Reforma Universitaria y neoliberalismo
- Opinión
En pocos días estaremos conmemorando el centenario de la Reforma Universitaria, un movimiento político que articuló a las juventudes políticas de la región en una “nueva hora americana”. Dicho movimiento supo golpear con fuerza al oscurantismo religioso y al positivismo mecanicista que reinaban en las Universidades de principios de siglo.
En su lucha, los jóvenes se animaron a denunciar el naufragio del ideario de la independencia americana del Siglo XIX en el mar de los intereses oligárquicos e imperialistas.
El recuerdo de esta gesta no es hoy sólo una efeméride de nuestra historia. Los 100 años del surgimiento del movimiento reformista está siendo el marco de la importante Tercera Conferencia Regional de Educación Superior, CRES, del Instituto de Educación Superior para América Latina y el Caribe, IESALC, de la Unesco, que reunirá a más de cinco mil universitarios de la región a reflexionar y debatir sobre el futuro de la educación superior en el Continente y el Mundo.
Al igual que hace 100 años atrás, nuestro tiempo vuelve a mostrarse convulsionado, y la Educación y en la Universidad no son la excepción: “Crisis Educativa” dice el pleno de rectores desde el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) de Argentina. “Crisis Educativa” gritan las organizaciones sindicales y estudiantiles. “Crisis Educativa” dibuja la gran prensa y las redes sociales. “Crisis Educativa” fanfarronea el presidente neoliberal y su séquito de funcionarios.
En todos lados se observa el enorme consenso sobre la “crisis”. La disputa es por imponer el rumbo que debe tomarse para alcanzar una solución a la misma.
En ese sentido, se puede afirmar que la crisis aparece como contrapartida a la consolidación de una nueva fase del capitalismo, que promueve con fuerza al menos 6 “nuevos” fenómenos educativos:
Crecimiento exponencial de la apuesta económica corporativa a la educación: En 2013 las 500 corporaciones más poderosas del mundo invirtieron U$S 2.600 millones. El Banco angloespañol Santander –dueña del influyente portal Universia-, la tecnológica norteamericana IBM y la española Telefónica son las que más invierten, con más de 110 millones de euros cada una. Imaginemos los niveles de penetración que eso significa en el sistema universitario de los países del tercer mundo, con presupuestos públicos siempre limitados.
Fortalecimiento de Fondos Financieros de Inversión Global especializados en “servicios” educativos: Encadenados muy estrechamente a la red del capitalismo financiero transnacional. Pearson Global Incy Sylvan Learning Systems Inc son dos de los casos más reconocidos.
Consolidación de una red educativa global que monopoliza el conocimiento estratégico en “nodos centrales”: La alta calificación profesional que necesita la conducción del capitalismo contemporáneo, en tanto sistema social, se encuentra centralizado en un puñado de universidades, principalmente del “Atlántico Norte”: Harvard, Columbia, Chicago, MIT y California en Estados Unidos; Cambridge, Oxford y Londres en Inglaterra.
Este circuito se complementa con otro anclado en el “Asia Pacífico”, con eje en las Universidades de la región administrativa especial de Hong Kong en China y las principales instituciones educativas de Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón.
La medición de la centralidad en la red de dichas Universidades se realiza a través de rankings globales en base a criterios tecnocráticos, donde destacan los elaborados por ARWU-Shangái, el THE World University y el QS-Top Universities.
Promoción de universidades de Mercado: pertenecientes a grupos de las elites económicas y políticas de cada uno de los países del tercer mundo, regidas por el lucro y auspiciantes de una dudosa calidad educativa. El modelo educativo chileno es el más atravesado por este paradigma, con Universidades vinculadas a la derecha política y a la oligarquía empresaria, de la mano de Pinochet y sus Chicago Boy´s.
Surgimiento de “Universidades Globales”: como la Universidad de Minerva, donde los estudiantes viajan y cursan en siete ciudades diferentes a lo largo de su cursado (San Francisco, Seúl, Hyderabad, Berlín, Londres, Taipei y Buenos Aires) con una educación tutoriada, que busca desarrollar profesionales con conocimientos disímiles y transdisciplinares (cuadros polimatas).
Impulso a un proceso de desescolarización y desinsitucionalización educativa: se promueve una formación académica para que los jóvenes se animen a vivir “en la incertidumbre” de un mercado de trabajo empujado a una creciente y progresiva desocupación. Se promueve la formación cuentapropista (free-lancer) dentro de empresas ampliamente publicitadas en la TV y las redes sociales (Open English, NextU, etc), y/o dentro de sus propias empresas, tal como hace Facebook para estudiar programación en su Digital House Tech Hub.
