La peligrosa actividad de la tectónica geopolítica mundial

Una catástrofe es cada vez más probable

10/01/2020
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  • Opinión
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Las placas del poder mundial se reacomodan, viajan en diferentes direcciones e inevitablemente colisionan cuando las zonas de interés coinciden generando conflictos. En esas zonas de fricción la presión se acumula, la temperatura aumenta y las posibilidades de un desastre se incrementan peligrosamente.

 

Hay en día hay al menos tres grandes bloques de poder mundial y unos cuantos de poder regional, todos se expanden y fortalecen en defensa de sus intereses y tratan de asegurar sus áreas de influencia y zonas de seguridad, el problema ocurre cuando las mismas zonas son del interés de un rival político, es justo en ese momento cuando los bloques colisionan y al igual que con las placas geológicas, las zonas de fricción generan fallas en las que la presión se acumula hasta el punto de desencadenar violentamente las fuerzas naturales.

 

La eterna tensión en la falla de Oriente Medio

 

Existen fallas geopolíticas históricas como la siempre conflictiva zona de Medio Oriente, la región que literalmente nada en petróleo es un área de permanente conflicto donde se mezclan tanto los intereses de la grandes potencias mundiales como las de los actores más importantes en el plano estrictamente regional; justo ahora los conflictos de Siria y Yemen, el reconocimiento unilateral de Estados Unidos de Jerusalén como capital de Israel y la soberanía del estado judío sobre el Golán sirio, así como la tensión entre la nación hebrea y la república islámica de Irán por la supremacía regional constituyen un auténtico polvorín a punto de estallar. En este punto es imposible dejar de mencionar que hay colosos geopolíticos involucrados, Rusia está presente en Siria en defensa de sus intereses y en pos de recuperar su antigua zona de influencia y seguridad, 2 bases militares en el territorio y la cercanía de la flotilla del Caspio y las fuerzas del Mar Negro otorgan a Rusia un peso innegable. Por otra parte, los Estados Unidos despliegan un poder extraordinario facilitado por su imponente flota global y el apoyo de sus múltiples aliados árabes. En el caso de un conflicto en el Medio Oriente el poder de los actores regionales directamente involucrados, Israel e Irán y la potencial participación de las superpotencias pronostican una catástrofe para la región con consecuencias globales.

 

Los acontecimientos de este año nuevo 2020 vuelven a confirmar a esta región como una de las zonas más activas de la tectónica geopolítica mundial; el asesinato del General Soleimani de Irán, cuyo cargo oficial no logra reflejar su importancia en la política de su país y la región, constituye un acto de terrorismo de estado ordenado por el mismo Trump, quien, pasando por encima del Congreso, del Pentágono y hasta de la propia inteligencia imperial, según se ha venido revelando después del acto terrorista ampliamente repudiado a nivel mundial.

 

Los acontecimientos se han precipitado rápidamente: La promesa de venganza de Irán por el martirio de un héroe nacional, y el segundo hombre más fuerte de la nación persa luego del líder Jamenei, según los analistas especializados en Medio Oriente; las amenazas descaradas a sitios históricos de enorme importancia cultural para Irán y para la humanidad, que generaron reacciones mundiales casi unánimes; y finalmente la esperada respuesta iraní en la forma de un ataque misilistico contra objetivos estrictamente militares estadounidenses y específicamente contra la base desde donde se lanzó el ataque fatal contra Soleimani. Esto demuestra que la dirigencia de Irán calculó inteligentemente su respuesta para vengar la afrenta dentro del marco del derecho internacional, al tiempo que evita el estallido de un conflicto total con Estados Unidos que en realidad no desea. De cualquier forma, aunque las reacciones de la Casa Blanca resultan hasta ahora sospechosamente moderadas (porque tampoco les conviene una guerra abierta en este momento), la región y el mundo aún mantienen la esperanza de la paz pero con la respiración contenida

 

Irán ha dicho en la ONU que no habrá nuevos ataques a menos que Estados Unidos cometa una nueva diablura, en cuyo caso la respuesta será aplastante y generalizada; es decir que todo depende del próximo movimiento en el tablero regional y mundial, Irán ya movió en respuesta a la osada y sucia jugada de la primera (por ahora) potencia mundial, los otros grandes jugadores globales han hecho movimientos moderados pero significativos (las declaraciones de China y la visita sorpresa de Putín a Siria no tienen nada de casuales), y ahora dependerá de la sensatez de la próxima movida del imperio en decadencia, un movimiento desproporcionado como el que prometió Trump en algún momento durante la semana podría incendiar la región y enviar ondas peligrosas a las otras zonas geopolíticamente activas del mundo con consecuencias impredecibles e inasumibles.

