Futuro en libertad condicional
- Opinión
Nadie puede negar que en el país maduran nuevos escenarios políticos sociales, que provocan la aceleración de algunos procesos de cambios. El tiempo y las prácticas darán la medida, profundidad y la validez de los mismos.
Tampoco hay dudas que los procedimientos de los tanques de ideas, troles en las redes sociales y medios de comunicación pauta dependientes, que a través de los fake news (noticias falsas) y otras, en más de dos años de una ofensiva destructiva, comienzan a empantanarse, ante las acciones colectivas de aquellos que no se resignan a dejarse avasallar alegremente y que cada día son más.
Las derrotas electorales del campo popular en 2015 y 2017, que calaron hondo en el mismo y que produjo un desbande generalizado, se ha frenado, al igual que las deserciones masivas y promueve un reagrupamiento saludable.
Pero más allá de estos hechos auspiciosos, no demos por sentado que remontar la cuesta será fácil, todo lo contrario, el gobierno sigue cumpliendo su libreto a rajatablas, más allá del incremento y gravedad de sus tropiezos. Aún, su poder de fuego y la concentración de medios de acción a su disposición, es uno de los más importantes de la historia nacional.
Para quienes no acordamos con la política de la anti política de Cambiemos, entendemos que la resistencia o la denuncia, aunque sean importantes, no son suficientes, debiendo darse un avance en la idea, en la acción y en la conducción de estos procesos, para que el conjunto ejecute la misma partitura.
Creo que vamos por la buena senda, pero no obstante es más importante que un acuerdo electoral, la consolidación de un proceso, que dependerá del grado de madurez, generosidad, inteligencia y patriotismo de quienes lo lleven adelante y que excede en mucho a las personas, partidos u organizaciones que lo integren.
Frente al descalabro económico y social de este gobierno, deben hacerse carne en cada uno de los que decidan transitar este nuevo camino, las palabras de Raúl Alfonsín cuando decía: “dejemos para más adelante la discusión acerca de los aspectos más sofisticados de la ideología de cada uno. Aquí se trata de poner en marcha políticas de salvación nacional.” “No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas cuando se trate de terminar con los manejos de la patria financiera, con la especulación de un grupo parasitario enriquecido a costa de la miseria de los que producen y trabajan.” “No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas sino argentinos unidos para enfrentar el imperialismo en nuestra patria.” “La construcción y la defensa de la Argentina la haremos marchando juntos, aceptando en libertad las discrepancias, respetando las diferencias de opinión, admitiendo sin reparos las controversias en el marco de nuestras instituciones, porque así y sólo así podremos lograr la unión que necesitamos para salir adelante.”
No entender estas cuestiones, nos hace correr el riesgo de caer en frustrantes experiencias pasadas.
Macri es presidente, más que por sus aciertos y virtudes, por los errores de los sectores y conducciones que se dicen progresistas, nacionales y populares.
Es además imprescindible que a la par de los consensos que se construyan, se pergeñen soluciones reales y posibles a los grandes problemas de las grandes mayorías nacionales, que seguramente transitan por esta vereda.
Gran parte del éxito de una obra, cualquiera fuere, debe partir de una idea fuerza, que encante, seduzca y enamore, no como simple ilusión, sino por que contempla y puede hacer posible los sueños, expectativas y esperanzas colectivas, que en política eso significa mejores y mayores derechos, que hacen a la dignidad de todo un pueblo.
Por eso la oferta electoral legítima, pero temprana de los opositores, tampoco entraña un signo de madurez y oportunidad, sobre todo en los momentos actuales, en que cualquier apresuramiento puede conducir a divisiones y desconfianzas.
El gobierno nacional está molesto y enojado, ya que más allá del fracaso rotundo en lo económico, descubre que toda su parafernalia comunicacional para alimentar el odio, la irracionalidad y las divisiones, tiene un límite en la conciencia social.
A la par que se da cuenta que no puede mentir y engañar a casi todos, todo el tiempo, comete más errores y se vuelve más autoritario, aunque conserve sus buenos modales, sin dejar de denostar a los críticos, culpar al otro de lo que le pasa y desviar el origen o la causa de los conflictos.
En tal sentido sus fracasos son producto, no de su impericia y su desprecio de lo nacional, sino de Cristina y la pesada herencia, de los Moyanos, los Baradel y de tantos otros que ponen palos en la ruedas de su prístina e impoluta gestión.
Para ir terminando, insisto, otro futuro es posible, pero dependerá de cómo nos manejemos de ahora en más y para siempre, para que nuevamente no quememos las naves para nada y las esperanzas de tantos no sufran un nuevo desengaño.
Ricardo Luis Mascheroni
Docente
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