En verdad, ¿nueva guerra fría o apertura?

12/11/2018
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China, Rusia y Estados Unidos están decididos a seguir incidiendo de alguna manera en la realidad actual latinoamericana, ya no tan solo en lo político sino además, en materia económica.

 

En este último renglón, la República Popular de China ha penetrado a la región con millonarias inversiones y actualmente es el principal socio comercial en Argentina, Brasil, Perú, Chile y Uruguay.

 

Ahora, con la apertura de las relaciones diplomáticas entre la República Dominicana y China surgen grandes expectativas sobre lo que hará la segunda potencia mundial en esta isla del Caribe.

 

La histórica visita de Estado del primer presidente dominicano en China es un gran acontecimiento que ojalá se traduzca en nuevas oportunidades de desarrollo para el país.

 

El presidente Danilo Medina junto a su homólogo y anfitrión chino Xi Jinping fueron testigos de la firma de varios acuerdos y memorandos de entendimiento en las áreas de turismo, infraestructura, aviación civil, educación, seguridad ciudadana, deporte y asuntos de visas entre otros.

 

En marzo de este año durante un foro económico realizado en Uruguay, se concluyó en que América Latina y el Caribe es la segunda zona después de Asia, que recibe inversiones directas de China con un 14% del total.

 

Desde el (2003-2017) China ha invertido más de 110 mil millones de dólares en Latinoamérica, y hoy México es su segundo mercado de inversiones en la región.

 

Como China no impone condiciones políticas para sus inversiones en América Latina, probablemente los cambios suscitados en Brasil, por ejemplo, no alteren el ritmo diseñado.

 

Sin embargo, habrá que esperar la actitud que asumirá el ultraderechista Jair Bolsonaro en cuanto a su política exterior con la propia China, América Latina, Unión Europea y la República Federativa de Rusia.

 

Su llegada al poder a partir del primero de enero del año venidero abre muchas interrogantes que repercutirán más allá de los linderos latinoamericanos por tratarse de una potencia mundial como es Brasil.

 

Bolsonaro podría ser la punta de lanza para desestabilizar la región, si decide encaminar sus maniobras políticas y diplomáticas bajo el manto del anticomunismo y la xenofobia.

 

O si aplica al pie de la letra las señales emanadas desde Washington en la actual correlación de fuerza que mueve el accionar de la geopolítica mundial.

 

¿Romperá relaciones diplomáticas?

 

Ya anticipó que podría romper relaciones diplomáticas con Cuba, y quien sabe hasta con Venezuela o Nicaragua, precisamente la denominada “troika de la tiranía latinoamericana”, como la calificó John Bolton, asesor de seguridad de la Casa Blanca.

 

En ese escenario, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ratificó que Cuba seguirá siendo un aliado histórico al recibir a su homólogo cubano en el Kremlin, Miguel Díaz-Canel, a quien prometió aplicar medidas para modernizar la isla.

 

Antes y después del triunfo electoral de Bolsonaro el diluvio de gestos, confrontaciones, amenazas y descalificativos en la política brasileña prevalece.

 

El mechón está encendido y podría ser el preludio de un severo antagonismo del ambiente social y político en la República Federativa de Brasil en los próximos años.

 

La mentira y distorsión del mensaje son cada vez más utilizadas por los políticos para derribar a sus adversarios, y el ejemplo de Brasil es muy elocuente.

 

La política, aunque se trata de una ciencia en la praxis se traduce en una arma mortífera donde vale todo, inclusive el uso de la fuerza física para socavar al contrario.

 

El gobierno estadounidense está feliz con la elección de Bolsonaro en Brasil. Y no esconde esa satisfacción.

 

Bolton, definió como “signos positivos” la llegada a la Presidencia de Jair Bolsonaro, en Brasil, e Iván Duque, en Colombia.

 

El economista Paulo Guedes, principal asesor económico del presidente electo afirma que MERCOSUR no es su prioridad, evidenciando hacia dónde se enfocarán las políticas comerciales del nuevo gobierno.

 

Ha trascendido que Brasil podría suscribir un Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos con lo que se consolida el predominio de las grandes potencias en esta región latinoamericana.

 

La mentira como arma

 

Los brasileños están divididos y dependerá del estilo de gobernar de las futuras autoridades si habrá o no reconciliación entre ellos.

 

El enigmático y totalitarista presidente electo hizo todo para alcanzar el poder, y con sus amenazas contra el diario Folha de Sao Paulo parecería que intentará cercenar también la libertad de expresión.

 

Ese comportamiento es muy similar al exhibido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en cuanto a lanzar improperios y descalificaciones hacia los medios de comunicación.

 

Redes sociales, ¿su gran éxito?

 

La victoria de Bolsonaro seguirá por mucho tiempo siendo tema de debates porque no solo abre incógnitas diversas, sino que además, su elección estuvo reforzada por una extraordinaria maquinaria mediática de manipulación, mentiras y hasta de bromas indeseables como aquella de patearle el trasero a un muñeco que simbolizaba la figura del hoy prisionero y ex presidente Luiz Ignacio Lula Da Silva.

 

Encontró en las redes sociales su punta de eje más impactante rediseñando y transmitiendo mensajes revestidos de insultos caricaturescos, de exhortación al uso de la fuerza contra sus opositores, y a una visión ideológica ultraconservadora cuya esencia era reeditar el impresionismo nacionalista de la época hitleriana.

 

Fue ayudado intensamente por las estructuras mediáticas tradicionales que responden a los intereses de la poderosa oligarquía brasileña, que siempre veía en el Partido de los Trabajadores (PT) “un peligro inminente” en las aspiraciones de transformar los viejos esquemas de desigualdades sociales y exclusiones imperantes.

 

La derecha brasileña sentía que eran una especie de “purgas” en el poder opuestas a las privatizaciones de las empresas estatales, y a las que había que exterminar sin escatimar ninguna acción, incluyendo el golpe parlamentario contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff en el 2016 y el posterior enjuiciamiento de Lula, condenado a 12 años de prisión bajo cargos de corrupción.

 

El juez Sergio Moro, quien firmó la orden de prisión contra Lula, ha sido confirmado como futuro ministro de Justicia del gobierno que presidirá Bolsonaro.

 

La estrategia

 

En plena campaña electoral y a la luz de los intensos debates para reorganizar la correlación de fuerzas, los estrategas de Bolsonaro enfilaron sus cañones hacia la construcción de una monumental estructura de monitoreo de mensajes, rediseño de logos, videos, difusión de noticias por Internet y conformación de un banco de datos para almacenar los ejes primarios de las exposiciones y discursos de sus adversarios así como las propuestas del propio presidente electo.

 

Brasil tiene 206 millones de habitantes de los cuales 125 millones utilizan Facebook y 120 millones el Whatsapp.

 

Asimismo hay alrededor de 200 periodistas contratados exclusivamente para crear ideas, manipular y convertir una “mentira en verdad”. El esplendor de la posverdad.

 

Bolsonaro no tendrá el control de la Cámara de Diputados debido a que el Partido de los Trabajadores (PT) y otras organizaciones políticas obtuvieron 148 representantes. Por tanto, para ejecutar su plan gubernamental deberá negociar a menos que no decida patear la institucionalidad y el Estado de derecho como lo hizo el golpista Michel Temer.

 

En cambio, sí contará con una formidable estructura comunicacional capaz de distorsionar la verdad sin inmutarse.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196481
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