Cuando el río suena…
- Opinión
Brasil es el país con la producción minera mais grande do América del Sur. La explotación de minerales ha contribuido a convertirlo en la séptima economía mais grande do mundo.
Casi el 45 % de su producción minera es oriunda de Mina Gerais, un estado que como su nombre lo indica, nació extrayendo minerales. Los minerales representan más del 15 % de las exportaciones brasileñas y el hierro es la vedete. Brasil es el segundo productor mundial de hierro, y el hierro representa el 88% de las exportaciones brasileras de minerales.
Entre Australia y Brasil proveen más del 80% del hierro que importa China, cuya demanda creciente llevó al alza de los precios internacionales durante los primeros años de este siglo.
La transnacional de origen brasilero Vale es la mayor productora y exportadora mundial de hierro. Companhia Vale do Rio Doce, su nombre original, fue fundada en 1942 por el Gobierno Federal. En 1974 se convierte en la mayor exportadora mundial de hierro y desde 1997 es completamente privada. Actualmente es el mayor productor mundial de hierro, y la segunda minera mais grande do mundo. En 2015 alcanzó su récord de producción anual, con 345.9 millones de toneladas extraídas, un 18,9 % más que en 2014.
Al igual que durante la presidencia de Fernando Henrique Cardoso, con el Partido de los Trabalhadores, Vale fue una de las empresas más beneficiadas por los créditos subsidiados del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), creado por Getulio Vargas en 1952 como banco de desarrollo. Uno de los rasgos más neo-desarrollistas de la presidencia de Lula fue la política de creación de campeones nacionales, que buscaba que empresas brasileras alcancen mayor poder de mercado para impulsarlas luego a una estrategia de internacionalización.
Así entonces Vale, como también el polémico mega-frigorífico JBS, y otras grandes empresas se encuentran entre los mayores beneficiarios de los créditos subsidiados del BNDES. En 2014, durante la presidencia de Dilma Rousseff, el 62 % de los créditos otorgados por el BNDES beneficiaron a grandes empresas y Vale fue la principal receptora, con 6.163 millones de reales en créditos durante ese año.
Mina Gerais, hierro, China, Vale, 2015 y Dilma se entrecruzan trágicamente.
En toda América Latina, la profundización del extractivismo inducida por la voracidad de la demanda de minerales y materias primas para alimentar la economía china, locomotora de la economía mundial en los inicios de este siglo, develó la cara más oscura de los gobiernos “progresistas”.
El 5 de noviembre de 2015, a casi un año de iniciar Dilma su segunda presidencia, colapsó el dique Fundão en Mariana, estado de Mina Gerais, derramando 65 millones de toneladas de residuos tóxicos de la explotación de hierro de Samarco Minería, una empresa controlada por Vale en asociación con la anglo-australiana BHP-Billiton.
A pesar del éxito de estos campeones nacionales, desde 2013 había denuncias sobre las condiciones de seguridad del dique Fundão. 2013, 2014 y 2015 (hasta el 5/11) fueron años record de producción hierro en esta mina, y por ende, también record de acumulación de residuos. La “tragedia de Mariana” fue, hasta ahora, la mayor tragedia ambiental de la historia de Brasil.
El tsunami de lodo de residuos causó 19 muertos y un aborto. Destruyó y sepultó -en sentido literal- los primeros tres pueblos que encontró río abajo. Siguiendo primero el arroyo Fundão, luego el río Gualaxo do Norte, río Carmo y por último llegando al río Doce, fue descargando sus 65 millones de toneladas de desechos contaminados con arsénico, plomo y mercurio. Implacable, avanzó salido de cauce durante los primeros 100 km de la cuenca inundando comunidades y llevando por delante todo lo que encontraba a su paso. Luego continúo otros 700 km por el cauce del río hasta su desembocadura en el océano atlántico en Espíritu Santo, al norte de Rio de Janeiro. A lo largo de los 800 km de la cuenca afectó 41 ciudades brasileras, millones de peces muertos y millones de brasilerxs que aún hoy toman agua y se bañan con agua con deshechos del Fundão.
