Perspectivas al final de la segunda década del siglo XXI

Un repaso por los acontecimientos políticos y sociales que marcan la pauta económica de la 1ra parte del siglo deja en claro que se está ante un horizonte conflictivo que no tiene señales de acabar pronto.

18/03/2019
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Ilustración: RT / Reuters
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 540: Nuevas pistas de la economía mundial 13/03/2019

En el presente artículo vamos a repasar por los acontecimientos políticos y sociales que marcan la pauta económica de la primera parte del siglo.  Un referente es lo acontecido en la misma etapa en los siglos XIX y XX para ver si estamos o no ante una señal auspiciosa.  Lo que está claro es que se está ante un horizonte conflictivo que no tiene señales de acabar pronto.

 

Algunos referentes de inicios de siglo XIX y XX

 

Al final de la segunda década del siglo XIX, las repúblicas americanas culminaban la etapa final de sus luchas por la independencia española y España entraba en una espiral de debilitamiento hegemónico frente a la industrial Gran Bretaña y el liberalismo económico.  De otro lado, los Estados germánicos, bajo la influencia de Federico List, impulsaban una unión aduanera, la primera de su tipo.  La visión industrialista de List subyacía a sus críticas al liberalismo británico y los británicos, frente a España, se encargaron de equipar y financiar a las tropas independentistas de Bolívar.  Los ferrocarriles a vapor de agua eran la tecnología del progreso y reducían las distancias.  Las migraciones masivas de España hacia América latina y de Gran Bretaña hacia Estados Unidos marcaron huella.

 

Al final de la segunda década del siglo XX, en 1919, se firmó el Tratado de Versalles y se fundó la primera organización multilateral: la Liga de las Naciones, con su oficina de inteligencia económica, junto con la Organización Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de la Salud.  La revolución rusa había triunfado en noviembre de 1917 y la revolución mexicana estaba en plena lucha.  Se estaba en los albores de la deflación de 1920 y del estancamiento europeo de la década de 1920.  En China los europeos estaban consolidando Shanghái como un gran centro comercial y Japón había establecido en la Península de Corea un poder militar.  Estados Unidos se había instalado en el Istmo de Panamá con el Canal recién inaugurado y todos los imperios europeos fueron derrotados en la I Guerra Mundial, salvo Gran Bretaña que comenzaría su declive como país altamente endeudado con los Estados Unidos.  El motor a combustión con combustible fósil era la tecnología del progreso.  Aviones, automóviles y barcos reducían las distancias.  Las migraciones masivas de post guerra desde Europa hacia el continente Americano marcaron a la mayor parte de los países.

 

Las guerras y el mundo al que entramos[1]

 

El final de la segunda década del siglo XXI se caracteriza por el debilitamiento de los organismos multilaterales ante un resurgimiento de nacionalismos localizados en Europa, Estados Unidos y en menor medida en América Latina.  Las guerras, que debían ser prevenidas por la Liga de las Naciones, y luego por Naciones Unidas hoy son imprevisibles.  Tras la proclama del fin de la historia de Fukuyama, lo que se observa es que hay más guerras en simultáneo que nunca en la historia pero que tienen una forma diferente.  Son luchas entre sectores de oprimidos y opresores, en algunos casos religiosas.  Todas son en espacios geográficos donde hay petróleo o gas y en todas está involucrado Estados Unidos de alguna manera.

 

1) La segunda guerra del Congo (1998–2003)[2] que se inició en el siglo XX en un área donde hay riqueza petrolera y minera lleva desde 1998 tres millones de muertos y continúa con menor intensidad con la presencia de 113,000 fuerzas de paz bajo el auspicio de Naciones Unidas desde el 2003.  

 

2) La guerra civil siria desatada tras la invasión occidental a Irak y al mismo tiempo de la Primavera Árabe del 2011.  Tiene como actores a grupos políticos y religiosos y a gobiernos como Estados Unidos, Rusia, Turquía, Israel.  Lleva 365,679 personas muertas a febrero del 2019.  (Syrian Observatory for Human Rights)[3].  

