Venezuela: Socialistas vs Socialistas

05/04/2019
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Muchos presentan al conflicto de Venezuela como una pugna entre la tiranía socialista y la democracia liberal, aunque los dos líderes de ambos campos, Nicolás Maduro y Juan Guaidó, se reclaman como socialistas, al igual que sus respectivos partidos.

 

La Internacional Socialista

 

Ésta, que es la mayor organización global que congrega a partidos de dicha orientación en todos los rincones del planeta, tiene por lo general una o dos secciones por cada país, pero Venezuela es el único en el cual ésta tiene ¡cuatro secciones!

 

Estas son Voluntad Popular del Presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó, los dos partidos de sus dos vicepresidentes (Acción Democrática de Edgar Zambrano y Un Nuevo Tiempo de Stalin Gonzáles), y el Movimiento al Socialismo, una añeja disidencia del Partido Comunista que fue comandada por Teodoro Petkoff, fundador de ‘Tal Cual’, uno de los principales diarios de la oposición venezolana.

 

Algo que sorprende es porqué estas 4 secciones no se unifican aunque sea en uno o en dos partidos y del porqué en ésta no está incluido el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) del presidente Nicolás Maduro, a quien, por el contrario, si hay algo que mantenga en común a ese cuatrín es su común repudio al chavismo.

 

Allende y Maduro

 

Muchos analistas suelen hacer paralelos entre el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile 1970-73 y el de Hugo Chávez y su sucesor Maduro en Venezuela 1999-2019, y recalcan que en ambos casos éstos fueron administraciones constitucionales y popularmente electas, las cuales constantemente eran jaqueadas por una derecha golpista.

 

Sin embargo, entre las experiencias del país más austral y del más septentrional de Sudamérica hay una gran diferencia. La Unidad Popular de Chile era una coalición de 7 partidos, siendo los más importantes el socialista y el comunista, al cual contaba con el apoyo total e incondicional de toda la Internacional Socialista así como de Moscú y La Habana.

 

El Gran Polo Patriótico de Venezuela es otra coalición pero donde el PSUV tiene plena hegemonía, mientras que todas las 4 secciones de la Internacional Socialista en ese país y la mayor parte de las 150 que ésta tiene en el mundo buscan activamente su caída.

 

Mientras en Chile la Internacional Socialista llamaba a los militares a no hacer un golpe contra su presidente, en Venezuela luchan por lo inverso y llaman a los uniformados a desacatar órdenes y sublevarse para derrocar al PSUV.

 

Tanto en el Chile de 1973 como en la Venezuela del 2019 el gran adversario de esos gobiernos izquierdistas fue una administración republicana en EEUU cuya política en Suramérica pasaba o pasa por derrocar violentamente a sus respectivos presidentes socialistas. Sin embargo, mientras en Chile el enemigo de Nixon y Kissinger era la Internacional Socialista, en Venezuela esta última es el gran instrumento de Donald Trump para deponer al chavismo.

 

El actual mandatario norteamericano es aún más conservador que lo que fuera cualquiera de sus predecesores dentro del republicanismo, y también es el único que se haya atrevido a agitar que estaba dispuesto a detonar ya el botón nuclear contra un Estado que se reclama socialista (Corea del Norte).

 

En Venezuela, Rusia y Cuba están del lado del gobierno socialista, aunque el Kremlin en los setentas estaba dominado por un Partido Comunista único, mientras hoy Putin promueve un capitalismo nacional. La China roja de Mao, que durante el allendismo se acercaba a Nixon y no se compraba su pleito en Chile, hoy tiene un nuevo sistema pro-mercado, pero ahora sí se ha puesto totalmente del lado de Caracas donde posee grandes inversiones e intereses.

 

Si en Chile los socialistas y comunistas hacían causa común, en la Venezuela de hoy la Internacional Socialista lidera la oposición que busca echar al gobierno apoyado por todos los Estados regidos por Partidos Comunistas en el mundo y por los aliados de Moscú.

