La salvación está en la comunidad

21/08/2019
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Todas y todos buscamos solucionar nuestro anhelo de felicidad. La realidad es que no la buscamos de la misma manera ni en el mismo lugar. La mayoría de nosotros somos bautizados, es decir, puestos en el camino de Jesús y su proyecto de fraternidad y justicia universal… Pero la verdad es que a la hora de decidir otras son nuestras prioridades, ya que decidimos en función de otros intereses.

 

Para la mayoría, la prioridad casi absoluto es la búsqueda del dinero: el dinero es la solución. Tal vez sin darnos cuenta, él pasa a ser nuestra primera y casi única preocupación. Todas y todos necesitamos de un mínimo de dinero para vivir dignamente. Jesús no ha condenado el dinero como tal: el grupo de sus apóstoles hacían bolsa común, ayudados en eso por la generosidad de algunas mujeres más acomodadas. Jesús condenó el dinero cuando pasa a ser un absoluto que condiciona toda nuestra vida, nuestra familia, nuestras actividades, nuestros objetivos: es el amo que nos dicta sus leyes; nos esclaviza. Jesús condenó también la riqueza, o sea, la acumulación de dinero, porque cuándo tenemos más de lo suficiente estamos quitando a otros lo que les corresponde. La acumulación de dinero es fruto de la explotación y del robo: Es la Doctrina Social de la Iglesia que califica así la acumulación de dinero. Quedémonos con estas palabras de Jesús para encontrar el justo equilibrio con referencia al dinero: “¡Con ese maldito dinero, háganse amigos!”

 

Todo esto nos hace preguntar: ¿Cuál es nuestra primera prioridad? Unos no pueden vivir sin mirar todos los partidos de futbol de su equipo favorito, los del equipo nacional, los de América latina y los del mundial de futbol. Esclavitud. Otras no pueden perder ningún capítulo diario de una o varias novelas, sea de madrugada, de día o tarde en la noche. Esclavitud. Otros no pueden pasar el día sin tomarse unas cuantas cervezas ni terminar la semana sin emborracharse. Esclavitud. Otras gastan casi todo su dinero y su tiempo en comprarse ropa de la última moda y maquillaje de último modelo para aparentar lo que no son. Esclavitud. Otros tienen la pasión de las motos, o de los carros, o de comprar casas… en perjuicio a la familia, a la profesión, a la misma salud. Esclavitud.

 

¡Estamos lejos de la religión! Como también lejos de una vida verdaderamente feliz porque confundimos placeres pasajeros con felicidad que nos llena y llena la familia. Nos asedia una cierta soledad e insatisfacción y pensamos que las vamos a eliminar con más dinero, más futbol, más cerveza, más novelas, más ropa y maquillaje, más carros y casas… sin darnos cuenta que las cosas nunca van a llenar nuestro anhelo de verdadera felicidad.

 

La felicidad está en la amistad, el amor y la fraternidad. Mientras no estaremos seguros de esto, la felicidad será como nuestra sombra… ¡que se aleja cuando la perseguimos! Conclusión: la solución es la comunidad, la comunidad de amigos, la comunidad familiar, la comunidad de vecinos, la pequeño comunidad cristiana que nos reúne en nuestras casas. Allí vamos a encontrar la verdadera felicidad y sobre todo los caminos para conservar y aumentar esta felicidad. Sólo en comunidad acertamos donde apostar para ser duraderamente felices. Esto está al alcance de todas y todos, pero muchas veces preferimos perdernos por caminos que nos alejan definitivamente de la felicidad profunda. Recordemos la canción: “En cosas que se mueren, puse el corazón. ¡En cosas que se mueren, me voy muriendo yo!” Para no ser ‘muertos en vida’, la solución es la comunidad… sin olvidar la comunión con la naturaleza y con el gran Misterio de la Vida y del Amor que todo lo abarca. Aprendamos entonces a pasar de ‘lo mío’ a ‘lo nuestro’ y del ‘yo primero’ al ‘nosotros’: la felicidad será nuestra fiel compañera de camino. ¿Y no será eso ‘la salvación’? Por supuesto que sí.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/201710
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