Ucrania eligió como su gobernante a un cómico a quien tomó en serio
- Opinión
Muchos pueblos donde se experimenta un gran desgaste de los partidos y políticos tradicionales suelen inventar a un “outsider” buscando renovar el gobierno. Si en el Perú de 1990 este fue el laborioso y casi desconocido Alberto Fujimori, ahora en Ucrania le ha tocado el turno a Volodymyr Zelensky, un actor de 41 años que abiertamente proclama no ser un político pero que concitó popularidad encarnando en una muy vista serie televisiva el papel de un presidente que salió de la nada para limpiar a su nación de la corrupción.
Zelensky ha ganado con más del 70% de los votos a su rival, el actual presidente Petro Poroshenko a quien él dijo que antes apoyó. Poroshenko se encuentra en la lista de los 1,500 hombres más ricos del planeta y tiene una fortuna de más mil millones de dólares, todo ello en una ex república soviética que hasta 1991 tenía prohibida la acumulación privada de propiedades o capital.
Poroshenko, en su quinquenio, se había ido desacreditando por grandes escándalos de corrupción así como por continuar una guerra con Rusia y sus aliados ucranianos en la cual el país había perdido el control de Crimea y de dos regiones del oriente. El magnate que había llegado a palacio tratando de canalizar la “revolución” de la plaza de Maiden hace un lustro esta vez no logró conseguir ni la mitad de los votos con las que inicialmente llegó al poder.
Poroshenko quiso derrota a su adversario mostrándolo como un inexperto que sería incapaz de confrontarse a Vladimir Putin y seguir adelante con la guerra. Su discurso se basaba en un fuerte patriotismo ucraniano anti-ruso. Poroshenko ha querido hacer que Ucrania entre a la OTAN y la Unión Europea, algo que veta Moscú debido a los lazos históricos con este país donde inicialmente nació Rusia y con quien comparte el mismo credo ortodoxo, una lengua similar y un paso común de siglos, además de ser su tradicional granero.
Esta suerte de Berlusconi ucraniano tiene su propio canal de TV y numerosas corporaciones, las cuales han crecido cuando Poroshenko ha gobernado, algo que él lo ha hecho corriéndose a la extrema derecha.
Dentro de sus medidas ha estado minimizar el ruso (idioma hablado por casi un cuarto de los ucranianos), reivindicar a Stepan Bandera (el líder de las bandas pro-nazis ucranianas que trabajaron con Hitler cuando él ocupó Ucrania en la II Guerra Mundial), y en proscribir al Partido Comunista y a sus candidatos (el cual en las presidenciales de 1999 estuvo ligeramente por debajo del 40% de los votos, pero que estaba cayendo) así como acabar con todos los monumentos y nombres de calle que hicieran referencia al pasado socialista.
El éxito de Zelensky se debe a que no tenía propuestas muy claras ni un claro perfil o historial político. Sus indefiniciones fueron su éxito. Por un lado él decía que iba a continuar las obras buenas de Poroshenko y su curso en favor de la UE, Estados Unidos y la OTAN, pero, por otro lado, a comprometerse a acabar con la guerra. Él ha podido capitalizar a antiguos electores de Poroshenko, gracias a ello, pero también a sus anteriores rivales pues es alguien que habla ruso, viene de un hogar humilde, postula fuertes medidas contra la corrupción y habla de muchos problemas normales de la gente.
Zelensky trabaja en el canal de Ihor Valeriyovych Kolomoysky, un oligarca aún más rico que Poroshenko, de quien es rival, y quien está exilado en Tel Aviv escapándose de procesos de corrupción en su natal Ucrania. Kolomoysky ha sido el líder de la comunidad judía de Ucrania. Zelensky, pese a que también es judío de nacimiento, ha llegado a referirse al nazi Bandera de campeón de la independencia ucraniana. Aunque Israel es un Estado formado para proteger a los judíos del antisemitismo, su actual gobierno no tiene reparos en mantener una buena relación con una derecha ucraniana orgullosa de honrar a un héroe hitleriano como es Bandera.
Entre Poroshenko y Zelensky no hay muchas diferencias. Esto es algo que puede percibir cualquier persona que siga los discursos de ambos, así como de quien haya visto el único debate televisivo entre ambos, el cual ha sido el primero en la historia en haber sido ante un estadio con más de 20,000 espectadores.
De hecho este último, así como la naturaleza del candidato ganador, más parecía un “reality show” donde Poroshenko quería ganar puntos acompañándose de militares (uno de ellos sin una pierna) y apelando a la ruso-fobia, mientras que Zelensky hacía gala de sus dotes de actor.
Ucrania es el país puramente europeo más grande y más fértil. Ahora se convierte en el único del mundo que ha de tener a un cómico como mandatario. Sin embargo, él usará esa popularidad para buscar profundizar revitalizar en serio la orientación pro-OTAN, pro-UE y pro-Washington.
Isaac Bigio
Autor de “Los Partidos Comunistas en la transición en Europa del Este”.
Magíster en política económica de transición en Europa oriental.
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