Bento Rodriguez, la comunidad más próxima a la mina, es de donde provienen la mayoría de las víctimas. Recibieron la alarma apenas minutos antes que el pueblo quede tapado por ese mar de lodo. El alud siguió río abajo hacia Paracatu do Baixo y Paracatu do Cima a unos 70 km de la mina. Unas 300 personas vivían en Paracatu, dedicados a la producción agrícola y tambo principalmente. Muchos de ellxs ni sabían que vivan debajo de una pileta de millones de litros de desechos mineros. En Paracatu do Baixo, se encontraba el pequeño centro comercial, escuela, iglesia y parada de buses.
Marino D’Angelo es de Paracatu do Cima. Productor agrícola, era presidente de la asociación local de tamberos. Hoy, Marino es dirigente del Movimento dos Atingidos por Barragens (MAB) y uno de los cinco habitantes que permanecen viviendo en Paracatu.
“A las 6 de la tarde recibimos el aviso que debíamos evacuar en 5 minutos, sacar a los ancianos de sus casas y subir todos a la parte alta”. La casa de Marino se encuentra a unos 300 metros del río sobre el alto, por eso no la alcanzó el lodo. “Como la luz estaba cortada y enseguida anocheció, no podíamos ver que era. Al principio parecía como si el piso estuviera mojado… pero por el sonido y el olor nos dimos cuenta que algo grave estaba llegando”.
A la luz de la mañana siguiente, Marino y sus parientes quisieron ir a ver la casa de sus suegros. Se hundían en esa ciénaga de lodo y no podían avanzar… pero no pudieron llegar, porque la casa no existía más. “La casa de mi suegro fue donde nos casamos, tenía una churrasquera grande y toda la familia se juntaba ahí… la comunidad no es solo lo material, las casas, hoy la familia está toda desparramada en las casas que alquiló la empresa en la ciudad, pero están en distintos barrios, ya no se cruzan… todos aislados”.
El 90 % de las construcciones de Paracatu do Baixo fueron destruidas. Solo la iglesia y la escuela se erigen en medio de la destrucción y muestran en su fachada los más de 3 metros de altura que alcanzó el lodo. Todo lo que se ve en derredor es desolación. El suelo esta levantado como un metro y medio, por una masa solida marrón oscura que asemeja esos pisos de cemento prolijamente alisado, pero en este caso es lodo ferroso. Un aro de básquet sobresale de ese concreto de lodo donde antes
Vale sigue operando en Brasil, lo mismo que BHP, aun cuando sus directivos enfrentan demandas judiciales por las responsabilidades de la tragedia. “No estamos satisfechos con Dilma” -dice Marino- “cuando fue la tragedia ella vino, sobrevoló la zona, pero no recibió a los afectados, fue a Belo Horizonte, se reunió con el gobernador estadual (Fernando Pimentel, también del PT y antes ministro de desarrollo industrial de Dilma en su primer mandato, desde donde impulsó un reforma del código minero más laxa, que intentó aprobar el PT) y con los representantes de la empresa, nunca recibió a las víctimas”, y sigue “la empresa es responsable, pero el gobierno también es responsable porque nunca fiscalizó”.
En marzo 2016, Vale firmó un acuerdo con el gobierno federal de Dilma y los gobiernos estaduales de Mina Gerais y Espíritu Santo, comprometiéndose a 40 acciones de compensación a llevar adelante en 3 años. Las organizaciones de afectados no tuvieron ninguna participación. El acuerdo prevé que la empresa paga hoteles y alquileres y un salario mínimo -900 reales, unos 5.500 pesos argentinos- a unas 600 familias que perdieron completamente sus casas; instaló sirenas y señalizó puntos de evacuación a lo largo del valle como medida de prevención ante una nueva tragedia (sic); supuestamente Vale realiza un tratamiento a las plantas de agua de las ciudades de la cuenca (aunque estudios del Instituto Chico Mendes de Protección a la Biodiversidad dicen que el agua de la cuenca tiene veinte veces más hierro de lo normal); y -también supuestamente- comprará las tierras y financiará la re-construcción de las casas de las comunidades de Bento Rodriguez y Paracatu. “La empresa trata de dividirnos y que no nos organicemos” -dice Marino- “para ellos son afectados solo los que se les destruyó completamente su casa… pero acá no solo se destruyeron casas, se destruyó una comunidad”.
