Los candidatos y la realidad: 70% de los que nacen pobres morirán pobres

10/05/2018
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Mientras entramos en la recta final de las elecciones presidenciales en México, un informe del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) desnuda la realidad dramática de un país donde 53 millones de personas, 43 por ciento de la población, viven en pobreza y siete de cada 10 mexicanos que nacen pobres permanecerán en esa condición toda su vida.

 

En 20 años, el ingreso de los hogares pobres cayó 20% y el de estratos medios y altos 18%. México no genera suficientes medios de movilidad social, tampoco de mejoría en el ingreso: en el pasado cuarto de siglo el ingreso promedio de los hogares disminuyó en términos reales, es decir, perdió capacidad de poder de compra, indica el informe.

 

El economista Nadal señala que uno de los temas que brilla por su ausencia en el debate político hoy en México es el de las restricciones que se imponen en materia de política macroeconómica. Esto es clave, porque ningún gobierno podrá reorientar el rumbo de la economía mexicana si no recupera el control de la política macroeconómica.

 

La política monetaria se encuentra capturada por los mercados financieros. El banco central es autónomo por ley frente al gobierno, pero no frente al sector bancario y financiero. La importante función de creación monetaria es desarrollada por los bancos comerciales y el banco central sirve para proporcionar reservas cuando la banca las necesita. La tasa de interés está más relacionada con la necesidad de retener capitales en México para sostener las reservas del banco central que con cualquier otro objetivo.

 

Si el próximo triunfador de las elecciones presidenciales está preocupado por reorientar el rumbo de la economía, deberá tomar en cuenta estas restricciones, que a final de cuentas se han impuesto como candados para evitar cambios en el modelo neoliberal. Ahora, si al ganador no le inquieta el trágico panorama económico que sufre México, estas consideraciones le parecerán superfluas. Pero también le debe parecer trivial el hecho de que la sociedad mexicana es una bomba de tiempo, añade Nadal.

 

La realidad real es que el ingreso de los hogares más pobres disminuyó 20 por ciento entre 1992 y 2016; en el mismo periodo, el de las familias de estratos medios y altos lo hizo en 18 por ciento. El informe es lapidario: con este ritmo de crecimiento de la economía, el ingreso promedio de la población tardará 70 años o más en duplicarse. O sea, los pobres seguirán en pobreza y los ricos en la riqueza

 

Es el recurrente tema de la desigualdad creciente: Quienes nacen pobres se quedan pobres y quienes nacen ricos se quedan ricos, plantea el CEEY, ya que nueve de cada 10 mexicanos que nacen en familias ricas nunca caerán al nivel intermedio y, de entre ellos, ocho nunca se ubicarán en un rango menor de ingreso al que tenían sus familias.

 

La posición social se transmite de padres a hijos y en esta dinámica de baja movilidad social, México es una sociedad donde las condiciones de origen determinan las opciones de logro de las personas, dijo Roberto Vélez, director ejecutivo del CEEY. Al no lograr que sea un hecho la movilidad social –que las personas tengan más ingreso y oportunidades de educación, salud, empleo y pensión que sus padres– el país se está convirtiendo en una sociedad de mexicanos de primera, segunda, tercera y cuarta clases, desgraciadamente, dijo Vélez.

 

En México la pobreza combinada con la informalidad en las actividades económicas inhibe las oportunidades de escalar en la pirámide social. Para que esto cambie es necesaria una reforma fiscal que lleve a la eliminación de la informalidad en la actividad productiva y a una mayor recaudación de impuestos, y que el sistema de protección social se unifique y universalice. Esto incluye reformas en los sistemas de salud, de pensiones y de seguridad social.

 

También es necesaria la cobertura, calidad y pertinencia del sistema educativo deben centrarse en mejorar e igualar oportunidades de aprendizaje, en especial en la educación media superior y las políticas públicas deben promover un mercado laboral flexible y seguro, eliminando a la vez la discriminación hacia grupos vulnerables.

 

El mensaje a los candidatos presidenciales es claro: no basta con maquillajes, hay que producir cambios estructurales y romper con las restricciones que se imponen en materia de política macroeconómica restricciones que se imponen en materia de política macroeconómica.

 

Gerardo Villagrán del Corral

Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la )

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/192786?language=es
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