 

Unidos con la derecha dura

 

También llama la atención el hecho que todos los presidentes que más activamente han venido haciendo campaña para aislar y derrocar al gobierno venezolano son los de Colombia, Chile, Brasil y Paraguay, quienes vienen de ganar sus respectivas elecciones generales habiendo buscado polarizar al país entre ellos y sus contrincantes enrostrándoles de representar el nefasto socialismo.

 

A fines de febrero e inicios de marzo el “presidente encargado de Venezuela”, el militante de la Internacional Socialista Juan Guaidó, se entrevistó con varios gobernantes de Suramérica (Colombia, Chile, Paraguay, Brasil y Ecuador), todos los cuales tienen común estar a la derecha de quienes le antecedieron en la presidencia de su respectivo país.

 

En su periplo por el continente no visitó Uruguay, la única nación suramericana donde está en el gobierno una sección de la Internacional Socialista, ni Bolivia, el país que ejerce la presidencia temporal de la Unión Suramericana de Naciones y que está administrada por el MAS (partido que optó por ese nombre inspirado en el de una de las 4 secciones venezolanas de la Internacional Socialista). Guaidó no quiso entrevistarse con el uruguayo Tabaré Vázquez o con el boliviano Evo Morales porque ellos proponen un diálogo con Maduro, que él repudia.

 

Cuando estuvo en Brasil Guaidó no le cuestionó a Bolsonaro porqué quería celebrar el 55 aniversario del golpe militar de ese país, el cual inició el giro hacia las dictaduras “gorilas” en la región, o porqué sigue teniendo bajo rejas a Lula, quien fue sentenciado por su actual ministro de justicia, ha sido el presidente más popular de la historia latinoamericana y es el preso socialista más famoso del mundo.

 

Cuando él se vio con los mandatarios de Colombia, Chile, Paraguay o Argentina tampoco les recriminó por sus políticas de austeridad o por las acusaciones de serias violaciones a los derechos humanos en sus respectivos países, sobre todo en Colombia donde se asesinan a más líderes sociales que en cualquier otra nación del continente.

 

Cuando Guaidó se abrazó con Mike Pence, el vicepresidente de EEUU, o cuando su esposa Fabiana Rosales de Guaidó, a quien él ha designado como la “primera dama de Venezuela”, fue recibido por él y por Trump en la Casa Blanca, ninguno de los dos les cuestionó a la administración norteamericano del porqué: viene construyendo el mayor mega-muro para dividir al hemisferio; viene queriendo deportar a millones de latinos de su país; apoya y arma a la tiranía teocrática saudita que ha asesinado a decenas de miles de civiles en Yemen habiendo convertido a esa república en el mayor epicentro de cólera en el planeta; ha destruido con sus bombas a Yugoslavia, Afganistán, Irak, Siria, Libia y otros países; incrementa su ejército que tiene ya más armas de destrucción masiva que las del resto de los que hay en el globo, además de ser el único con base en más de 50 naciones; o busca privatizar el sistema de salud y estigmatiza al socialismo como su peor enemigo interno y externo.

 

Por el contrario, los Guaidó a diario le piden a Trump que invada su país como la mejor forma de poder llevarlos al poder.

 

Invasiones

 

Cuando Nixon-Kissinger organizaron el Pinochetazo para derrocar a Allende esa era una época en la cual la Internacional Socialista mantenía importantes contradicciones con la Casa Blanca republicana en la más importante que entonces había en el mundo (la de Vietnam), pero ahora la situación es diferente pues Blair en 2003 fue el principal soporte internacional para que Bush invada Irak y los socialistas franceses colaboraron con Washington y Londres para atacar Libia y derrocar a su presidente.

 

Tanto el iraquí Hussein como el libio Gadafi, a quien la Internacional Socialista combatieron en alianza con la Casa Blanca, se reclamaban como socialistas, aunque de una variante nacionalista que postulaba la unificación de la nación árabe, y que la socialdemocracia condenaba por imponer una dictadura de partido único.

