Cinco siglos sin Leonardo Da Vinci, un genio universal
- Opinión
Hace 500 años, el 2 de mayo de 1519 falleció el hombre más famoso del Renacimiento y considerado por muchos como el mayor artista plástico de la historia, Lionardo di ser Piero Da Vinci, conocido simplemente como Leonardo Da Vinci. Había nacido en Anchiano, en la entonces República de Florencia, hoy Italia, y su muerte se produjo a los 67 años en Amboise, Francia.
Codex del vuelo de las aves
Fue un típico polímata al estilo de los sabios griegos de la antigüedad. Es decir sabía mucho de muchas cosas. Fue anatomista, arquitecto, artista plástico, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, paleontólogo, poeta y urbanista. Se podría decir que sólo le faltó ser viajero interplanetario y especialista en Internet.
Aunque no visitó otras tierras del Universo su nombre fue utilizado como epónimo para nombrar un cráter en la Luna y otro en Marte y al asteroide 3000. Numerosos monumentos y calles honran su memoria en numerosos países y en la Argentina como una en Gregorio de Laferrere, en el partido de La Matanza y otra en el noroeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Claro que en sus tiempos no existían los instrumentos necesarios para llevar a buen término algunos de sus inventos que quedaron como iniciativas a concretar por los hombres del futuro y ya en algunos casos llevados a cabo desde fines del Siglo XIX en adelante como los del automóvil, el helicóptero, el submarino y el tanque de guerra.
Probablemente haya sido el mayor polímata a lo largo de toda la historia humana. Aunque aquellos inventos debieron esperar alrededor de cuatro siglos para hacerse realidad si pudo avanzar en otras cuestiones como las relacionadas con la anatomía humana, la hidrodinámica, la ingeniería civil y la óptica.
Pero lo que más se recuerda de él es la pintura en la que fuera discípulo del artista florentino Andrea de Verrochio. En Milán se destacó produciendo obras para el duque Ludovico Sforza, conocido como “El Moro”. Luego siguió su obra en Roma, en Bolonia y en Venecia para, finalmente, trasladarse a Francia donde falleció.
Esa última etapa de su vida en Francia se originó en una invitación que le hiciese llegar el rey Francisco I. Éste fue un hombre que tuvo trascendencia en el mundo hispano ya que al postularse para emperador del Sacro Imperio Romano Germánico hizo que Carlos I de España debiese tomar enormes deudas para lograr hacerse del cargo lo que llevó al quebranto del imperio.
Su legado pictórico consta de unas 20 obras que lo sobrevivieron a lo largo del tiempo. Las pinturas más conocidas son la “Gioconda” y “La última cena” y el dibujo del “Hombre de Vitruvio”. La “Gioconda”, o “Joconde” en francés, es el retrato que inmortalizó a Lisa Gherardini, la esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo conocida como “Mona Lisa”.
Nacido como Lionardo el 15 de abril de 1542 fue hijo ilegítimo de Piero Fruosino di Antonio un rico e importante funcionario de la República de Florencia. Su madre fue una joven campesina de apenas 15 años llamada Caterina di Meo Lippi. El niño le fue entregado a su abuelo paterno Antonio quién, al parecer, entregó una cantidad de dinero a Caterina.
Si bien su fama está ligada a su enorme obra como artista plástico fue uno de los científicos más reconocidos de su época, en particular por sus trabajos sobre ingeniería sobre los que dejó una herencia de 13.000 páginas escritas en toscano en las que también reflejó sus experiencias vividas en sus viajes durante los cuales participó en importantes proyectos en la materia.
La última cena
En su condición de zurdo le era más cómodo escribir de derecha a izquierda y así están redactados sus trabajos entre los cuales los más lejanos datan de 1475 y versan sobre cuestiones de las más diversas como su invento de la escafandra, preparado en Venecia como parte de la defensa de la ciudad ante la perspectiva de un ataque turco que no se concretó.
Algunos de sus proyectos tampoco concretados entonces sí lo fueron en tiempos más recientes, tal es el caso del puente diseñado en 1502 para el sultán otomano Beyazid II que éste consideró inviable. Una versión de menor tamaño fue construida en Noruega en 2001 y el proyecto original asumido por el gobierno turco el 17 de mayo de 2006.
Una cantidad de sus escritos, de diversas extensiones, se encuentra en los más importantes museos europeos pero uno de ellos está en manos del empresario e impulsor de la informática William Henry “Bill” Gates, quién el 11 de noviembre de 1994 lo adquiriese en Christie’s, en Nueva York, por 30.802.500 dólares estadounidenses.
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