¿Lo peor ya pasó? Un interrogante actual y que se proyecta más allá de las elecciones presidenciales

27/05/2019
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El gobierno intenta hacer propaganda sobre una mejora en perspectiva de la economía y, sin embargo, los datos estadísticos del propio oficialismo devuelven otra realidad, la que sigue definida por la recesión y la inflación, más allá de las obras de infraestructura inauguradas, especialmente en la ciudad capital de la Argentina. Un gran interrogante es cómo afecta esta situación en la disputa del consenso electoral, incluso luego de la renovación presidencial, especialmente con los condicionantes de política económica futura, gane quien gane las elecciones presidenciales en octubre próximo.

 

La recesión continúa y el INDEC lo señala en los últimos datos oficiales, a marzo del 2019, que la actividad económica cayó un -6,77% respecto de marzo del 2018, e incluso, se revirtió el signo alentador que propagandeaba el gobierno, cuando señalaba que mes a mes, la actividad venía creciendo, poco, pero creciendo. Sobre esa base sostenían que lo peor ya pasó. En efecto, en diciembre del 2018 la actividad económica había crecido respecto del mes anterior un 0,4%, en enero del 2019, un 0,5%, en febrero de este año otro 0,1%, y ahora en marzo, la reversión es de -1,3%, desarmando el discurso alentador del oficialismo y confirmando una tendencia recesiva que complica la situación económica del 2019. Es más, la caída acumulada en un año es del -5,7%.[1]

 

En el informe del INDEC se comprueba que es el sector de la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca el único que manifiesta crecimiento con un 10,8% en marzo. Mientras, en el otro extremo, figuran en baja el comercio minorista y mayorista con un -14,6%, principalmente explicando por el deterioro de la capacidad de consumo popular. También en fuerte retroceso está el sector de la industria manufacturera con un -13,2%. En este caso resuena el incremento de cierres de empresas y los despidos de personal, tanto como el cierre de negocios por la baja del consumo.

 

Los datos recesivos explican al mismo tiempo el superávit externo de 1.131 millones de dólares para abril del 2019, como consecuencia de 5.305 millones de dólares de exportaciones y 4.174 millones de dólares de importaciones, los que sumados alcanzan 9.479 millones de dólares de intercambio comercial de la Argentina, una evolución negativa del -16,2% respecto a abril del 2018.[2] Hay decrecimiento del comercio exterior, desmintiendo la propaganda oficial de una mayor inserción del país en el mundo. El dato real es la baja de insumos importados, imprescindibles para un sector industrial dependiente de bienes de capital e intermedios. La suba del dólar por devaluaciones sucesivas disminuye la capacidad de compra de la dependiente industria local e impacta en la recesión, al tiempo que incrementa el peso de la deuda sobre el conjunto del PBI, los bienes y servicios finales producidos en un ejercicio.

 

El FMI y la realidad condicionan el presente y el futuro

 

Constituye una preocupación la coyuntura recesiva, agravada con la inflación de precios, cuya tendencia alarma para el conjunto del 2019, con un registro similar al del 2019. Repetir un valor entre 40 y 50% para el presente año agravará el presente y el futuro cercano de la mayoría de la sociedad empobrecida y de menores ingresos, más del 60% de la población, incluida la discriminación de género al interior de la referencia. La cuestión se agudiza por el condicionante estructural que la situación supone hacia adelante, sea repetición del gobierno Macri para un nuevo periodo, o cualquiera que lo suceda con el FMI exigiendo se cumpla el ajuste y la regresiva reforma laboral, previsional y tributaria.

 

Por eso interesa profundizar en el estado de la conciencia social sobre el momento económico y político. Es una cuestión a dilucidar en los discursos y propuestas electorales. ¿Qué imaginan que ocurre en el pensar y sentir de la sociedad desde el oficialismo y las oposiciones? ¿Alcanza para el oficialismo con profundizar un sentimiento crítico al gobierno kirchnerista por 12 años entre 2003 y 2015, especialmente en materia de corrupción? ¿Resulta suficiente la comparación de la situación económica en el tiempo de los gobiernos K contra la pérdida de derechos e ingresos en estos años bajo gobierno Macri, tal como sostiene el kirchnerismo? ¿Existe lugar para un camino del medio entre un gobierno Macri y otro Kirchnerista? ¿Hay posibilidad para una propuesta de izquierda explícita, más allá de las hegemónicas?

 

Esta última pregunta supone también discutir que se considera una propuesta de izquierda en la coyuntura actual. Es una premisa que proponen algunos diagnósticos para toda la región, destacando el avance de la ofensiva de las derechas y la política intervencionista de EEUU en la región, especialmente sobre Venezuela y Cuba.