 

La Unión Patriótica de Kurdistán (UPK) es la única sección de la Internacional Socialista que ha apoyado la invasión de su país (Irak) liderada por EEUU, pero Guaidó y las otras secciones de la Internacional Socialista en Venezuela son los únicos que se han autoproclamado como gobierno paralelo y que como tal han hecho lobby a EEUU para que intervenga militarmente en su república. Mientras la UPK solo existe en un territorio equivalente al 11% de Irak, del cual buscan separarse e independizarse, la Asamblea Nacional de Venezuela liderada por la Internacional Socialista busca preservar la unidad de su república y desbancar militarmente a quienes consideran un usurpador.

 

Cuando se dio el “Día D” en el que el 23 de febrero Guaidó había prometido que se iba a comenzar “sí o sí” la liberación de la “usurpación”, él había pasado la noche anterior en Cúcuta. Desde esta ciudad colombiana Guaidó organizó grupos violentos que quisieron entrar a Venezuela para, posiblemente, crear una “zona liberada” dentro su propio país. Hizo ello con ayuda explícita de los ejércitos de EEUU (cuyos camiones con ayuda “humanitaria” que incluía implementos para la guerra callejera, ellos quisieron forzar entrar a Venezuela) y del de Colombia (quien protegió a sus atacantes que se enfrentaron a la guardia venezolana, para luego viajar en uno de sus aviones militares por todo el continente y teniendo como su brazo derecha a la encargada de Trump para el hemisferio).

 

Casi desde el primer momento en que el 23 de enero Guaidó se auto-juramentó como presidente de Venezuela, él ha estado amenazando con pedir que los EEUU envíen sus tropas, algo que le fue retrucado por un diputado demócrata norteamericano quien le aseveró que solo el congreso de su país puede decidir si se acepta o no una invasión y que éste muy probablemente no lo ha de hacer.

 

Guaidó se ha convertido en el primer y único “presidente” de Suramérica en pedir a todos sus vecinos que ingresen a su país para llevarlo al poder, aunque Brasil ya antes se ha anexado varios territorios de Venezuela y Colombia ha tenido disputas con Venezuela sobre ricas áreas fronterizas, mientras que la principal reserva de petróleo del mundo está a pocos kilómetros de la frontera (en torno al lago Maracaibo).

 

Hasta hoy nunca antes una sección de la Internacional Socialista se había atrevido a querer debutar en el poder proponiendo para ello a la administración más derechista que haya tenido EEUU y sus dos grandes vecinos el que entren en guerra contra su país.

 

Autoritarismo

 

Un constante planteo de Guaidó es que él nunca se va a sentar a negociar con Maduro, aunque en la víspera de su autoproclamación como “presidente” él acudió a una cita secreta con Diosdado Cabello, el vicepresidente del PSUV.

 

Su argumento es que dialogar con Maduro es inadmisible porque es un dictador y que toda la decena de elecciones que él ha convocado han sido fraudulentas (excepto la que ellos ganaron para la Asamblea Nacional, la cual fue hecha con el mismo sistema de votaciones).

 

El que uno sea un dictador es un obstáculo que nunca antes ha invalidado a la Internacional Socialista para negociar. Sus miembros fueron parte del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), uno de los dos partidos formados por la dictadura militar y el que lideró la transición a la democracia civil.

 

Miembros de esta organización mundial dialogaron con el pinochetismo chileno y el franquismo español aceptando incluso las constituciones moldeadas por estas fuerzas para garantizar una “transición pacífica”. En España la Internacional Socialista aceptó abandonar la bandera republicana (bajo la cual murieron decenas de miles en la guerra civil de 1936-39) y aceptar como rey al príncipe Carlos criado y educado por el generalísimo Franco quien no dudó de emplear a las tropas de Mussolini y Hitler para masacrar a su propio pueblo.

