Una invitación a lectura de la obra de Marx: a 200 años de su nacimiento
- Opinión
El marxismo no es un dogma. Un dogma es un conjunto de preposiciones o principios que se toman como ciertas e innegables. Es decir, que no pueden ser sometidas a pruebas de veracidad. Un dogma, para ejemplificar, sería el cristianismo religioso o el judaísmo. Ya que la mayoría de sus preposiciones fundamentales son incompresibles desde la razón. Para ello los dogmas utilizan el concepto de FE para resolver esos problemas.
En cambio sí es una ideología. Ya que una ideología es un marco de contención, donde todos los actos que se realicen están acompañados de un sentido trascendente. Es decir, está acompañada de una concepción del mundo. De una razón de Ser que excede las individualidades.
El concepto de ideología supera la dicotomía bueno o malo. El concepto por sí mismo no tiene una carga valorativa (éstas siempre son subjetivas), lo que podrá tener son limitaciones. Además, es muy frecuente que en las discusiones públicas haya una connotación negativa para con el concepto de ideología. Como suelen vilipendiar a la teoría de género sin justo conocimiento. Por lo tanto, no hay que alarmarse, sino entender los conceptos en su justa dimensión y hacer pedagogía en la medida que sea posible.
Dicho lo anterior me obliga – es decir el marxismo como ideología- a enlazarlo y a definirlo como un programa político, que en efecto lo es. Porque la propuesta final del marxismo es superar la sociedad presente para reemplazarla por una libre de explotación, es decir sin clases sociales. Lo que podría decir, entonces, que todo programa político es una ideología.
Antes de pasar a mi tercera definición me gustaría aclarar que Marx se oponía a toda ideología que no permita que el hombre y la mujer se liberen de sus cadenas. En su libro la Ideología Alemana define al concepto como una falsa conciencia que nos invierte el conocimiento de la realidad, como un obstáculo sistemático del conocimiento. Ahí el autor solo se está refiriendo al sistema de ideas y costumbres que reproducen o garanticen la permanencia del sistema opresor.
Tercero, el marxismo es un método científico que permite desentrañar lo que oculta el actual modelo económico y la repercusión de éste en la construcción de las esferas: culturales, políticas y jurídicas. Pero además como todo método científico es inacabable, porque a diario se cuestiona a si mismo, lo que conlleva a que permanentemente se transforme. Es decir, es un gran árbol que arraiga más sus raíces para contener un tronco que se engrosa, permanentemente, y que producto de estas variaciones le genere más ramificaciones
El marxismo apuesta a la desnaturalización. En ese sentido, la desnaturalización es un principio de emancipación que atraviesa cualquier práctica que nos ayuda a entender que todo lo que se nos presenta como fijo, estable o natural está encubriendo el ejercicio de un poder concreto. Entonces, hay en la filosofía de la historia de Marx: una propuesta a pensar que todo lo aquello que se nos presenta como una verdad establecida es en realidad propia de una época y propia de un interés. Por eso la tarea de la filosofía no puede ser otra, que una tarea de desmontaje, de desmantelamiento, y en ese sentido, hay un Marx desmantelador. Pero también es cierto que hay un Marx propositivo que nos da luz, primero sobre la práctica revolucionaria, y segundo, breves trazos, de una sociedad administrada por la clase que produce -en absoluto- todas las riquezas, que son todos los trabajadores.
En resumen, el marxismo parte desde pruebas concretas -medibles- para construir un programa político que tiene como norte transformar la realidad social. Realidad que no puede ser de otra manera que desigual, injusta y que en el fondo niega la propia vida.
Todo lo dicho no es una definición propia sobre que es el marxismo, mucho menos profundizo sobre la complejidad de la obra, sino una invitación a conocerla, a estudiarla, a tener una lectura propia sobre ella, pero singularmente a mis contemporáneos. La pregunta sería ¿Para qué? Justo para descarnar a lo que defino como la dictadura empresarial, que se presenta en nuestro país no solo como una democracia, sino como un orden natural o como la mejor de las sociedades posibles.
5 de mayo de 2018
Mario Enrique De León
Estudiante de Sociología, Universidad de Panamá
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