 

3) La guerra de Irak, que se inició en el 2003 con una invasión occidental bajo el argumento falso que habían armas de destrucción masiva.  Ha provocado, hasta inicios del 2019, 288,000 muertos.  

 

4) La guerra de Afganistán[4], iniciada en el 2001, poco después del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York y otros blancos, por un grupo de 19 árabes saudíes asociados a Al Qaeda, grupo paramilitar religioso.  Lleva 100,000 muertos hasta febrero del 2019 entre los de Afganistán y los civiles muertos en Pakistán.  

 

5) La Guerra de Boko Haram[5], cuyo nombre significa “la occidentalización es un sacrilegio”, que comenzó cuando se fundó el grupo en Nigeria en el 2002, poco después de los ataques de Al Qaeda en Estados Unidos.  Se desarrolla en un país rico en petróleo con una mala distribución del ingreso y con un proyecto de surtir a Europa a través de un oleoducto que atraviese África.  La consecuencia de esta guerra es el desplazamiento de 2 millones de personas.  

 

6) La guerra Civil de Yemen, iniciada con la Primavera Árabe, que fue una lucha por la permanencia en el poder del presidente electo ʿAlī ʿAbd Allāh Ṣāliḥ.  Luego entraron a la lucha Al Qaeda, apoyando a los rebeldes Houthi, y del otro lado Arabia Saudí, con el respaldo de Estados Unidos al gobierno del presidente Hadi, que sucedió a As Salih en el 2015.  Es un país rico en gas natural y minerales diversos.  Llevan 80,000 muertos desde el 2015 según Yemen for the Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED)[6].  

 

7) El conflicto de Ucrania, que se inició en el 2013 cuando el presidente pro-ruso de Ucrania, Viktor Yanukovich, rechazó el acuerdo de asociación con la Unión Europea a favor de lazos más estrechos con Rusia.  Kiev, la capital ucraniana, estalló en protestas callejeras y los manifestantes establecieron un campamento permanente en la Plaza de la Independencia.  Los enfrentamientos entre la policía (pro rusa) y los manifestantes (pro europeos) se volvieron cada vez más violentos.  El Acuerdo de la Asociación entre Ucrania y la Unión Europea se firmó en marzo del 2014 bajo la presidencia de Oleksandr Turchínov.[7]  En el proceso, se desató la violencia entre los sectores pro rusos y los pro europeos, lo que llevó a que las fuerzas de seguridad del gobierno abrieran fuego contra los manifestantes.  La reacción violenta que se produjo en febrero del 2014 barrió a Yanukovich del poder, y él huyó a Rusia.  Al mismo tiempo, en febrero del 2014 el ejército ruso invadió la Península de Crimea para asegurar la salida rusa al Mar Negro, donde se encuentran las bases navales rusas del Mediterráneo; estallando una guerra que lleva 13,000 muertos y que ha convertido a Ucrania en la frontera entre Rusia y Europa.  El tema es el gas, los gasoductos que pasan por allí, y quién los controla.  Una característica de todas estas guerras es que las empresas siguen operando mientras la guerra avanza.  La guerra permanente es un nuevo rasgo de la economía internacional.

 

Migración y capacidad de absorción

 

La consecuencia de la Primavera Árabe y las intervenciones de Occidente en Libia, Irak y Egipto han dejado una estela de inmigrantes que intentan escapar de sus países para descansar de la guerra y trabajar.  Lo más cercano es Europa, lo que ha llevado posiblemente a uno de los desplazamientos masivos más significativos de la historia moderna.  Del año 2000 al 2017, el número total de migrantes aumentó casi 50%: de 173 a 258 millones de personas.[8]  La mitad de este aumento ocurrió en países desarrollados, mientras que la otra mitad tuvo lugar en países en desarrollo, según Naciones Unidas.  En América Latina, los desplazamientos están asociados a cambios de gobierno sin elecciones o intentos forzados de cambio, como en Honduras, Haití, y Venezuela, pero también, en general, a muy poco crecimiento económico e insuficiencia de empleo.