 

La Internacional Socialista también propuso diálogos con los partidos comunistas únicos de Europa oriental, y hoy sus secciones en Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Hungría y Macedonia provienen de lo que antes fuera el Partido Comunista único establecido por Stalin o Tito a fines de los cuarentas, los cuales gobernaron a sus respectivas repúblicas como “dictaduras proletarias”.

 

Los únicos partidos que han gobernado en Angola y Mozambique en los 44 años de existencia que tienen esos países como repúblicas independientes son el MPLA y el FRELIMO, partidos-ejércitos que fueron militarmente apuntalados por Cuba y que han reclamado el “marxismo-leninismo”, al igual que Nelson Mandela y su Congreso Nacional Africano quien gobierna ininterrumpidamente la Sudáfrica post-apartheid. Estos 3 partidos son parte de la Internacional Socialista.

 

Hoy en Venezuela se habla mucho de la presencia cubana, peor nunca ésta ha llegado siquiera lejanamente al nivel de Angola, donde decenas de miles de soldados suyos combatieron y derrotaron al régimen segregacionista de Sudáfrica.

 

En esta Internacional Socialista también se encuentra el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que fue el único que gobernó a México durante 66 años continuos (de 1934 al 2000, y luego del 2012 al 2018), el cual llegó a ser tildado como el último partido único de largo alcance en el siglo XX.

 

Otra sección de la Internacional Socialista es el Partido Popular de Mongolia, el cual fue el único partido legal o gobernante en la patria de Gengis Khan desde 1921 a 1996. En este periodo Mongolia vivió atenazada por el norte con todas las purgas y el Gulag de Stalin y por el sur con todas las matanzas cometidas por Mao. Ambos regímenes basados en el culto a la personalidad y al monolitismo han causado la muerte de decenas de millones de personas.

 

Ningún otro partido en el planeta ha estado como tal 75 gobernando ininterrumpidamente a su propio país como éste, el cual supera en ello a los partidos comunistas de China, Vietnam o Corea del Norte. Hoy esta misma sección de la Internacional Socialista gobierna Mongolia, nación que muy pocos años ha tenido en su último siglo de vida sin que éste no haya estado en el poder.

 

Stalin mismo fue quien crió desde su infancia a su partido en Mongolia, la única república independiente que siempre fue un aliado incondicional suyo y que él tanto usó para contrarrestar a Japón y a los aliados chinos de Occidente durante las guerras del Pacífico Oriental.

 

En resumen, la Internacional Socialista no solo que ha impulsado diálogos y transacciones con las más despiadadas dictaduras de Iberoamérica, sino que ha integrado a su seno a quienes implementan dictaduras de partido único “marxista-leninista” en sus respectivas naciones.

 

Golpismo

 

Otro argumento que usan las secciones venezolanas de la Internacional Socialista para negarse a dialogar con el PSUV es que este último tiene un origen golpista.

 

Es cierto que Chávez salió a la palestra cuando hace un cuarto de siglo organizó un golpe fallido y que su movimiento inicialmente nació en los cuarteles y aún tiene mucha simbología militar (usa mucho frases como “comandante”, “misiones”, “alianza cívico-militar”, etc.). No obstante, el principal partido llamado socialista en el Cono Sur (el de Chile) nació con el golpe castrense de junio 1932 del comandante Marmaduke Grove quien estableció una efímera república Socialista de Chile.

 

La sección panameña de la Internacional Socialista es el Partido Revolucionario Democrático (PRD) fundado en 1969 por el general Omar Torrijos al año siguiente de establecer su dictadura militar nacionalista y que luego trabajaría con la junta castrense del general Manuel Noriega quien en diciembre 1989 sería capturado por tropas norteamericanos que le llevarían preso a su país.

 

El espectro de hacer en Venezuela lo mismo que Panamá hace 30 años lleva a que muchos alienten una invasión, la misma que sería mucho más complicada pues Maduro sostiene que está armando 2 millones de hombres, frente a los 12,000 guardias que tenía Noriega.