En esta nueva fase del capitalismo, el conocimiento estratégico –esos saberes con capacidad de vertebrar la acumulación de las riquezas y la dominación política-, en un doble salto, se ha corrido del grado al posgrado, y de éste al posgrado “en el exterior”. Ese es el marco que explica por qué el reflujo político popular de Argentina y de la región, está intentando dejar en la obsolescencia a las Universidades y al sistema científico-tecnológico públicos.
Estos gobiernos, articulados a los intereses de la aristocracia financiera global que ha tenido la capacidad de desdibujar las banderas de los Estado-Nación –aún de los países centrales- son deliberadamente gestores de una política de ajuste presupuestario y de rediseño institucional.
En la propuesta de estos gobiernos neoliberales –bien rotulados como “de CEO´s”- sólo algunas partes del actual sistema de educación superior sobrevivirán. Dichas “partes”, están siendo enlazadas a las necesidades educativas-científicas del también bautizado como capitalismo “cognitivo”, como nodos “secundarios” de esa difusa -pero existente- red educativa global. Se puede leer esta dirección política en la creación en Argentina del “Consorcio UBA-UNC en la Sociedad del Conocimiento” firmado por la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba.
Todo lo que no sirva, no será conectado. Sobrevivirá abandonado a su suerte. En el caso argentino, una implosión estratégicamente controlada atraviesa el sistema público de educación superior, para que el achicamiento institucional no pueda articularse en el conflicto social, cada vez más grande y generalizado.
Las Universidades del conurbano bonaerense, las universidades de tamaño medio de las provincias argentinas, el grueso del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y, estimamos, parte del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agrícola) –dado que Argentina es relevante en el desarrollo agrobiotecnológico mundial-, serán protagonistas de un desguace que, aunque se nos manifieste anárquico, se encuentra fuertemente orquestado en la partitura política del proyecto estratégico en posición de gobierno en Argentina y, estimamos, en varios de los países de la región, articulados ahora en el “Grupo de Lima”, la nueva oficina de atención norteamericana a los asuntos hemisféricos.
Algunos de los principales actores del sistema universitario asisten a este proceso sin poder siquiera visualizarlo. Lo mismo le sucedió a la vetusta casta profesoral ante los avatares de un naciente movimiento estudiantil que recuperaba, en sus ideales, la ruta revolucionaria de la independencia americana.
Aunque pueda sonar contradictorio, no son épocas para plantear sólo la “defensa” del sistema público de educación superior. Son tiempos para que, desde el interior del sistema universitario, aparezca un proyecto de universidad y de ciencia que se articule a las problemáticas concretas, al conflicto social cada vez más agudo, a la producción y la aplicación del conocimiento estratégico en beneficio de nuestros pueblos y desacoplados de las “lógicas del paper” y el mérito en la publicación en Revistas Internacionales.
Así, en el centenario de la Reforma Universitaria y rodeados por una avanzada neoliberal que no ha podido clausurar el “ciclo progresista” latinoamericano del siglo XXI, se nos presentan tres visiones sobre la educación y la Universidades en nuestras sociedades: la conservadora, que significa la defensa de algo que morirá bajo el peso de un mundo hiperconectado, virtualizado y automatizado; la neoliberal, que siembra la maximización de las ganancias de la plutocracia financiera a costa de una pauperizar a nuestros pueblos; y la popular ó revolucionaria, que está en manos de aquellos que no sólo defienden la Universidad y la Ciencia públicas, sino que buscan construirlas como herramientas de transformación positiva de nuestras sociedades.
La tercera CRES, a realizarse en pocos días en Córdoba, será escenario de este debate.
En este mega evento, pero también en cada Universidad de la región y todos los días del año, debemos discutir cuál visión de Educación Superior finalmente se construirá para nuestras sociedades. Los reformistas de 1918 supieron dar una respuesta colectiva y transformadora a la convulsionada realidad educativa y política de su época, articulando sus demandas universitarias a la lucha general de los pueblos.
En tiempos como los que vivimos, a 100 años de sus acciones, es invaluable su ejemplo.
Matías Caciabue
Licenciado en Ciencia Política (UNRC), estudiante de la Especialización en Pensamiento Nacional y Latinoamericano (UNLa), redactor-investigador argentino del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).
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