 

La OTAN y el bucle de la anaconda contra el oso ruso

 

Estados Unidos y sus aliados agrupados en la OTAN vienen aplicando presión sobre Rusia con la estrategia del bucle de la anaconda, literalmente se trata de asfixiar a Rusia cercando y presionando su frontera, la justificación viene de la mano de la rusofobia de la dirigencia política y el fantasma de la amenaza rusa con la que tienen asustados a sus pueblos.

 

Levantando las falsas banderas de la libertad de navegación y la defensa de las repúblicas ex soviéticas de los abusivos rusos, los buques y aviones de la alianza se acercan cada vez más a las fronteras rusas exhibiéndose militarmente en el Mar Negro y el Báltico, la presencia naval, los sobrevuelos y los ejercicios militares en las narices de los rusos son provocaciones que pueden desatar la ira de un oso que ya no hiberna y que si bien puede que no tenga intenciones de salir a cazar a los vecinos, sí que puede defenderse y vencerlos dentro de su propio coto de caza; el apoyo descarado a la hostil Ucrania y el ataque desleal contra el Nord Stream 2, pueden ser las puntas de lanza que eleven la temperatura en este frente.

 

Idénticas pretensiones tienen Estados Unidos y la OTAN con el Ártico, solo que allí la fortaleza y superioridad rusas son incuestionables, la única razón por la que la poderosa flota de la alianza no se pavonea en el Ártico es porque en caso de quedar atrapados en el hielo solo los odiados rusos podrían liberarlos de una lenta y helada muerte. Desde el otro extremo Japón, otro de los aliados estratégicos de los Estados Unidos, está abandonando disimuladamente su política militar meramente defensiva y se fortalece para presionar a Rusia en el Pacífico por la vieja disputa de las Kuriles; aviones y misiles nuevos comprados a los Estados Unidos, la adaptación de dos grandes portahelicópteros como portaaviones y la modificación de la doctrina militar hablan de las intenciones de aumentar la fricción no solo con Rusia sino también con China. Un estallido de hostilidades entre Rusia y la OTAN difícilmente pueda considerarse un conflicto local y rápidamente puede escalar a una guerra de consecuencias mundiales.

 

El papel de Rusia en el conflicto actual en Medio Oriente resulta crucial; en los últimos años, luego de su intervención en Siria, se ha posicionado como un actor de primer orden en todos los asuntos de la región, desplazando lentamente a los Estados Unidos de ese lugar con un fino equilibrio de diplomacia y fuerza; sin lugar a dudas que el momento actual entre un Estados Unidos empeñado obstinadamente en seguir reinando unilateralmente en la región (y el mundo), y un Irán con toda la media luna Chiita (obra sobre todo de Soleimani) jurando expulsarlos de la región, constituye un momento crucial para Rusia, no solo sobre el rol coyuntural en este conflicto de momento regional, sino en su posicionamiento definitivo en el pretendido mundo multipolar por el que aboga.

 

El mar de China y el dilema de Tucídides

 

China ya es una potencia de primer orden global, no solo es la segunda economía mundial y la tercera potencia nuclear, su influencia es ya de escala planetaria y su poder militar, tanto nuclear como convencional crece a ritmo acelerado y pasos agigantados; con todo ese poder aumentan los intereses y pretensiones geopolíticas, en primer lugar en el Pacífico y todo el lejano oriente, una zona que representa el centro de gravedad de la economía mundial y en la que colisionan los intereses propios con los de los Estados Unidos, Japón, la India y los tigres asiáticos encabezados por Corea del Sur.

 

Los Estados Unidos de nuevo apelando a la libertad de navegación presiona en los que China considera sus aguas territoriales, aviones, destructores, portaaviones, submarinos desfilan desafiantes frente al gigante asiático, el problema es que este es un gigante que no deja de crecer y cada vez es menos impresionable; los chinos superan la taza de producción de naves de guerra de los Estados Unidos y su tamaño y poder (de los destructores) es cada vez mayor, de igual forma desarrollan y despliegan misiles de mediano alcance con la capacidad de comprometer las bases enemigas en el pacífico y a los propios grupos de portaviones; apenas el año pasado un destructor chino literalmente empujó un destructor estadounidense fuera de las aguas que defendía, sencillamente si no se retiraba la colisión era inevitable.

