ofrecida, por una vida más comunitaria, más sana, más sencilla… porque el individualismo, la agresividad, el consumismo, los vicios… sí son el fin de nosotros.
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