Protestas, represión, realidad virtual, futuro nublado

05/06/2018
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A un mes de las protestas en Nicaragua, ¿qué ha cambiado, cómo se ha llegado a esta situación de desestabilización con un saldo de más de 120 muertes? El gobierno nicaragüense llamó este lunes a retomar el diálogo para recuperar la tranquilidad del país y evitar más destrucción y muerte, tras violentas jornadas de protestas y represión que sacuden al país desde abril.

 

Los obispos de la Conferencia Episcopal anunciaron el jueves pasado que no reanudarán el diálogo que desde mayo se llevaba a cabo entre el gobierno y los opositores, mientras el pueblo "continúe siendo reprimido y asesinado" en las protestas.

 

"Todos queremos la paz, queremos el diálogo, queremos trabajar juntos y escucharnos, discutir todos los temas porque para todo hay solución", declaró a medios oficialistas la vicepresidenta Rosario Murillo, tras expresar su pesar por la muerte del cardenal “emérito” nicaragüense Miguel Obando y Bravo, nombrado prócer de la paz por el presidente Ortega, quien lo tenía como uno de sus principales aliados pese a que fuera feroz opositor al sandinismo durante el gobierno revolucionario de los años ochenta.

 

La Conferencia Episcopal tomó partido y anunció el jueves pasado que no reanudarán el diálogo que desde mayo se llevaba a cabo entre el gobierno y los opositores, mientras el pueblo "continúe siendo reprimido y asesinado" en las protestas.

 

El papa Francisco también puso su granito de arena y expresó su pesar por la violencia letal empleada para reprimir las protestas de carácter social en Nicaragua. Renovó su llamado al diálogo y destacó que “se necesita un compromiso activo con el respeto a la libertad y sobre todo a la vida” para que eso ocurra.

 

La iglesia católica ha perdido mucho terreno frente al crecimiento de la iglesia evangélica y las razones son simples, ésta se ha convertido en un partido donde sus obispos actúan como políticos.

 

Mientras varios cancilleres latinoamericanos fustigaron al gobierno nica en la 48 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y solicitaron sanciones.

 

El representante de Nicaragua, Luis Alvarado, afirmó que en su país se vive una conspiración y a una campaña de descrédito. “Nicaragua expresa su compromiso por la estabilidad bajo el ataque de violencia delincuencial que han generado ciertos grupos de la oposición que conspiran desde la oscuridad, con la finalidad de activar formatos delictivos para aterrorizar a las familias, condenamos los hechos de violencia, días que han enlutado a las familias nicaragüenses”, dijo.

 

Montado sobre la conspiración, el líder del Consejo Superior de la Empresa Privada; José Adán Aguerri, confirmó la ruptura de la central patronal con el presidente nicaragüense. “Necesitamos una salida adelantada del Gobierno lo más pronto posible () Los empresarios nos equivocamos con Daniel Ortega”, dijo.

 

Mientras, el exvicepresidente y escritor Sergio Ramírez, enfrentado a Ortega, indicó que todo diálogo debe darse lejos de la manipulación y el engaño y estar dirigido a volver a la democracia plena y el respeto a los derechos humanos. Ramírez, premio Cervantes de Literatura 2017, afirmó que Ortega soltó al genio maléfico de la botella, al responder con caos y terror a la crisis que enfrenta su gobierno y que su tiempo se acabó. Se lo quitaron sus propias acciones.

 

 Mónica Baltodano, excomandanta sandinista, señala que desde 2007 cuando reasume Daniel Ortega la presidencia, el Frente Sandinista empezó a ser sustituido en sus mecanismos democráticos internos por un aparato controlado directamente por Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega. 

 

Un poco de historia

 

Nicaragua es un país evidentemente agrario con muy poca inversión industrial, exportadora de materias primas: algodón, carne, café, oro.  La revolución hizo cambios, como la Reforma Agraria, y se logró el acceso de los campesinos a la tierra, pese a que fue muy presionada y afectada por la agresión estadounidense que financiaba la “contra” y que destruyeron puertos, instalaciones de servicios.

 

Con el gobierno actual de Daniel Ortega, el país ha tenido mejorías de los índices macroeconómicos debido a las mejoras de los precios de del café y el oro, el aumento de la inversión extranjera directa (en zonas francas), y las remesas de los migrantes. Pero la realidad es que no hay mayor equidad, que creció enormemente la concentración en los banqueros y en cierto sector de los capitalistas, vinculados a los mercados mundiales y a las transnacionales, que no dejan nada para el país.

 

“Es cierto que según sus estadísticas aparecen disminuyendo la pobreza en un país donde la distancia entre ser pobre o extremadamente pobre es la de tener un dólar más de ingreso diario. Eso lo han logrado mediante programas de carácter asistencial, fundamentalmente la entrega de bolsas, o un paquete agrícola que incluye dos cerdos, diez gallinas y un gallo”, dice Baltodano.

 

Y eso se pudo hacer porque se insertó en el campo del ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) y obtuvo una ayuda muy importante del gobierno de Venezuela, Con parte de esos fondos se financió una serie de programas de combate a la pobreza que no hicieron cambios estructurales pero aliviaron la situación inmediata del pueblo. 