 

Lo que queremos destacar, no obstante, es que la misma Internacional Socialista que en Panamá integra a un partido formado por un golpista y que defendió a otro dictador (Noriega) es la misma que quisiera transformar a un ex sindicalista (y no militar) como es Maduro en otro presidente en ser depuesto, mientras que John Bolton, asesor de seguridad de Trump, abiertamente llama a detenerlo y encarcelarlo en Guantánamo.

 

Varias secciones de la Internacional Socialista promovieron golpes y hasta el terrorismo para tomar el poder. Una de ellas ha sido el aprismo peruano, el cual intentó hacer una serie de alianzas con militares golpistas, levantamientos y actos de terrorismo individual, incluyendo el asesinato de uno de los directivos de El Comercio (el mayor diario de Lima) y el asesinato del presidente Sánchez Cerro (el único magnicidio en el Perú en el último siglo).

 

Paramilitarismo y narcotráfico

 

También las secciones venezolanas de la Internacional Socialista acusan al PSUV de que ha cometido una serie de torturas, asesinatos políticos y violaciones a los derechos humanos y que ha establecido un sistema de fraude permanente que hace imposible sacarle del poder. Además, en algunos otros medios se trata de vincular al chavismo con el narcotráfico.

 

Un reporte del diario argentino Infobae ha hablado de un cuarto de millón de personas muertas por la violencia durante el chavismo, pero en casi todos los casos se trata de la de corte criminal, la cual ha ido en aumento a medida que la crisis económica del país crece (en parte debido a los bloqueos y sanciones de EEUU).

 

Sin embargo, el número de asesinatos por razones políticas es bastante inferior y, posiblemente menor que el de todas las muertes producida en el Caracazo del 27 de febrero de 1989, en el cual el último gobierno de la Internacional Socialista en Venezuela respondió a sangre y fuego las protestas contra el ajuste económico por parte de los más pobres.

 

Según la Wikipedia en los primeros 3 meses que han pasado desde que Guaidó asumió la presidencia de la Asamblea Nacional se han producido alrededor de 40 muertos y 850 detenciones. Se trata de una cifra muy alta, pero que, en las condiciones en las que hay un autoproclamado presidente que llama a una insurrección armada o invasión extranjera, estos números son inferiores a los de varias masacres que se han cometido durante gobiernos de la Internacional Socialista no solo en Venezuela sino también en México, Colombia y Perú.

 

En la víspera del 20-23 de junio de 1986 cuando en Lima se realizó el primer congreso de la Internacional Socialistas hecho en las Américas, el primer gobierno que dicha organización había tenido en la historia del Perú, el de Alan García, mató a unos 300 presos senderistas que habían hecho un motín carcelario, y se sabe que al menos unos 120 fueron fusilados después de haberse rendido.

 

Durante el gobierno del Partido Aprista Peruano de Alan García se produjeron miles de muertes políticas y se dio la peor hiperinflación americana previa a la venezolana. El aprismo, el cual en los sesentas hizo una coalición con el general Manuel Odría (el dictador militar que en 1948-56 les persiguió) hoy es un aliado del Fujimorismo, el movimiento que reivindica la dictadura de Fujimori (1990-2000), la cual intervino con tanques los poderes legislativo y judicial en 1992 y es culpable del asesinato de millares y el de haber forzado a decenas de miles de mujeres pobres a quedar incapacitadas para tener hijos.

 

El PRI mexicano es célebre por muchas matanzas, como las que se dieron contra los estudiantes en 1968 y 1971, en las cuales fueron asesinados unos 500 de ellos. La recientemente laureada película ‘Roma’ con el Oscar de la academia contiene un episodio donde aparecen las huestes paramilitares llamadas ‘halcones’ matando por doquier.

 

El PRI, por su parte, creó un sistema de clientelismo y fraude institucional con el que garantizaba constantemente la reelección automática de su partido cada sexenio.

