Indio Maíz en la zona oscura de la flama
- Opinión
Politizaron la trágica coyuntura de la reserva Indio Maíz. Pero politizar la agenda ambiental es necesario, apremiante. El problema es que esta politización en cuestión es interpelada desde la facción oposicional, no desde la auténtica politicidad de los subalternos.
Esta politización gira entorno a los grupos políticos hegemónicos, pero no desde la infrapolítica de los pueblos indígenas Rama y Creoles de la Región Autónoma del Caribe Sur.
- Sí, es verdad que dese hace años existe una articulación de los gobiernos territoriales Rama y Creole con organizaciones ambientalistas entorno a tema de asistencia, monitoreo y conservación de la reserva.
- Sí, es verdad que hay jóvenes de universidades de Nicaragua que se están manifestando en contra de la negligencia gubernamental entorno al siniestro de la reserva Indio Maíz.
- Sí. Pero sus consignas y enunciaciones tienen la misma lectura que la de la rancia oposición política de Nicaragua que, en estos días han salido también a las calles a desgarrarse las vestiduras alardeando de su patrioterismo y sensibilidad ambiental. El circo político es el mismo. Solo hace falta el toldo de la consagración.
¿Pero cuál es la agenda común de estos grupos? Recriminarle al régimen su indolencia gubernamental frente al siniestro de la reserva y esgrimirle la ausencia de un eficiente aparato castrense capacitado técnica como logísticamente para subsanar su flagrante incapacidad institucional.
Bien. Pero ninguno de estos grupos está planteando soluciones integrales de raíz para suprimir de tajo un problema que es puramente estructural, no solo coyuntural.
Es decir, la coyuntural desgracia ecológica de Indio Maíz tiene una serie de factores políticos, socioculturales, epistémicos y económicos que han incitado a sectores económicos agropecuarios a empujar ciertas prácticas ecocidas para beneficio del capital de la industria pecuaria y agraria, en su expresión de monocultivo que, como bien sabemos, por lo general son plantaciones industriales diseñadas genéticamente para adaptarse a tierras ácidas como el caso de la palma africana y otros.
Pero los pueblos que subsisten desde tiempos inmemorables en los territorios que colindan con la reserva Indio Maíz, tanto en las zonas de amortiguamiento como en el núcleo, no han logrado esgrimir su auténtica politicidad por la vida. Es decir, los pueblos originarios y afrodescendientes que subsisten sosteniblemente de los recursos del territorio subyacente aún están en la zona oscura de la llama, donde, a propósito de Michael Faraday, anidan todas las condiciones para ser protagonistas de la combustión pero sin poder combustionar.
Siguiendo esta metáfora de la llama de una vela en la obra de Faraday, The Chemical History of a Candle, (1908), el ejército nacional, al declarar como zona de seguridad las áreas del siniestro, son los que controlan la zona intermedia donde subsiste la máxima temperatura de la llama, ya que son quienes en realidad están haciendo, fuera de la crítica de las élites políticas detractoras, un protagonismo institucional desde la hegemonía del poder estatal.
Es decir, la institución militar está metafóricamente ardiendo al fragor de su poder al regular violentamente no solo el ingreso a la zona, sino también el control de la información de lo que en dicha zona está ocurriendo.
Por tanto, son ellos quienes en realidad ostentan un discurso de verdad que está legitimado únicamente en sus instituciones.
Por último, en la zona externa, quienes esgrimen otro discurso de verdad ligado a las ausencias y carencias institucionales son los grupos opositores. En esta tercera zona metafórica, estos sectores políticos (partidos políticos) y políticamente organizados (sociedad civil, organizaciones ambientalistas, etc.) gozan de un discurso de verdad pero que está insertado en la legitimidad oposicional, propio de un binomio como la sociedad política nicaragüense.
Esto es lo que entendemos simple y llanamente como el centralismo.
Hago énfasis en este binomio (centralismo) por ser las dos caras hegemónicas de la politicidad de un país como Nicaragua donde existen sectores políticos heterogéneos pero que tradicionalmente se alinean coyunturalmente en dos rostros que componen al oficialismo y la oposición.
Pero, volviendo a la zona oscura, los Rama y Creoles no pueden combustionar por un impedimento estructural. Esta contención casi autocastrada es propia de una dependencia estructural con la hegemonía tanto de la zona intermedia como de la zona externa.
La genuina politicidad tiene que atravesar la zona intermedia (el poder institucional) para llegar a la zona externa (la oposición institucional).
Pero, ¿Por qué los subalternos indígenas y afrodescendientes tienen que aliarse con la zona externa y no con la zona intermedia?
No es que justifique la segunda alianza, pero supongamos que, en lo que está establecido constitucionalmente es políticamente correcto que en un marco democrático y de estado derecho, los pueblos indígenas trabajen en coordinación con las instituciones gubernamentales para llevar la resolución de los conflictos socioambientales.
