Carlos y Camila en Cuba

Los de sangre azul en la isla roja

27/03/2019
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Foto: cuballama.com
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En uno de sus viajes más importantes preparándose para asumir el trono británico, el príncipe Carlos viajó con su esposa Camila a Cuba, convirtiéndose en el primer Windsor en visitar al único país occidental regido por un partido comunista.

 

Su visita dura 4 días. Este un periodo mayor que el que Elizabeth II ha destinado para estar en varios países que le aceptan como su jefa de Estado o como cabeza de su Mancomunidad de Naciones, mientras que ella nunca ha viajado a Argentina, la mayor república hispánica.

 

Esa ofensiva amistosa es lo contrapuesto a la ofensiva agresiva que la Casa Blanca ha desplegado contra Cuba, Venezuela y Nicaragua a quienes califica como una triada totalitaria que hay que aislar, sancionar y hasta intervenir militarmente.

 

No parecería haber nada tan ubicado en las antípodas como un régimen que se proclama revolucionario, igualitario y colectivista como el cubano, con la monarquía aristocrática británica que es la cabeza de la potencia que dio paso al capitalismo global.

 

Pero Cuba ya antes ha sabido sacar provecho del rey español para crear la Comunidad Iberoamericana de Naciones con la cual socavó el cerco de EEUU y la OEA, y ahora piensa hacer lo mismo con la familia dinástica más célebre y poderosa del planeta.  

 

Y la casa real británica como antes la española también puede sacar provecho abriéndose mercados en esa isla para su industria turística, médica y de otro tipo, y para aparecer como modernizada, tolerante y pluralista.

 

A fin de cuenta hay 5 países de las Antillas que han sido o son miembros de la Alianza Bolivariana de Nuestra América (ALBA) junto a Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua, y que, al mismo tiempo aceptan a Elizabeth II como su reina o como su jefa de la Commonwealth.

 

Desde antes de entrar a la adolescencia el futuro rey de la mayor isla europea ha venido viendo como el castrismo dominaba la mayor isla del Caribe. Él ahora busca una buena relación con Cuba roja y ver cómo aprovechar su rivalidad con Trump para abrirse a su mercado.

 

Dicho paso parece contradecir la política que vienen llevando a cabo los principales países que aceptan a Elizabeth II como su monarca (como Reino Unido, Canadá, Australia, Jamaica y otros) quienes se niegan a aceptar a Maduro como presidente de Venezuela y, pese a que él ejerce el total dominio sobre ese país, prefieren seguir a Trump en reconocer a Juan Guaidó quien acusa al chavismo de hacer una dictadura colonizada por Cuba.

 

Mientras Venezuela sigue teniendo elecciones multipartidarias y mantiene una economía capitalista reformada, Cuba tiene desde hace unas seis décadas un sistema de partido comunista único y una economía nacionalizada y planificada.

 

Una lógica ideológica debería conducir a preferir romper con Cuba antes que con Venezuela, pero la geopolítica se rige por intereses materiales.

 

EEUU clama ser el democratizador del mundo pero el primer país que Trump visitó al llegar al poder fue Arabia Saudita, una teocracia totalitaria hereditaria que nunca ha permitido ninguna clase de elecciones, partidos, sindicatos o iglesias, que fundó y financió a Al Qaeda y a otros terroristas islamistas, y que ha matado a decenas de miles de inocentes en sus guerras en Yemen y en otras partes del mundo musulmán.

 

Como el castrismo demuestra mantener el total control de Cuba desde hace más de medio siglo, para Reino Unido es preferible hacer negocios con éste, mientras que la actual crisis venezolana puede ofrecer una posibilidad para que Sir Richard Branson y otros multimillonarios británicos quieran sacar provecho de ello o de un eventual cambio de gobierno para querer tener mejores contratos con la industria petrolera, minera o turística de Venezuela.

 

A pesar que Londres evita que las reservas de oro venezolanas depositadas en el Banco de Londres sean retornadas a Caracas y aceptó tardíamente reconocer a Guaidó como “presidente encargado”, los británicos, como el resto del grueso de la Unión Europea, no aceptan una solución bélica, lo cual ata las manos de los duros que rodean a Trump.

 

La Habana, seguramente, querrá sacar provecho de la visita real británica para buscar que los países regidos por ésta y también Europa sean más proclive a una solución negociada en Venezuela, mientras que los EEUU presionará para que ésta, si se da, pase por una alternativa como la que antes tuvo Nicaragua, en la cual el gobierno socialista aceptase unas elecciones en las cuales la oposición de derecha pudiese retornar al gobierno, aunque sea de manera temporal.

 

Isaac Bigio

Analista Internacional

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198972
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