Leticia Oliveira es coordinadora estadual del MAB, el Movimento dos Atingidos por Barragens. El MAB nace en 1991 por la articulación de distintas grupos de afectados por represas hidroeléctricas. Actualmente está presente en 19 estados e integra junto a otras organizaciones el colectivo de la Vía Campesina de Brasil.
En Mariana, una ciudad de unos 60 mil habitantes a 30 km de la tragedia, se ven carteles en los comercios a favor de la reapertura de la mina. “Justicia sí, desempleo no” dicen los carteles que piden se re abra la producción. Leticia explica que de los 3000 puestos de trabajo que tenía Samargo, solo unos 1200 eran directos y los otros vía terciarizadas. “Es difícil la tarea de organización de los afectados en Mariana, hay muchos intereses y presiones, el MAB de hecho ha recibido amenazas aquí… son 300 años de minería en Mina Gerais y 30 años de Samargo en Mariana”.
“La empresa dice que va a comprar terrenos y construir nuevas casas, pero ¿es seguro vivir ahí debajo de la otra represa de residuos?… aunque hayan instalado sirenas, hay informes que dicen que las condiciones de mantenimiento del otro dique (que es 10 veces mayor) no son las adecuadas” dice Marino. “Además la empresa ofrece unos prototipos de casas según la cantidad de miembros que tiene cada familia. Nosotros queremos elegir cómo queremos construir nuestras casas” continua.
Le preguntamos a Leticia por posición del MAB respecto a una reapertura. “Nosotros decimos que puede volver a funcionar, pero para eso primero tiene que compensar adecuadamente a todos los afectados a lo largo de toda la cuenca, no solo los que perdieron sus casas, y después para funcionar tiene que haber una fiscalización que incluya la participación de las organizaciones de afectados… en el MAB decimos: Agua y energía no son mercancía, son para soberanía!”.
En el tablero de ajedrez de la geopolítica del capitalismo global, el mundo sigue necesitando de nuestra América Latina para proveerse de minerales y materias primas agrarias. Desde el 31 de agosto de 2016 Michel Temer, ocupa la presidencia de Brasil tras el golpe institucional que destituyó a Dilma. La avanzada restauradora de las derechas latinoamericanas viene a profundizar aún más el extractivismo que los “gobiernos progresistas” no quisieron/no pudieron/no supieron evitar se profundice.
Así, el gobierno de Temer ha intentado en estos meses aprovechar el “vasto potencial de exploración mineral” que Brasil aún tiene por realizar, abriendo por decreto el camino a la minería de oro y otros metales en los estados de la denominada amazonia legal, Pará y Amapá. Si bien esa medida fue precautoriamente suspendida por la vía judicial, este nuevo extractivismo re-loaded está al acecho.
El 5 de noviembre de 2017 se cumplieron dos años de la tragedia de Mariana. Hasta hoy, ninguno de los responsables ha sido condenado. Unos días antes, del 1 al 5 de octubre, el MAB realizó en Río de Janeiro su 8vo encuentro nacional, donde se reunieron 4.000 delegadas y delegados de grupos de base del MAB de todo el país, a discutir sobre extractivismo y justicia ambiental, y sobre cómo hacer que la tragedia de Mariana no quede impune. El 2 de octubre realizaron una movilización a las oficinas de Vale en el pituco barrio de Leblon, en Río de Janeiro, cantando “Ellos sabían que se iba a romper” y “Así no Vale”.
“En este tiempo aprendí que la empresa no tiene miedo a la justicia, ni tiene miedo al gobierno. Pero sí le tiene miedo al pueblo organizado. El MAB me enseñó que juntos somos más fuertes” dice Marino para dejarnos pensando. Una fina lluvia cae persistentemente sobre Paracatu do Baixo. Marino se despide, sube a su moto y comienza a surcar, entre mil huellas, el lodo que cubre el camino de regreso a su casa en Paracatu do Cima.
http://comunidad.revistaanfibia.com/Documentos/cuando-el-rio-suena/
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