 

Así como el PRI mexicano tuvo sus propios grupos paramilitares también los tuvo el aprismo peruano con sus famosos ‘búfalos’ y luego los escuadrones de la muerte del Comando Rodrigo Franco. El gobierno socialista español en 1983-87 impulsó a los Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL) quienes hacían torturas y ejecuciones extrajudiciales. La agencia de espionaje que más asesinatos ilegales ha cometido en otros países es el Mossad fundado por la anterior sección israelí de la Internacional Socialista.

 

La sección colombiana de la Internacional Socialista es el Partido Liberal, uno de los más antiguos de Suramérica y también de los que más ha gobernado a una nación occidental. Los liberales apoyaron al saliente gobierno de Juan Manuel Santos y a la candidatura del actual mandatario derechista Iván Duque a quien prefirieron contra el centroizquierdista moderado Gustavo Petro. Durante las administraciones de la Internacional Socialista en Colombia se han producido aún más matanzas políticas que en la de esta misma en Perú.

 

Durante los gobiernos del PRI, la sección mexicana de la Internacional Socialista, el más poblado país hispano también empezó a convertirse en el más violento por causas del narcotráfico.

 

Tanto Colombia como México son los países americanos más golpeados y corrompidos por las mafias de la droga, y en ambas repúblicas los gobiernos de dicha Internacional Socialista no lograron reducir el crimen organizado, algo que, paradójicamente, si ha podido hacer el MAS boliviano de Evo Morales, que es rechazado por esa misma internacional.

 

Tolerancias

 

En las 2 semanas que van desde que Juan Guaidó anunció que iba a desconocer el segundo mandato de Maduro iniciado el 10 de enero hasta que finalmente cumplió con su promesa de auto-juramentarse el 23 de enero se conmemoró un siglo del asesinato que hizo la que fuera la principal sección de la Internacional Socialista (la de Alemania) contra Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, los líderes de lo que antes había sido el ala izquierda de su propio partido.

 

La actual Internacional Socialista hunde sus raíces en esos partidos socialdemócratas que no dudaron en perseguir, proscribir y asesinar a decenas de miles de izquierdistas y revolucionarios.

 

En comparación a esa tradición, el chavismo nunca ha matado a ninguno de los líderes históricos de la oposición. Si bien hay muchas denuncias de casos de torturas y asesinatos de cuadros medios, lo cierto es que en marzo se pudo ver sobre una misma tarima a Juan Guaidó, autoproclamado Presidente Encargado junto con Henrique Capriles y Manuel Rosales (los últimos candidatos en unir a la oposición para competir con Maduro en 2013 y contra Chávez en 2012 y 2006) y Henry Ramos Allup (el primer presidente de la Asamblea Nacional controlada por la oposición). El único líder opositor en Caracas que no pudo asistir fue Leopoldo López quien tiene arresto domiciliario por haber incitado a protestas muy violentas en 2014.

 

A pesar que todos ellos acusan a Maduro de ser un tirano todos ellos estaban juntos abiertamente proponiendo derrocarlo, mientras que Guaidó es el único presidente paralelo en el mundo que se pasea libremente llamando a diario por la insubordinación de los militares, por un golpe castrense, por alborotos callejeros y por una invasión de todos los vecinos y la gran potencia del mundo sobre su nación.

 

Si la Internacional Socialista hubiera estado en el poder jamás hubiera respondido con tanta ‘blandura’, tal como lo hemos visto en casos anteriores.

 

Mientras Guaidó es protegido por la Guardia de Maduro quien le custodia cuando entra a su despacho y hasta le ha defendido cuando una turba popular no le quiso dejar pasar en su auto, en Madrid la corte real con apoyo del gobierno socialista viene juzgando a los ministros del anterior gobierno catalán por haberse atrevido a organizar un referendo pacífico y proclamar pacíficamente la independencia. Sobre ellos hay pedido de cárcel hasta por 2 décadas o más, mientras que la Internacional Socialista y la Unión Europea avala ello y la manera en la cual 10,000 policías reprimieron a cientos de miles de votantes catalanes y destruyeron urnas y luego se apresó al gobierno catalán clausurando su parlamento, su autonomía y sus instituciones.

