El callejón sin salida de la deuda externa venezolana

05/11/2018
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Imaginemos a un príncipe que por una mezcla inusitada de desconocimiento y arrogancia se dirige a la trampa tendida por su vecino todopoderoso cuyo propósito es verle arruinado. Imaginemos que este príncipe se pone como principal meta no caer en la trampa tendida por su enemigo quien le acusa de que su reino no puede honrar los compromisos suscritos con sus acreedores.

 

Sin embargo, en la medida que nuestro príncipe cumple con el propósito de buen pagador que él cree legítimo para proteger a su reino, en realidad está cayendo en la estrategia diseñada por su enemigo quien busca quedarse con los recursos que nuestro príncipe necesita para la continuidad del bienestar de su pueblo.

 

Al fin y al cabo, nuestro príncipe cae en la trampa tendida por su enemigo y se ve obligado a suspender sus pagos externos perdiendo tanto el título de buen pagador como los recursos para mantener la estabilidad de su reino. Se baja el telón y se devela el título de la obra: el problema de la deuda externa de la economía venezolana durante el gobierno de Nicolás Maduro.

 

¿Cuál es la situación de la deuda externa venezolana?

 

A dos meses de finalizar 2018 es momento de preguntarse: ¿cuál es la situación de la deuda externa venezolana? El pasado viernes 29 de octubre PDVSA canceló 949 millones de dólares del bono PDVSA 2020. Así el gobierno venezolano confirmó que la estrategia que está manejando para el pago de la deuda externa es el impago selectivo. Vale recordar la importancia del cupón PDVSA 2020 una vez que el gobierno venezolano colocara el 49.9% de las acciones de CITGO como garantía de un préstamo otorgado por la rusa Rosneft en 2016, quedando el 50.1% restante como respaldo del bono PDVSA 2020. En agosto de este año un tribunal estadounidense emitió una sentencia a favor de la minera canadiense Crystallex permitiéndole tomar acciones de CITGO como indemnización por la nacionalización de sus actividades en Venezuela. Esta sentencia significó un importante precedente para el asunto de la deuda venezolana en tanto que el quid de la misma pasó por identificar que los intereses de CITGO son los mismos que los de la República Bolivariana de Venezuela, ergo, los activos de CITGO o PDVSA son ejecutables como colateral de la deuda soberana.

 

El impago selectivo es la estrategia adoptada por el gobierno de Nicolás Maduro para el manejo de la deuda luego que desde 2013 hasta 2017, haciendo caso omiso a miles de advertencias, cancelaron alrededor de 80 Millardos de dólares en servicio de deuda al negarse a una renegociación antes de que la presión internacional se hubiese tornado asfixiante[1]. Ese desembolso de deuda produjo una reducción drástica de las importaciones que condujo a la caída de la producción más grande que ha vivido el mundo occidental.

 

Es decir, el gobierno de Maduro se empeñó en una estrategia errada de manejo de la deuda que le permitió cerrar el déficit en la cuenta corriente, pero que al mismo tiempo se convirtió en la principal causa macroeconómica de la reducción del Producto Interno Bruto (PIB) que vive el país.

 

La paradoja reside en que sin los recursos que se enviaron al mercado mundial por concepto de deuda el gobierno quedó dependiendo del financiamiento externo para reactivar a la economía, pero igualmente ese financiamiento externo se limitó a prácticamente cero con las sanciones internacionales, la severa recesión y el cuadro de espiral inflacionaria que carcome a la economía venezolana, incluyendo a su brazo históricamente más vigoroso: el sector petrolero.

 

En resumen: el gobierno venezolano empleó una estrategia de buen pagador mientras que el mercado mundial una de acumulación por despojo, quedándose con los recursos y respondiendo con sanciones que aumentan las asfixia, es decir, los tenedores de deuda venezolana se han quedado con el chivo y con el mecate.

 

Una vez que se nadó bastante pero no lo suficiente para llegar a la orilla con la estrategia del buen pagador, a finales de 2017 el gobierno de Maduro anunció una renegociación unilateral de la deuda que, como era de esperarse al dejar pasar el momento estratégico, no tuvo ningún éxito.  Arrinconado y sin salida, la estrategia de impago selectivo permitía cancelar los cupones que comprometieran a los activos internacionales de la república mientras se dejaban de cancelar los cupones sin respaldo en acciones o activos físicos (colateral).

 

El asunto de la deuda venezolana se volvió peliagudo cuando las sanciones promovidas principalmente por Estados Unidos se aprovecharon de una gran oportunidad que había dejado abierta el gobierno venezolano: tratar a la deuda soberana y a la deuda de PDVSA como una misma, permitiendo que los acreedores de cupones en default pudiesen reclamar activos de PDVSA como compensación en un clima abonado por la deslegitimación interna del gobierno y las sanciones internacionales.

