2018: el bloque social revolucionario se fortalece
- Análisis
La recuperación de su protagonismo en las calles -con organización, movilizaciones, consignas para profundizar el proceso de transformaciones y decisión de respaldar a Evo Morales como su líder y candidato presidencial- ha hecho que los movimientos populares de Bolivia en 2018, encabezados por los sindicatos mineros, organizaciones campesinas e indígenas y urbano-populares, recuperen y fortalezcan sus posiciones sociales, regionales y políticas y abran una nueva perspectiva al Movimiento Al Socialismo (MAS) para consolidar un gobierno antiimperialista que impulse la independencia económica y la liberación nacional.
La Central Obrera Boliviana (COB) que reúne a las organizaciones sindicales de todo el país, después de su XVII Congreso Nacional realizado en Santa Cruz en febrero de 2018, ratificó su postura de respaldar al gobierno y que el movimiento obrero y campesino sea una fuerza más protagónica en la política nacional y que, junto a la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM), se conviertan en el sostén fundamental del proceso político.
Con los antecedentes del Pacto de Unidad, la CONALCAM, compuesta por los movimientos sociales campesinos, interculturales, indígenas de oriente y occidente, juntas vecinales y mujeres campesinas, ha sido la base de sustento social y político para derrotar con grandes movilizaciones los proyectos de continuidad del neoliberalismo y a sus partidos políticos, particularmente con la rebelión popular de octubre de 2003, que luego permitió el ascenso electoral de Evo Morales.
En 2018 el movimiento popular ha equilibrado y revertido, en algunos casos, los procesos de ascenso, protagonismo y acción política de los sectores de oposición definidos por una parte en torno a los partidos conservadores y neoliberales como Unidad Nacional (UN) de Samuel Doria Medina y Movimiento Demócrata Social (MDS) de Ruben Costas y por otra sobre la base de las Plataformas Ciudadanas que reúnen a diversos grupos urbanos tanto por relaciones directas como a través de las redes virtuales.
Ascenso e iniciativas opositoras
El MAS, con Evo Morales y Alvaro Garcia, consiguió rotundos triunfos electorales en 2005 (54%), 2009 (64%) y 2014 (61%) y ganó un referéndum revocatoria en 2008 con el 67% de respaldo. Sin embargo a partir de las elecciones de gobernadores y alcaldes en 2015 tuvo un retroceso electoral en varios departamentos y municipios del país que abrieron un espacio importante de acción a los partidos opositores. Posteriormente se presentaron denuncias de corrupción y mala administración en el gobierno, con fuertes y millonarias campañas de los grandes medios de comunicación privados, de redes de internet y de fundaciones y oeneges vinculadas a similares de Estados Unidos y Europa.
El referéndum de febrero de 2016, planteado por varios parlamentarios y sectores sociales oficialistas, para conseguir una nueva postulación electoral de autoridades, entre ellos el Presidente y el Vicepresidencia, tuvo un resultado negativo de 51.3% y positivo de 48.7% en un contexto de campaña mediática y virtual iniciada por una mentira lanzada por Carlos Valverde, un contacto directo de la Embajada de Estados Unidos, que sostenía que Evo Morales tenía un hijo secreto y que la madre del niño estaba vinculada al tráfico de influencias y la corrupción.
Esta mentira que se difundió por todos los medios de comunicación y generó un escándalo público nacional e internacional influyó en la decisión de importantes sectores de votantes. Posteriormente el propio Valverde reconoció la mentira y la Cadena de televisión CNN, que había hecho un gran despliegue publicitario, también tuvo que rectificar sus noticias.
Este acontecimiento abrió las compuertas para el fortalecimiento y avance de las Plataformas Ciudadanas que, junto a otros gremios profesionales, como los médicos, coordinados por los partidos de oposición, analistas -entre ellos Carlos Mesa exvicepresidente del neoliberal Gonzalo Sanchez de Lozada- y medios de comunicación y redes alcanzaron, en 2016 y 2017, altos niveles de coordinación y movilización afectando la estabilidad del gobierno.
Recuperación del proyecto nacional-popular
A partir de noviembre de 2017, cuando el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) estableció el derecho de todo ciudadano, incluidos los actuales gobernantes, a elegir y ser elegido, se produjeron fuertes controversias, conflictos y enfrentamientos entre los sectores oficialistas y opositores desarrollándose una lucha en la correlación de fuerzas que abarcó todos los ámbitos: las calles, los caminos, las concentraciones en plazas, los medios de comunicación, los discursos públicos, las regiones y el debate en los medios y en las redes virtuales.
Esta situación impulsó la reorganización y fortalecimiento continuo de las fuerzas nacionales y populares que mostraron su potencia y superioridad en la movilización organizada superando a los opositores en todas las ciudades de Bolivia, en especial La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, El Alto y los distritos mineros; sin embargo en los medios de comunicación y las redes de internet los discursos opositores han tenido mayor éxito.
Evo Morales estableció reuniones regulares con los dirigentes sindicales, campesinos y populares de CONALCAM para coordinar las acciones de defensa e impulso del proceso nacionalista y antiimperialista.
El Tribunal Electoral, finalmente, habilitó los binomios para las elecciones de octubre de 2019, quedando confirmada la habilitación de Morales, entretanto las Plataformas Ciudadanas quedaron dispersas apoyando distintas candidaturas opositoras o quedando al margen de la disputa electoral, aunque los Comités Cívicos articulados a las oligarquías locales se mantienen beligerantes.
La disputa de la estabilidad económica
Si bien la tensión política y social fue la característica durante este año, las condiciones económicas de estabilidad y crecimiento han sido óptimas tanto por el crecimiento del PIB de 4.7% como por los importantes avances en los procesos de industrialización de los hidrocarburos y de minerales como el litio, las obras de infraestructura de agua, caminos, escuelas, hospitales, energía y el mejoramiento y desarrollo de las actividades agropecuarias.
De todas maneras quedan pendientes acciones para tener un mayor control estatal de la economía minera y petrolera, las mismas que tienen a las transnacionales como beneficiarios importantes; para fiscalizar y controlar las gigantescas ganancias de los bancos; y para frenar la arremetida de los latifundistas que tienen el monopolio de las tierras más productivas y la explotación y exportación de soya. De esta manera se consolidará la economía social, productiva, comunitaria de carácter mixto, para robustecer el mercado interno y el exitoso capitalismo de estado.
Finalmente, ha tenido un fuerte impacto en la región y en Bolivia el triunfo del ultraconservador y neoliberal Jair Bolsonaro en las elecciones brasileñas, influyendo en el retroceso de los procesos de unidad e integración de América Latina y el Caribe y presionando, junto a Mauricio Macri de la Argentina, para debilitar los procesos antiimperialistas de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia. La esperanza latinoamericana queda abierta con el poderoso ascenso de Andrés Lopez Obrador con el Movimiento de Renovación Nacional (MORENA) en México.
- Eduardo Paz Rada es sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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