La sociedad de claustro
- Opinión
Los esclavos antiguos sabían que eran esclavos y querían dejar de serlo, los esclavos modernos creen que son libres y ellos mismos se auto esclavizan, es decir, no quieren dejar de ser esclavos. El hombre del capital cree que es libre y que él dispone de su vida, viviendo la servidumbre de cada día como un acto de liberación, de realización, de progreso.
Los japoneses han acuñado el término karoshi, que hace referencia a la muerte por exceso de trabajo. Es un fenómeno mundial, pero las muertes se dan más en los países de grandes economías. Hoy existen tantos PhDs, pero no hay trabajo para todos ellos. Llegar a ser PhD toma mínimo 26 años, es decir, una tercera parte de su vida. ¿Quién les ha obligado? Nadie. Ellos mismos y el sistema se lo han impuesto.
Desde el esclavismo, la historia de la humanidad es la historia de la dominación de unos a otros hasta llegar en esta época a la auto dominación. Del esclavismo corporal al esclavismo de la conciencia, el hombre moderno cree que ha llegado a conseguir la libertad y con esa libertad que dice que goza, el mismo se auto somete y exige. Él se castiga cuando no ha logrado cumplir, y cuando ya no puede más se suicida. Hoy mueren más por suicidios que, por guerras, homicidios, catástrofes naturales, accidentes de tránsito, todas ellas en conjunto. Es la segunda causa de muerte luego de las enfermedades, siendo las coronarias y las vasculares las primeras, y que tienen relación con el stress, la ansiedad, la depresión. El esclavo antiguo era maltratado por los esclavistas, el esclavo moderno se maltrata a sí mismo. Y lo peor, es que está convencido que es libre y ya no hace nada por salir de eso, mas por el contrario se auto somete más.
Para esclavizar completamente al ser humano inventaron la religión, no era suficiente con esclavizar su cuerpo sino que había dogmatizar su conciencia para que sea más fácil la dominación. Sacaron a dios de la vida misma, de estar en cada parte de la existencia para enviarlo al más allá. El hombre cósmico integrado a la naturaleza que se sentía inmenso, pasó a ser un hombre separado de dios y luego de la naturaleza, hasta quedar encerrado en las sectas religiosas. Su conciencia de secta y de dogma le ha llevado a construir miles de sectas políticas, económicas, alimentarias, culturales, tecnológicas, ecologistas, feministas, etc.; donde rinden culto a ciertos personajes considerados sus líderes. No hay una visión integral, holística, transversal e interrelacional, sino que cada cual funciona como gueto que defiende su “verdad verdadera”.
Los indios eran esclavos en las haciendas pero estaban en comunidad, en donde se apoyaban y se defendían ante las presiones de los capataces; hoy el indio urbano está solo y tiene que defenderse así y cómo sea. No hay quién le sostenga, al menos emocionalmente, y como no tiene un soporte colectivo se dedica al alcohol para calmar sus decepciones. Como no puede descargar su desilusión contra el patrono o el sistema o los ricos, lo hace contra sus hijos, su mujer. Por ello tanto feminicidio, un ejército de hombres frustrados que no pueden cumplir sus sueños y las metas que impone la sociedad, descargando su ira contra sus seres queridos, y finalmente contra ellos mismos.
Es la sociedad de claustro, donde todos se enclaustran voluntariamente. De la misma manera que las religiosas deciden por sí mismas encerrarse en una actividad clerical, los demás buscan las suyas propias. Cada uno se pone sus propias prisiones, presiones, adicciones, dependencias, creencias. En última instancia creen que la vida es una mierda, que la vida en sí misma es la perversa, sin que lleguen a entender que es el sistema de claustro el que ha creado esta vida. Pero igual se creen libres, y con la dizque libertad, que dicen que es lo único que tienen, se meten cantidad de drogas legales e ilegales, se endeudan comprando cantidad de cosas materiales, se hacen cirugías para cambiar sus cuerpos haciéndose más bonitos o más animalescos, etc., etc.; pero igual se sienten infelices.
El hombre libre o de claustro es el hombre individualista y narcisista que no encuentra la libertad soñada. Cree a veces encontrarla, pero luego cree que debe haber algo más o que debe desarrollar más. Nunca está contento. Siempre quiere más, y como consecuencia consume más y más, y depreda más el planeta, y nada le termina de satisfacer. Tiene que crecer más, tener más, sentir más. Y en ese más y más, se acaba su vida, sin que haya logrado llegar a la libertad que imaginaba.
Cada época tiene sus mitos, son varios los mitos de la civilización. Lo paradójico es que los hombres civilizados creen haberlos superado, de que son seres racionales, científicos, lógicos; pero lo que han hecho es crear nuevos mitos. Solo el hombre antinatural que ha creado la revolución climática cree que es libre, pues el ser humano en el continuum de la naturaleza sabe que todo es armonía y equilibrio.
Ante esta constatación, han surgido una serie de propuestas de cambio que rebasan a los mitos de la izquierda, por ejemplo, el decrecimiento, los bienes comunes, las ecoaldeas, el buen vivir/vivir bien. Este último, proviene de los pueblos andinos, pero que ha tenido tropiezos en su ejecución en los gobiernos de Correa y Evo. Lo que no significa que la mala práctica anula la propuesta teórica, sino que sirve para reconfigurar y profundizar más.
Pero lo más importante es que es una propuesta propia y original, no es algo que viene desde afuera como el marxismo u otras corrientes, sino que surge desde las raíces de los andes, y eso lo vuelve especial. Convirtiéndose en el primer pensamiento propio estructurado desde la llegada de los conquistadores, luego de que desestructuraran el pensamiento precolonial. Lo que han producido todos los intelectuales es tan solo un inmenso pie de página a Occidente, en concreto a los greco-romanos. El “Buenvivir” ha despertado mucho interés en el mundo y hoy se le estudia en las universidades del auto llamado primer mundo. Por ahí hay que escarbar más para pulir, para que sea una alternativa al sistema y una alterativa al pensamiento oficial. Y de aquí pueden surgir otros más.
Ps. Es una síntesis del último libro de Atawallpa Oviedo Freire
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