 

La falta de crecimiento de las economías desarrolladas adonde se dirige la mitad de los migrantes ha dado lugar a sentimientos nacionalistas similares a los existentes en la década de los años 1930, esta vez culpando a los musulmanes.  La diferencia es que la existencia de musulmanes radicales armados e ideologizados como un pueblo oprimido por Occidente los convierte en actores en el conflicto armado no solo en la zona sur del Mediterráneo, sino al norte.  Esto es una diferencia sustantiva con los años 30.  Este es un componente nuevo de la economía internacional por el impacto de las remesas internacionales en las economías de origen.

 

Crecimiento medio simple anualizado del PIB real antes y después de la recesión de 1974

 

 

El cuadro[9] recorre 66 años de crecimiento económico de economías maduras, de 1950 a 2016.  Lo que muestra es que, en primer lugar, las economías que menos crecieron desde 1950 fueron Gran Bretaña, Estados Unidos y Dinamarca.  En segundo, lugar muestra como después de la crisis de 1974 el crecimiento se redujo aún más en comparación con la primera etapa, 1950-1975.  La diferencia es que entre la primera y segunda etapas, el promedio de la primera etapa de todas las economías maduras era superior al crecimiento americano; en la segunda etapa el promedio del crecimiento es igual al promedio de la economía mayor.  Es decir, hay una migración masiva hacia las economías desarrolladas que tienen tasas de crecimiento bajas y a Estados Unidos en especial, que la tiene más baja que el resto.  Esto produce las reacciones sociales fascistas, cargadas de odio, racistas, xenófobas, que se observan en el discurso estadunidense pero también en las reacciones populistas de derecha europeas con las consecuencias sobre el proteccionismo y guerras comerciales.

 

El motor real del crecimiento

 

El escaso crecimiento de las economías maduras ha sido activado por dinámicas internas, con la posible excepción de Alemania donde el peso externo es muy alto.  La tecnología de la década de los años 20 se agotó en los años 70 y desde entonces se viene esperando un cambio en la energía con la que se mueven los vehículos.  Lo que ha ocurrido, mientras tanto, en estos cincuenta años es que emergió la inteligencia artificial que nos permite no movernos y estar conectados con otro lugar en tiempo real vía el Whatsapp y Skype así como por Hangouts de Google, entre los más conocidos.  Esto hace que la sociedad esté más informada aunque no más comunicada, necesariamente.  También permite que no se deban de hacer y en esa medida es un vehículo de meta-transportación virtual.

 

A pesar de eso, crece el número de vehículos de transporte con tecnología cada vez más avanzada para comodidad del pasajero.  Lo más avanzado será el vehículo que sea literalmente auto-móvil, sin chofer.  Ese vehículo eléctrico, o energizado por hidrógeno, será limpio y no calentará el ambiente. La competencia está en quien sacará estos vehículos al mercado más pronto.  El funcionamiento de éstos va de la mano con lo dicho al inicio, sobre la telemática.  La competencia es quién saca la red 5G antes y la coloca en el mercado.  Todo indica que la empresa Huawei la tiene lista y la está vendiendo, mientras Estados Unidos sabotea todo ese esfuerzo para no quedarse atrás.  Esa es la explicación lógica de la guerra comercial que hasta ahora les cuesta a los consumidores americanos 165,000 millones de dólares y que impacta sobre el 38% de las importaciones estadounidenses.[10]

 

La competencia por los autos limpios sin chofer y con tecnología 5G es por el momento el futuro inmediato para reactivar las economías maduras.  Todo indica que esto lo viene ganando China, sin embargo, (ver artículo de Armando Negrete en esta edición) América Latina dentro de este juego continúa siendo la despensa, donde China invierte para asegurar materias primas, entre ellos, el litio y las tierras raras pero también petróleo y gas.  En este, la competencia espacial con Estados Unidos en el continente es muy fuerte.