Esta situación es dramática, pues, el gobierno central, además de que no cumplió asistencialmente [como está acordado en la legislación] con el siniestro de Indio Maíz desde su origen, no ha cumplido tampoco con la V fase de la Ley 445 que, como sabemos, es el saneamiento de las tierras. Es decir, que no ha resuelto un problema estructural como contener, sino erradicar, la sistemática colonización agropecuaria dominante en las reservas protegidas y en las tierras comunales.
Pero los grupos hegemónicos de la oposición tampoco enuncian la solución de raíz de este problema estructural. Su trillada agenda oposicional no representa la genuina combustión de la infrapolítica de los grupos subalternizados de la Costa Caribe sur. Es esta precisamente la cuestión medular.
Desde que inició el siniestro de Indio Maíz, desde la CRENAM-PCM hemos sido enfáticos con la importancia de resolver el tema del saneamiento no como un aditivo de una agenda política coyuntural, sino como una interpelación constitutiva de una solución política estructural.
Las prácticas ecocidas del proyecto colonial agropecuario en la región Moskitia (Raccs, Raccn y Zona Especial), deben ser neutralizadas con una acción prístina y estructuradora de una biopolítica que re-plantee la transformación integral del sistema de seguridad en la región Moskitia. Es decir, nuestra lucha es contra un régimen colonial que está institucionalmente sustentado en unos conocimientos y prácticas que instrumentalizan la vida para beneficio del capital.
Por esa razón, tanto la oposición (zona externa) como el oficialismo (zona intermedia) en su proceder político, anida una racionalidad hecha con la misma epistemología que propugna prácticas desarrollistas excluyentes que están sustentadas en sus instituciones.
Tanto la sociedad civil, los partidos de “derecha”, organizaciones “progresistas” y ambientalistas, etc. no superan el reduccionismo liberal que mira el tema cultural-epistémico de los pueblos indígenas y afrodescendientes lejos de la relación inmanente con sus ecosistemas. No existe una enunciación clara y frontal en contra del colonialismo cultural del Estado de Nicaragua que promueve la cultura agrícola dominante y sus prácticas desarrollistas basadas en la extracción como las mineras en la Raccn y Zona Especial, los monocultivos en la Raccs, Raccn e industrias pecuarias, camaroneras y langosteras en la Raccn.
Sino, ¿Por qué en su agenda no han exigido prioritariamente el saneamiento de las tierras como piedra angular para desmontar todo el entramado extractivo, colonial y depredador en Indio Maíz, Wawashang, Makantaka, Bosawas y el Wangki?
La región Moskitia siempre fue la zona oscura de la llama, donde comienzan los procesos orgánicos de combustión sin lograr, paradójicamente, por sí misma combustionarse. Por esa razón, esta región de más de 50,000 km2 siempre fue el origen de la combustión descombustionada en la espiral del centralismo. El descontento estructural de la Moskitia vis a vis Estado colonial es terreno fértil para los opositores de los regímenes del centralismo.
No sorprende que, ante la desesperación de los pueblos de la Moskitia en su demanda por el cumplimiento de la quinta fase de la ley de la propiedad comunal, se vean en la necesidad (dependencia estructural) de delegar su voz a los grupos hegemónicos de la zona externa.
Pero, en la historiografía de la Moskitia estos episodios ya los conocemos. Sus efectos son los mismos.
Sí, estamos conscientes de que hay que criticar enérgicamente las eventuales embestidas del régimen en contra de organizaciones independientes tanto sociales, políticas y ambientales que están en la escena desde que inició el siniestro en Indio Maíz y desde mucho antes.
En lo particular, consideramos que estas acciones autoritarias del gobierno central solo demuestran la estrechez de su ejercicio democrático aunado a una lamentable incapacidad para entender la importancia de encaminar otras prácticas solidarias que coadyuven a mitigar la magnitud del daño ambiental a través de la libre asociación de los sujetos desde la sociedad civil organizada.
Pero, nos parece, también, que esta oleada espontánea de movilización en Nicaragua a favor de Indio Maíz, debe apelar a una conciencia crítica y a acciones que verdaderamente nos encaminen a romper con la dependencia estructural, si realmente queremos resolver el problema desde la raíz en la Raccs, Raccn y Zona Especial.
¿Acaso exigir el saneamiento los compromete políticamente como organizaciones respetuosas del soberano discurso nacionalista? ¿Atentarían contra el statu quo si se pronuncian contundentemente por el saneamiento de las tierras indígenas y afrodescendientes? ¿Dónde comienza su politicidad como defensores de Indio Maíz hablando por los subalternos y dónde terminan sus intereses políticos? ¿Acaso priorizar una agenda política contra la colonización agropecuaria demandando el cumplimiento de la V fase de la Ley 445 los confina a la infrapolítica de la zona oscura y atenta contra sus privilegios como zona externa de la llama?
Apelar en estos momentos al saneamiento es un paso firme para que las poblaciones subalternizadas de la Moskitia dinamicen el empoderamiento de su auténtica politicidad por sí mismas sin depender de la zona externa ni de la zona intermedia de esta llama que parece anquilosarse en las prácticas de la colonialidad desde hace 123 años en que la Moskitia fue incorporada a los designios del binomio del centralismo.
Larry Montenegro Baena es coordinador de la CRENAM-PCM.