La OMC rebaja las perspectivas sobre el comercio mundial ante la acumulación de riesgos

02/10/2018
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Los economistas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) prevén que la escalada de las tensiones comerciales y el endurecimiento de las condiciones de crédito en mercados importantes ralentizarán el crecimiento del comercio durante el resto del año y en 2019.

 

Algunos datos

 

·  Se prevé un crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías del 3,9% en 2018, acompañado de un crecimiento del PIB mundial del 3,1% a tipos de cambio de mercado.

 

·  El crecimiento del volumen del comercio se frenará hasta el 3,7% en 2019, mientras que el crecimiento del PIB mundial se reducirá al 2,9%.

 

·  El aumento de las tensiones comerciales es el que mayor riesgo plantea para el cumplimiento de las previsiones, pero el endurecimiento de la política monetaria y la volatilidad financiera asociada también podrían desestabilizar el comercio y la producción.

 

·  Los indicadores relacionados con el comercio muestran una pérdida de dinamismo, incluidos los pedidos mundiales de exportación y la incertidumbre de las políticas económicas.

 

·  América del Norte registró el crecimiento más rápido de las exportaciones y Asia, el mayor crecimiento de las importaciones en la primera mitad de 2018, mientras que las economías basadas en la explotación de los recursos naturales siguieron teniendo dificultades.

 

De este informe se desprende que el comercio seguirá creciendo, pero de forma más moderada de lo que se había previsto anteriormente. La OMC prevé un crecimiento del volumen del comercio de mercancías del 3,9% en 2018, que en 2019 bajará al 3,7%. El nuevo pronóstico para 2018 está por debajo de la estimación del 4,4% que la OMC dio a conocer el 12 de abril, pero se mantiene dentro del rango del 3,1% al 5,5% indicado en esa fecha. El crecimiento probablemente se sitúe entre el 3,4% y el 4,4%.

 

La OMC señala que algunos de los riesgos señalados en el comunicado de prensa de abril de este año, se han hecho realidad, en particular el aumento de las medidas comerciales reales o propuestas que afectan a varias exportaciones de economías importantes.

 

Hasta la fecha los efectos económicos directos de esas medidas han sido limitados, pero la incertidumbre que generan podría ya estar teniendo consecuencias al provocar una reducción del gasto en inversión. El endurecimiento de la política monetaria en las economías desarrolladas también ha contribuido a la volatilidad de los tipos de cambio y podría seguir teniendo ese efecto en los próximos meses.

 

El Director General de la OMC, Roberto Azevêdo, dijo que "Si bien el crecimiento del comercio sigue siendo sólido, esta rebaja de las perspectivas refleja el aumento de las tensiones que se están produciendo entre socios comerciales importantes. Ahora más que nunca, es vital que los gobiernos diriman sus diferencias y muestren moderación. La OMC seguirá apoyando esos esfuerzos y velará por que el comercio siga impulsando la mejora de las condiciones de vida, el crecimiento y la creación de empleo en el mundo."

 

La otra cara del informe, el desvarío del capitalismo

 

La OMC insiste en que las medidas de política comercial no son, ni mucho menos, el único riesgo que contemplan las previsiones. Las economías en desarrollo y emergentes podrían verse afectadas por la salida de capitales y el contagio financiero si los países desarrollados elevan los tipos de interés, lo que tendría consecuencias negativas para el comercio. Las tensiones geopolíticas podrían poner en riesgo el suministro de recursos y perturbar las redes de producción en algunas regiones”.

 

Por último, indica, sigue habiendo factores estructurales, como la reorientación de la economía china de la inversión al consumo, que pueden afectar a la demanda de importaciones, debido al alto contenido de importaciones de la inversión. En general, los riesgos contemplados son considerables y pueden empeorar notablemente las previsiones”.

 

Ya veníamos advirtiendo sobre esta problemática, pero aquí no se trata de saber si el centro del problema es ver quién tiene razón, sino analizar el espejismo del capitalismo depredador subsumido en una profunda crisis, acrecentado además por los desequilibrios y el patético rol del líder de la principal potencia mundial.

 

Es muy claro que el comercio mundial está cada vez más determinado por los comportamientos monopólicos que dominan el mercado mundial. Basta decir que la mayor parte del comercio internacional  actual se realiza al interior de las corporaciones o empresas multinacionales, transnacionales o globales. Por ello el libre comercio es un mito, una falacia y lo que en realidad predomina es la noción de un desigual comercio.

 

O dicho de otra manera, el libre comercio consolida el comercio desigual. Los estados nacionales más poderosos que ahora están confrontados en sus batallas comerciales  asumen la tarea de organizar y administrar el comercio mundial no en la perspectiva real de un libre mercado sino para asegurar la hegemonía de sus empresas sobre los mercados nacionales y locales de las naciones emergentes claramente menos poderosas.

 

Se puede agregar que en realidad se trata de impedir que estas naciones dispongan mecanismos de defensa de sus mercados. El dominio de los mercados nacionales o locales también dependen en gran medida del control de los medios de información y comunicación que logran a través de la publicidad y el resto de los mecanismos más sofisticados de gran influencia cultural, que determinan conductas y comportamientos que se traducen en un consumismo solvente, cuyo núcleo central es el mercado.

 

Estos análisis -y sus argumentos- no pretenden otra cosa que demostrar que la idea de una organización mundial del comercio no es un instrumento de la libertad del mismo, sino del ordenamiento del comercio mundial a favor de un núcleo central de países bajo la égida de un capitalismo puro y duro.

 

En esta dirección incluso, podemos analizar la realidad política y económica de nuestros países, que se guían por los preceptos de la libre movilidad de capitales , la apertura comercial irrestricta , las privatizaciones de servicios públicos estratégicos y la desregulación  a través de reformas de flexibilidad del  mercado laboral, todo esto bajo un contexto de un mayor control del excedente por el capital financiero, a través de los fondos de inversión , los fondos provisionales y la propia inversión directa.  

 

Por todo ello es que el progresismo abrazó los modelos de crecimiento económico, cuyo énfasis está en los equilibrios macroeconómicos.

 

Durante las últimas décadas se aceleró un proceso de grandes transformaciones mundiales que cambiaron radicalmente las bases sobre las cuales se asentaban las relaciones internacionales y que han tenido una profunda repercusión en la vida interna de todas las naciones del mundo.

 

En ese contexto, los países industrializados, favorecidos por los organismos internacionales, han utilizado y utilizan su poderío y las ventajas económicas y políticas derivados de la actual correlación mundial de fuerzas para continuar a imponer su “nuevo orden mundial” -el neoliberalismo- que hace a los países del tercer mundo más subordinados y dependientes de los países industrializados, inmersos en sus guerras comerciales, por los mercados y las materias prima.

 

Esa es la contradicción que sigue sustentado el capitalismo.

 

Eduardo Camín

Periodista uruguayo, miembro de la Asociación de Corresponsales de prensa de la ONU. Redactor Jefe Internacional del Hebdolatino en Ginebra. Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/195665?language=en

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