 

Me toca compartir ámbitos de militancia y de relaciones personales, asociadas a un abanico de ideas a la izquierda del arco político, e incluso críticos al orden capitalista. En esos espacios, estos interrogantes son parte del debate regular y las respuestas y enfoques ensayados en los debates son diversos, lo que dificulta la síntesis necesaria de amplios espacios de confluencia ideológica por transformar la realidad.

 

Están quienes sostienen que la izquierda se define la unidad de quien resulte más efectivo en culminar con el ciclo de gobierno Macri, algo aún dificultado por la irresuelta interna del peronismo, que involucra al “peronismo federal” y a la alianza entre el PJ y Unidad Ciudadana, la que arrastra un colectivo de partidos políticos con diversa tradición en la izquierda y el centro (categorías difusas pero generalizadas en la prensa). Otros sostienen un camino más vinculado a la experiencia de la izquierda partidaria, que encuentra en el FIT al principal polo de atracción electoral, al mismo tiempo que sostienen los límites de una estrategia que no involucra una unidad más amplia con sectores muy diversos de la acumulación política de la izquierda, en el ámbito social, cultural y político. Coexisten con esas posiciones las propuestas abstencionistas e incluso los que imaginan la potencialidad de una articulación política y social que acumule para el futuro.

 

Claro que todavía falta tiempo, escaso, por cierto, para la materialización de alianzas electorales y la confirmación de candidaturas, todo lo que ocurrirá en menos de un mes. Ello incluye la alquimia de “colectoras electorales”, corte de boletas mediante en las elecciones provinciales, válido muy especialmente para la elección en la Provincia de Buenos Aires, un tema que está pendiente de resolverse.

 

En este corto lapso se dirimen posicionamientos políticos diversos que contribuirán a esclarecer muchas de las dudas actuales y encaminarán colectivos sociales en uno u otro sentido.

 

Será un tiempo de discusión sobre propuestas programáticas relativas al corto y mediano plazo, como que hacer con el condicionante del acuerdo con el FMI, siendo muy pocos los que pretenden confrontarlo y muchos los que piensan renegociar sin afectar el contenido regresivo de sus términos. En el mismo sentido se puede pensar en la continuidad o no de un modelo productivo sustentado en el agro-negocio; en la energía basada en las promesas relativas a los hidrocarburos no convencionales surgidas de la explotación del yacimiento Vaca Muerta; la industria de armaduría y la continuidad de los mecanismos especulativos que definen el fuerte endeudamiento y la dependencia de los fondos externos, sean inversiones productivas o financieras.

 

Articulación popular

 

Más allá del debate programático, la discusión involucra las mejores o peores condiciones que se generan en la construcción de alternativa. Por un lado, la continuidad de un gobierno que manifiesta que un consenso electoral confirmará el rumbo de estos 4 años y se acelerarán los mecanismos e instrumentos para su concreción. La contracara es la posibilidad de construir consensos para discutir alternativa a futuro bajo un gobierno que suponga la derrota electoral del gobierno Macri.  

 

Todo lo cual se procesa en un marco de descontento que se expande socialmente y un conflicto social que no termina de explotar, aun cuando está el llamado a Paro Nacional para el próximo 29/5. Una fecha simbólica, a medio siglo del Cordobazo, emblemática lucha histórica que expresó una acumulación de unidad obrero estudiantil, por ende, de sectores de ingresos relativamente elevados; a contramano de una penuria social que suponen los alicaídos ingresos actuales de trabajadoras, trabajadores y sectores medios.

 

Resulta prematuro anticipar el final de estos debates en la coyuntura, aunque puede ser estimulante que se generen espacios de contención de diferentes posicionamientos político electorales, ejercidos en unidad de acción en el conflicto social, pensando en el proceso político posterior a la asunción a fines del 2019 de un nuevo gobierno en la Argentina.

 

Buenos Aires, 27 de mayo de 2019

 

Notas
 

[1] INDEC. Estimador mensual de actividad económica. Marzo de 2019, en:  https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emae_05_1946015599C0.pdf (consultada el 27/05/2019)

 

[2] INDEC. Intercambio comercial argentino. Cifras estimadas de abril de 2019, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ica_05_191E0031A3A3.pdf (consultada el 27/05/2019)

 

Julio C. Gambina es presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP
Ciudad de Buenos Aires.

www.juliogambina.blogspot.com

 

https://www.alainet.org/es/articulo/200057?language=es
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