La despedida de Guaidó

10/02/2020
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Me he enterado de que en Venezuela la oposición anda eufórica porque en su discurso sobre el Estado de la Unión ante el Congreso de Estados Unidos el Presidente Donald Trump mencionó a Juan Guaidó, que estaba presente. Lo elogió y agradeció sus servicios a favor de la Libertad (¡entendida en su versión imperial!) y pidió para Guaidó un aplauso, que resultó en una ovación. Tal vez la única que ha recibido.

 

A la oposición se le escapa que es de buena práctica agradecer a los empleados los servicios prestados al patrón cuando se les despide y que a los actores se les despide con un aplauso cuando terminan la representación. ¡La Commedia é finita!

 

La sutileza no es un rasgo que caracterice a la oposición venezolana, que ya anda escasa en cuanto a percibir crudas realidades. Eso hace difícil lograr una colaboración con el gobierno para sacar a Venezuela del estado de postración en que se encuentra. La oposición y sus mandantes piensan como la paradoja que gustan decir los cubanos: Lo bueno de esto es lo malo que se está poniendo

 

La oposición vive sumida en fantasías: en presidentes irreales, chismes y bulos que circulan por las redes sociales; tanta fantasía cuando debiera usarse en formular propuestas concretas aceptables por ambas partes para trabajar de modo efectivo hacia objetivos nacionales como la soberanía alimentaria, recuperar la capacidad productiva del país o lograr un funcionamiento de los servicios de agua y electricidad al nivel habitual de los países civilizados.

 

Por su parte, el gobierno del Presidente Maduro debiera reconocer la ineficiencia de los cuadros con los que hasta ahora ha fracasado en lograr estabilizar la economía o los servicios básicos del país.

 

En todo gobierno hay algunos funcionarios indeseables porque viven engreídos de su ignorancia y haraganería; cuya única habilidad parece ser la de urdir calumnias e intrigas para evitar que colaboraren con el gobierno personas más competentes cuya eficiencia revele sus limitaciones.

 

Ese proceder era un rasgo corriente en la política de la IV República que, desgraciadamente, se reproduce con virulencia en la actual administración bolivariana.

 

Ese tipo de persona estorba en cualquier equipo. Tolerarlos es muy peligroso para un gobierno que desafía las furias del Imperio

 

Es cierto que en la oposición hay culpables de sabotajes y desórdenes cuya única propuesta política parece ser la de remplazar el actual gobierno.

 

El gobierno del presidente Maduro debe abandonar la ofuscación sectaria y reconocer que fuera del PSUV hay gente abnegada y patriota con probada experiencia administrativa que bien pudiera ayudar a devolver una efectividad a la administración pública.

 

También hay, fuera del PSUV, muchos venezolanos competentes que por ser decentes que reconocen algunas virtudes al chavismo y que, sin ser marxistas, combaten con ardor la ideología que mueve la globalización neoliberal.

 

Esos venezolanos comparten la postura que mantienen líderes mundiales como Putin en Rusia, Orban en Hungría o Fernández en Argentina. Algunos de esos venezolanos están culturalmente bien equipados y son compatibles con quien aspire a mejorar el nivel de vida y a defender la soberanía venezolana contra el asedio del Imperio; son gentes que bien pudieran ser útiles para sacar a Venezuela del actual atolladero.

 

El despido del pantallero Guaidó y la elección de un nuevo Presidente en la Asamblea Nacional debieran facilitar un clima propicio para que el gobierno del Presidente Maduro se abra a la participación de nuevos colaboradores que aporten propuestas realistas útiles para solucionar los difíciles problemas que hoy aquejan a Venezuela. ¡En política lo que no crece perece!

 

Madrid 06/02/2020

https://www.alainet.org/es/articulo/204675
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