Sobre el golpe en Bolivia y nuestro largo aprendizaje

19/11/2019
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La resistencia al golpe continúa (18-11-2019)
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 La confusión mediática es un arma de guerra del enemigo de clase para romper, desorganizar y aniquilar las respuestas rápidas y efectivas contra la barbarie impuesta por el fascismo.

 

Pero además, se suman discursos –y silencios atronadores- de la llamada “progresía” que rápidamente y cada vez que en la batalla hay un revés, sacan a destiempo el arma filosa de la crítica superficial a veces más destructiva que la de los medios hegemónicos, porque frente a los ataques de una crueldad bestial como está sucediendo en Bolivia y Chile, es más necesario que nunca cerrar filas.

 

 Una cosa es analizar las debilidades, las fortalezas y las dificultades de este largo proceso de guerra antiimperialista, otra cosa es usar la “crítica” con tufo colonial para desmoralizar y ayudar así al enemigo. Es notable y cómplice el silencio de los dizques “intelectuales” de España y Europa. No me refiero sólo a aquellos que suelen gritar y pronunciarse y hasta cantar en contra de Venezuela, Cuba y todo proceso de liberación, con tanta pasión como ignorancia o abierta complicidad. Otros, cantan bajo y hablan de igualdades abstractas -verdes, femi-liberales, violáceas, demo-capitalistas, niñas climáticas y un largo etcétera - que jamás analizarán las causas de fondo de un sistema social perverso, basado en el robo y el crimen organizado mientras no se cansan de nombrar la famosa y tan prostituida “democracia occidental”.

 

No es una casualidad que surjan estas voces de sesudos comentaristas progres dando lecciones de cómo lograr el agua tibia; es una técnica de propaganda altamente eficaz, sobre todo en sociedades donde la derrota del proyecto humanista mismo es casi total, donde el individualismo ha reemplazado el sentido y la necesidad de una transformación social, colectiva, incluso la palabra fraternidad – tan antigua- solo se usa para criar hongos siempre en pos de un buen negocio. El totalitarismo del mercado se ha instalado en las venas de una sociedad que no se ve a sí misma y avanza en contra de su propia historia. Es lo que la Unión Europea pone en evidencia con el apoyo al golpe de estado en Bolivia. Europa se arrodilla una vez más al imperio en decadencia, aún a costa de transformarse en una colonia que se hundirá junto a su amo.

 

No es un tema moral solamente, es un tema que pone en cuestión el concepto mismo de lo que llaman democracia y que evidencia que quien detenta el poder es la gran empresa, el gran capital y su necesidad de destruir todo tejido estatal, aún el del Estado moderno, en función solamente de mantener la capacidad de acumulación y robo intactas.

 

 El caso de Bolivia es importante para analizar esto, porque Evo Morales no cumple con los requisitos que se usaron para destruir Libia, atacar a Venezuela y Cuba, o destrozar Yugoeslavia, Irak, Siria, Palestina, o demonizar a Rusia y China. No crearon el monstruo que siempre necesitan para justificar la rapiña y la muerte, porque no pudieron crearlo. Inventaron un fraude que hasta el ministerio colonial – la OEA- tuvo que desmentir.

 

Evo Morales desarrolló su país enormemente, en todos los sentidos (1), es honesto, es una figura imposible de demonizar y lo cierto es que las “voces democráticas” apoyan directamente a la barbarie y al crimen, al apoyar a los fascistas bolivianos organizados alrededor del ejército, la policía, las sectas y claro, la oligarquía y el narcotráfico. Entregaron millones de dólares para potenciar un golpe sangriento apoyado por hordas fascistas. Un general les cuesta unos miles de dólares más o menos y la inversión resulta rentable. Claro, me dirán: es el litio, Estados Unidos necesita del litio como necesita de la coca y de las inmensas reservas naturales de la región. Y es verdad, pero si algo necesita Estados Unidos –voz de la gran corporación- es el exterminio de la humanidad misma. Y esto no se cierra en América Latina. De allí que el paso dado sea tan grave, porque implica lo que el imperio viene demostrando hace mucho tiempo: se han roto todos los límites legales y jurídicos para cometer este exterminio, del que tampoco Europa se librará. Es un proyecto imperialista muy claro y explícito que usa el disfraz de la democracia -y los organismos e instituciones internacionales -sólo en función de sus intereses. El estado de derecho como tal es una cáscara vacía fácil de romper y es lo que el capitalismo actual está haciendo.

 

Ya lo decía Brecht, primero vinieron por ellos y no dije nada, hasta que vinieron por mí y ya era tarde.

 

Además, el golpe de Bolivia evidencia lo que Lenin dijo hace tanto tiempo sobre la necesidad de un ejército del pueblo capaz de defender a los pueblos (2), y abre una etapa en la que América Latina entera –y ojalá que el mundo- se prepara para responder al imperio con otras armas, después de haber intentado consolidar las democracias participativas y la unidad continental como camino al socialismo.

 

El imperio está urgido, acelerado en su sed de muerte para poder sobrevivir y se escuda en gobiernos y payasos autoproclamados, con una violencia bestial sobre el Estado soberano para destruirlo y controlarlo si cabe, más eficazmente que con los golpes militares de los años de plomo de los 70. La careta democrática está podrida, la OEA, el grupo de Lima, los discursos de Bachelet en la ONU, etc. son patéticos, no alcanzan para encubrir a tanto asesino impune.

 

Sin embargo, se equivocan en un aspecto muy importante: los pueblos de América Latina, como dicen en Chile, han despertado y la guerra que el imperio impone y necesita será su tumba. Claro que los pueblos deben estar armados para defender su soberanía y sólo se triunfa cuando hay un ejército del pueblo. Pero la dificultad de crearlo, o la creencia de que los altos mandos militares pueden ser modificados por dentro, llevan a veces a callejones sin salida o con salidas muy costosas. De allí, que la crítica deba ser profunda y debe hacerse para avanzar, no para desmovilizar y justificar el silencio cómplice que hoy es atronador, tanto en relación con la barbarie del gobierno de Chile como con el golpe fascista en Bolivia, que son parte de la misma estrategia imperial de ruptura de toda legalidad o límite a la violencia.

 

La experiencia histórica de las revoluciones que han triunfado y se han podido mantener en medio de la feroz agresión imperialista nos enseña cual es el camino, ahora toca reorganizar fuerzas y seguir luchando contra la bestia fascista, apoyando al pueblo de Bolivia y a todos los pueblos rebeldes que más temprano que tarde vencerán al monstruo.

 

Como dijo hace instantes un campesino boliviano: están usando la “democracia” para masacrarnos y no lo vamos a permitir.

 

Viva la resistencia de los pueblos de América Latina y el mundo.

 

La lucha será larga, pero la victoria es nuestra.

 

Notas

 

(1)https://www.telesurtv.net/news/evo-morales-bolivia-logros-sociales-economia-20191111-0032.html

 

(2) “…al llegar a un cierto grado de desarrollo de la democracia, ésta, en primer lugar, cohesiona al proletariado, la clase revolucionaria frente al capitalismo, y le da la posibilidad de destruir, de hacer añicos, de barrer de la faz de la tierra la máquina del Estado burgués, incluso la del Estado burgués republicano, el ejército permanente, la policía y la burocracia, y de sustituirlos por una máquina más democrática, pero todavía estatal, bajo la forma de las masas obreras armadas, como paso hacia la participación de todo el pueblo en las milicias.”

 

(El Estado y la Revolución- V.I. Lenin)

 

-Sara Rosenberg es académica e integrante del Frente Antiimperialista Internacionalista

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/203359
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