Algunas claves para entender las oleadas migratorias

22/10/2018
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Ilustración: Pavel Egüez
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El triángulo norte es el nombre creado por Washington con el que se conoce a los países centroamericanos de Guatemala, El Salvador y Honduras, estos tienen características similares tales como procesos de integración, acuerdos comerciales entre ellos y otros países latinoamericanos, procesos de guerras internos producto de problemas estructurales como la pobreza, la injusticia social, la exclusión social, con poco desarrollo económico, migración que hoy en día se convierte en un tema muy discutido entre los presidentes y funcionarios norteamericanos buscando estrategias que permitan frenar el flujo migratorio. Es importante señalar que aun cuando estos transitan por procesos integracionistas, han tenido a su base fundamentos económicos que han favorecido a las burguesías de la región en detrimento de las grandes mayorías.

 

Las diferencias significativas en la distribución de la riqueza continúan haciendo del istmo una región inmensamente desigual, tanto en el contexto de la relaciones entre países como en el ámbito interno, producto de las estructuras de poder dominante que a pesar de los nuevos procesos políticos electorales no se logra dimensionar la construcción de un sistema democrático representativo y pluralista que garantice la participación de amplios sectores de la sociedad civil en la toma de decisiones.

 

Un estudio publicado en mayo de 2015 por Oxfan América, sostiene que en Centroamérica aumenta considerablemente la desigualdad, se perpetúa la pobreza en más de la tercera parte de la población y se profundizan los procesos de acumulación capitalista, en el último año las 1.075 mayores fortunas poseen una riqueza total que asciende a 142.000 millones de dólares, lo que equivale al 80% de la producción de la región. En la otra cara de la moneda está la mitad de los 43 millones de habitantes de la región que tienen ingresos menores de un dólar por día y sufren altos índices de subnutrición.1

 

Cabe considerar por otra parte, que la Organización Internacional del Trabajo estima que una de cada ocho personas en el mundo son migrantes; que la juventud representa una alta cuota de esta población y que entre ellos se encuentran millones de niños menores de 18 años que migran internamente y muchas veces como la realidad de los países centroamericanos atraviesan fronteras sin sus padres convirtiéndose en parte del tráfico ilegal de personas.

 

Por ello, es importante analizar desde una perspectiva histórica los procesos migratorios, que nos permitan trazar una línea de tiempo, y nos ayude a entender el fenómeno de la migración, que durante los últimos años mantienen un amplio debate entre las autoridades norteamericanas y los presidentes del triángulo norte, por la cantidad de infantes que son capturados sin sus padres en la travesía hacia territorio norteamericano.

 

Las autoridades estadounidenses establecen que el flujo migratorio de menores hacia el país del norte se debe a la violencia en los países centroamericanos, cerca de 90 niños cruzan la frontera de EEUU con México diariamente sin ninguno de sus padres y en manos de traficantes de indocumentados, expuestos a tragedias ya que cada día, tiene la marca de ser el más mortal por diferentes circunstancias.

 

De manera muy particular Honduras, Guatemala, El Salvador experimentan procesos migratorios a gran escala por diferentes razones ya sea por fenómenos naturales o situaciones económicas, políticas y sociales. En el pasado reciente se generaron conflictos armados internos que se prolongaron por muchos años o décadas como la guerra civil de Guatemala, El Salvador, donde la población se vio en la obligación de abandonar sus lugares de origen siendo la niñez el sector más vulnerable donde solo había espacio para la guerra y no para la recreación, y la convivencia familiar.

 

Otro elemento de análisis, lo representan los estragos causados por el neoliberalismo aplicado desde 1989, provocando procesos de privatización de la mayoría de instituciones del Estado y medidas de reajuste estructural, en una clara reducción de las funciones sociales del Estado, dedicado únicamente a crear un marco jurídico, político garante de las reglas del libre comercio, profundizando la brecha entre ricos y pobres, estableciendo una nueva doctrina del saqueo total de nuestros pueblos.

 

La conflictividad, la inseguridad de la región durante los últimos años causada por la proliferación de las maras o pandillas y el narcotráfico, afectan directamente a los niños que por la ausencia de sus padres muchos terminan involucrados en grupos delincuenciales y al igual que en la guerra civil son el sector más vulnerable, para que muchos sobrevivan son enviados con traficantes de personas en busca del sueño americano, muchos mueren en el camino en manos de los carteles de la droga en México, otros capturados por las patrullas fronterizas quienes enfrentan condiciones muchas veces inhumanas sin poder encontrarse con sus padres y terminan siendo deportados a sus países de origen.

 

Miles de niños y niñas huyen constantemente de la pobreza y la violencia en Centroamérica, cruzando solos hacia los Estados Unidos, la mayoría de ellos capturados en el camino hasta enfrentar procesos de deportación, frustrando la posibilidad de reunirse con sus padres, de vivir ahí, de asistir a la escuela, de poder encontrar un empleo y de una reunificación legal.