 

A punto de finalizar el 2018 la estrategia de impago selectivo también parece haberse agotado. La pregunta central es ¿qué está dispuesto a hacer el gobierno de Maduro con Citgo? Si bien Citgo es una empresa de suma importancia para los mercados petroleros de PDVSA al ser el brazo refinador y distribuidor del crudo venezolano en la costa Oeste de EE.UU., es momento de advertir que Citgo es la joya de la corona a la que apuntan los tenedores de esos 8 Millardos de dólares en bonos venezolanos que están en default. Por lo que el país debe desarrollar una estrategia de manejo de deuda capaz de proteger sus activos externos.

 

Antes bien, el objetivo central de la estrategia que manejo de la deuda que debe implementar Venezuela es coadyuvar a finalizar la drástica recesión. El principal problema que tiene la economía venezolana es la caída de su producción. Sin detener la caída del PIB es ingenuo pensar que cualquier medida fiscal, cambiaria o monetaria son capaces de dar resultados fehacientes dada la dimensión de la crisis.

 

Para detener la caída de la producción se deben reactivar las importaciones. Con el problema añadido de que las divisas otorgadas para importar se traduzcan realmente en la entrada de materias primas y bienes de capital y no como ha sucedido históricamente, a saber, una transferencia directa de divisas hacia el mercado mundial. Solamente resolviendo este primer asunto se puede pensar en echar a andar un mercado cambiario capaz de equilibrar los precios relativos del mercado interno reduciendo las ganancias por arbitraje y equilibrando el relacionamiento con el mercado mundial.

 

Para nadie es un secreto que la caída del PIB se ha cargado sobre el salario real de los venezolanos disminuyendo su consumo hasta niveles trágicos, sin embargo, el poder adquisitivo no se puede recuperar por decreto mientras el PIB sigue cayendo, y el tipo de cambio, devenido en el principal precio relativo del país, ha quedado a discreción de un sector privado especulativo e inexistente gracias a que el gobierno luego de financiar la mayor fiesta de la burguesía comercial en 100 años a través de la Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi) ha decidido reservarse las divisas sin sopesar que dicha decisión recayó, en primer lugar, en el salario real del pueblo asalariado y, en segundo lugar, en la economía venezolana en su conjunto.

 

El callejón sin salida que afronta el gobierno de Nicolás Maduro

 

En los próximos seis años Venezuela debe afrontar un servicio de deuda de alrededor de 10 Millardos de USD en 2019 (6 Millardos USD soberana y 4 Millardos USD PDVSA), 11 Millardos USD en 2020 (6 Millardos USD soberana y 5 Millardos USD PDVSA), 8 Millardos USD en 2021 (4 Millardos USD respectivamente), 9 Millardos USD en 2022 (4 Millardos USD soberana y 5 Millardos USD PDVSA), 7 Millardos USD en 2023 (4 Millardos USD soberana y 3 Millardos USD PDVSA), 9 Millardos USD en 2024 (5 Millardos USD soberana y 4 Millardos USD PDVSA). En el transcurso de los próximos seis años el servicio de deuda conjunta del país ronda los 54 Millardos de dólares. Para un país que ha visto reducido su PIB en alrededor del 50% en cinco años, gracias a no contar con recursos para importar de acuerdo con su patrón dependiente, esta dimensión del servicio de deuda es insoportable. El callejón sin salida que afronta el gobierno de Nicolás Maduro en materia de deuda se presenta así:

 

  • De mantenerse la estrategia de default selectivo es muy seguro que las sanciones se intensifiquen y CITGO terminé siendo confiscada para compensar a los tenedores de deuda venezolana en default. Se ahorrarían recursos para la reactivación de la producción que serían igualmente escasos dada la estrategia de manejo de las importaciones que se ha llevado a cabo y, además, PDVSA se vería seriamente afectada.

  • De volver a la estrategia de buen pagador se acepta el daño que esa decisión infringe a cualquier intento de reactivación de la producción interna. A sabiendas, además, que con los niveles de exportación (tanto petrolera como no petrolera) que tiene Venezuela en estos momentos afrontar un servicio de deuda de esas dimensiones es sencillamente imposible.

 

De estas opciones se desprenden tres consideraciones:

 

  1. Por un lado, la cuestión de la deuda externa es crucial para dilucidar el porvenir de la crisis venezolana al quedar demostrado con el autodenominado “Programa de recuperación económica, crecimiento y prosperidad” que cualquier programa de ajuste que se pretenda llevar a cabo necesita de un gran volumen de financiamiento.

  2. Por otro lado, la cuestión de la deuda externa demuestra que la crisis económica venezolana está tejida por intereses políticos complejos a escala global y que por tanto la salida a la crisis económica involucra necesariamente una resolución a la crisis política orgánica que vive el país.

  3. Por último, parece oportuno revisitar las apuestas políticas y económicas de aquellos ya lejanos 2015-2016: los años en que los actores del conflicto venezolano apostaron peligrosamente y la institucionalidad política del país se resquebrajó para dar un viraje conservador en lugar de revolucionario.

 

[1] Para una descripción de los debates sobre el tema de la deuda durante los años 2014 y 2015 véase M. Gerig, “Discursos sobre una falsa elección: deuda, importaciones y metabolismo en la crisis económica venezolana”, Rebelión, 23-03-2017: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=224409

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196319?language=en
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