¿Quién engaña a quién?

03/12/2019
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Dedicado a Rosario Piedra, luchadora vital

 

Cuanto mayor es el nivel civilizatorio alcanzado por una sociedad, más claramente se percibe la extraordinaria complejidad de la vida. Es el momento en que la libertad y el conocimiento nos enfrentan a una intolerable cantidad de decisiones y de interrogantes que nos paralizan, cuando no nos obligan, a dar un paso adelante sin habernos propuesto darlo.

 

El internet y la técnica están provocando en la mayor parte de nosotros la angustia de cara a lo que no es asumible, desbordando los mecanismos que nos habíamos construido para convencernos de que de ciertos manejos surge nuestra prefabricada comprensión del sentido de la vida y de nuestro entorno.

 

Desde 1927, fecha en la que apareció con el beneplácito del público el libro "Propaganda", escrito por Edward Bernays siguiendo el método psicoanalítico con su tentativa de manejar las fibras del inconsciente, con la misma fuerza a lo largo de los 90 años transcurridos sin apenas modificar su continuidad. En fechas más recientes apenas hemos percibido que allí está y que forma parte del ámbito más oscuro de la cultura.

 

A casi un siglo de distancia hemos hecho nuestra la convicción de que si bien es indeseable el permanente direccionamiento de nuestras preferencias mercantiles y políticas, son poco numerosos quienes creen que se puede contener la manipulación que se atribuye a la publicidad y la propaganda; en suma, a la psicopolítica. Esperemos que esta crítica a las manipulaciones madure; mientras tanto, resignémonos a vivir en un mundo psicopolítico a merced de las instituciones financieras y las sutilezas geopolíticas.

 

La psicopolítica es el último paso dado en la guerra psicológica; es una disciplina que se atreve a postular los mecanismos inconscientes y capaces de conmover a un ser humano en el instante preciso en el que el sistema social y financiero reclama la acción de los controles que activan la conmoción. La eficacia de esos mecanismos consiste en provocar la identificación del ciudadano con un modelo sustraído de su inconsciente, que es el área donde se desarrollan los anhelos y los rechazos más profundos.

 

El objetivo de la publicidad y la propaganda es, pues, el de envolver a nuestra civilización en lo políticamente correcto.

 

El psicoanálisis freudiano es un recurso liberador

 

Bernays era un pariente muy próximo del fundador del psicoanálisis Sigmund Freud. Del fundador de la psicología dinámica podemos hoy esperar que nos arroje el salvavidas requerido para la desarticulación de los controles. A diferencia de la psicología domesticadora que se imparte en las universidades, que identifica en falso la adaptación reclamada por el psicoanálisis con el conformismo, la diferencia entre ambas conceptualizaciones es esencial.

 

Esencial para identificar los mecanismos que permitan a cada individuo la modificación del mundo, sin que dicho anhelo caiga en la alucinación y el delirio. La adaptación y no el conformismo que nos impone la psicopolítica, se expresa en la capacidad de juzgar la realidad y las consecuencias reales de nuestros actos.

 

La destructividad del mito

 

El semanario mexicano Proceso, publicó (24.11.19) un artículo intitulado El PCM en las raíces de la 4T.  Jorge Alcocer y Pablo Gómez son los encargados de hacer una reflexión histórica del Partido Comunista Mexicano, fundado en 1919 por los militantes anarquistas de la Casa del Obrero Mundial a quienes el obregonismo asignó la tarea iniciadora.

 

Con una "objetividad" muy discutible ambos cronistas e historiadores presentan, satisfechos de su participación definitoria en un tiempo que comienza en 1919 y que afila sus navajas en el periodo fundamental de la huelga del sindicato ferrocarrilero, en el que Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Miguel Aroche Parra, Alberto Lumbreras, todos ellos pertenecientes al Partido Obrero Campesino Mexicano, no al Partido Comunista, pusieron en marcha el movimiento sindical que culminó con su derrota.

 

El POCM, al que perteneció Campa, funcionó hasta finales de 1960 por su rechazo a que la mayor parte de su comité central, encabezado por Carlos Sánchez Cárdenas, optó por desintegrar a esa formación pública que no contaba con más de 80 miembros, para incorporarla al Partido Popular de Vicente Lombardo Toledano.

 

La fracción minoritaria del CC del POCM formada por José Revueltas, Eduardo Lizalde y Enrique González Rojo no siguió a Sánchéz Cárdenas en su aventura lombardista y formó la Liga Leninista Espartaco, que desembocó en el maoísmo al lado del Frente Obrero Comunista de México. No participó en esta dinámica Revueltas, quien se sumó al movimiento trotskista.

 

Las crónicas dulzonas de Alcocer y Gómez corresponden a dos personajes acostumbrados a echarse al bolsillo una buena cantidad de estímulos de la felicidad procedentes de instituciones públicas, con los que consagran su derecho a la rapiña como la del PAN en estos días de asentamiento de la 4T. Valentín Campa regresó al PCM al inicio de 1960. Y su propia hija, la recién desaparecida chata Campa negaba absolutamente que su padre Valentín hubiese militado alguna vez en el POCM, emanado de la Corriente reivindicadora del PCM, que dio paso al POCM. La verdad es que Campa no pensó antes de ingresar en Lecumberri, en ningún momento, en abandonar el POCM. Esta formación tuvo una vida de 12 años y en ese periodo convivieron dentro de él Campa y Sánchez Cárdenas.

 

La edición de Proceso que comentamos lanza una diatriba contra Tatiana Clouthier y Alfonso Romo. Les acusa, en pocas palabras, de intentar la formación de una estructura oligárquica a la sombra de la 4T. En el análisis en el que se funda el artículo casi se dice que Tatiana ha sido una especie de secretaria de Romo incluso en las actividades académicas en la Preparatoria del magnate. Los inventores demócratas cristianos de esa historia pierden credibilidad con el resultado y el análisis ético de ambos artículos.

 

¿Estamos ante una operación manipuladora de la memoria el olvido del POCM? Si este partido merece el olvido no es el estalinismo brutal que aún asoma en la tinta de ciertas plumas el que lo va a echar al cesto de la historia.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/203632
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