Derechos de los pueblos indígenas: recurrente injusticia
- Opinión
Más de treinta años han pasado desde la adopción del único Convenio internacional sobre los derechos de los pueblos indígenas, quienes hoy siguen teniendo más probabilidades de ser pobres y de afrontar dificultades particulares en el mundo del trabajo en comparación con sus contrapartes no indígenas. Los organismos internacionales coinciden: es imperioso actuar para resolver la pobreza y las desigualdades que padecen. Pero...
Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado en conmemoración del 30º aniversario del Convenio sobre los Pueblos Indígenas y Tribales, 1989 (número 169), sostiene que es imperioso solucionar el alto nivel de pobreza y desigualdades que padecen los pueblos indígenas.
Todas las regiones del mundo cuentan con pueblos indígenas y tribales, desde el Ártico hasta las selvas tropicales. Si bien no se dispone de una definición universal del término “pueblos indígenas y tribales”, en el Convenio se establece un conjunto de criterios subjetivos y objetivos cuya aplicación conjunta permite determinar la identidad de tales pueblos en un país determinado.
Habida cuenta de la heterogeneidad de los pueblos que trata de proteger, el Convenio utiliza los términos inclusivos de pueblos “indígenas” y “tribales”, y atribuye el mismo conjunto de derechos a ambos grupos. Cabe citar, a modo de ejemplo, que en algunos países de América Latina el término “tribal” se ha aplicado a determinadas comunidades descendientes de africanos.
Los términos empleados a nivel nacional, como adivasis, moradores de las montañas, tribus de las colinas o cazadores-recolectores, con frecuencia se utilizan para describir a los pueblos indígenas y tribales, y muchos países han instaurado registros específicos de dichos pueblos.
Nunca deberíamos olvidar, que los pueblos indígenas padecen – entre otras cosas– las consecuencias de la injusticia histórica, como la colonización, la desposesión de sus tierras, territorios y recursos; la opresión y la discriminación, así como la falta de control de sus propios modos de vida. En realidad, los Estados coloniales y modernos, en la búsqueda del crecimiento económico, les han denegado ampliamente su derecho al desarrollo.
No obstante, hoy representan casi el 19 por ciento de quienes viven en situación de pobreza extrema (quienes viven con menos de 1,90 dólares al día). Incluso cuando se utilizan umbrales de pobreza menos rigurosos (3,20 o 5,50 al día), un número desproporcionado de pobres pertenecen a pueblos indígenas.
“Muy poco se ha avanzado en la mejora de la vida de los pueblos indígenas”, señaló Martin Oelz, especialista de la OIT y coautor del informe. “Sería conveniente lograr más ratificaciones del Convenio, y adoptar medidas de cara a su aplicación efectiva. Para que las políticas públicas atiendan a las necesidades de los pueblos indígenas y reflejen sus aspiraciones, es imprescindible resolver la ausencia generalizada de marcos institucionales y jurídicos que propicien su participación en la adopción de decisiones”, añadió.
Las nuevas cifras incluidas en el informe de la OIT Hacia un futuro inclusivo, sostenible y justo indican que el número de pueblos indígenas en el mundo es considerablemente superior a lo que se creía: equivalen a más del 6 por ciento de la población mundial, lo que representa a más de 476 millones de personas, significativamente más que la combinación de las poblaciones de los Estados Unidos y el Canadá.
En todo el mundo, se estima que hay más de 5.000 comunidades indígenas distribuidas en unos 90 países. A nivel mundial, más del 80 por ciento de los pueblos indígenas vive en países de ingreso mediano. “Para que las políticas públicas atiendan a las necesidades de los pueblos indígenas y reflejen sus aspiraciones, es imprescindible resolver la ausencia generalizada de marcos institucionales y jurídicos que propicien su participación en la adopción de decisiones", agregó Martin Oelz.
Ser indígena es ser pobre
Algunos estudios sobre las condiciones socioeconómicas de los pueblos indígenas de América Latina demuestran que ser indígena equivale a ser pobre y que con el tiempo esa situación se ha perpetuado. Aun cuando hayan podido acumular capital humano (es decir, oportunidades de educación o capacitación), no pueden convertirlo en ganancias significativamente mayores ni reducir la pobreza que la diferencia de la población no indígena.
Esta conclusión es válida para los países cuyos pueblos indígenas constituyen una pequeña fracción de la población general, como México y Chile, así como en países en que una gran parte de la población es indígena, como en Bolivia.
El Convenio es el único tratado internacional abierto a la ratificación específicamente destinado a promover y proteger los derechos de los pueblos indígenas y tribales. En la actualidad, solo 23 de los 187 estados miembros de la OIT han ratificado el Convenio, lo que equivale a decir que solo un 15 por ciento de los pueblos indígenas del mundo vive en países cubiertos por el mismo.