 

Por su parte Maduro ha demostrado que él no quiere reaccionar organizando una revolución y una dictadura comunistas, pues, en 3 meses de agudos conflictos, él se ha negado a hacer lo que Lenin hubiera hecho en esos casos: movilizar a cientos de miles para ocupar y expropiar todas las empresas privadas y grandes propiedades, desconocer el pago de la deuda externa, nacionalizar el comercio exterior e imponer una economía centralmente planificada.

 

Maduro constantemente llama al diálogo y a mantener una democracia multipartidaria, el mercado y una economía mixta con la presencia de muchas empresas privadas nacionales y multinacionales.

 

Dedocracia

 

La Internacional Socialista afirma que Maduro es una dictadura, pero lo que ellos vienen haciendo en Venezuela es un intento de hacer otra dictadura.

 

El diputado Juan Guaidó se auto-juramentó como “presidente” al margen de un debate y de una votación en el parlamento, e imponiendo ese hecho consumado gracias a que inmediatamente Trump (quien previamente le había instruido a hacer eso) le reconoció y demandó a unos 50 aliados suyos que le sigan en ese camino.

 

Guaidó quiere presentarse como el líder de un movimiento democrático contra un dictador, pero Maduro ganó las elecciones del 2013 y del 2018 con el 40% y el 31% del padrón electoral, una cifra superior a la de todos los gobernantes suramericanos, por no decir de Trump quien perdió por casi 3 millones de votos.

 

Guaidó, en cambio, nunca compitió con ningún otro candidato para ser designado el portavoz de su partido, el presidente de la asamblea Nacional y luego el Presidente Encargado. Es más, hasta antes que él fuese el primer americano en auto-juramentarse en la presidencia en una manifestación, el 80% de los venezolanos lo desconocían.

 

El periodo de todo “presidente encargado” en Venezuela dura un mes, lapso en el cual tienen como único encargo convocar a presidenciales, cosa que él no ha hecho. Ya nos acercamos al primer trimestre de dicha “presidencia” y por ende ya hace tiempo que constitucionalmente está desfasada, si alguna vez lo estuvo.

 

Ahora Guaidó dice no quiere elecciones prontas, ni siquiera cuando él llegue al poder pues previamente debe haber una dictadura que él llama “gobierno provisional” (figura extra-constitucional) para reorganizar todo el aparato estatal y aplicar medidas de ajuste y privatizaciones.

 

Guaidó no nombra ministros ni gabinete, ni ejerce ninguna autoridad sobre ninguna parte del país. Él concentra supuestamente el poder ejecutivo (la presidencia) y también el poder legislativo (sigue como jefe del parlamento) y pasa por encima del poder judicial (cuyas órdenes él desacata). En el fondo se ha convertido en un joven que cree que “El “Estado soy yo” aunque el estado no le tome en cuenta.

 

Ante su incapacidad de poder tomar el poder debido a que no cuenta con suficiente apoyo popular ni tiene armas, su único recurso que tiene es provocar el caos, incitar a alborotos durante los apagones (que él dice que no los ocasiona, aunque solo empezaron a darse apenas él retornó a Caracas) y una invasión extranjera, con lo cual él se viene aislando y desacreditando, a punto que cuando Maduro decida arrestarlo él lo hará cuando crea que no vaya a ver mucha reacción popular en contra de eso.

 

La supuesta lucha de la Internacional Socialista por un gobierno más democrático en Venezuela ha terminado convirtiéndose en un llamado a un golpe militar o una invasión para imponer una dictadura, mientras se pasa por encima de las leyes de dicha república.

 

Mientras tanto denuncia a la “tiranía” chavista y trata de mostrar al único presidente nunca electo y nunca obedecido de las Américas como su paladín por la democracia, la Internacional Socialista ya no hace mucha bulla por los golpes parlamentarios que tuvieron Honduras, Paraguay o Brasil, por las constantes matanzas y violaciones a los derechos humanos en Colombia o Haití (cuyo presidente pro-EEUU sacó menos de la mitad del porcentaje que Maduro tuvo en el padrón electoral y quien no duda en disparar a protestas más masivas que las que él ha confrontado) ni centra su campana en las Américas a impedir el mega-muro de Trump.