 

Tucídides decía que entre una potencia establecida y una emergente de creciente poder la confrontación era la forma de definir la supremacía. Es cierto que los propios chinos aún reconocen que no están del todo listos y existe una brecha de poder que están cerrando cada vez más; no obstante si bien no van a buscar un choque mientras se preparan mejor tampoco van a retroceder en caso de ser provocados, después de todo los recursos militares de Estados Unidos están dispersos en todo el mundo mientras que los de China están todos a la mano y concentrados en su propio espacio. Al igual que en Europa un conflicto en esta zona estremecería el planeta hasta su transformación o absoluta o su destrucción plena. Aquí la presión imperial tampoco sede ni un milímetro, la guerra comercial (que podría cambiar de apellido en cualquier momento), la injerencia en Hong Kong y el apoyo descarado a Taiwán son los posibles detonantes en esta región. Sobre la situación en Medio Oriente China ha actuado moderamente según tradición su diplomática, pero los ejercicios navales conjuntos con Rusia e Irán en diciembre, enviaron un mensaje del que el imperio tomo debida nota.

 

Venezuela y la sorpresiva falla caribeña

 

Los acontecimientos en la República Bolivariana de Venezuela han sorprendido al mundo, siempre pendiente de las zonas calientes antes descritas, no obstante, la nación de Bolívar siempre ha sido, es y será importante en la geopolítica mundial, por una parte por sus inmensas riquezas naturales que siempre la convertirán en objetivo de cualquier proyecto hegemónico global; la ubicación privilegiada del país y el papel que en el plano político ha jugado en los últimos 20 años tampoco permiten subestimar su importancia.

 

Por otra parte, los cambios políticos continentales y el giro hacia la extrema derecha en Latinoamérica hacen del país bolivariano prácticamente el último enclave para los planes de China, Rusia y otras potencias emergentes de tener una importante presencia en Latinoamérica. La situación en Venezuela es cada vez más tensa, los Estados Unidos no ocultan sus intenciones imperiales y se atreven incluso a invocar la doctrina Monroe, su prepotencia y descaro chocan con una resistencia internacional que no se esperaban; con su campaña en Venezuela lanzaron un guante en la cara de Rusia y China y el desafío al parecer fue aceptado; tampoco esperaban contar con la lealtad de los militares para con la constitución y el gobierno y menos aún con la capacidad de resistencia del pueblo venezolano. En todo caso es obvio que como venezolanos hacemos votos por una solución pacífica en el marco del derecho internacional y del respeto por nuestra soberanía nacional, en cambio si la situación en Venezuela deriva en un conflicto violento con la participación de Estados Unidos y sus aliados locales o Atlánticos las consecuencias pueden ser impredecibles, sobre todo si se llegan a involucrar otras fuerzas poderosas del orbe y en ese caso la falla más reciente de la tectónica geopolítica mundial pudiera ser la que desencadene la reconfiguración del mundo.

 

Desde la primera versión de este artículo en tableroordenmundial.blogspot.com, cosas interesantes han ocurrido en este lado del mundo: Celebramos la derrota en Argentina de Macri pero lamentamos con furia contenida el golpe contra Bolivia (porque el proyecto político que representó Evo va mucho más allá de un hombre y ese pueblo no se va a dejar quitar su futuro); por su parte Venezuela, con un enorme sacrificio de parte de todos nosotros, ha resistido para sorpresa de todos y ahora cuando el instrumento imperial para aislar al país, Guaidó, se queda sin la “legitimidad” que le otorgaba la presidencia de la Asamblea Nacional (en desacato), y cualquier otro mandatario estadounidense, hubiera aprovechado el aumento de las tensiones en Medio Oriente para distender las relaciones con el otro gran proveedor seguro de petróleo (Venezuela), la administración Trump ha ordenado otro montaje paralelo y autoproclamado para continuar con su agenda contra Venezuela y los venezolanos.

 

Sin lugar a dudas que hoy confirmamos que la humanidad, la paz, el derecho internacional y los pueblos del mundo cuentan con un poderoso enemigo, y resulta el mismo que la industria de los medios, el cine, la televisión y los comics siempre nos presentaron como los guardianes y protectores de la democracia, la verdad y la justicia mundial, al parecer el Capitán América si es el líder de Hydra.

 

Prof. Oswaldo Espinoza.

Pltgo. Msc. Docente de estudios políticos / investigador del centro internacional Miranda.

 

https://tableroordenmundial.blogspot.com/

 

https://www.alainet.org/es/articulo/204140?language=es
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