¿Superará Latinoamérica sus ancestrales desigualdades?
- Análisis
Los dos primeros meses del 2020 diversos acontecimientos proyectan una agudización política en Latinoamérica y los desplazamientos migratorios hacia Estados Unidos.
Fenómenos atmosféricos y telúricos impactaron sobre Puerto Rico y todavía sus habitantes esperan la ayuda federal anunciada por el gobierno de Donald Trump.
En Centroamérica, específicamente en Honduras y Guatemala, siguen preparándose las caravanas de ilegales que sueñan cruzar las fronteras tratando de ingresar al territorio estadounidense.
Algunos las denominan “caravanas de la muerte” porque frecuentemente dejan saldos trágicos.
Ahora México ha endurecido la seguridad fronteriza con sus vecinos centroamericanos procediendo a devolver a miles de guatemaltecos, salvadoreños y hondureños a sus respectivos países.
El verano, otoño e invierno del 2019 tres estaciones que dejaron en América Latina variadas temperaturas y terribles acontecimientos desde voraces incendios, sismos, inundaciones, crisis políticas y protestas sociales exigiendo el cese de la corrupción y las desigualdades sociales.
La gente está cada vez más consciente del peso negativo que ejerce la corrupción administrativa del Estado en los bolsillos de los núcleos empobrecidos.
Pese a ello, los organismos financieros internacionales lucen tímidos para “presionar” a los gobiernos que dilapidan los recursos públicos afectando sensiblemente las inversiones en obras sociales.
Millones de dólares prevenientes de créditos financieros van a parar a los bolsillos de funcionarios inescrupulosos que solo buscan enriquecerse desde el poder aunque aumenten la pobreza y miseria de sus conciudadanos.
Ante un panorama de incertidumbre la única “salida” de los pobres latinoamericanos es intentar ingresar a EE.UU.
Mayores controles y sanciones
Hay consenso de que la única manera de parar la vorágine de la corrupción en Latinoamérica es introduciendo mecanismos de controles severos y drásticas sanciones hacia los gobernantes que cargan con el dinero de los contribuyentes.
Según la CEPAL, en 2017 la tasa general de la pobreza en la región fue de 30,2% y la pobreza extrema creció 10,2%. Bolivia, Brasil y Ecuador encabezan la lista del aumento de la pobreza extrema.
El 42 por ciento de los empleados en América Latina devenga un ingreso inferior al sueldo mínimo en sus respectivos países.
Entre 2014-2019 la economía Latinoamericana presentó serias adversidades destacándose caída del Producto Interno Bruto; retroceso de la inversión, descenso del PIB per cápita, aumento de la tasa de desempleo y deterioro de la calidad de vida.
Para este 2020, el crecimiento económico de América Latina podría situarse apenas en 1,3%.
El despertar Latinoamericano en países como Chile, Puerto Rico, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Haití y República Dominicana es señal de que los ciudadanos no aguantan más las injusticias y el desfalco de bienes públicos.
Los ecuatorianos estremecieron las calles de su capital, Quito, y también en Guayaquil exigiendo al gobierno de Lenin Moreno, reformas sociales urgentes y dejar sin efectos el recetario impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En octubre el nivel de protestas se agudizó ante las demandas de reducción del alto costo de la vida, la adopción de nuevas políticas para frenar los femicidios y por la igualdad de género y contra el alza de los combustibles.
Hubo 23 muertos, más de dos mil heridos y centenares de apresamientos en las protestas que provocaron destrucciones de instalaciones públicas y privadas, según contabilizó la Fiscalía de Chile.
Los chilenos sorprendieron al mundo con dramáticas manifestaciones que exigían la renuncia del presidente Sebastián Piñera y el cambio de políticas sociales.
Tras un mes de destrozos, enfrentamientos de jóvenes con los carabineros, paralizaciones y suspensiones de las principales actividades públicas, las autoridades optaron por introducir nuevas compensaciones como aumentos salariales, facilidades a los gremios, reducciones de las tarifas del transporte y de los precios de combustibles.
Actualmente el congreso chileno trabaja en un proyecto de modificación constitucional promovido por el Poder Ejecutivo, para introducir entre otras cosas reformas sociales para los empobrecidos.
La Isla del Encanto
Las cacerolas y los movimientos de protestas de miles de puertorriqueños diseminados por las calles de la capital, San Juan, obligaron al gobernador Ricardo Rosselló a renunciar al cargo el 25 de julio con efectividad el dos de agosto. El detonante fue la rampante corrupción del gobierno que presidió.
Puerto Rico ha sido afectado sensiblemente por sucesivos terremotos y fuertes temporales de lluvias que provocaron inundaciones y destrucciones de varias comunidades, dejando miles de muertos y heridos así como pérdidas materiales de millones de dólares.
El huracán “María” registrado en septiembre del 2017 prácticamente devastó la isla y todavía es la fecha en que sus principales infraestructuras no han sido reparadas, como el caso del servicio eléctrico. Se estima que tres mil personas murieron por ese fenómeno de la naturaleza.
El 7 de enero del presente año un terremoto de 5,9 produjo severos daños a viviendas y edificios en la zona sur de Puerto Rico y el gobierno de Donald Trump dispuso la ayuda federal aunque hay quejas por la lentitud y volumen de la misma.
Miles de familias desplazadas y damnificadas siguen instaladas en carpas y refugios en comunidades puertorriqueñas.
Otras naciones suramericanas como Venezuela, Colombia, Bolivia, Argentina y Brasil igualmente se sumaron a las masivas protestas sociales en demandas del cese de la corrupción, el alto costo de la vida y el deterioro de los principales servicios públicos.
El premio nobel de Economía, Joseph Stiglitz, un científico de la Universidad de Columbia, Nueva York, al referirse a las protestas en Latinoamérica sostiene que: ”La sorpresa fue que el malestar tardara tanto en manifestarse”.
Incendios forestales
La región de la Amazona sufrió serios daños tras varios incendios que arrasaron millones de hectáreas de bosques y mataron miles de animales silvestres en los litorales de Brasil, Bolivia y Colombia.
Se estima que un millón 800 mil hectáreas incluyendo bosques endémicos ardieron en las praderas bolivianas.
Brasil perdió 89 millones de hectáreas de bosque en los últimos 33 años, según datos del sistema MapBiomas, iniciativa sobre el Observatorio del Clima que monitorea esa nación suramericana. Sólo en agosto del 2019, un incendio arrasó con 2,5 millones de hectáreas.
En la mayoría de los casos son provocados por los depredadores de la naturaleza que acumulan riquezas a costa de la destrucción del medio ambiente.
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