 

Autogolpe

 

Con su actual política ante Venezuela la Internacional Socialista cierra la posibilidad de tratar de influenciar sobre el PSUV, tal como ellos antes han querido hacerlo sobre el castrismo y sobre otros movimientos originados en el comunismo.

 

Lo más grave es que se pone como furgón de cola de Trump para quién es vital evitar que Bernie Sanders gane la postulación demócrata y pueda quitarle la presidencia en el 2000 o que Jeremy Corbyn se convierta en un primer ministro socialista en Reino Unido.

 

La Internacional Socialista viene mostrando poco apego a sus principios pues llama a que la potencia que ésta tanto critica por estar queriendo romper a la Unión Europea sea quien derroque a un gobierno que es más democratizante y socializante que muchos de los países que la OTAN apuntala. Y todo ese acoplamiento a Trump es por puros intereses en llevarse bien con él y poder tener acceso a los ricos recursos petroleros y minerales que tiene la mayor reserva de oro negro y oro amarillo del planeta.

 

También termina aliándose con los principales rivales del socialismo en Chile (Piñera), Bolivia (Mesa), Argentina (Macri), Colombia (Duque) y Brasil (Bolsonaro).

 

En vez de hacer una causa común con la Alternativa Bolivariana de Nuestra América (ALBA, bloque que une a Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y 6 Antillas anglo-parlantes) contra un Bolsonaro que abiertamente se jacta de estar a la derecha de Hitler, prefieren trabajar con él para derribar al mayor contrapeso que este admirador de la junta brasileña tiene en Suramérica.

 

En cierta manera la Internacional Socialista se está dando un autogolpe a su propia influencia y credibilidad.

 

Con sus intentos de llegar a un acuerdo con Bolsonaro se distancian aún más del mayor partido de izquierda que haya tenido Iberoamérica y el hemisferio sur: el Partido de los Trabajadores de Brasil.

 

Con su política pro-Trump e injerencista en Venezuela también chocan con el principal gobierno hispánico: el del México de López Obrador.

 

Le negativa de las secciones venezolanas de la Internacional Socialista choca con las iniciativas de diálogo que plantea la Comunidad del Caribe, México, Uruguay y Bolivia.

 

Las izquierdas en Colombia, Perú, Brasil, Ecuador y Bolivia no pueden compartir esa orientación. El correísmo ecuatoriano y el MAS boliviano se alinean con el PSUV. Si bien los centroizquierdistas Petro en Colombia o Verónika Mendoza en Perú cuestionen a Maduro de dictador ninguno de ellos avala a la Internacional Socialista, en tanto llaman a un diálogo y a nuevas elecciones. El PT brasileño tiende a ser más cercano aunque no incondicional del chavismo.

 

En Argentina el Frente de Izquierda que siempre saca más de un millón de votos cree que Maduro hace una dictadura burguesa bonapartista, pero que se debe hacer causa común con él contra el imperialismo en tanto que propugnan radicalizar el proceso expropiando al capitalismo.

 

Salvo Liberación Nacional en Costa Rica, los diversos grupos socialdemócratas en Chile o una posible captación del nuevo gobierno ex farabundista de El Salvador esta Internacional no tiene muchas posibilidades de llegar al poder en Latinoamérica.

 

Su adaptación a Trump en su ofensiva contra Venezuela le va a castigar tanto como la que tuvo ésta con Blair cuando se subordinaron a la anterior administración republicana de la Casa Blanca en la guerra de Irak.

 

Isaac Bigio

Politólogo economista e historiador formado en la London School of Economics donde enseñó política venezolana y latinoamericana.

https://www.alainet.org/es/articulo/199166?language=es
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