Es el sueño de muchos católicos: una Iglesia democrática. Pues se parece más a una monarquía absoluta y eso desde siglos… Desde que, en el siglo 4, el imperador romano Constantino hiciera a la Iglesia católica su iglesia oficial a su imagen y semejanza… En los años ’60 del siglo pasado el Concilio Vaticano 2° abogó por un proceso de democratización del clero, pero quedó pronto sepultado.

Los actuales grandes escándalos en Chile permiten que se escriba como noticia internacional que “la Iglesia chilena parece absolutamente podrida por dentro y por fuera”; hay que “empezar a sanar esta Iglesia de corruptos y criminales": con ‘iglesia’ se entiende el mismo clero, o sea, nuncios, cardenales, obispos y sacerdotes… Por eso protestaron los católicos chilenos ante el papa que era totalmente mal informado. Y ahora, acontecimiento histórico en la Iglesia católica, todos los obispos chilenos presentaron al papa su disponibilidad. ¡Menudo escándalo! La pregunta es: ¿a quiénes va el papa Francisco a confirmar y a quiénes va a aceptar la renuncia?

Allí está la oportunidad histórica para cambiar la forma de elegir a los obispos, no desde arriba sino por abajo, o sea, a partir de los bautizados. Eso era lo que se hacía en los primeros siglos del cristianismo: quiénes elegían a sus obispos eran los mismos cristianos. Esa es la sugerencia de una articulista chilena: “Es tiempo que los obispos sean elegidos por sínodos diocesanos” o mejor por una Asamblea diocesana. Pero ¿llegará esta sugerencia hasta el Vaticano? Y si llega hasta al Vaticano, ¿llegará hasta el papa? La esperanza es lo último que muere…

La participación de los cristianos chilenos en la elección y confirmación de sus obispos sería una manera certeramente relevante -una oportunidad histórica- para limpiar y sanar la Iglesia chilena para que se auto-valore y retome su valiente testimonio como en tiempos de grandes obispos y sacerdotes de décadas pasadas. Sería también un rumbo redentor para toda la Iglesia católica.