Otra conclusión del informe es que, pese a su predominancia entre los pobres, a nivel mundial, los pueblos indígenas tienen una tasa de participación laboral superior a la de sus contrapartes no indígenas (el 63,3 por ciento, en comparación con el 59,1 por ciento). Sin embargo, estas cifras de participación laboral van acompañadas de diferencias sustanciales en cuanto a la calidad del trabajo: a menudo, los pueblos indígenas sufren malas condiciones de trabajo y discriminación.
Incluso siendo asalariados, los integrantes de los pueblos indígenas ganan en promedio el 18% menos que sus contrapartes no indígenas. Más del 86% de los pueblos indígenas del mundo trabaja en la economía informal, lo cual suele asociarse con malas condiciones de trabajo y falta de protección social. El trabajo en esas situaciones suele caracterizarse por la precariedad o la peligrosidad, la escasez o ausencia de contratos, así como la presencia de riesgos para la salud y la seguridad.
Las mujeres indígenas afrontan problemas particulares. Sus tasas de informalidad son más de 25 puntos porcentuales más elevadas que las de sus contrapartes no indígenas. Son las que menos probabilidades tienen terminar la educación básica y quienes más probabilidades tienen de estar en situación de pobreza extrema. También tienen la participación más alta en el trabajo familiar auxiliar (de casi el 34%) y sólo una cuarta parte (el 24,4%) de las mujeres indígenas tienen trabajo asalariado, una proporción inferior a la de las mujeres no indígenas (el 51,1 por ciento) y los hombres indígenas (el 30,1 por ciento).
Asimismo, el informe subraya que, pese a los progresos logrados en los marcos de política pública, es urgente eliminar las desigualdades a las que están expuestos los pueblos indígenas. Se precisan muchas acciones para superar la situación y empoderar a las mujeres y hombres indígenas como actores en los ámbitos del desarrollo y el clima, de forma de lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y hacer realidad el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.
Colonialismo, genocidio, neocolonialismo
En particular en las zonas rurales, los pueblos indígenas recurren cada vez más al empleo asalariado (ocasional y estacional) en explotaciones y plantaciones o en minas como fuente de ingresos, y cabe señalar que esas ubicaciones corresponden al punto de inicio de diversas cadenas mundiales de suministro.
La pérdida del acceso a tierras y recursos naturales conlleva una grave amenaza añadida para las instituciones, las culturas y los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas (incluido el menoscabo de los conocimientos tradicionales entre los jóvenes de los pueblos indígenas), activos fundamentales para combatir el cambio climático, potenciar las prácticas agrícolas sostenibles, y fomentar el uso y la gestión sostenibles de los recursos naturales.
Desde tiempos inmemoriales los pueblos indígenas y las comunidades locales han sido los depositarios de los conocimientos y los recursos tradicionales y han aplicado el derecho consuetudinario consagrado en su cosmología espiritual. Los colonizadores y los Estados poscoloniales debilitaron y destruyeron gran parte de los conocimientos tradicionales, que incluyen el derecho consuetudinario y el folclore, al imponer sus propios sistemas jurídicos, sus conocimientos y su concepción del mundo a los pueblos indígenas.
Podemos agregar que en la actualidad se aprecia cada vez más el valor y el potencial de los conocimientos tradicionales. Pero para avanzar, es fundamental que se ratifique y aplique el Convenio de la OIT 169, en particular para establecer y afinar las instituciones públicas y los marcos jurídicos a fin de que favorezcan tanto la celebración de consultas con los pueblos indígenas como su participación.
La llegada colonizadora europea a las costas americanas produjo un avance notable de la humanidad, pero el progreso no puede ocultar la magnitud de la tragedia consumada. La sociedad capitalista pese a quien le pese se concibió a partir del genocidio, la esclavitud y el saqueo impulsado por las potencias europeas de la época. El alumbramiento del nuevo sistema económico se amasó con la sangre de millones de seres humanos.
Este es el costo del “desarrollo insostenible” actual. Las grandes represas y las actividades mineras han causado en muchos países el desplazamiento forzado de miles de personas y familias indígenas, que no han recibido una indemnización adecuada. Varias comunidades han sido trasladadas de los parques nacionales en contra de su voluntad, mientras que el desarrollo turístico de algunas naciones ha causado el desplazamiento de poblaciones indígenas y su creciente empobrecimiento.
Cuando los pueblos indígenas han reaccionado y han tratado de hacer valer sus derechos, en muchos casos han sido objeto de maltrato físico, encarcelamiento, tortura e, incluso, asesinados.
La deuda es muy grande y hoy no se trata solo de los colonizadores, cuantos gobiernos actuales se siguen perpetuando en el poder sobre la base del Fondo Monetario Internacional y/o el Banco Mundial. Entre las miserias de sus pueblos, humildemente, calladamente con paso de plomo y paciencia de demiurgo, entre cadáveres de estrellas y despojos del progreso, los pueblos indígenas caminan su soledad cuasi en la indiferencia, entre los jardines de la luna, y el fuego de sus bosques.
Eduardo Camin
Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )
http://estrategia.la/2020/02/17/derechos-de-los-pueblos-indigenas-recurrente-injusticia/
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