 

Finalmente

 

El mundo está marcado por guerras en zonas de producción de petróleo y gas.  Estas son ahora un rasgo de los tiempos y no eventos pasajeros.  Son guerras que duran más que las guerras mundiales y que tienen millones de muertos pero que no generan un cambio tecnológico significativo como para sacar a Estados Unidos de su trayectoria declinante de crecimiento.  El futuro tecnológico está comprometido con el transporte y la telemática para hacer dicho transporte más cómodo y eficiente en términos de energía.  La competencia por esto en la forma de vehículos eléctricos o a hidrogeno, sin chofer, es posible, siempre y cuando el control de la tecnología de redes 5G esté en las mismas manos occidentales que los vehículos.  La competencia parece estar inclinada a favor de China y eso ha motivado una guerra comercial costosa para Estados Unidos, cuyo déficit externo ha crecido en este año pasado.  El proteccionismo va acompañando las migraciones indeseadas mientras Estados Unidos busca colocar a la economía en declive en una posición de líder mundial, sin éxito en ninguno de los campos.  Su déficit externo es mayor y su desprestigio aumenta.[11]

 

Las guerras ocurren en espacios donde hay petróleo y gas, lo que indica que no está echada la suerte de los combustibles fósiles todavía a pesar de los efectos adversos que tienen.  La guerra comercial con China no se inició el año 2018, ni tampoco la competencia por la red 5G.  La resistencia a la migración tampoco es un fenómeno reciente.  Lo que está pasando es que se vienen acentuando las tendencias y las radicalizaciones de derecha se van fortaleciendo conforme éstas se agudizan.  Zizek[12] nos dice que cuando hay frustración política en la izquierda, esa población vira hacia el extremo de la derecha en búsqueda de respuestas reales.  Eso es lo que está pasando.  En medio de esto, el crecimiento tanto de Europa como de Estados Unidos está más debilitado que antes.  Los países orientales sentirán también el efecto de la desaceleración occidental, pero en un horizonte cinco veces más alto de crecimiento del PIB que Occidente (1.4% vs 6.4%).  América Latina va a tener que escoger bien con quién comerciar y cómo desarrollarse porque los modelos pensados en mercados próximos están, por el momento, terminados sin una transformación productiva, que por ahora no está a la vista.

 

 

Oscar Ugarteche, es investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM SNI/CONACYT, y coordinador del proyecto OBELA.

 

 

 

 

 

[1] Datos básicos tomados de https://www.britannica.com/list/8-deadliest-wars-of-the-21st-century y elaborados con información complementaria de internet.

[9] Alan Freeman, “The sixty-year downward trend of economic growth in the industrialised countries of the world”, GERG working paper No.1, 2019, University of Manitoba.

[10] The impact of the 2018 trade war on U.S. prices and welfare, Mary Amiti, Stephen J. Redding and David E. Weinstein, Discussion Paper DP13564, Published 02 March 2019, Centre for Economic Policy Research, London.

[11] - “Donald Trump won little applause during Munich Security Conference — and Ivanka wasn’t too pleased” https://bit.ly/2HdtW9R.  “UN members laugh at Trump after claim his administration has 'accomplished more than almost any in US history” https://ind.pn/2O70tSf.  “Trump's North Korea summit failed because he doesn't understand what Kim Jong Un really wants” https://nbcnews.to/2H91lmn.

[12] Slavoj Žižek, Problemas en el paraíso. Del fin de la historia al fin del capitalismo. Traducción de Damià Alou. Editorial Anagrama. Barcelona

https://www.alainet.org/es/articulo/198768

Publicado en Revista: Nuevas pistas de la economía mundial

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