Exterminadores en el campo

14/02/2019
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Impulsores genéticos: cómo favorecen la agricultura industrial y amenazan a la soberanía alimentaria

 

El problema

 

Después de más de 20 años de controversia sobre los cultivos transgénicos y el cada vez más contundente rechazo de los consumidores, ahora la industria biotecnológica contempla una nueva estrategia: diseñar y desarrollar nuevas modificaciones genéticas invasivas para controlar insectos, hierbas y crear nuevos monopolios. Su plan consiste en utilizar lo que se denomina “impulsores genéticos” cuyo objetivo es habilitar organismos que diseminen automáticamente sus genes diseñados en hábitats y ecosistemas completos. Estos organismos podrían –se afirma– extinguir algunas de las principales pestes agrícolas, reducir la necesidad de plaguicidas y acelerar los programas de obtención de nuevas variedades de ganado. Según algunos de sus promotores, los impulsores genéticos podrían incluso ser compatibles con organismos no transgénicos y con la agricultura orgánica.

 

Los riesgos

 

La posibilidad de crear organismos invasivos capaces de esparcir genes de diseño en campo abierto, reedita uno de los peores escenarios imaginados con organismos transgénicos y lo convierte en una estrategia industrial deliberada. Mientras que la primera generación de transgénicos esparció sus genes principalmente por accidente, los organismos con impulsores genéticos tienen por objetivo alterar el genoma de las poblaciones silvestres en el mundo real. Su propagación sería deliberada. Los científicos detrás de los impulsores genéticos apenas comenzaron a preguntarse qué pasaría si los genes no se comportan como sus modelos predicen. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, genes dirigidos a producir esterilidad femenina –que han demostrado poder eliminar poblaciones de mosquitos en laboratorio–, se transfirieran a especies que polinizan nuestros cultivos o son fuente de alimento para aves, reptiles e incluso humanos? ¿Qué pasaría si genes benéficos se desactivaran o si la alteración genética modificara los patrones o incrementara la incidencia de enfermedades?

 

La lógica detrás de la insistencia en usar impulsores genéticos en agricultura asume que problemas extraordinariamente complejos del sistema alimentario pueden resolverse de forma simple con innovaciones de alta tecnología.

 

Los actores

 

Actualmente, los proyectos conocidos para el desarrollo de impulsores genéticos reciben un financiamiento conjunto que asciende a 250 millones de dólares, provenientes principalmente de la Agencia Militar de Proyectos de Investigación Avanzada del gobierno de Estados Unidos (DARPA), la Fundación Bill y Melinda Gates, la Fundación Tata y el Proyecto de Filantropía Abierta de Facebook. Pese al enorme financiamiento de la DARPA, los principales promotores de los impulsores genéticos reconocen en privado y en sus patentes que su objetivo comercial está en los agronegocios.

 

Entonces no sorprende que esté creciendo una red de investigación de bajo perfil sobre impulsores genéticos para usarse en agricultura. Grandes empresas de los agronegocios, como Monsanto-Bayer, Syngenta-ChemChina, DowDuPont (ahora llamada Corteva Agriscience) y Cibus acechan en las sombras de las discusiones sobre las políticas para los impulsores genéticos, aconsejadas por científicos y asesores de relaciones públicas para mantenerse, por ahora, con un bajo perfil.

 

Las políticas

 

Los impulsores genéticos están diseñados para invadir, persistir y propagarse. Sus desarrolladores afirman que podrán confinarlos o controlarlos, pero estas presunciones retóricas deben demostrarse y someterse a riguroso escrutinio. Entretanto, la justicia y la precaución demandan una moratoria a cualquier tipo de liberación de estos organismos en campo abierto. Deben acordarse y ponerse en práctica reglas internacionales estrictas para el manejo de impulsores genéticos en investigaciones en laboratorio, lo mismo que para su contención, antes de seguir adelante con la investigación, incluso en laboratorios. Actualmente ya hay todas las condiciones para desarrollar organismos con impulsores genéticos sin someter el proceso a ningún tipo de regulación de bioseguridad.

 

Tecnologías que se originan en el laboratorio, como los OGM —y ahora los impulsores genéticos—, omiten las profundas injusticias y desequilibrios de poder que exigen respuestas políticas y escrutinio democrático, en vez de paliativos tecnológicos. En los ámbitos nacional e internacional, falta abordar las preguntas sobre evaluación de las tecnologías y consentimiento social.

 

El Convenio sobre Diversidad Biológica (CBD) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ya colocó la gobernanza de los impulsores genéticos en el centro de sus deliberaciones. Los tópicos que tiene pendientes el CBD son la posible moratoria a los impulsores genéticos, así como la necesidad del consentimiento previo, libre e informado de los afectados, en primer lugar los campesinos.

 

Este informe se publica como una alerta a los gobiernos, las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales en todo el mundo. Señala cómo al tiempo que se promueven para la medicina y la conservación, los OIG encontrarán su uso real en la producción de alimentos y la agricultura industrial. Este informe llama a poner pausa a la investigación aplicada en impulsores genéticos y a detener sus liberaciones al medio ambiente, hasta que se haya realizado un proceso público, exhaustivo y amplio de diálogo y se establezcan reglas para asegurar un consentimiento claro y la defensa de la soberanía alimentaria.

 

Seis ejemplos en el informe que presentamos:

 

Impulsores genéticos para insectos, gusanos y otros organismos considerados plagas, para “distribuir” esterilidad como alternativa biológica a los plaguicidas.

 

Impulsores genéticos como herramienta para el mejoramiento y la crianza en la producción de carne vacuna

 

Genes de auto-extinción, distribuidos con impulsores genéticos en ratas y ratones así como en escarabajos que afectan el grano almacenado

 

Hay propuestas para equipar abejas (apis) con impulsores genéticos para controlar sus comportamientos de polinización mediante rayos luminosos

 

Se está investigando el diseño de impulsores genéticos en las especies más comunes de plantas consideradas malezas para hacerlas más susceptibles a herbicidas como Roundup.

 

El análisis de dos patentes clave sobre gene drives muestra que cada uno refiere entre 500 y 600 usos agrícolas, incluyendo marcas de 186 herbicidas, 46 plaguicidas, 310 insectos considerados plagas agrícolas, nematodos, polillas y otros.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/198156?language=en
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