La crisis del capitalismo y la aparición de Trump (I)
- Opinión
Este es el primero de tres artículos sobre la presidencia de Donald Trump. El primer artículo abordará el significado de los cambios introducidos por Trump en la política exterior de EEUU. Por un lado, la política económica que abandona la globalización. Por el otro, el manejo de las fuerzas armadas a escala mundial. El segundo artículo analizará la política interna – reforma fiscal asimétrica, represión de las llamadas ‘minorías’ y la política de migración – que le ha dado un nuevo perfil a sectores de las capas medias y la clase obrera. Por último, un artículo sobre las relaciones de EEUU hacia América latina. La llegada del nuevo inquilino en la Casa Blanca coincide con la ‘ola conservadora’ que atraviesa la región latinoamericana.
Trump está cambiando el mundo. Tiene músculo militar y económico. El poderío de las armas que posee el arsenal de EEUU le da ventajas. La riqueza que posee alrededor del mundo le da resultados que todos envidian. Los observadores de las políticas del presidente Trump en el escenario mundial se hacen dos preguntas: ¿Qué hay detrás de Trump? ¿Tiene un objetivo estratégico?
En los últimos 40 años, el ‘establishment’ de EEUU y sus aliados (Europa occidental y Japón) se han movido hacia la construcción de lo que llaman un “Nuevo Orden Global”. Este movimiento lento pero seguro según sus arquitectos en las altas finanzas y en la banca es una respuesta necesaria ante el estancamiento de las tasas de crecimiento económico y la débil acumulación capitalista (inversiones).
El reordenamiento consiste básicamente en la redistribución de las responsabilidades que han caracterizado a las diferentes regiones en el mundo colonial e imperial de los últimos siglos. Es un cambio en la relación entre el centro del sistema capitalista y la periferia. El centro crece en la medida en que se alimenta de la periferia. La crisis del siglo XX determinó que el centro (que siempre cambia) tenía que profundizar la extracción de más riquezas de la periferia. A mediano y largo plazos, la periferia tiene que aumentar su productividad y el centro tiene que extraer una porción más significativa de esa producción.
La ‘globalización’ favorece a los grandes capitales concentrados en corporaciones gigantes. Sus intereses monopolizan la producción, la distribución (transporte y medios de comunicación) y las nuevas tecnologías. En sus planes está contemplado sumar las corporaciones que han surgido en China Popular y pensaban hacer igual con Rusia. El ‘establishment’ tiene sus dudas sobre Pekín: su origen revolucionario muy reciente y su lealtad al Estado chino. Con Rusia la situación es aún menos segura por el nacionalismo (de mercado) de los gobiernos de Putin.
Trump tiene un proyecto que rompe con la estrategia globalizante. Propone un proyecto que mantiene a los capitalistas de EEUU a la cabeza del sistema interestatal (anti-global). El proyecto subordina a sus aliados, la ONU y pone fin a los tratados comerciales. Además, trata como ‘adversarios’ a China y Rusia.
Durante su campaña en 2016, Trump trató a China en forma despectiva. En cambio, se acercaba a Moscú. En cambio el ‘establishment’ veía a China como un amigo potencial y a Rusia como enemigo. El ‘establishment’ siempre ha visto a Trump con sospecha. Por un lado, su estilo desgreñado y arrogante. Por el otro, sus propuestas ‘nacionalistas’ que supuestamente privilegian a los capitalistas que invierten en EEUU. Trump alega que los ‘nacionalistas’ compiten en desventaja contra el sector dominante del ‘establishment’. Por esta misma razón considera que los tratados comerciales son contrarios a los intereses nacionales.
El gobierno de Trump publicó recientemente dos documentos con los lineamientos estratégicos para la Seguridad y para la Defensa del capitalismo norteamericano, respectivamente. La Estrategia para la Seguridad Nacional (ESN) augura problemas con “la re-emergencia de la rivalidad estratégica a largo plazo por quienes clasifica como potencias revisionistas”. La Estrategia para la Defensa Nacional (EDN) señala que “la rivalidad inter-estatal, no el terrorismo, es ahora nuestra preocupación principal en cuanto a la seguridad nacional de EEUU”.
Trump es la otra cara de la misma moneda. Es decir, de la misma oligarquía (establishment) que lucha por no perder su dominio sobre la economía mundial. Representa una facción del capital norteamericano que rechaza la idea de ser parte de un mundo globalizado. Quiere mantenerse como ‘primero entre pares’ (“America First”). Quiere regresar a un pasado idílico para garantizar la grandeza de EEUU (“Let’s Make America Great Again”).
15 de febrero de 2018
- Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)
http://marcogandasegui2017.blogspot.com/
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