 

Si en los años 90 hubo un período de resistencias a las políticas neoliberales (de privatizarlo todo) y la destrucción de las transformaciones que había hecho la revolución como la reforma agraria, empujadas por los sindicatos, las organizaciones campesinas, las mujeres.  Tras perder las elecciones de 1996, dicen los analistas, se dio el viraje de Ortega, basado en un pacto con el presidente de entonces -Arnoldo Alemán, para realizar un reparto de las instituciones: Corte Suprema de Justicia, poder electoral, Contraloría.

 

Por un lado, se fortaleció la burguesía con lo que se llamó “la piñata” que fue la apropiación privada de muchos bienes que eran de carácter colectivo o social después de las elecciones de 1990, repudiada por los intelectuales sandinistas como Ernesto Cardenal, y dio paso a lo que hoy se llama la burguesía orteguista, cuyos intereses convergen con los de la burguesía tradicional, el capital, los banqueros.

 

El discurso de campaña de 2007 de Ortega giró alrededor de la paz y la reconciliación; la conciliación con los intereses de clase, sin abandonar un cierto discurso de izquierda, el de seguir siendo antiimperialista, sandinista. También hizo una alianza con la parte más reaccionaria de la iglesia católica y se abolió el aborto terapéutico que existía en Nicaragua desde el siglo XIX como parte de la revolución liberal. 

 

El caso de Nicaragua no es igual al de Venezuela, Brasil, Argentina o Ecuador. El modelo es el de la alianza público-privada, donde tiene singular protagonismo el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), reemplazante en los hechos de los partidos de la derecha. Y pese al discurso radical, antiimperialista, las relaciones con Washington nunca estuvieron mejor. Dijo una embajadora estadounidense: “a nosotros no nos importa lo que diga el señor Ortega sino lo que hace el señor Ortega”.

 

El gobierno habla de una conspiración de la derecha, desestabilizando el país y el gobierno y para imponer ese imaginario colectivo cuenta con cuatro canales de televisión. Otros hablan de una insurrección cívica, contra el modelo que ha mantenido las palabras socialista y solidario, pero no los conceptos. Hay muchas fuerzas -algunas con fuertes conexiones con Washington- que quieren aprovechar el estallido, conducirlo.

 

Moisés Pastora señala que hoy los demonios, en un país que se ufanaba de ser profundamente cristiano fueron liberados por un odio inédito, que se posó como una tormenta que cubrió a todo el país para descargar con rayos y centellas un vandalismo nunca antes visto, que se salió de control (…) por lo maquiavélico de grupos intelectualmente reducidos que convirtieron mediáticamente a la verdad en mentira y a la mentira en verdad.

 

Los odios que fueron liberados el 19 de abril, por una situación circunstancial, tal y como lo expresa la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, nunca debieron rebasar su origen, ahora multiplicado por el terrorismo. Esta realidad que está en la ruta de un golpe de estado o derrocamiento.

 

La realidad virtual

 

Giorgio Trucchi señala que Nicaragua volvía a ser rehén de una realidad ficticia que se mueve al ritmo de las redes sociales, donde la realidad virtual puede más que la realidad real. Donde las víctimas son carnífices y los provocadores armados son manifestantes pacíficos. Donde la masa de gente que de forma autoconvocada, genuina y respetuosa de la paz se moviliza por la democracia es convertida en carne de cañón, en ‘daño colateral’ para lograr el objetivo final: sacar al gobierno, cueste lo que cueste.

La realidad virtual es más fuerte. Medios nacionales e internacionales, organizaciones de derechos humanos, rectores de universidades y hasta obispos que integran la Comisión Mediadora del Diálogo Nacional reproducen automáticamente (sin la más mínima prueba) lo que les llega a su celular o computadora por #SOSNicaragua y #NicaraguaSOS: es una masacre del gobierno.

Nadie menciona que hay muertos de ambos lados, que hay policías muertos, que hay muertos en la caravana que fue atacada en La Realidad, Estelí. Nadie se pregunta qué estaban haciendo manifestantes armados cerca del estadio, a menos de dos cuadras de donde iban a pasar los activistas sandinistas. Nadie habla de lo que pasó en Masaya y Estelí, señala Trucchi.

¿A quién benefician el caos y las muertes?

 

El gobierno ha mostrado estar dispuesto a sentarse a una mesa de diálogo, a permitir el acceso al país de organismos internacionales de derechos humanos para que investiguen y elaboren informes, a acatar las 15 recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a discutir el tema de la democratización del país que incluye reformas electorales y adelanto de elecciones (siempre y cuando no rompa el orden constitucional).

Pero movimientos políticos ultraconservadores sin representatividad popular, sectores de la jerarquía católica, la empresa privada y la autollamada sociedad civil, estudiantes conmocionados por las muertes y otros que son punta de lanza de movimientos que pretenden capitalizar políticamente la crisis, apuntan solo a la renuncia incondicional de Ortega, de su gobierno y de todas las autoridades públicas legalmente electas.

 

Y, para ellos, el diálogo es un obstáculo a su proyecto, a su venganza. Pero seguir este camino, dejando sin salida a un gobierno y a un partido organizado como el Frente Sandinista puede ser muy peligroso, ya que puede generar una respuesta violenta de la masa sandinista, para luego capitalizar la conmoción mundial. Solo aislando a los sectores que quieren capitalizar crisis y caos, Nicaragua podrá salir del atolladero. 

 

Victoria Korn

 

Periodista venezolana asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la).  Desde Managua

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/193324
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