 

En los últimos años los países del mal llamado Triángulo Norte se enfrentan a un flujo constante de creciente migración, donde cerca del 9% de la población ha decidido dejar sus lugares de origen, significando una pérdida de capital humano, asociado a la falta de oportunidades económicas, laborales, la creciente violencia y por la reunificación familiar.

 

El problema migratorio para las autoridades del país del norte es una realidad que se les convierte en una bomba de tiempo, podrán construir los más de tres mil kilómetros de muro en la frontera con México, endurecer las leyes migratorias, cazar a los migrantes, exponerse a ser asesinados o secuestrados por los carteles de la droga en México o la venta de órganos humanos, terminar mutilados por viajar en el tren llamado la “bestia” o morir en el desierto, pero no detendrán el flujo masivo de personas que huyen de la realidad que afecta directamente a la familia centroamericana.

 

La migración al igual que otra cantidad de problemas como la violencia, tienen a su base un contenido estructural, de exclusión social, pobreza, concentración de riqueza por parte de los grupos de poder económico; si lo que se quiere es reducir el flujo migratorio es necesario cambios profundos en las entrañas de las relaciones de producción capitalista y la construcción de modelos alternativos capaces de ubicar al ser humano en el centro del desarrollo, por ahora en los países centroamericanos con economías neoliberales y con un alto costo de la vida, los seres humanos continuarán la travesía en la búsqueda del sueño americano, aun cuando esto implique perder la vida en la travesía.

 

La salida de la población hacia otras regiones del mundo se asocia en su gran mayoría a la falta de oportunidades económicas y laborales que ofrecen nuestras economías, debido a que los países de la región desde finales del siglo pasado se les impusieron las recetas del consenso de Washington, y mediante la aplicación del modelo neoliberal, se profundizaron las desigualdades sociales, cada vez hubo más pobres, hambre, desempleo, miseria, exclusión social, migración, violencia, limitando a los seres humanos tener una vida digna.

 

Bajo este contexto, aunado a los viejos problemas estructurales como la limitada oferta de servicios, educación, salud, nutrición y desarrollo infantil, que les cierra los espacios a los jóvenes de prosperar tanto de las presentes y futuras generaciones, los coloca en situación de riesgo producto de la violencia en todas sus dimensiones.

 

Dentro de este orden de ideas, asistimos a una oleada migratoria sin precedentes de miles de hondureños, que huyen de la crisis humanitaria que vive el pueblo hondureño, sumergido en una profunda corrupción, con altos niveles de violencia social, represión, desapariciones forzadas por parte de los cuerpos represivos de seguridad, torturas y asesinatos de líderes de los movimientos sociales, como Berta Cáceres, estudiantes universitarios, campesinos y un número considerable de periodistas; lo cual refleja el accionar de las viejas y trasnochadas dictaduras militares de los años 70s, del siglo pasado.

 

Dentro de este marco, el golpe de Estado del 2009 en Honduras, marcó un momento de quiebre que excedió con creces la política hondureña: estableció el inicio de una nueva etapa, por cierto, que involutiva, en la cual Estados Unidos retomaron su tradicional política de apoyo a los golpes militares y a los regímenes autoritarios afines con los intereses imperiales y ratificó el carácter hipócrita y vacío de la retórica democrática permanentemente enunciada por Washington. Conviene aprender la lección: de ahora en más, democrático vuelve a ser todo régimen que se somete incondicionalmente a los designios norteamericanos; autoritario, populista o despótico será aquel que defienda su independencia y autodeterminación.

 

La violencia que vive el pueblo hondureño en todas sus dimensiones y la falta de oportunidades de desarrollo se convirtieron en el detonante del éxodo de hondureños en la búsqueda del sueño americano, ante la incapacidad de un régimen que nació producto de un golpe de Estado y de los sucesivos fraudes electorales.

 

La tragedia humana que viven los migrantes hondureños en su largo camino en ruta a los EEUU, los lleva a considerar que ya no tienen nada que ganar, ni perder y que lo único que buscan es huir de un país que les da la espalda a las más sentidas condiciones mínimas de subsistencia del ser humano.

 

Rudis Yilmar Flores Hernández

Sociólogo y Profesor Investigador de la Universidad de El Salvador, Facultad Multidisciplinaria Oriental, San Miguel y Director Académico de la Red de Investigadores para la Democracia y la Paz, Director de la Revista Conjeturas Sociológicas, Miembro del Grupo de estudios Subalternos, Periféricos y Emergentes, Universidad Federal de Pernambuco.

 

1 Oxfan Internacional. 160 millonarios en El Salvador acumulan riqueza equivalente al 87% de la producción nacional. Disponible en https://www.oxfam.org/es/sala-de-prensa/notas-de-prensa/2015-05-19/160-millonarios-en-el-salvador-acumulan-riqueza

 

https://www.alainet.org/es/articulo/196063
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