La esquiva gobernabilidad del Gobierno de Duque
- Análisis
Finalmente el Gobierno de Iván Duque Márquez presentó su plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad” estructurado alrededor de 14 temas poco ligados entre sí y con una gran dificultad: los tales pactos no fueron el producto de un proceso de consulta con la sociedad y ni siquiera con los gremios económicos ampliamente representados en su gabinete ministerial. Son propuestas de pactos, en el mejor sentido del término y no pactos que cuenten en realidad con un proceso de discusión y debate con los sectores más representativos de la sociedad civil. Pero tampoco se surtió un proceso de discusión y mucho menos de concertación con los partidos políticos ni siquiera con los partidos de la coalición de Gobierno como lo dejo expresamente señalado el flamante y oportunista partido de la U que públicamente se quejó no solo de no contar con representación política en el Gobierno sino de no haber sido consultado en su proceso de formulación.
Una vez formulado y presentado a consideración del Congreso de la República el miércoles 6 de febrero el presidente de la República inició una serie de reuniones con los partidos de la coalición de Gobierno que apenas si le dan en teoría unas mayorías exiguas en el Congreso. El resultado no fue el mejor para el gobierno. A parte del apoyo de su partido Centro Democrático contó con el apoyo del partido Conservador y de los grupos cristianos del Mira y Colombia Justa y Libres. El otro partido de la Coalición de Gobierno, el partido de la U tanto al final de la reunión con Duque como después de una reunión celebrada con posterioridad señaló que dicho partido esperará el término de la presente legislatura para evaluar si se mantiene en la coalición de Gobierno u opta por declararse independiente dado que no cuenta con representación política en el Gobierno.
El partido Cambio radical que ha orientado el ex vicepresidente, Germán Vargas Lleras, al término de la reunión ratifico su postura de independencia señalando que examinará el Plan de Desarrollo y que apoyará aquello que considera beneficioso para el país. El otro partido, el Liberal también declarado en independencia del Gobierno ni siquiera concurrió a la reunión con Duque pretextando desconocer los puntos de la agenda y ratificando su independencia del Gobierno. En resumidas cuentas en esta ronda de conversaciones el Gobierno no sumó nuevas fuerzas para su proyecto al contrario es cada vez más evidente el resquebrajamiento del partido de la U en donde 25 parlamentarios se han declarado de la coalición de Gobierno mientras 16 sostienen la postura de declararse independientes.
El alejamiento de los partidos y su ratificación de independencia con respecto al Gobierno de Duque tiene varias motivaciones. La primera el reclamo de tener representación en el alto gobierno, en el gabinete ministerial. La mayor parte de los partidos no creen en el cuento de que Duque gobierna con un gabinete técnico. Al contrario evalúan que los principales beneficiarios de la repartija burocrática tanto en gobierno como en el cuerpo diplomático son los partidos Centro Democrático y el partido Conservador de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez. Duque hasta el momento se ha negado a dar representación a estos partidos en el Alto gobierno y esta es la primera y real causa del distanciamiento de los partidos independientes y ahora del propio partido de la U con el gobierno de Duque.
Un segundo factor es la proximidad de las elecciones regionales. El Centro Democrático quiere jugar fuerte para superar los exiguos resultados que obtuvo en las elecciones de 2015 en que solo logró 1 gobernación y 55 alcaldías. Los partidos mayoritarios quieren mantener los espacios de poder que tienen en las regiones y en este sentido ven como competidor al gobierno de Duque y a su coalición.
En tercer lugar no quieren cargar con un gobierno con muy bajos niveles de popularidad. El costo político de tramitar proyectos como el del Plan Nacional de Desarrollo que contempla medidas regresivas como la eliminación de los subsidios a la energía para el estrato tres de la población o la pretensión de establecer un piso mínimo de cotizaciones para los trabajadores que no devengan el salario mínimo tanto para pensiones como para salud o la inexistencia de una política para los 12 millones de colombianos que viven de la economía campesina y en cambio facilitar y dar gabelas a los empresarios agrícolas o las trabas a la inversión de recursos para la paz contenidos en los acuerdos de La Habana, son costos políticos que no quieren pagar los varones electorales que son dominantes en estas colectividades políticas. A cambio de qué se preguntan sus dirigentes. Es posible que se realicen coaliciones regionales entre estos caciques electorales y los partidos de Gobierno pero eso se resolverá en cada municipio o en cada departamento.
Entre tanto el Gobierno de Duque cada vez más cercano al núcleo duro del uribismo busca otros temas que le permitan mejorar su imagen y su aceptación. Se pegan al caliente clavo del intervencionismo norteamericano en Venezuela jugando al macabro juego de la guerra. Todo ello apoyado en el poder mediático que sin distingos apoya de manera irresponsable la injerencia en los asuntos internos venezolanos y con el silencio cómplice de los grandes conglomerados económico financieros colombianos. A ello sirve obviamente la crisis venezolana y la profunda división y fragmentación que se presenta en dicho país ante el fracaso del modelo económico dependiente de la producción y explotación de sus abundantes recursos naturales, principalmente de los recursos petroleros; ante la crisis de corrupción del régimen y el cerramiento de espacios democráticos para la oposición que además clama por el endurecimiento del bloqueo y manifiesta abiertamente su respaldo a la intervención armada externa. Un escenario complejo en que se requiere una salida política negociada entre el régimen y la oposición venezolana respetando en todo caso la soberanía de los venezolanos para resolver su crisis tal como lo proponen los países garantes del reciente encuentro de Montevideo y principalmente el Gobierno Mexicano.
El segundo tema desplegado por Duque para mejorar su imagen es el de la seguridad y la lucha contra el terrorismo. Este tema fue facilitado por el atentado perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional, ELN, el pasado 17 de enero en contra la escuela de cadetes General Santander en Bogotá. Esta acción del ELN así como la voladura de los oleoductos, le sirve en bandeja de plata al Gobierno para levantar el tema de la lucha contra el terrorismo y la negación de la existencia del conflicto armado de naturaleza política. El uribismo como se sabe niega la existencia del conflicto armado al que califica desde la campaña electoral del año 2002 como una amenaza terrorista a la cual hay que combatir con toda la fuerza del Estado. Precisamente y en esta misma línea de pensamiento el Gobierno de Duque presentó el pasado miércoles 6 de febrero su “Política de Defensa y seguridad para la legalidad, el Emprendimiento y la Equidad” que trae temas novedosos como se ha señalado pero que mantiene en su núcleo duro el tema de la seguridad como un tema de control militar del territorio y las redes de informantes como el mecanismo para recabar la participación ciudadana en la misma.
Hasta ahora estos temas le han dado para mejorar un poco en las encuestas. La pregunta es si ante la crisis social y su proyecto de profundizar en el modelo extractivista facilitando las explotaciones minero energéticas, así como la desmejora en las condiciones de vida de la gente, estos temas le darán para construir un proyecto de gobierno con respaldo social. Hasta ahora la respuesta no es concluyente. Dependerá mucho de cómo las fuerzas de la oposición y los movimientos sociales interpreten la coyuntura.
Bogotá 14 de febrero de 2019.
Pedro Santana Rodríguez
Director Revista Sur
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